Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

lunes, 3 de marzo de 2014

Historia

Historia y Evolución de Salvatierra

La Guerra de Independencia 1810-1821

El Periodo Insurgente de la Guerra en Salvatierra (1810-1815)

…continúa del número anterior

El 28 de septiembre de 1811, el realista Guizarnótegui atacaba al sacerdote dominico insurgente fray Laureano Saavedra, el cual, habiendo fracasado en su intento de tomar Celaya, se había fortificado en el convento del Carmen de nuestra ciudad, fué derrotado con pérdida de mucha gente, 3 cañones de bronce y dos de madera. Este mismo capitán realista, enviado por Diego García Conde, destruyó el 3 de marzo de 1812, las fortificaciones que había construido en la ciudad el insurgente Escandón, quien se puso en fuga.

Otro salvaterrense que se incorporó a la lucha por la Independencia de México, fué don José María Pagola, nació en esta ciudad en el año de 1780. El 1 de junio de 1814, interceptó a un correo realista que llevaba pliegos al virrey, sirvió de intermediario al Dr. José María Cos para recibir correspondencia de México, en 1815, fué miembro de la Junta Subalterna Insurgente que permaneció en la provincia de Valladolid, cuando el Congreso decidió trasladarse a Tehuacán, fué el último presidente de la Junta de Jaujilla, que fué lo que quedó del Congreso de Chilpancingo. El realista Tomás Díaz logró apresarlo el 8 de junio de 1818 en Cantarranas, cerca de Atijo y lo fusiló en Huetamo, Mich.

La Vida Económica, Política y Social en Salvatierra durante
la Guerra de Independencia

A principios del siglo XVIII, en 1803, Salvatierra era contada entre las ciudades más importantes de la intendencia de Guanajuato. Se le conocía por su gran potencial agrícola, era reconocida por su producción de caña de azúcar, vino, aceite, trigo y maíz, en fin, era el granero de la nación. La escuela pública a cargo del cura párroco, para niños pobres, y la de los franciscanos, en su convento para hijos de españoles y criollos, seguían funcionando.

Cuando inició la Guerra de Independencia, los salvaterrenses vivieron algunos momentos críticos, fueron los realistas los que en esa época dominaron la plaza con la colaboración del vecindario, no sucediendo lo mismo en el resto de la jurisdicción de la ciudad. La agricultura se desplomó, los guerrilleros insurgentes incendiaban las haciendas y asolaban las partes aledañas de los pueblos con guarniciones, para privar de recursos al gobierno, quemaban los pastizales para destruir el forraje de la caballería. Con esta situación, en Salvatierra los productos escaseaban y alcanzaban precios elevados.

Desde el año de 1812, Agustín de Iturbide inició su campaña por el Bajío y los Valles Abajeños para exterminar las guerrillas insurgentes, pero fué hasta el 29 de abril de 1813, cuando el entonces virrey Félix María Calleja nombró al coronel Iturbide, Comandante de las Armas de toda la intendencia de Guanajuato. Para defensa de las poblaciones se crearon milicias que tuvieran el apoyo moral y económico de sus habitantes, formándose los Cuerpos Mixtos Urbanos de Realistas Fieles. Casi todas las poblaciones de la intendencia de Guanajuato los formaron, pero hubo poblaciones que no lo hicieron, entre ellas Salvatierra, lo que provocó que fuera invadida frecuentemente por uno y otro bando, castigando cada uno de éstos a los vecinos que tenían por contrarios, la ciudad quedó por terminar asolada y destruida.

Los conventos frecuentemente fueron usados como guarniciones, en especial el del Carmen, provocando la huída en masa de todos los religiosos al convento de Celaya. Los daños sufridos por el edificio fueron terminados de reparar hasta el año de 1822, con grandes deudas por el dinero saqueado por uno y otro bando. El 23 de agosto de 1813, Iturbide comunicaba al virrey Calleja que “en vista de ser muy estimables los rendimientos de la Hacienda Pública en San Miguel, Salamanca, Acámbaro, Salvatierra, Valle de Santiago y aún Piedra Gorda y Pénjamo, contribuyeron a organizar la fuerza militar para seguridad de la provincia”.

Por fin, se organizaron las milicias de ciudadanos en Salvatierra, formándose el 28 de diciembre de 1814, el Cuerpo de Realista denominado Fieles de Salvatierra. A pesar de que el virrey Calleja distribuyó estratégicamente las tropas realistas en 1813, las acciones guerrilleras no cesaban, lo que lo obligó a ordenar que también las haciendas levantaran milicias para su defensa. Éstas se veían obligadas a pagar tributos para poder trabajar, lo que orilló a los frailes Carmelitas y Agustinos, principales hacendados de esta jurisdicción, a tratar de tener un arreglo entre ellos en noviembre de 1816, con el fin de combinar las defensas de las haciendas de Maravatío y San Nicolás. Por antagonismos entre ambas instituciones religiosas, el acuerdo no llegó a consumarse, pero existen testimonios de la creación de estas milicias en las haciendas que estaban en manos de particulares.

La Batalla en el Puente de Batanes, 1813.

La batalla en el puente de Batanes entre Iturbide y Ramón Rayón, con el triunfo del primero, no es un hecho de guerra aislado y circunstancial, es un evento histórico cuya trascendencia marcó el rumbo del país hasta los primeros años de vida independiente. Esta batalla no es significativa en el plano militar como una de las grandes contiendas, donde la gloria de las armas cubre e inmortaliza a los vencedores. Se da dentro de las paradojas que ofrece nuestra Guerra de Independencia, en la conformación ideológica que la llevaría a su consumación. Bastaría la simple enumeración de hechos, para encontrarnos y convencernos de que muchos de los precursores e iniciadores se transforman en acérrimos enemigos entre sí, y no consuman la Independencia los que la proclamaron, sino sus antagonistas.

En los hilos de la historia, la batalla en el puente de Batanes tiene su principio en el momento mismo de la captura y posterior ejecución de Hidalgo y sus correligionarios en los meses de junio y julio de 1811, así como, la ejecución de José María Chico y Linares, ministro y compañero de Ignacio López Rayón, quedando éste como comandante supremo de la Guerra de Independencia. Ignacio López Rayón inició en esos momentos su marcha hacia el sur, haciéndose nombrar Ministro de la Nación, ganándose el respeto de los jefes guerrilleros como Jefe de Gobierno y Comandante Supremo del ejército insurgente.

Ante la necesidad de unificar la lucha armada en un solo mando, Rayón se propuso crear el órgano supremo para dirigir la campaña. Nació así la Suprema Junta Nacional Americana, instalada en Zitácuaro el 19 de agosto de 1811, con Ignacio López Rayón como Ministro de la Nación, José María Liceaga y José Sixto Berdusco como vocales. No tardaron en presentarse las desavenencias entre los miembros de la Junta, Liceaga y Berdusco nulificaban a Rayón. Desde su constitución no existió unidad entre sus miembros, circunstancia que fué empeorando, y la supieron aprovechar los realistas alimentando las desavenencias de los tres miembros, para desacreditar por esto a la Junta.

La tirantez entre ellos empeoró notablemente, los jefes del Bajío decidieron apoyar a Rayón; entre ellos, el brigadier Juan Rubí en los primeros meses de 1813, acuartelándose en Salvatierra. Liceaga no ocultó su enojo por esto, y lanzó un manifiesto a los habitantes de la ciudad en su contra y salió de la plaza rumbo a Michoacán. Meses después, en Septiembre, Rubí fué capturado en el pueblo de Urireo y pasado por las armas en esta ciudad. Ramón Rayón, a las órdenes de don Ignacio, procedente de Tlalpujahua se dirigió a Salvatierra para entenderse con Liceaga que se encontraba de nuevo en la ciudad. Es éste, el motivo que lo trajo hasta aquí.

Por su lado, Iturbide había hecho lo propio. Al iniciarse el movimiento de Independencia tomó parte en la batalla del Monte de las Cruces el 30 de octubre de 1810, a las órdenes del Coronel Trujillo, fué nombrado capitán de fusileros y capitán del Regimiento de Tula. El 5 de junio de 1812, sorprendió en Valle de Santiago al temible guerrillero Albino García, fusilándolo en Celaya, ascendiendo a teniente coronel. En ese mismo mes, fusiló junto con 150 hombres a los padres Luna y Sáenz, al comandante Abarca y a la bella espía Tomasa Estévez. El 1 de noviembre de 1812, tomó la isla Liceaga en la laguna de Yuriria. Estas acciones de armas le dieron a Iturbide una innegable presencia en esta región.

Iturbide tuvo noticia de la salida de Liceaga y el arribo de Ramón Rayón a Salvatierra el 14 de abril de 1813, después de fracasar las pláticas de advenimiento en Urireo, a las que Liceaga no asistió. Concentró Iturbide sus fuerzas en San Nicolás de los Agustinos el jueves Santo 15 de abril de 1813. Rayón mientras tanto, se mantuvo en la ciudad y Liceaga se dirigió a la hacienda de la Zanja, en los límites con Jaral. Rayón decidió enfrentar a Iturbide y dejar para después la aprehensión de Liceaga. Al amanecer del viernes Santo 16 de abril, Iturbide decidió tomar Salvatierra, encontrándose con la efectiva defensa que Rayón había organizado, el insurgente había colocado hombres bien fortificados en el puente mismo y en las cas de obraje de San Isidro, y columnas en el vado inmediato, en los vados de San José del Carmen y de San Francisco.

Inútilmente trató Iturbide de entrar a la ciudad por éstos, siendo rechazado una y otra vez. Al comandante Oviedo, lo situó Rayón, en un cerro inmediato a la izquierda de Salvatierra, con la orden de permanecer oculto y no hacer movimiento alguno, mientras él atacaba a Iturbide y lo perseguía hasta la hacienda de Santo Tomás, entonces Oviedo desobedeció las órdenes recibidas saliendo de su refugio, provocando que Iturbide lo atacara y lo pusiera en fuga. Ya en el puente, Iturbide arremetió con toda su fuerza, el hombre sabía gritar en el momento oportuno. Alos fortificados, por la confusión no les alcanzó el tiempo de disparar los cañones. Rayón salió de Salvatierra por la calle de Capuchinas rumbo a Puerto Ferrer sin que el realista osara perseguirlo, donde congregó a su dispersada tropa. Iturbide, presa de un fuerte dolor de cabeza, descansaba en Salvatierra, mientras su secretario, el padre Gallegos, escribía un informe de abultadas proporciones que don Agustín firmó sin leer.

El historiador salvaterrense don Francisco Vera Figueroa, hace un magnífico análisis de las consecuencias de esta batalla, en su obra: Sacrificio Insurgente en el Puente de Salvatierra, señalando lo siguiente:

“Para Iturbide es el principio de su engrandecimiento, fué ascendido a coronel del Regimiento de Celaya y recibió la Comandancia General de la Provincia de Guanajuato que se separó de la de Guadalajara al mando del Mariscal José de la Cruz.

Para la Junta de Zitácuaro, fué el principio del fin, la molestia de Morelos con Ignacio López Rayón: la disolución de la Junta y la integración del Congreso de Chilpancingo”.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López


La Epopeya y la Leyenda
El Otro Rostro de la Historia

por: Jorge Ojeda Guevara

Libertar a una Patria
Sed de Justicia... (continuación)

Otro rumbo de la patria aparecía guarnecido con la guerra de guerrillas por Pedro Moreno y Javier Mina, región que abrazaba León, San Diego de la Unión, San Luis de la Paz, Silao, Guanajuato y San Felipe. Mina se miraba como un versado militar en armas, más que Moreno, que no había batallado contra los franceses en España, que al final de cuentas lograron retornar el trono a Fernando VII y abandonar España a la fuerza. El monarca lejos de agradecer el valioso servicio de Mina, volvió el filo de su espada contra los vencedores de Napoleón, amenazándolos, en particular contra Mina por ser de tendencia liberal. Desafiado por el poder real, militar y sus libres ideas sin disyuntiva a la vista, hubieron de abandonar con premura su ibérica tierra y sus recuerdos, poniendo rumbo a una aventura llamada Nueva España.

Don Pedro Moreno, era oriundo de la otrora nombrada villa de Nuestra Señora de los Lagos. Dejando atrás lujos y comodidades familiares, enarboló la bandera y la causa insurgente, atacando y recuperando el fuerte del Sombrero, cerro que linda apenas con Jalisco. Fué este sitio el que conoció del encuentro entre el navarro Javier Mina, que venía como ciclón al frente de un gran contingente desde el Golfo de México y don Pedro Moreno.

Luego se supo, que como la situación mexicana daba tumbos sin definición, el Padre Mier persuadió a Mina a poner pie en México para luchar contra el invasor hispano. Tocaron en efecto tierra, tropas y general Mina en Soto la Marina el 15 de abril de 1817. Atacó y derrotó a los realistas en Valle del Maíz y la Hacienda de Peotillos; continuando su meteórico avance hasta divisar al fuerte del Sombrero, distante 20 kilómetros al norte de León, donde suma fuerzas con Pedro Moreno, quienes derrotan a Orrantia en Arrastres, perteneciente a San Felipe; siguen avanzando, y al poco arremeten la hacienda de Jaral de Berrios del mismo San Felipe, en aquel 7 de junio, donde de paso pertrechan sus necesidades con gran porción de dinero para la causa.

Sus triunfos hilvanaban los racimos porque los ataques de Mina aparecían sorpresivos, vertiginosos y mortales, mismo modo que aplicó cuando acometió al hilo un puñado de objetivos: El Biscocho –San Diego-, León, Fuerte Los Remedios, Guanajuato, Silao y aquel tan sonado en San Luis de la Paz.

“La fortuna no es eterna, y menos cuando se calza la temeridad extrema… y Javier Mina cae prisionero en la Hacienda del Venadito, Tlachiquera –Hoy Nuevo Valle de Moreno, perteneciente a León- mediando el 27 de octubre de 1817, donde Moreno también es degollado y su cabeza puesta irreverentemente en una pica, llevada y expuesta a la soldadesca en el llamado Cerro del Calvario del rumbo del pueblo hoy renombrado en su honor Lagos de Moreno”.

Mina fué encaminado con celeridad al paredón, donde le dispararon por la espalda, testificando el acto el fuerte de Los Remedios, en el cerrito del “Tú te irás”, de Cuerámaro, cuando pardeaba ya el nostálgico 11 de noviembre de 1817. El realista Pascual Liñan, aparecía como el más fiero antagonista de los insurgentes Mina y Moreno; fué precisamente él, el arremetedor contra El Sombrero, tomado finalmente a sangre y fuego el 19 de agosto de 1817. Otro de los más aguerridos jefes revolucionarios de El Sombrero y toda la comarca de San Felipe fué
Encarnación Ortiz; él y sus consanguíneos eran mentados popularmente por la región como “Los Pachones”, aunque esa es otra historia…

“Francisco Javier Mina, actor protagónico del levantamiento de Independencia de México aparecen en ésta como esencial y sugestivo, no sólo en México sino en la historia del propio rumbo guanajuatense. Este héroe sintetiza en él mismo el sentimiento que desembocaría al final de cuentas en la independencia de un país oprimido. Siendo hispano, había palpado la sangrienta opresión por un reino europeo, sobre los legítimos propietarios de la patria mexicana”.

Por esos extraños días, la vieja España andaba regida por par de soberanos: Carlos IV y Fernando VII, asunto que caminaba la incompatibilidad para el crecimiento sano de una sociedad. El ingenioso y malicioso Napoleón maniobró en Francia para meterlos prisioneros, aunque fueron apropiadamente tratados, tanto, que el buen Fernando VII intentó emparentar con Napoleón, causante de encarnizadas batallas y multitud de muertos en la península Ibérica.

Ante situación tal, el pueblo hispano pulsó armas y ánimo para defenderse del invasor, lo que al poco logró. A la brevedad se reunieron las Cortes y redactaron la llamada Constitución de Cádiz, donde daban prerrogativas frescas al gobierno español y sus habitantes. De difícil explicación es, que Fernando VII no consintiera tal estado de cosas, y retornando con premura a España persiguió sin tardanza para encarcelar a quienes habían arrojado a los franceses. Mina era parte de ese puñado de espadas que expelieron de su vieja España a los galos, por lo que sin alternativa a la vista, tuvo que escapar la mala agradecencia real cruzando el mar, jurando de paso voltear filo y pistola contra el despotismo de su tierra y de otras, pues en adelante esa idea se tornaría universal, como un natural derecho de los pueblos a la libertad.

Para mala fortuna, una de las alas de la dictadura regia de Fernando VII era el alto clero cristiano, que en respaldo al soberano lanzó la acusación a los liberales masones, actitud que evidenciaba negativamente a la religión y para los derechos absolutos del rey. Sin embargo, no todos los clérigos discurrían lo mismo, y lo testimonia el hecho de que un buen ramillete de frailes empuñaron además de rosarios y bendiciones, letras y armas en salvaguarda de la libertad popular y la propia.

“Sacerdotes como Miguel Hidalgo, Morelos, Matamoros, Torres, Juan Villerías, Mier y Terán, José María Luis Mora y cientos más… Se sabe que en Acatita de Baján donde la traición ganó la batalla, hicieron innumerables prisioneros, también cayeron todos los sacerdotes que llenaban varios de los coches”.

De interés es saber, que arribado Mina a campos guanajuatenses, jaló consigo un considerable contingente de extranjeros que compartían liberalismo y aventura; habían salido aquellos de Londres, haciendo escala en las Antillas y los Estados Unidos, hasta desembarcar en la playa de Soto La Marina; apenas pisaron tierra mexicana añadieron su espada y ánimo a la guerra por la independencia. Javier Mina había traído consigo de España aventureros e idealistas como él, que igual arribaron a la lucha emancipadora, fueran franceses, Norteamericanos, y mismos españoles, todos, de manera par, regaron su sangres por la causa en batallas de los campos del Bajío, en los Fuertes de los Remedios y del Sombrero…

Tomado del Libro: “La Epopeya y la Leyenda, el Otro Rostro de la Historia”
de Jorge Ojeda Guevara


Aztlán: Origen y Destino
Once, un Número Cabalístico para México

A este capítulo Once le correspondería ir más adelante, cuando el lector ya conociera el total de las circunstancias por las que este número ha sido para México un número lleno de misterios y de tragedias a través de su historia, pero sigamos aquí, para ser congruentes con el número de capítulo.

Cuauhtémoc, el Onceavo Emperador Azteca

El número Once empieza a aparecer en la historia de México con el número de emperadores que tuvo el Imperio Azteca. Después de ser derrotado por el ejército español, terminando con el Imperio y aprehendiendo a su último rey, el Onceavo emperador, Cuauhtémoc, quien permaneció en calidad de rehén de los españoles los siguientes cuatro años, mientras Cortés conocía todos los dominios del Imperio Azteca y para evitar sublevaciones del pueblo Azteca. Finalmente fué asesinado por los españoles, argumentando que Cuauhtémoc y otros jefes mexicas conspiraban contra Cortés.

Crisis Oncenal

Por el año 1786, la población mexicana venía padeciendo una crisis por las condiciones del tiempo de tipo periódica, es decir, se presentaba cada Once años y se caracterizaba por muy pocas lluvias y muy intensas heladas, lo que provocó que las tierras se encontraran áridas y casi ausentes de vegetación. Estas condiciones obligaron a que la población se alimentara con las pocas hierbas o raíces que podía encontrar, lo que ocasionó una gran mortandad, aproximándose a cien mil muertos. Para algunos padres fué tanta la necesidad, que llegaron a vender a sus hijos e hijas en dos o tres reales.

James Knox Polk, Onceavo presidente norteamericano

James Knox Polk, fué el presidente número Once de los Estados Unidos. Nació en Carolina del Norte en 1795, de padres ingleses inmigrantes, ilegales, indocumentados y presbiterianos, quienes profesaban que el único camino correcto es hacia Dios, bien claro se lo dijeron: hacia Dios, no hacia las tierras de México. Pero debió de estar tontito el güerito. Estudió la carrera de abogado. En 1839, fué gobernador de Tennessee, y en 1844, ganó las elecciones para presidente de los Estados Unidos. Ya en el poder fué un verdugo implacable, considerado el campeón norteamericano del expansionismo. En su periodo presidencial creó todas las condiciones necesarias para poder quitar, robar y despojar a México 2.4 millones de kilómetros cuadrados, más de la mitad del actual territorio mexicano. Pero gracias a Dios, Polk contaba con una precaria salud, que tres meses después de terminar su mandato lo puso en cama y se lo llevó al cielo propulsado por el más potente chorro fecal amibiano-tifoideico que lo mató.

De seguir vivo James K. Polk, probablemente hoy su país se llamaría: Estados Unidos de Norte-Centro-Sudamérica. Entonces sí se hubiera cumplido la Doctrina Monroe, que dicta que América es para los americanos, tratando de evitar que más europeos vinieran a colonizar América, pero si no respetaron la Bula del papa Alejandro VI, menos iban a respetar las palabras de ese hipócrita. Pareciera que por un momento, a Monroe, tuvo un momento de lucidez y le funcionó el cerebro al decir que América es para los americanos, porque ellos en realidad no son americanos y América, en verdad, corresponde a los americanos.

Pero todos los anglosajones de Norteamérica, tienen orígenes ingleses o alemanes y sólo podrán ser considerados americanos, hasta el día que acepten vivir en armonía con los verdaderos americanos. Mientras no se quiten la capa del Führer, jamás serán aceptados como tales y no podrá haber armonía en esta tierra. México perdió aquellos territorios por el abandono, descuido y despreocupación del gobierno mexicano. A 160 años de distancia, la situación de muchas tierras del sur del país no ha cambiado; aún tenemos indígenas en las montañas viviendo en las condiciones más extremas de pobreza, mientras que en el gobierno, tenemos a los funcionarios mejor pagados del mundo. Esto, por simples resultados, convierte a los burócratas mexicanos en los más caros, ineptos, irresponsables y los más cínicos del planeta.

Once Años de Lucha por Nuestra Independencia

Muchos tiempos antes del año de 1810, hubo muchas rebeliones encabezadas por indígenas, criollos, castas (mestizos, mulatos, zambos), incluso de los mismos españoles, todos siempre buscando liberarse del yugo de la corona española. Pero es hasta la madrugada del 16 de septiembre de 1810, que formalmente se inició el movimiento de Independencia de México. El movimiento estaba planificado para iniciarse el 2 de octubre de 1810, pero tuvo que adelantarse debido a que el gobierno español se enteró de los planes que pretendían llevar a cabo algunos criollos, algunos militares y algunos curas. Esta lucha duró Once años y en ella murieron 600 mil mexicanos, entre criollos, castas e indígenas. También murieron Once de nuestros principales héroes de la Independencia:

Etapa I
(1810-1811)

1.- Miguel Hidalgo
2.- Ignacio Allende
3.- Ignacio Aldama
4.- Mariano Jiménez
5.- Mariano Abasolo

Etapa II
(1811-1815)

6.- José María Morelos
7.- Hermenegildo Galeana
8.- Mariano Matamoros

Etapa III
(1815-1817)

9.- Pedro Moreno
10.- Servando Teresa de Mier
11.- Francisco Javier Mina
Once años de lucha, interrumpida sólo por la muerte de aquellos hombres que anhelaban la libertad para ellos y para su pueblo. Pero siempre hubo alguien detrás de ellos, que no dejó que se apagara la mecha de la lucha. Así, el 27 de septiembre de 1821, se vió consumada nuestra Independencia, con el Tratado de Córdova firmado por Guerrero e Iturbide, por parte de la Nueva España y por don Juan de O’Donojú, por parte de España.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán

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