Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

jueves, 9 de enero de 2014

Biografía

El Poeta Campirano José Sobreyra Ortiz

José Sobreyra Ortiz nace en la hacienda de Queréndaro, el 19 de marzo de 1877. Sus primeros estudios los hizo con maestros particulares en dicha hacienda, en donde su papá era administrador. Sólo en algunos momentos recibió cátedra de literatura en el Colegio de San Nicolás, todos los demás estudios los hizo por sí solo, fué un auténtico autodidacta. Al repartirse la hacienda de Queréndaro tras la Revolución, Sobreyra se refugió en Morelia, y más tarde en la Ciudad de México, donde falleció en 1925.

En cuanto a su literatura, cultivó la poesía del campo a la manera de Othín, Delgado y Pagaza. Publicó Celajes y Sombras; Canciones campestres y Bocetos rústicos. A Sobreyra siempre se le ha reconocido como aquel mozo que poseía incubaciones de arte magnífico y lo sabía plasmar en sus letras. Presentamos aquí algunos de sus poemas con la intención de llegar a conocer a este poeta campirano, espero puedan disfrutar de su exquisita poesía.

Paisaje Rural

En el campo alienta el numen y la mente se fascina
con los célicos encantos de una gloria de impresiones
las joyantes arboledas son de flora los salones
mas suntuosos que un alcázar de princesa bizantina.
La cabaña que sonríe so el frondaje de una encina,
entre aromas y conceptos es albergue de ilusiones;
y el plañir del caramillo se desgranan las canciones
de felices rabadales que tramontan la colina.
Se diluyen los carmines del crepúsculo en el agua
y se truecan los esteros en relámpagos de fragua
que purpuran de la margen los candiles de basalto.
Y fingiendo serpentinas o fugaz plumosa nave,
con el triángulo de nieve de las alas, corta un ave
la sedeña encajería de las ondas de cobalto.

La Vida de la Granja

Horacio: ¡qué adorable la vida de la granja!
Las mieses, los pastores, la selva… ¡qué placer!
Los cisnes en la linfa de argento de la zanja,
mintiendo carabelas de nieve y socicler.
Serrano de gallinas: una de blonda franja
al cuello, es entre todas, la hurí de Chantecler;
un gallo con plumaje con oros de naranja,
espuelas al coturno y airón de canciller.
Un toro con melenas y cuernos de bisonte,
que agosta en el regazo prolífico del monte,
untada la piel bruna de tintes de arrebol…
Y sueño con un mármol que Fidias escupiera
para los embelesos de artista que tuviera
el genio de Cervantes y el alma de querol.

La Calandria

Luce corpiño de oro y fusco terciopelo
y es cítara con alas en la salceda fosca;
su nido hecho con hebras de tul, se desenrosca
y cuelga del follaje menospreciando el suelo
Es su morada el bosque –visión del dulce anhelo-
se oyen rezos de abejas; zumba el pájaro mosca
empina la campánula su flor de añil al cielo.
Y en esa babilonia de arrullos y colores
-alcázar donde incuban idílicos amores-
vuelca su cornucopia de luz la poesía.
¡visión de dulce anhelo! Y la calandria de oro,
tañe, tañe su flauta y es su cantar sonoro,
la nota más salvaje de la salceda umbría.


viernes, 3 de enero de 2014

El Rincón para Niños

Los Zapatos del Huerfanito

Hace ya muchos años, tantos que se ha olvidado la fecha, vivía en un pueblecillo del Norte de Europa un muchacho llamado Wolff, huérfano de padre y madre, recogido a regañadientes por una tía vieja y avara, que no daba un beso a su sobrino mas que la Noche Buena y que le servía la sopa dando un gran suspiro a cada cucharada. Pero el infeliz huérfano era tan bueno que amaba entrañablemente a la vieja, aunque nunca miraba sin miedo la noble verruga que tenía en la mismísima punta de la nariz.

Como la tía de Wolff era conocida en todo el pueblo, y se sabía que guardaba no pocas monedas de oro en una media de lana, no se atrevió nunca a enviar a su sobrino a la escuela de los niños pobres; pero regateaba de tal modo la pensión y se atrasaba en el pago, que el maestro fatigado de tener un alumno tan mal vestido, le castigaba con harta injusticia y le hacía poner el casquete ominoso con las orejas de asno casi diariamente, lo cual servía de chacota a los flamantes colegiales hijos de los ricachones del pueblo.

El pobre huerfanito era el rigor de las desdichas, y siempre cuando llegaban las alegres fiestas de Navidad se ocultaba en todos los rincones para llorar en silencio. La víspera de Pascua el maestro de escuela debía acompañar a sus discípulos a la misa del gallo y conducirlos a casa de sus padres. Como en aquel año el invierno era muy riguroso y había caído días antes una gran nevada, los alumnos de la escuela se presentaron con magníficos trajes de abrigo, grandes gorras forradas de piel, confortables mitones y gruesos zapatos para pisar sobre la nieve. Sólo el pobre Wolffito fué tiritando de frío con el único traje que tenía y unos zuecos de Estrasburgo por todo calzado.

Sus compañeros se burlaban de él; pero el huérfano estaba entretenido de tal modo en soplarse los puños para hacer entrar en calor sus manos ateridas, que no reparó en nada. Y así se puso en camino la banda de chicuelos, marchando de dos en dos con el dómine a la cabeza, camino de la parroquia. En el templo lleno de luces, la temperatura era tan agradable, que los alumnos excitados por el dulce calorcillo, cuchicheaban en voz baja, contándose unos a otros los ricos manjares que les esperaban en la casa paterna.

Después hablaron los colegiales de los regalitos que les hacía Le Petit Noel, depositándolos en los zapatos que aquellos tendrían buen cuidado de dejar junto a la chimenea antes de acostarse. Con tales recuerdos brillaban de gozo los ojos de los niños, como si tuvieran ya delante la bolsita de caramelos, los soldados de plomo los caballos de cartón y los tambores con que pronto atronarían la casa. El pobre Wolffito sabía por experiencia que la vieja avara lo mandaría a acostarse sin cenar; pero convencido de que había cumplido puntualmente sus deberes durante todo el año, esperaba que Le Petit Noel no se le olvidase. Por su parte, el huérfano pondría sus zuecos junto a la chimenea.

Terminó la misa de media noche, y la banda de colegiales, siempre de dos en dos, y siguiendo al pedagogo, salió de la iglesia. En el pórtico, sobre un nicho ojival, dormía un niño. Cubría su cuerpo una túnica de lana blanca, y tenía desnudos los pies a pesar del frío. No era un mendigo, sin duda, porque su túnica era nueva, y cerca de él se veía una sierra, un martillo, una hacha y otros útiles de carpintería.

La luz de las estrellas iluminaba su rostro, que tenía una divina expresión de dulzura; sus cabellos eran largos y rubios, y formaban una aureola alrededor de su frente… Pero sus pies, azotados por el cierzo de esa cruel noche de diciembre, estaban amoratados. Los colegiales embutidos en sus magníficos trajes, pasaron junto al vagabundo con indiferencia; algunos lo miraron con el desprecio que sienten los ricos hacia los pobres.

Sólo Wolff, que salía el último de la iglesia, se detuvo ante el hermoso niño que dormía

-¡Qué lástima!- pensó el huerfanito;- este pobre va sin zapatos con un tiempo tan frío, e impulsado por su buen corazón, Wolff se quitó el zueco del pie derecho, lo colocó ante el niño dormido, y como pudo, ya marchando en un pie, o chapoteando con el otro desnudo sobre la nieve, volvió a casa de su tía.

-¡Mire usted!, gritó la vieja llena de furor en cuanto vió al descalzo. –¿Qué has hecho con tu zueco, majadero?

Wolffito no sabía mentir, y aun cuando tiritaba de terror, al ver crisparse los grises pelos de su tía, empezó con voz balbuciente a relatar su aventura. Pero la vieja avara soltó una carcajada estrepitosa.

-¿Ah!, ¿Con que el caballero se quedó descalzo para socorrer a los mendigos? Con que el caballero descabala su par de zuecos por un perdido cualquiera?... Eso sí que es cosa nunca vista… Pues bien: ya que has hecho esto, voy a poner en la chimenea el zueco que te quede y Le Petit Noel pondrá dentro esta noche algo con qué sacudirte el polvo cuando te levantes. ¡Ya verás! Mañana estarás a pan y agua, y veremos si otra vez das tus zuecos al primer vagabundo que te encuentras.

Y la mujer, después de haber dado al pobre niño un par de cachetes, lo hizo subir al camaranchón, en donde estaba su camita. El niño, desesperado, se acostó a obscuras y se durmió, cubriendo de lágrimas la almohada. Pero al día siguiente, cuando la vieja, desvelada por el frío y molestada por el catarro, bajó a la sala, encontró ¡oh, maravilla!, toda la chimenea llena de juguetes magníficos, soberbias cajas de bombones, riquezas de todas clases; y ante este tesoro, el zueco derecho que su sobrino había regalado al vagabundo, estaba colocado junto al izquierdo, que ella había depositado por su propia mano y en el que pensaba poner unas cuantas varas de fresno.

Wolffito acudió presuroso al oír las exclamaciones de su tía, extasiada ante riqueza tanta, y ambos admiraban los ricos regalos de Noel, cuando interrumpió su conversación el ruido de sonoras carcajadas. La mujer y el niño salieron para averiguar lo que aquello significaba, y vieron a todas las comadres reunidas alrededor de la fuente pública. ¿Qué pasaba? Una cosa tan cómica como extraordinaria. Los hijos de todos los ricachos de la población, aquellos a quienes sus padres querían sorprender con los más bonitos regalos, no habían encontrado más que varas de fresno en sus zapatos.

Entonces el huerfanito y la vieja, pensando en las riquezas que estaban amontonadas en su chimenea, se sintieron llenos de pavor. De pronto se vió llegar al señor cura con la fisonomía profundamente alterada. Encima del banco colocado a la puerta de la Iglesia, y en el mismo sitio en que la víspera, y a pesar del frío, había colocado su cabecita un niño de blanco vestido y pies descalzos; el sacerdote acababa de ver un círculo de oro incrustado en las piedras.

Todos se santiguaron devotamente, comprendiendo que aquel hermoso niño dormido que tenía al lado las herramientas de carpintero, era Jesús de Nazareth en persona, que había vuelto a ser por una hora lo que fué cuando trabajaba en casa de sus padres, e inclinaron la cabeza ante aquel milagro que el Dios de las bondades había querido hacer para recompensar la caridad de un niño.
Francisco Coppé

Tomado del Libro “Alma Latina”

Algo mío

Canto por la Unidad


Este canto alegre
que traigo en mi voz,
lleno de esperanza,
que me ha brotado
del corazón.

Quiero compartirlo
con la humanidad,
que sea como el himno
que entonen todos
por la unidad.

Defendamos nuestro mundo
de la guerra y la maldad,
empuñando solo el arma
del amor y la verdad.

Por la vida y los valores,
y por nuestra dignidad,
niños, jóvenes y ancianos,
siempre juntos como hermanos
vamos todos a luchar.

Que no haya frontera
para nuestro ideal,
que nada destruya
lo que logremos
en nuestro afán.

Que los poderosos,
locos de ambición,
al fin se dobleguen
ante la fuerza
de nuestra unión.

Todos contra la injusticia
y la discriminación,
contra vicio y adicciones,
contra toda corrupción.

Por los derechos humanos,
por la vida y por la paz,
niños, jóvenes y ancianos
siempre juntos como hermanos
vamos todos a luchar.

Mario Carreño

jueves, 2 de enero de 2014

Historia

Historia y Evolución de Salvatierra

La Vida Colonial Salvaterrense, 1644-1810 (continuación)

Descripciones Coloniales de la Ciudad de Salvatierra (conclusión)


Descripción de Don Francisco Arnaldo de Ynassi a nuestra ciudad en 1649:

Hase fundado con la nueva ciudad otro convento de los religiosos carmelitas descalzos, que con solo las limosnas y cuidado que ellos ponen ha crecido mucho, y está ya casi acabado, tan curioso y aseado como los demás que tienen en esta Nueva España. Han hecho una huerta muy grande por donde entra el agua de el río. Y pueden regar gran pedazo de tierra, y tratan de hacer puente de cal y canto en el mesmo río grande, por donde puedan los vecinos pasar fácilmente de la ciudad a sus haciendas y de ellas venir los criados y mayordomos a oír misa al lugar. El valle en que está fundada es muy abundante de trigo de riego con el agua de el río Grande que se saca fácilmente y es el mejor de esta provincia y el que más vale en México. Cogen otras muchas semillas de maíz, chile, garbanzo, lenteja, frijoles, y otras cosas en diecinueve labores de trigo con algunos molinos. Hay también algunas haciendas de ganado a los alrededores, el temple es muy bueno, y las aguas, y hay mucho bastimento de carnero, vaca, gallinas y otras aves, y mucho pescado de el río Grande”.

En 1746, Joseph de Villaseñor y Sánchez en su obra: Theatro Americano, describe a la ciudad de Salvatierra en los siguientes términos:

“Esta jurisdicción se halla agregada a la de Celaya, de donde dista doce leguas por el rumbo del oeste suroeste, y de la capital México sesenta y ocho por el oeste noroeste. Es su cabecera la ciudad de Salvatierra, situada en temperamento templado, extendiéndose su ceñido distrito a otros barrios que la circundan, en los que viven novecientas y cinco familias de indios, que hablan del idioma otomí, pero por ser inteligentes en el castellano la mayor parte son administrados en él o por los religiosos franciscanos del convento y doctrina de esta ciudad en la que también otro de carmelitas descalzos que igualmente dan pasto espiritual a la feligresía, la que aumentan cerca de trescientas familias de españoles, mestizos y mulatos, que viven así en ella, como en los ranchos y haciendas del recinto, es también república de indios con gobernador y alcaldes, y regidores que la compones.

Los frutos en que unos y otros comercian son semillas y frutas regionales que produce el país, y en la rivera o isleta del río Grande cultivan abundancia de melones y sandías, que son de los mejores de estas provincias y obispado, y aunque mucha parte del terreno es pedregoso, no carece de fertilidad por las huertas y granjas, que la hacen divertible a la vista, y en sus términos hay varias haciendas, en la que viven muchas familias de españoles, mestizos y otras calidades, dedicadas a las labores del trigo y maíz”.

Con la habilidad y dominio del grandioso y a la vez sutil lenguaje alegórico que siempre caracterizó a sus escritos, el canónigo salvaterrense, D. Agustín Francisco Esquivel y Vargas, describe en su obra: El Fénix del Amor, el paisaje de Salvatierra en el año de 1764:

“A orillas del caudaloso río Grande hace cinta de plata, también diré de oro, por los caudales, con que enriquece a la Nueva España y muchas partes de estos reinos… pero con ninguno se muestra más liberal que con la ciudad de Salvatierra… Goza su situación las más bellas cualidades, cielo alegre, amenidad natural, céfiro apacible, terreno fecundo, aguas saludables y temperamento templado… En la cima de esta situación se ve despeñar el río, en un profundo salto, a cuyo golpe que da en las peñas, rebate a lo alto una espesa munición de agua, que luego se deshace en delgada lluvia o neblina. De esta cima descienden y se reparten, como aquellos cuatro ríos del Paraíso, cuatro caudalosas acequias de una y otra banda en beneficio reparten, como aquellos cuatro ríos del Paraíso, cuatro caudalosas acequias de una y otra banda en beneficio de las labores… Corramos a los alcances del Paraíso por esta bella amenidad… que es usura de los sentidos: allí no tiene que desear la vista con tanta variedad de árboles y frutos de todas calidades, plantas, abundancia de flores, exentas de los rigores del invierno, en una continua primavera, pues hasta el septiembre se mantienen las rosas. El olfato percibe, una cuadra antes de llegar al sitio, el olor de las flores, en especial en la primavera la flor de los ates o chirimoyas, fruta nacional”.

En el mismo año de 1764, el fraile capuchino fray Francisco de Ajofrín a su paso por Salvatierra, la describe de la siguiente forma en su: Diario de Viaje:

“Poco después de Chamacuero se encuentra un río que pasa por el Obraje hasta el pueblo de San Antonio, y sus márgenes están vestidas de sauces y sabinos corpulentos y de unas raíces muy grandes. Por la tarde llovió y se puso el camino muy pesado; fui a dormir a la ciudad de Salvatierra, dos leguas muy largas, jornada nueve leguas.

Me recibió en su casa con mucho afecto el señor doctor Don José Javier de Rivera, cura principal, vicario y juez eclesiástico.

Se halla la ciudad en la longitud de 272 grados, 10 minutos y en la latitud de 21 grados, 30 minutos, en temperamento sano, templado y benigno. Dista de la capital de México por oeste-noroeste, 90 leguas. Su vecindario se compone de trescientas familias de españoles, mestizos y mulatos, y como unos mil indios que hablan el idioma otomí. Era antes doctrina de Padres Observantes; ahora hay un cura clérigo. Su jurisdicción toca a la ciudad de Celaya, por lo que hay sólo Teniente de Alcalde Mayor. La república de indios tiene su gobierno, alcaldes y regidores.

Hay comercio muy bueno de tiendas y mercadurías, demás del que ofrecen las semillas y frutas regionales. Se coge vino, aceite y abundancia de melones y sandías que son las más afamadas de la provincia, y aunque el terreno es pedregoso, es no obstante fértil y abundante por las muchas huertas y granjas que la hacen divertible. Pasa por las cercas de la ciudad el río Grande, que eran los términos de división entre los indios tarascos y mixtecos: sus aguas son muy útiles para regar huertas y haciendas y las riveras del río son frondosísimas y deliciosas. La ciudad tiene sobradísima agua para beber y regar sus jardines.

Hay convento grande de Padres Observantes que era la parroquia antigua; otro de Padres Carmelitas Descalzos; un beaterio con su iglesia, de Nuestra Señora de la Luz, parroquia que se está fabricando; una iglesia y hospicio que están haciendo los Padres Dominicos. Pasé aquí el día de Nuestra Señora del Carmen”.

Escandaloso Litigio por la Hacienda de Santo Tomás entre Órdenes Religiosas en Salvatierra
(Agustinos vs. Franciscanos)

Lo que fuera la hacienda de Santo Tomás, junto con las de la Concepción y San Buenaventura, formaron parte de las extensas propiedades del primer terrateniente del Valle de Huatzindeo Joao de Illanes, vecino de la villa de Zelaya. A la muerte de este en 1590, su yerno Martín Hernández (el viejo) heredó todas estas propiedades.

Entre sus disposiciones testamentarias estaba la fundación de una capellanía sobre estas tierras a favor de los Religiosos Franciscanos del Convento de Huatzindeo. Martín Hernández (el viejo) procreó una numerosa familia, entre los cuales se encontraban sus dos hijas que ingresaron como religiosas al Convento de las Clarisas de México, con los nombres de Sor Melchora de los Reyes y Son Antonia de San Martín, y su hijo Martín Hernández (el mozo).

Por razones económicas, ni Martín Hernández (el viejo) ni su hijo, pudieron pagar las dores de las dos religiosas al Convento, tampoco pagaron un préstamo que este mismo les hizo por la cantidad de ocho mil ochocientos quince pesos de oro, quedando como garantía las extensas tierras donde estaban asentadas las mencionadas haciendas.

Las Religiosas Clarisas demandaron a Martín Hernández (el mozo) por el importe del capital y los réditos de la deuda cuando ya había muerto su padre. Las tierras se remataron y por no haber postores, fueron adjudicadas a las Clarisas en el año de 1669, estas por sus Constituciones tenían prohibida la posesión de bienes fuera de sus conventos e iglesias, por lo que fueron apercibidas por sus superiores a venderlas de inmediato.

Las Religiosas Clarisas vendieron a Antonio Ramos Romano (o Ramos Natera) y a su mujer Antonia Aguirre las haciendas en la cantidad de trece mil pesos de oro común más seiscientos pesos anuales para el pago de los réditos y cincuenta pesos anuales destinados al convento de San Francisco como pago de las misas por la capellanía fundada por Joao de Illanes.

El 7 de mayo de 1695, Antonio Ramos Romano vendió las haciendas adquiridas al Convento Agustino de Celaya, representado por el Padre Fray Antonio Muñoz. Para el pago de esas tierras compradas a Ramos Romano, el Convento Agustino de Celaya tomó en préstamo a Don Antonio Esquivel y Vargas la cantidad de veintidós mil novecientos pesos, garantizando el Convento dicha deuda con las mismas tierras compradas a Ramos Romano, además las de la hacienda de San Nicolás y la de Santiago del Montecillo que estaban unidas en una.

El escándalo se gestó desde dentro de la misma Orden Agustina. Las propiedades pertenecían a un convento específico o a la Provincia, así pues cada cual tenía lo suyo dentro de la misma orden. Esto se agravó porque para el año de 1699 empezó lo que se conoció como la alternancia, o sea que un periodo fuese Provincial un religioso mexicano (novohispano) y al siguiente lo fuese un español.

Por diferencia de opiniones se dividieron los Padres Capitulares en dos grupos, uno se reunió en el Convento de Cuitzeo y el otro en el de Valladolid. Los Capitulares reunidos en Valladolid, eligieron al Padre Fray Juan de la Cueva, a quien reconocieron y dieron la obediencia los conventos con Priores mexicanos. Los que tenían Priores españoles reconocieron al Provincial emanado del Convento de Cuitzeo.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López

La Epopeya y la Leyenda
El Otro Rostro de la Historia
por: J O G

Libertar a una Patria
Sed de Justicia... (continuación)

La adhesión a la causa insurgente, suscitó que desde las primigenias escaramuzas, los españoles fueran enrejados, primero, y luego enviados con premuera a Guanajuato. El cura Hidalgo despachó a un propio para comunicar a las autoridades que no arribaría a esa comunidad de momento, por tener que ponerse en marcha hacia Valladolid, aunque envió instrucciones sobre las acciones insurgentes a seguir, así como una regular cantidad monetaria para fabricar cañones. De los siguientes sucesos, la villa de León solo de oídas fué noticiada, ya de batallas ganadas o perdidas por los insurgentes. Al arranque de octubre, el control insurgente regía ya férreo en buen puñado de villas, llámense León, San Felipe, Dolores, Chamacuero, Celaya, Salamanca, Silao o la simbólica Guanajuato…

El reflujo hispano

Los españoles entendiblemente, reaccionaron con furia. Casi al parejo los mandos militares, políticos y religiosos echaron a andar su saber y poder, buscando nulificar la efervescencia que el preocupante movimiento insurgente estaba ya mostrando. Coincidencia fué que un nuevo virrey recién arribara a la Nueva España, quien luego de puesto al tanto de la grave situación imperante en el país, publicó severas penas contra todo el que estuviera o fuera sospechoso de estar involucrado con la revuelta insurgente. De entrada, comandó que a la ciudad de Querétaro marcharan de la capital virreinal tropas a ampararla; enseguida, envió urgido mensaje a Calleja para que se trasladara a marchas forzadas sus haberes bélicos desde San Luis Potosí hasta la ciudad de Guanajuato y restituyera las simpatías populares leales al rey.

También y con el designio de agenciarse las simpatías populares mando publicar un bando en el cual se dejaban libres del pago de tributos en la Nueva España, a todos los indios y las castas. De igual manera, difundió con premura otro desplegado en el cual tasaban las testas de Hidalgo, Allende y Aldama, maniobra que no provocó efecto alguno de delación. Procediendo así, la altiva autoridad virreinal suponía asegurar que fueran la ambición, la traición y el asesinato las fuerzas oscuras que se encargaran de matar las cabezas y la lucha libertaria; pero…

Los obispos también fraguaron su malévola porción: pretendieron extraer provecho de su autoridad moral, lanzando la excomunión para los insurgentes y la parte del pueblo que los acompañara. Asunto de condena que igual resultó vana…

“La diócesis de Michoacán en voz de su obispo, de quien dependían las villas de Guanajuato, madrugando al virrey lanzó la amenaza de excomunión desde la comodidad de su diócesis en Valladolid, suponiendo que el normalmente sumiso pueblo acataría la orden eclesiástica y dando la espalda al movimiento, dejaría solos a sus líderes, pues la excomunión obligaba al resto de los habitantes de la villa a no ayudar ni siquiera hablar con el excomulgado… Pero fué inútil. Aún así, otros obispos secundaron las medidas como el de Valladolid y los de Guadalajara, Oaxaca y México.

La medida desvaneció en el aire, sin golpear a ninguno de los insurgentes, pues los seguidores del Cura Hidalgo y camaradas del movimiento conocían muy bien la oculta intención clerical y que a estas solo las movían los más intereses políticos y materiales del Cesar que los de Dios”.

Hendiendo un sendero de libertad

En este caminar de cosas andaban, y luego de sopesar la situación, hombres y armas decidieron marchar, poniendo rumbo ahora hacia Nueva Valladolid, donde Hidalgo tenía además de maravillosas memorias de juventud, gran ramilletes de amigos y simpatizantes. Mientras Aldama ocupado estaba en recorrer la región guanajuatense, pueblo por villa, esparciendo la inquietud popular por la libertad, convidando de paso a quienes quisieran agregarse a la disputa contra el monarca español.

Rumbo a Valladolid, el ejército insurgente pasó por comarcas que hoy son nombrados como Valle de Santiago, Yuriria y Salvatierra, y al poco, arribarían a Acámbaro lugar en que reacomodarían ánimo, armas y planes. Y es que, cuando distaban casi a tiro de piedra de Valladolid, Hidalgo y sus inmediatos jefes, prefirieron variar rumbo y llegar a Acámbaro, pues ahí moraban una singular dama llamada Doña Catalina Gómez de Larrondo y el torero Luna, que liderando un puñado de féminas, niños y ancianos, atacaron mediando el 7 de octubre una columna realista, diezmándola y arrebatándole oro, plata y haberes, con que pagarían al ejército real.

“Finalmente enfilaron rumbo a Morelia, donde luego de disponer un gobierno independiente, retornaron sus pasos, de nuevo rumbo a Acámbaro donde el día 22 de octubre se realizó una gran parada militar en la que otorgaron a Don Miguel Hidalgo el nombre y mando como Generalísimo del Ejército Libertador de América, y Allende caminaba ahora como Capitán General del movimiento”.

Ahora México, la capital novo hispana estaba en la mira. Andando estaban y, arribando a un lugar nombrado Las Cruces, alcanzaron sonada victoria, aunque ahí resolvieron no marchar a la capital virreinal, volviendo sus pasos, ahora marchando a Querétaro. A medio trecho hacia esa urbe, en una villa llamada Aculco el ejército insurgente sufriría fea derrota a manos de las tropas del despiadado Félix Calleja del Rey. Ante esta incómoda situación, el grupo comandado por Allende enfiló raudo, ahora hacia Guanajuato; y otros, dirigidos por Hidalgo emprendieron marchas forzadas hacia Guadalajara.

“Por estos días, las plazas insurgentes ya sumaban muchas, en especial las guanajuatenses; puede afirmarse, que de manera total estaban con el movimiento, la gente respondía con fervor y valentía, en particular los más pobres”.

Finalmente, Allende arribó a Guanajuato. Calleja y sus tropas fueron tras de él, para redimir esa importante urbe y vengar las pasadas afrentas de septiembre. Allende envió varias misivas a Hidalgo y Rafael de Iriarte urgiéndoles su ayuda. Pánico e incertidumbre hacían presencia ya en las huestes insurgentes. Tiempo no había para saludar al pánico, y Allende fortificó en lo posible la cerril ciudad con los apenas cañones disponibles. Don Casimiro Chowell, ingeniero minero de La Valenciana acudió al auxilio de Allende, sembrando cientos de barrenos en la cañada de Marfil. Los guanajuateños sin mermar ánimo se dispusieron a defender con sangre su sitio, pues la situación era reverso de moneda de cuando la Alhóndiga de Granaditas.

“Asomando Calleja las afueras de la ciudad, divisó de inmediato la favorable situación en número y armamento. Partió su ejército en dos, para atacar por distintos rumbos, menos transitar por Marfil, pues un traidor lo había puesto sobre aviso de que el paso estaba minado”.


Tomado del Libro: “La Epopeya y la Leyenda, el Otro Rostro de la Historia”
de Jorge Ojeda Guevara

Aztlán: Origen y Destino
El Saqueo de México por España (conclusión)

Todos los países de Europa estaban maravillados por las riquezas que recibí España de las Américas. Esto movió la envidia y la codicia de varios países europeos y pronto se infestaron las aguas del océano Atlántico de piratas y corsarios, principalmente; ingleses, franceses y holandeses, que la mayoría de las veces corrieron con suerte y lograban robar la carga de las naves españolas y huir a resguardo de sus gobiernos cómplices y protectores. Si llegaban a capturarlos, se les daban muertes ejemplares o eran castigados cortándoles las manos, los pies, la nariz y las orejas, a otros más se les untaba miel y se les amarraba a a un árbol, donde se les abandonaba para que fueran torturados por los insectos del lugar.

La corrupción existió desde la llegada de los españoles a América por las muchas actividades prohibidas y que ellos de todas formas llevaban a cabo, en el tráfico de esclavos participaron muchos españoles, al mando, primero, de Cristóbal Colón, y más tarde, de Nuño Beltrán de Guzmán. Ambos mantenían contacto con los piratas ingleses, franceses y holandeses, a quienes les vendían a 2 pesos oro por cada esclavo. La corona española, con una doble moral, por un lado mandaban sus ordenanzas que obligaba a los españoles a respetar a los indígenas, y por otro lado exigía rendimientos, riquezas y ganancias no importando la forma.

España, Madre Patria o Patria Maldita

¿Madre Patria, para quién? Sólo para los propios españoles que vinieron a explotar a América, perdón, a explorar a América. España no fué madres ni para sus hijos nacidos aquí, a quienes llamó criollos, que ya no tuvieron los mismos derechos que los españoles nacidos en la península Ibérica. Pero para los indígenas, España fué peor que una madrastra frustrada: fué una exterminadora, una inquisidora, confabuladora, ambiciosa, codiciosa, cínica, sádica, traidora, hereje, abusiva, saqueadora, en pocas palabras; fué la encarnación del mal para someter a los indígenas.

Los reyes católicos ordenaron que no se esclavizaran y durante tres siglos lo hicieron: Carlos V, en 1543, promulgó que el indio debía ser tan libre como el español y durante tres siglos se les negó su libertad. Se ordenó buen trato y cuidado del indígena y 90 años después de la conquista, ya habían acabado cuando menos con 29 millones de indígenas mexicanos. El holocausto alemán encabezado por Hitler no fué nada si comparamos la aniquilación de seis millones de judíos con los 29 millones de mexicanos. Quizá Hitler fué más rápido, pero los españoles fueron cinco veces más efectivos, traidores, salvajes y sanguinarios.

Es hasta el 6 de diciembre de 1810 cuando un cura criolla, Miguel Hidalgo Y Costilla, el primero de los 200 curas que participaron en el movimiento de Independencia de México, proclamó la abolición de la esclavitud en la Nueva España. Sólo 200 curas tuvieron la capacidad de raciocinio para entender que, para su supuesta madre patria, ellos eran considerados un indígena más, porque los indígenas no eran considerados seres humanos sino propiedades, de esta manera, tanto los ingleses para los indios norteamericanos, como los españoles para los indígenas, consideraban que no podían existir derechos humanos para una propiedad. Los ingleses se fueron más lejos todavía, al querer acondicionar varias islas en Norteamérica, para la cría de negros, ya que consideraban que saldría más barato que traerlos de África.

Pero volviendo a aquellos curas que tuvieron el valor de enfrentarse a la Iglesia Católica, es necesario anotar que la proclama de Miguel Hidalgo, sobre la abolición de la esclavitud, no se concretó hasta 1829, al final del mandato de nuestro primer presidente republicano, Guadalupe Victoria, en 1817 Fernando VII, rey de España, prohibió la introducción de esclavos en cualquier colonia española, pero esa ordenanza hecha por Cédula Real, nunca se hizo cumplir y el tráfico de esclavos continúo de contrabando.

Así como en el levantamiento de Independencia, donde la Iglesia en todo momento estuvo al lado de los españoles, sin importar sus brutales herejías, posteriormente, continuó al lado de los ricos, de la gente en el poder y lo que fué el colmo de las traiciones y de las herejías, en plena guerra entre México y los Estados Unidos de Norteamérica, la Iglesia Católica se alió a los protestantes norteamericanos, con el fin de que no tocaran sus propiedades en México. Eso era lo que más les importaba y al parecer ha sido el interés supremo en toda la historia de la vida de la Iglesia, qué tristeza. Predicaron que no se ofreciera resistencia al invasor norteamericano y llegaron a amenazar con la excomunión a aquellos que lo hicieran.

Más que “Madre Patria”, como no se quién la bautizaría, yo la llamaría “Patria Maldita”. Esa que casi nos dejó exclusivamente para estudio de la Antropología; que nos puso a un paso de ser una especie extinta; que impulsó su lengua de siete millones de hablantes a 30 millones de indígenas; que montó sus templos sobre los nuestros (cuando no los destruyó); que con un frente de 15, 097 frailes impusieron su religión creyéndola la mejor, la única la definitiva, sin importar que para imponerla se tenía que someter y muchas veces hasta matar para escarmiento de los demás, como lo hacían sobre grandes grupos de indígenas paganos.

Esa fué una labor para la que estaba muy bien entrenado el fraile Eusebio Kino, quien con engaños de recibir algún regalo o despensa para la familia, lograba congregar una gran cantidad de indígenas para luego ser masacrados por los fusiles españoles. O aquel experimento de los frailes que, después de establecer la educación superior en la Nueva España (destinada a los españoles y criollos), permitieron el ingreso de algunos indígenas que llegaron hasta el nivel superior y habiendo concluido sus estudios superiores, sobrepasaron las expectativas de los frailes y de los españoles, pues los indígenas superaron con mucho a los españoles y criollos.

Desde ese momento, quedó estrictamente prohibida la educación superior para los indígenas, ya que se podrían convertir en un peligro para la Iglesia, para los españoles, criollos, y para el mismo gobierno español. Así, sin ni siquiera saber leer, nunca se despertaría la curiosidad de conocer los miles de libros que la Iglesia Católica tenía prohibidos, por la información que contenían, porque “era dañino” para la fe y la moralidad de los cristianos.

De esta manera, desde 1590 hasta 1948, la Iglesia publicó 30 índices de libros prohibidos. En el último, prohibió más de 4000 libros. Algunos de los autores prohibidos fueron: Enrique VIII, Martín Lutero, John Calvin, Galileo, Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Diderot, Boccachio, Zuinglio, Hus, Dante, Maquiavelo, Savonarola, Tomás Moro, Miguel de Cervantes, Fernando de Rojas, por poner solamente algunos ejemplos.

Pero nuestro presidente indígena, don Benito Juárez García, se les coló a los encargados de vigilar que los indígenas no se prepararan más allá del silabario y verdaderamente si fué un peligro para los ricos descendientes de españoles y para la misma Iglesia. Pero a partir de él, ya nadie lo ha hecho.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

Los Inmortales de la Canción Ranchera

El estilo mariachi y el ranchero

La trayectoria de lo regional a lo citadino

La región que más ha influido en la evolución y desarrollo de los nuevos géneros campiranos citadinos a sido el estado de Jalisco. La persistencia y difusión del mariachi han sido tan prolongadas y amplias que en la actualidad la música mariachi o ranchera ha venido a significar –tanto en México como en el extranjero- la música nacional por excelencia.

Las canciones que hoy conocemos como rancheras, así como el conjunto comercial de mariachi, son el resultado de una larga y accidentada evolución. Los antiguos sones jaliscienses, conocidos desde el siglo XIX, tuvieron su desarrollo paralelo en los estados de Michoacán, Guanajuato, Querétaro y Aguascalientes. De un conjunto de danzas originales españolas como boleras, tiranas y seguidillas, derivaron sones bailados con características criollas o mestizas, a más de jarabes y un sabroso conjunto de partitas, lloviznitas, chimizclanes, perejiles y churrimpamplis.

La ejecución tradicional del jarabe zapateado demostraba ya una predilección por el uso del arpa grande que predominó en los conjuntos posteriores. Recordemos que José Guadalupe Posada realizó a principios de siglo un grabado denominado Gran fandango y Francachela de las calaveras, en el cual una pareja de esqueletos zapatea al son de un jarabe tocado al arpa por otro esqueleto. Los instrumentos originales utilizados desde el siglo XIX para la ejecución de los sones característicos de la región fueron por lo general dos violines, un arpa, una vihuela de cinco cuerdas, un guitarrón de golpe conocido como tololoche y una tambora, con lo que la organización del conjunto presentaba una gran similitud con el conjunto de arpa grande de Michoacán.

De Cocula es el mariachi, de Tecatitlán los sones

Los grupos autóctonos de músicos fueron conocidos en Jalisco desde el siglo XIX con el nombre de mariachi. El origen de la denominación ha sido muy controvertido; la explicación más aceptada es la que afirma que desciende de la palabra francesa marriage que significa boda. Se afirma que durante la Intervención Francesa (1864-1867) los grupos regionales tocaban música festiva en las bodas de los franceses y por extensión se aplicó el nombre de mariachi a los conjuntos que amenizaban las fiestas. Los músicos de estos grupos eran apodados mariacheros. Por otra parte, José Ignacio Dávila Garibi afirma que la palabra deriva de una expresión común en la región de Cocula, Zacoalco y otras partes de la antigua nación de Coca (hoy Jalisco). Finalmente, Gabriel Saldívar sostiene la teoría de que mariachi sencillamente designa el tablado en donde se colocaban bailarines y músicos.

La designación de mariachi no se generalizó hasta el presente siglo, en el momento en que músicos autóctonos comenzaron a llegar masivamente a la capital. En el año clave de 1927, llegó al Distrito Federal el grupo Mariachi de José Marmolejo y su tío Cirilo Marmolejo, con un grupo formado por Chonco Andrade, Salvador Flores, Pablo González, Casimiro Contreras, Antonio Partidas y Agapito Ibarra.

La novedad del atuendo y el repertorio apenas dado a conocer en la Feria de la Canción Mexicana (1927), organizada por el Teatro Lírico en las calles de Medina, hoy República de Cuba, aseguraron el éxito inmediato del grupo. Sin embargo, pronto todos los músicos, a excepción de los Marmolejo, regresaron a Cocula. Más adelante,Marmolejo formó otro conjunto en el Distrito Federal, dedicándose casi exclusivamente a tocar sones, usando el nombre de Mariachi Tapatío Marmolejo. Para 1932, formando parte del elenco de una radiodifusora, habían conquistado definitivamente al público de todo el país. Ese mismo año pasó por la ciudad de México el músico Silvestre Vargas, pero sólo se estableció definitivamente en 1934 cuando ingresó a la XEW. El Mariachi Vargas usaba una nueva dotación instrumental, tanto para los antiguos y nuevos sones como para acompañar a los artistas de revista, radio y cine.

El conjunto constaba de cuatro violines, arpa, guitarra sexta, vihuela y guitarrón de golpe (tololoche). Este último, el tololoche, era tocado en aquellos años por Gaspar Vargas, el padre de Silvestre, fundador de conjuntos similares y mariachi desde 1898. La última alteración importante que sufrió el conjunto tradicional fué la adición de la trompeta, antes de la desaparición del arpa y la sustitución de la vihuela por otra guitarra sexta. La adopción generalizada de esta nueva distribución instrumental no se llevó a cabo de inmediato; de 1940 a 1953 era todavía posible encontrar el arpa y la vihuela en los grupos mariachi de las películas de Jorge Negrete.

El agregado de la trompeta (que hoy parece imprescindible en cualquier grupo mariachi que se respete) fué una modificación que surgió a partir de las necesidades sonoras de acompañamiento. Es posible que la inclusión de la trompeta en el mariachi fueses originalmente una imitación de la instrumentación brillante del Septeto Típico Habanero que venía de Cuba, ya que justamente la influencia de la música cubana en México alcanzaba su culminación por aquellos años y para 1932 México contaba ya con excelentes trompetistas al estilo de los cubanos. Ésta es, desde luego, la hipótesis más plausible sobre la inclusión de la trompeta en el conjunto mariachi. Quienes afirman que ésta se debe a la imaginación sonoro-visionaria del dueño de difusoras y hombre de negocios Emilio Azcárraga añaden un improbable lauro a sus muy loables hazañas.

Una cosa es cierta: el éxito del mariachi de trompeta aceleró la modificación del estilo original y su conversión en algo que poco tenía que ver con los primitivos grupos jaliscienses. Asimismo, se podría decir que no fue sino hasta finales de los años treinta cuando comenzó propiamente el desarrollo del mariachi citadino y comercial con un estilo uniforme.

Así como el repertorio del mariachi tradicional consistía casi exclusivamente de sones, en la actualidad el mariachi hace de todo; toca desde valses hasta canciones románticas, pasando obligatoriamente por el bolero ranchero. Una modalidad de mariachi sinfónico capaz de ejecutar hasta El Lago de los Cisnes de Tchaikovski fué iniciada por el arreglista Rubén Fuentes. Gracias a él, existen miles de grabaciones de “mariachi sofisticado”. En algunas de ellas, al grupo central de guitarras, trompeta y guitarrón, se añaden marimbas, arpas, flautas, clarinetes y hasta saxofones.

Actualmente, el mariachi ha venido a convertirse en el símbolo de la música mexicana. Indigentes o de lujo, los mariachis se encuentran por toda la república, los mismo en Durango que en Veracruz y Guerrero. Su estilo uniforme de ejecución ha logrado influir no sólo en la canción ranchera, sino en la romántica y el bolero citadino. La influencia del mariachi se ha extendido mas allá de nuestras fronteras. Es posible encontrar mariachis (originales o en la versión local) en Guatemala, Colombia, Venezuela, Argentina, España e inclusive en Japón. El consenso acerca del valor representativo y sui generis del mariachi ha ido tan lejos, que cuando se pretendió una renovación y popularización de las ceremonias de la religión católica, se introdujeron las misas con mariachi en la catedral de Cuernavaca.


(continuará…)

Narraciones

Las Edades del Hombre

En opinión de los antiguos griegos, el hombre tiene siete épocas o edades en su existencia. El nacimiento es el principio de una incierta vida y a partir de ese momento lo único cierto es la muerte ignorando cómo y cuándo llegará que al decir de Pito Pérez: “No hay desgracia más grande que la de morirse”.

Con el nacimiento da comienzo la infancia que dura hasta los siete años.

Le sigue la puericia o niñez, de los siete a los catorce años.

Continuando con la adolescencia que abarca de los catorce a los veintiocho años, llamada también pubertad y se caracteriza por la carencia de voluntad plena, de objetivos específicos y un cuerpo débil.

La juventud está entre los veintiocho y los cincuenta años, siendo éste el paso a la edad madura y se caracteriza por la fuerza en todo su esplendor.

De los cincuenta a los sesenta años estamos en plena madurez y su característica es la creatividad. Los principales logros de la vida tienen aquí su fundamento y realización.

Llega la temida vejez o senectud de los sesenta a los ochenta años.

Por último, de los ochenta hasta la muerte se cierra el círculo de la vida quienes tuvieron la fortuna de llegar con el periodo que llamamos decrepitud.

Normalmente en la niñez, se recibe todo lo necesario para la vida, principalmente sustento y amor. En ella se sientan las bases para un sano desarrollo y una vida productiva benéfica para sí mismo y para los demás. Es la época de la iniciación en las ciencias, las artes, la técnica, el respeto y amor a sí mismo, a sus semejantes y a Dios.

La juventud se encuentra siempre ante dos caminos opuestos: el éxtasis y el vértigo, la reflexión y la locura, los valores del espíritu y la vida de los sentidos, lo inmediato y lo trascendente, el egoísmo y el servicio a los demás.

La actitud de éxtasis conduce a la creatividad, a la sólida formación de la personalidad. El vértigo, que es una actitud superficial y vida de los sentidos, conduce a una actitud agresiva y de resentimiento hacia los demás. El hombre dominado por el vértigo solamente trata de poseer para dominar. El resultado final es la náusea, la desesperación y el desencanto, esto no obstante, la juventud posee una institución de lo que al final de cuentas le conviene para su propia felicidad y autorrealización. Solo necesita aprender a reflexionar para mantener un estado de éxtasis y no de vértigo (Filosofía, Introducción e historia. José Aceves Magdaleno).

Al mozo le corresponde reverenciar a los ancianos y escoger de entre ellos a los mejores y más acreditados para que le sirvan de apoyo y consejo en su conducta.

Cuando los jóvenes quieran recrear sus ánimos y darse a alguna diversión, que se guarden de la intemperancia y tengan por delante la vergüenza. (Cícero. Los oficios), porque la intemperancia crea los vicios y éstos perduran en la vida debilitando al cuerpo y al alma.

Me fue fácil encontrar en mis recuerdos y en algunos libros, conceptos varios sobre la primera y tercera edades, pero nada encontré sobre la edad madura.
Esta búsqueda terminó cuando me di cuenta de que la historia y la tradición oral narran la epopeya de los hombres; en ellas encontramos las hazañas de las travesías, de la fabricación de las herramientas y máquinas, de los hechos heroicos, de las transformaciones sociales, los descubrimientos técnicos y científicos, la creación de los dioses y de las religiones, las formas de la educación y el florecimiento de la cultura y de las artes.

Dejo pues a la historia la narración de los hechos del hombre lleno de vigor y madurez y doy el tercer paso para tratar sobre la vejez o senectud.

Tengo la fortuna de haber llegado a la senectud, pero fué doloroso aceptarlo y esto fué no por que me cerrara a la evidencia, sino que fue porque al salir las primeras canas, gran parte de la sociedad empezó a negar mis derechos y a proferir frases como: ¿a su edad?, ¿Puede hacerlo? ¡Ya pasó tu tiempo! y otras muchas más que me hundían en la tristeza y la desesperación.

Pero como mi espíritu es rebelde, revisé mi fuerza física, analicé mi mente, puse a prueba mi voluntad e intelecto y sobre todo hablé con Dios y, cuando, a causa de mi insistencia, con la intención de que yo no aceptara y una notoria molestia en la cara y los ademanes, se me ofrecía un trabajo, en ocasiones inexistente, que requería poco esfuerzo e inteligencia y con un pago muy reducido, entonces me decía “nací para cosas mejores”. y cuando el abatimiento me acechaba me decía y ahora repito: “He visto otros tiempos y otras tempestades”. Dicho de otra manera: en peores me las he visto y he salido triunfante.

¡No traigo ante ustedes quejumbres ni presunciones, traigo y les cuento mis experiencias que de algo les pueden servir!

En las páginas de la Biblia, en el país de Sócrates, Platón y Aristóteles o en los imperios de los Aztecas o de los Purépechas, el anciano aparece rodeado de respeto, es símbolo de la autoridad, dueño de la tradición, oráculo de la sabiduría, capaz de encarnar en la ciudad por sus consejos y experiencias, atendidos siempre con deferente obsequio, tienen un lugar de honor y preeminencia.

Son cuatro los motivos por los que la vejez parece a algunos, imposible de soportar: (Cicerón)

- Porque aparte del manejo de los negocios. Porque no hay trabajo, pues...
- Porque el cuerpo se debilita y enferma.
- Porque priva de casi todos los deleites y,
- Porque no está muy lejos de la muerte, pero:

¿De cuáles negocios nos aleja la vejez?

¡Pues qué! ¿No hay algunos oficios correspondientes a los viejos que, aunque el cuerpo esté débil, puedan administrarse con el ánimo? (Cicerón. De officiis)

Conocemos a médicos y abogados, jueces y administradores, dirigentes y artistas que frisan los ochenta años.

Conocemos a maestros de obra con setenta años a cuestas y en los hombros llevan dos bultos de cemento.

Conocemos a obreros de manos callosas, de pasos lentos y figura encorvada que produjeron hijos que enseñan en la Universidad, ingenieros y arquitectos que forjan “El viejo no hace lo que hacen los jóvenes, pero en mayores cosas y de más importancia trabajan porque no se administran los asuntos graves con fuerza, prontitud y movimiento acelerados del cuerpo, sino con autoridad, prudencia y consejo; prendas que o se pierden en la vejez, sino que suelen aumentarse y perfeccionarse”.

El cuerpo anciano, pierde la salud, pero la salud se pierde en cualquier edad por descuido, por herencia, por contagio o por causa del medio ambiente.

“La senectud priva de casi todos los deleites”.

Esta afirmación es una verdad, pero parcial, porque existen grandes momentos de felicidad que le son propios como: el reposo, la lectura, la investigación o, digan si estaba equivocado Alfonso el sabio cuando dijo:

Vieja leña qué quemar
Viejo vino qué beber
Viejo libro qué leer
Viejo amigo para hablar.

Los años no arrebatan al hombre ni el vigor intelectual ni el disfrute de algunos placeres como el trato con los amigos, la admiración por la belleza o por la creación divina.

Bajo la nieve de las canas, surge, como en los volcanes el fuego interior.

Hay jóvenes que son viejos y viejos que permanecen jóvenes.

“Porque no está muy lejos de la muerte”

La brevedad de la vida y el valor de la existencia, no se mide por su diuturnidad sino por su calidad; los defectos y no los años son la verdadera causa de los achaques que se atribuyen a la vejez; las enfermedades de la ancianidad, suelen ser el resultado de los desórdenes juveniles.

Y ¿Quién, hasta ahora ha podido evadir la ley natural: nacimiento, vida, muerte?

La muerte no es más de temer para el anciano que para el joven. Si la muerte en la flor de la edad, llega furtivamente como por sorpresa, la muerte en el viejo es tan natural, como se desprende de la rama el fruto razonado (Cícero).

Y qué responder al viejo cuando dice y pregunta: “llegué a la senectud, ¿Llegarás Tú?”

Dios no ordenó la muerte como castigo de los hombres sino como condición de su naturaleza.

O, ¿Tú qué dices?


R R S


¿Qué Sabe Usted Acerca del Infierno?
por : R M P

Gracias a un amigo mío del pueblo de Cerano, Gto. quien me envió dos referencias antológicas de dos grandes videntes como lo fueron: Sor Josefa Menéndez y Santa Teresa de Ávila. Estas dos grandes personalidades de la mística cristiana en sus relatos nos dan a saber lo que es en realidad la vida de los condenados en ese reino que llaman INFIERNO. De verdad no es para reír ni para intimidar a la gente como suponen los ateos o incrédulos, sino que es la pura realidad que en estos tiempos modernos la ciencia está vislumbrando su realidad. Es muy importante que la humanidad vuelva sus ojos y vea muy a fondo esta cuestión, puesto que está de por medio la salvación de nuestro espíritu a fin de no caer en las garras del maligno. Empieza pues, a leer estos dos formidables relatos.

Sor Josefa Menéndez Describe el Infierno

Jesucristo se le apareció a menudo durante los años 1921-22 y 23 a la hermana Josefa Menéndez, una monja de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. Sus memorias están publicadas en un libro de más de 500 páginas titulado: el Camino del Amor divino. En este libro se explica el empeño de Jesús en salvar nuestras almas por el encuentro con Su amor antes de “la aproximación de los últimos días del mundo”. Sor Josefa escribe con gran reticencia sobre el tema del infierno. Ella lo hizo solamente para conformar los benditos deseos de Nuestro Señor. Nuestra Señora le dijo el 25 de octubre de 1922:

“Todo lo que Jesús te da a ver y a sufrir de los tormentos del infierno es para que puedas hacerlos conocer al mundo. Por lo tanto, olvídate enteramente de ti misma, y piensa en la gloria de la salvación de las almas”.

Ella repetidamente testifica sobre el mayor tormento del infierno:

“Una de estas almas condenadas gritó con desesperación: ‘Esta es mi tortura… que no deseo amar, y no puedo hacerlo; no hay nada que salga de mi excepto odio y desesperación. Si uno de nosotros pudiese hacer tanto como un simple acto de amor… esto ya no sería el infierno, pero no podemos. Vivimos en el odio y la malevolencia’.” 23 de marzo 1922.

Otro de estos desgraciados dijo:

“El mayor de los tormentos aquí es que no podemos amar a Dios. Mientras tenemos hambre de amor, estamos consumidos con el deseo de Él, pero ya es demasiado tarde”.

Ella registrar también las acusaciones hechas contra sí mismos por estas infelices almas:

“Algunos gimen a causa del fuego que quema sus manos. Quizás ellos eran ladrones, porque dicen: ‘¿Dónde está nuestro botín ahora?... Malditas manos… Por qué deseé poseer lo que no era mío… y que en cualquier caso, sólo podría haber poseído por unos pocos días?’”

Otros maldicen sus lenguas, sus ojos… cualquiera miembro que fuese la ocasión con la que pecaron… “¡Ahora, oh cuerpo, estás pagando el precio de los placerse con que te regalaste a ti mismo!... Y todo ello lo hiciste por tu propia y libre voluntad”
2 de abril 1922

“Vi mucha gente del mundo caer dentro del infierno, y ahora las palabras no pueden describir ni por asomo sus horribles y espantosos gritos: “Condenado para siempre…
Yo me engañaba a mi mismo… Estoy perdido… ESTOY AQUÍ PARA SIEMPRE JAMÁS””

“Hoy vi un vasto número de gente caer dentro del ardiente abismo… Parecían unos vividores acostumbrados a los placeres del mundo, y un demonio gritó con estruendo: “El mundo está maduro para mi… Yo sé que la mejor manera de conseguir el control de las almas es acrecentar su deseo por la diversión y el disfrute… Ponme a mí en primer lugar. Yo antes que los demás… Nada de humildad para mi, sino que déjame disfrutar a mis anchas… Esta clase de palabras asegura mi victoria… y ellos mismos se lanzan impetuosamente dentro del infierno”. 4 de octubre 1922.

“hoy”, escribe Josefa, “no bajaré al infierno, sino que fui transportada a un lugar donde todo estaba oscuro, pero en el centro había un enorme y espantoso fuego rojo. Me dejaron inmóvil y quedé a la expectativa, estaba tan comprimida que no podía hacer ni el más mínimo movimiento. Alrededor de mí había siete u ocho personas, sus cuerpos negros estaban desnudos, y yo podía verlos sólo por los reflejos del fuego.

Estaban sentados y hablaban.

Un diablo dijo al otro:

“Insinuaos procurando que el descuido y la negligencia se apoderen de ellos, pero manteniéndolos en la sombra, para que no os descubran… gradualmente, ellos se volverán más y más descuidados, sin ningún tipo de compasión ni amor, y vosotros seréis capaces de inclinarlos hacia el mal. Tentad a estos otros con la ambición, con el amor por si mismos, CON ADQUIRIR RIQUEZAS SIN TRABAJAR… de forma legal o no. Excitad a algunos hacia la sensualidad y el amor al placer. Dejad que el vicio los ciegue”.

“Y con el resto… explorad sus corazones… así conoceréis sus inclinaciones… haced que amen apasionadamente… actuad sin ningún escrúpulo… no descanséis… no tengáis piedad… Dejad que ellos mismos se junten en sus comidas! Eso lo pondrá todo más fácil para nosotros. Dejadlos que vayan a sus banquetes. El amor al placer es la puerta por la que vosotros os apoderáis de ellos…”. 3 de febrero 1923.

“Los ruidos de confusión y blasfemias no cesan ni por un solo instante. Un nauseabundo olor asfixia y corrompe todo; es como el quemarse de la carne putrefacta, mezclado con alquitrán y azufre… una mezcla a la que nada en la Tierra puede ser comparable.”

“La noche del miércoles al jueves 16 de marzo, serían las diez, empecé a sentir cómo los días anteriores ese ruido tan tremendo de cadenas y gritos. En seguida me levanté, me vestí y me puse en el suelo de rodillas. Estaba llena de miedo. El ruido seguía; salí del dormitorio sin saber a dónde ir ni qué hacer. Entré un momento en la celda de Nuestra Beata Madre… Después volví al dormitorio y siempre el mismo ruido. Sería algo más de las doce cuando de repente vi delante de mí al demonio que decía: “atadle los pies… atadle las manos”. Perdí conocimiento de dónde estaba y sentí que me ataban fuertemente, que tiraban de mí, arrastrándome. Otras voces decían: “No son los pies los que hay que atarle… es el corazón”. Y el diablo contestó: -ese no es mío. Me parece que me arrastraron por un camino muy largo.

Empecé a oír muchos gritos, y en seguida me encontré en un pasillo muy estrecho. En la pared hay como unos nichos, de donde sale mucho humo pero sin llama, y muy mal olor. Yo o puedo decir lo que se oye, toda clase de blasfemias y de palabras impuras y terribles. Unos maldicen su cuerpo… otros maldicen a su padre o madre… otros se reprochan a ellos mismos el no haber aprovechado tal ocasión o tal luz para abandonar el pecado. En fin, es una confusión tremenda de gritos de rabia y desesperación.


Pasé por un pasillo que no tenía fin, y luego, dándome un golpe en el estómago, que me hizo como doblarme y encogerme, me metieron en uno de aquellos nichos, donde parecía que me apretaban con planchas encendidas y como que me pasaban agujas muy gordas por el cuerpo, que me abrasaban. En frente de mí y cerca, tenía almas que me maldecían y blasfemaban. Es lo que más me hizo sufrir… pero lo que no tiene comparación con ningún tormento es la angustia que siente el alma, viéndose apartada de Dios”.

“Me pareció que pasé muchos años en este infierno, aunque sólo fueron seis o siete horas… Luego sentí que tiraban otra vez de mí, y después de ponerme en un sitio muy oscuro, el demonio, dándome como una patada me dejó libre. No puedo decir lo que sintió mi alma cuando me di cuenta de que estaba viva y que todavía podía a mar a Dios”.

“Para ponerme librar de este infierno y aunque soy tan miedosa para sufrir, yo no sé a qué estoy dispuesta. Veo con mucha claridad que todo lo del mundo no es nada en comparación del dolor del alma que no puede amar, porque allí no se respira más que odio y deseo de la perdición de las almas”…

“Cuando entro en el infierno, oigo como unos gritos de rabia y de alegría porque hay un alma más que participa de sus tormentos. No me acuerdo entonces de haber estado allí otras veces, sino que me parece que es la primera vez. También creo que ha de ser para toda la eternidad y eso me hace sufrir mucho, porque recuerdo que conocía y amaba a Dios, que estaba en la Religión, que me ha concedido muchas gracias y muchos medios para salvarme… ¿Qué he hecho para perder tanto bien…? ¿Cómo he sido tan ciega…? ¡Y ya no hay remedio…! También me acuerdo de mis Comuniones, de que era su novicia, pero lo que más me atormenta es que amaba a Nuestro Señor muchísimo… Lo conocía y era todo mi tesoro… No vivía sino para Él… ¿Cómo ahora podré vivir sin Él…? Sin amaro…, oyendo siempre estas blasfemias y este odio. siento que el alma se oprime y se ahoga… Yo no sé explicarlo bien porque es imposible”.

Más de una presencia la lucha encarnizada del demonio para arrebatar a la misericordia divina tal o cual alma que ya creía suya. Entonces los padecimientos de Josefa entran, a lo que parece, en los planes de Dios, como rescate de estas pobres almas, que le deberán la última y definitiva victoria, en el instante de la muerte.

“El diablo estaba muy furioso porque quería que se perdieran tres almas… Gritaba con rabia: ‘Que no se escapen…! ¡Que se van…! ¡Fuerte…! ¡fuerte! “Esto así, sin cesar, con unos gritos de rabia que contestaban, de lejos, otros demonios. Durante varios días presencié estas luchas”.

“Yo supliqué al Señor que hiciera de mi lo que quisiera, con tal que estas almas no se perdiesen. Me fui también a la Virgen y Ella me dió gran tranquilidad porque me dejó dispuesta a sufrirlo todo para salvarlas, y creo que no permitirá que el diablo salga victorioso” (…). “El demonio gritaba mucho: ¡No la dejéis…! ¡estad atentos a todo lo que las pueda turbar…! ¡Que no escapen… haced que se desesperen…! Era tremenda la confusión que había de gritos y de blasfemias. Luego oí que decía furioso: ¡No importa! Aún me quedan dos… Quitadles la confianza… Yo comprendí que se le había escapado una, que había ya pasado a la eternidad, porque gritaba: Pronto… de prisa… Que estas dos no se escapen… Tomadlas, que se desesperen… Pronto, que se nos van.

“En seguida, con un rechinar de dientes y una rabia que no se puede decir, yo sentía esos gritos tremendos:

¡Oh poder de Dios que tienen más fuerza que yo…! ¡Todavía tengo una…, y no dejaré que se la lleve…! El infierno todo ya no fué más que un grito de desesperación con un desorden muy grande y los diablos chillaban y se quejaban y blasfemaban horriblemente. Yo conocí con esto que las almas se habían salvado. Mi corazón saltó de alegría, pero me veía imposibilitada para hacer un acto de amor. Aún siento en el alma necesidad de amar… No siento odio hacia Dios como estas otras almas, y sufriría para evitar que Nuestro señor sea injuriado y ofendido. Lo que me apura es que pasando el tiempo seré como los otros. Esto me hace sufrir mucho, porque me acuerdo todavía que amaba a Nuestro Señor y que Él era muy bueno conmigo. Siento mucho tormento, sobre todo estos últimos días. Es como si me entrase por la garganta un río de fuego que pasa por todo el cuerpo, y unido al dolor que he dicho antes. Como si me apretasen por detrás y por delante con planchas encendidas…

No sé decir lo que sufro… es tremendo tanto dolor… Parece que los ojos se salen de su sitio y como si tirasen para arrancarlos… Los nervios se ponen muy tirantes. El cuerpo está como doblado, no se puede mover ni un dedo… El olor que hay tan malo, no se puede respirar, pero todo esto no es nada en comparación del alma, que conociendo la bondad de Dios, se ve obligada a odiarle y, sobre todo, si le ha conocido y amado, sufre mucho más…”.

Josefa despedía este hedor intolerable siempre que volvía de una de sus visitas al infierno o cuando la arrebataba y atormentaba el demonio: olor de azufre, de carnes podridas y quemadas que, según fidedignos testigos, se percibía sensiblemente durante un cuarto de hora y a veces media hora; y cuya desagradable impresión conservaba ella misma mucho más tiempo todavía.

Descripción del Infierno de Santa Teresa de Ávila

Santa Teresa refiere que, estando un día arrebatada en espíritu, Nuestro Señor se dignó asegurarle su eterna salvación, si continuaba sirviéndolo y amándolo como lo hacía; y para aumentar en su fiel sierva el temor del pecado y de los horribles castigos que trae, quiso dejarle entrever el lugar que habría ocupado en el infierno, si hubiese continuado en sus inclinaciones al mundo, a la vanidad y al placer.

“Estando un día en oración, dice, me hallé en un punto toda, sin saber cómo, que me parecía estar metida en el infierno. Entendí que quería el Señor que viese el lugar que los demonios allá me tenían aparejado, y yo merecido por mis pecados. Ello fué en brevísimo espacio; mas aunque yo viviese muchos años, me parece imposible poder olvidárseme. Parecíame la entrada a manera de un callejón muy largo y estrecho, a manera de horno muy bajo y oscuro y angosto. El suelo me parecía de una agua como lodo muy sucio y de pestilencial olor, y muchas sabandijas malas en él. Al cabo estaba una concavidad metida en una pared, a manera de una alacena, adonde me vi meter en mucho estrecho. Todo esto era delicioso a la vista en comparación de lo que allí sentí: esto que he dicho va mal encarecido.

Esto otro me parece que aun principio de encarecerse cómo es; no lo puede haber, ni se puede entender; mas sentí un fuego en el alma, que yo no puedo entender cómo poder decir de la manera que es, los dolores corporales tan incomportables, que por haberlos pasado en esta vida gravísimos, y según dicen los médicos, los mayores que se pueden pasar, porque fué encogérseme todos los nervios, cuando me tullí, sin otros muchos de muchas maneras que he tenido, y aún algunos, como he dicho, causados del demonio, no es todo nada en comparación de lo que allí sentí, y ver de que había de ser sin fin y sin jamás cesar. Esto no es, pues, nada en comparación del agonizar del alma, un apretamiento, un ahogamiento, una aflicción tan sensible, y con tan desesperado y afligido descontento, que yo no sé cómo lo encarecer; porque decir que es un estarse siempre arrancando el alma, es poco; porque ahí parece que todo os acaba la vida, más aquí el alma mesma es la que se despedaza. El caso es que yo no sé cómo encarezca aquel fuego interior, y aquel desesperamiento sobre tan gravísimos tormentos y dolores. No veía yo quién me los daba, mas sentíame quemar y desmenuzar, a lo que me parece, y digo que aquel fuego y desesperación interior es lo peor.

Estando en tan pestilencial lugar tan sin poder esperar consuelo, no hay sentarse, ni echarse, ni hay lugar, aunque me pusieron en este como agujero hecho en la pared, porque estas paredes, que son espantosas a la vista, aprietan ellas mesmas, y todo ahoga: no hay luz, sino todo tinieblas oscurosísimas. Yo no entiendo cómo puede ser esto, que con no haber luz, lo que a la vista ha de dar pena todo se ve. No quiso el Señor entonces viese más de todo el infierno, después he visto otra visión de cosas espantosas, de algunos vicios el castigo: cuanto a la vista muy más espantosas me parecieron; mas como no sentía la pena, no me hicieron tanto temor, que en esta visión quiso el Señor que verdaderamente yo sintieses aquellos tormentos y aflicción en el espíritu, como si el cuerpo lo estuviera padeciendo.

Yo no sé cómo fué, más bien entendí ser gran merced, y que quiso el Señor que yo viese por vista de ojos de dónde me había librado su misericordia; porque no es nada oírlo decir, ni haber ya otras veces pensado diferentes tormentos, aunque pocas (que por temor no se llevaba bien mi alma), ni que los demonios atenazan, ni otros diferentes tormentos que he leído, no es nada con esta pena, porque es otra cosa: en fin, como de dibujo a la verdad, y el quemarse acá es muy poco en comparación de este fuego de allá. Yo quedé tan espantada, y aún lo estoy ahora escribiéndolo, con que ha casi seis años, y es ansí, que me parece el calor natural me falta de temor, aquí donde estoy; y ansí no me acuerdo vez, que tenga trabajo ni dolores, que no me parezca nonada todo lo que acá se puede pasar; y ansí me parece en parte que nos quejamos sin propósito.

Y así torno a decir, que fué una de las mayores mercedes que el Señor me ha hecho; porque me ha aprovechado muy mucho; ansí para perder el miedo a las tribulaciones y contradicciones de esta vida, como para esforzarme a padecerlas y dar gracias al Señor, que me libró, a lo que ahora me parece, de males tan perpetuos y terribles. Después de acá, como digo, todo me parece fácil, en comparación momento que se ha de sufrir lo que yo en él allí padecí. Espántame cómo habiendo leído muchas veces libros, adonde se da algo a entender de las penas del Infierno, cómo no las temía, ni tenía en lo que son. ¿Adónde estaba? ¿Cómo me podía dar cosa descanso de lo que me acarreaba ir a tan mal lugar? Seáis bendito, Dios mío, por siempre, y como se ha parecido que me queríades.

Vos mucho más a mí, que yo me quiero. ¡Qué de veces, Señor, me libraste de cárcel tan temerosa, y cómo me tornaba yo a meter en ella contra vuestra voluntad! De aquí también gané la grandísima pena que me da las muchas almas que se condenan, de estos luteranos en especial (porque eran yo por el bautismo miembros de la Iglesia), y los ímpetud grandes de aprovechar almas, que me parece cierto a mí, que por librar una sola de tan gravísimos tormentos, pasaría yo muchas muertes muy de buena gana”.

Supla la fe en cada uno de nosotros la visión, y que el pensamiento de las “tinieblas exteriores”, donde serán echados los condenados como basura y escoria de la tentación, nos detenga en las tentaciones y haga de nosotros verdaderos hijos de la luz!
Fin

Amigo lector, en caso de que seas ateo o incrédulo, yo como buen amigo tuyo, te sugiero pienses en tu conversión. Ven a las filas cristianas, te aseguro te hará mucho bien para el presente y para el futuro. ¡Vamos! En este adviento Cristo te espera con sus brazos abiertos y su corazón lleno de amor para sus hijos, que caminan llenos de gozo alumbrados por la luz de la gloria.

Poesía

Sin Rencor

No te guardo rencor ni a ti ni a nadie,
en mi alma, no existe ese dialecto.
No te guardo rencor, no soy cobarde,
solo fuiste en mi vida un pretexto.

No te des la importancia que no existe,
solo fuiste uno más en mi camino
que sería inconcebible pretender,
que tú fueras mi destino.

¿Qué pensaste acaso,
que amor solo en ti encontraría?
Qué remoto fracaso,
por amor… yo jamás me moriría.

Por amor, fué formado el universo.
Por amor, Jesucristo pereció.
Las flores son amor en su contexto,
el perfume… es amor que se esfumó.

Es amor la alborada,
todo el día; es amor en su esplendor,
y la noche auroleada
toda ella nos habla de su amor.

Como vez, no te extraño
ni me importa tu tonta indiferencia,
fuiste hoja de un árbol,
que el aire arrancó en su inconciencia.

I S J.

Asco

¿Qué me provoca mirarte?
Escupirte, vomitarte,
me da asco tu figura,
ya no quiero recordarte.
¿De qué sirvió tu bondad
si sólo fué falsedad?
De tu recuerdo me queda
una cruda realidad.

Tiempo perdido, desgaste,
toda aquella mentira,
y aunque no creas
solo dejaste amargura.

No quiero volver a verte
semejante esperpento,
me alegra tenerte lejos
y que te remuela el tiempo.

¿Qué me provoca mirarte?
Tu recuerdo me da susto,
que deseo olvidarte
y eso me llena de gusto.

I S J.

Un Sueño

Una vez me adentré por un camino
poblado de arboledas y flores por doquier;
surcaban el espacio alegres pajarillos
y arroyos cantarinos esparcían al correr
su frescor de rocío en ese amanecer.

Dentro de mí a veces yo me preguntaba:
¿Por qué no me fatigo?, me siento tan entero;
¿Por qué voy por aquí? ¿Y qué tendrá este camino
que mientras más lo ando deseo caminar más?
¿O alguien me dió las fuerzas para así soportar?

No podía explicarme por qué seguía así,
camina que camina hasta yo verle el fin.

En este caminar no todo es color rosa,
de repente una espina a la que nunca ví
traspasó mi sandalia y un gran dolor sentí
y al tratar de sacarla, mucha sangre perdí.

Una linda mariposa de colores hermosos,
de alitas de seda y de ojos carmesí
posándose en mi hombro, con ojitos vivases
se dirigió hacia mí: “no suspendas tu viaje,
no dejes el camino; ya pronto llegarás
a donde es tu destino.

Después de algunas horas, cansado y fatigado,
cayendo y levantándome y de mucho caminar,
llegué a una casita muy blanca y muy bonita,
al fin se terminaban mis ansias por llegar,
llamé y me introduje; adentro me esperaba
quien me mandó llamar.

Me tomó de su mano, me llevó hasta una fuente,
me dió a beber de su agua, tan pura y transparente.
Esa agua de vida que solamente Él da
a quien de sus pecados, sincero se arrepiente
y procura en la vida, no perder su amistad.

Bebamos de la fuente
de su Costado abierto
de el Agua de su Amor,
que no se acabará.

J. E R B.

Muchacho

¿Qué siente tu corazón
cuando ves a una muchacha
que te mira y que te impacta
su mirada de pasión.

Y llega a tu pensamiento
una palabra certera
y le dices al momento:
“qué bella estás mi chicuela”?

¿No sientes que se te baja
la sangre hasta los talones?
¿Y que también escasea el aire
en tus pulmones?

No claudiques, no te espantes,
Roma no se hizo en un día,
tú sé en el amor constante
y fuera melancolía.

Arriesga y dile: ¿Me amas?
¡Hey, muchacho ilusionado!
si te gusta, ¡no la pierdas!,
recuerda que un día rodando,
también se encuentran las piedras.

J. E R B.

Un Año de Bendiciones

Ha iniciado un nuevo periodo,
donde ya no debe de haber maldad,
donde en todo lugar reinará la felicidad,
¡Qué más quisiera que durara una eternidad!

Un año más ha comenzado,
donde todo lo negativo deberá de ser modificado,
los triunfos y las victorias se harán notar,
y la economía de México se empezará a elevar.

¡Ya es tiempo de activarnos!,
para que en un futuro no tengamos desacuerdos,
ser mejor persona es un poco complicado,
pero al final, con esfuerzos y trabajos,
la semilla que habíamos plantado ya habrá brotado.

No hay duda de que el 2014 es un año de prosperidad
y también de una educación de calidad,
es un año donde habrá la humildad,
y todas las personas nos uniremos como una sola hermandad.

Encomendemos este año que viene a nuestro Señor,
para que nos lleve de la mano a la alegría y la bondad,
por mi parte le doy miles de bendiciones,
y que Dios ilumine sus corazones.

G T R R


Empezando un año más, les deseo que este año esté lleno de bendiciones, logros y victorias para todos ustedes…
a nombre de su escritor G T R R,
orgullosamente salvaterrense.
Les deseo que tengan un :
¡Feliz Año Nuevo
a todos ustedes y a sus familias!


Los Reyes Magos

Eran tres reyes magos,
que llevaban preciosos regalos,
al que anhelaban todos los pueblos,
desde hace varios milenios.

Melchor, Gaspar y Baltasar
eran los tres reyes que a Jesús iba a adorar,
desde el medio Oriente a Belén, la ciudad natal,
donde el corazón del Rey de los Judíos empezaría a sonar.

El oro era un tesoro,
de tantos que le dieron al hijo del Todopoderoso,
la mirra y el incienso eran los demás presentes,
que dejaron al lado de aquel humilde pesebre.

Ese bello e imborrable momento,
se revive en los niños cada 6 de enero,
cuando los niños ven y juegan con sus regalos,
y en el desayuno degustan la rosca de los Reyes Magos.

G T R R
13 años de edad

Angustia

La angustia que sentía
mujer, ha desaparecido.
Las ansias de buscarte
también se fueron.
Con esto no quiero decir
que te he olvidado,
pues me acompañas
en el diario vivir de mi calvario.
¿Que si me hiciste daño?
Quizás un poco;
¿Que si yo te lo hice?
Quizás también,
quisiera creer que todo
fué en rosa,
como el despertar
de una hermosa rosa,
en un bello amanecer.

J B


Son por Culpa no más de tus Pecados
a Don Samuel Ruiz

¿Por qué en los hombros con la cruz a cuestas
vas al martirio despeñado?
Por las culpas que llevas en el alma,
pues es culpa no más de tus pecados.

También las lluvias son culpables
de las rosas y lirios de los campos.

Lo sabe todo el mundo y lo gritamos:
“Son por culpa no más de tus pecados”.

Esos pecados no los compartimos
y tu penar nos queda muy lejano.
¿Qué tiene de común la primavera
con los puñales del invierno helado?


De tus pecados nos sentimos limpios…

Tú nos preguntas: ¿Cuál es mi pecado?
Es tu enorme pecado no adorar
lo que ha el Apocalipsis reprobado.
Se levanta en efigie la barbarie
del poder en un Dios transfigurado
y sube la fragancia del incienso
de nuestro corazón y nuestros labios.

Tú al contrario ni doblas tu rodilla:
ahí esta tu pecado.

¿No es una bendición del poderoso?
¡Y tú te has ido de s u lado!…

Sientes y lloras el dolor del indio:
ahí está tu pecado.

Descubres a los indios su grandeza:
ahí está tu pecado.

Defiendes el derecho de los indios:
ahí está tu pecado.

Les das el Evangelio con tu vida:
ahí está tu pecado.

¿Qué te dan los mendigos a quien sirves
y por ellos te quitas el bocado?
¿Con qué te pagan esos pordioseros?
¡Y por ellos, Samuel, te has entregado!
Treinta y cinco años llevas en la siembra
¿Qué parcela, Samuel, has cultivado?
Al ver por esos indios desvalidos
has ido comulando mil pecados.

El rocío que baja de los cielos
fecunda ricamente nuestros campos,
pero esta vez llegó con fuerte viento
y deshojó los pétalos del cardo.

Estás lleno de faltas ante el César
y estas faltas estás pagando caro.

Estas son, pues, las causas de tus penas,
pues son culpa no más de tus pecados.

Perdónanos te ruego con el alma
que en nada compartamos tus pecados.

Tomada del Libro: “Mi Desierto, Poesías”
del Padre Rafael Alcántar Mondragón

miércoles, 1 de enero de 2014

Reflexiones

Mi Buen Jesús

Mi Buen Jesús,
¿cómo es que tanto tiempo te olvidé?
¿cómo pude ignorar que Tú me amabas?
¿Cómo es que tanto tiempo te ofendí?

Ahora que
tantos problemas pesan sobre mí.
Ahora sí recuerdo de que existes,
cuando nadie se acuerda ya de mí.
¡ayúdame!
Que no hay ninguno que lo pueda hacer,
qué sólo Tú eres el Omnipotente,
que nada es imposible para tí.

Perdóname,
hoy te prometo que quiero cambiar
quiero portarme bien con mis hermanos
y quiero un día poder llegar a Ti.

Escúchame,
esta verdad que hoy te quiero decir
no hay otro Dios, no puede haber, no existe
es Jesucristo el único que hay.

Te alabaré,
porque eres Grande, muy Grande Señor,
que es inmensa Tu misericordia
porque perdonas al más pecador.

Mi Buen Jesús,
¿Cómo es posible, cómo puede ser?
Si yo negaba hasta Tu Santo Nombre
y Tú me amabas antes de nacer.

Letra y Música:
Raúl Hernández Ramos

Dios del Amor

Dios del Amor, Espíritu Divino,
ven a mi alma, ven a mi corazón
ven a mi alma, Espíritu Santo,
lléname todo del fuego de tu Amor.
Fuego de Amor que todo lo consumes,
fuego que limpia de toda corrupción,
fuego que llena de paz los corazones,
que la tristeza la cambias en Amor.
Creo hay en Dios 3 divinas personas:
el Padre, el Hijo y Espíritu de Dios,
es el misterio más grande que ha existido
y hemos creído porque lo dijo Dios,
Dios de la paz y todas las virtudes,
sana y renueva mi pobre corazón,
quiero cambiar, quiero ser diferente,
quiero por siempre servir y amar a Dios.
Ven hacia mí y sana toda mi alma,
ven hacia mí, sana mi corazón,
sana mi cuerpo que Tú puedes hacerlo.
Todo es posible al Espíritu de Dios,
creo hay en Dios 3 divinas personas:
el Padre, el Hijo y Espíritu de Dios,
es el misterio más grande que ha existido
y hemos creído porque lo dijo Dios
y hemos creído porque lo dijo Dios.

Letra y Música:
Raúl Hernández Ramos

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