Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

martes, 3 de diciembre de 2013

Historia

CRISTIADA
por : David Hernández Ramos

A propósito de la Cristiada, película extranjera que aborda el tema de la mal llamada Guerra Cristera –en realidad agresión del “gobierno” de Plutarco Elías Calles, en contra de la Iglesia Católica en México, como veremos más adelante- Es importante enterarnos, aunque sea muy superficialmente de los orígenes, desarrollo y conclusión del conflicto siguiendo a prestigiados historiadores como Salvador Borrego y el Padre Regis Planchet entre otros. Dice Salvador Borrego en su libro “América Peligra” lo siguiente: En 1924, el Consejo Supremo Masónico celebrado en Ginebra, Suiza, acordó iniciar una nueva etapa de la descatolización violenta de Iberoamérica y escogió a México.

Para entonces se iniciaba el régimen callista con muchos altos funcionarios que eran activos miembros de las logias masónicas. Y este grupo dependiente de las logias de Estados Unidos, juntamente con los numerosos amigos y consejeros, israelitas de Calles, fueron el núcleo propulsor de la lucha antireligiosa. Plutarco, que era masón grado 33, hizo suyo el acuerdo de Ginebra y trató de provocar un cisma en el catolicismo mexicano. El 21 de febrero de 1925 el templo de la soledad fué invadido por un grupo de gente armada que preparó la CROM (organización obrera) y el sacerdote católico Joaquín Pérez se proclamó patriarca de la Iglesia Católica mexicana. El padre Pérez pertenecía a la logia “Amigos de la Luz” de Oaxaca. Los católicos trataron de recuperar el Templo de la Soledad, hubo un muerto y Calles envió a la policía a proteger a los asaltantes para que se quedaran con el templo. Luego le entregó al Padre Pérez la Iglesia de Corpus Christi de la Avenida Juárez en el Distrito Federal. A continuación fallaron otros golpes cismáticos para apoderarse de los templos de Santo Tomás, San Hipólito Loreto y algunos más. El Obispo de Tacámbaro, Leopoldo Lara y Torres, dijo que varios funcionarios trataron inútilmente de que diversos sacerdotes secundaran el cisma.

Después del fracasado intento de dividir a los católicos siguieron otros actos hostiles como el de la legislatura de Tabasco que decretó que todos los sacerdotes fueran casados: como las clausuras en Guadalajara de los seminarios mayor y menor y de los conventos del Calvario de las Madres Reparadoras y de las Adoratrices. A la vez se hizo evidente la simpatía oficial por el protestantismo y Calles les regaló cien mil pesos para construir su edificio, los que mas ayudaban en esa tarea de penetración protestante, eran el secretario de Relaciones Aarón Sáenz, Pastor Metodista y su hermano Moisés, Subsecretario de Educación y Obispo Protestante.

La tensión entre Calles y los Católicos iba en aumento, Calles presionaba a los gobernadores para que limitaran el número de templos y de sacerdotes. Si la Constitución se aplicaba rigurosamente, la Iglesia pasaría a ser una dependencia oficial; a los sacerdotes se les consideraría como profesionales sujetos a registro y quedaba así abierta la posibilidad de que a unos se les permitiera ejercer su ministerio y a otros no. Calles no estaba reformando la Constitución expedida por Carranza en 1917, sino simplemente tratando de aplicarla con el espíritu anticatólico con que fué concebida para ponerse en vigor en el momento que internacionalmente se diera la orden. Calles no era un innovador en este asunto sino un continuador. No abría un nuevo camino sino daba un paso más por el camino que ya estaba trazado.

Así pues, lo que hacía Calles no era nada nuevo en esencia sino un paso más en la milenaria lucha entre Cristo y sus enemigos. Ahora bien, Calles puso particular empeño en lograr ese “adelanto” y en enero de 1926 obtuvo facultades especiales del Congreso para reformar el código penal en materia religiosa y a la vez expidió la ley reglamentaria del artículo 130 Constitucional, llamada Ley Calles. Todo esto tendiente a reducir el número de sacerdotes y de templos. ¿Cuál era la llamada Ley Calles? Consistió en una serie de reformas que Calles hizo al Código Penal de los cuales artículos se citan a continuación, tomados del libro de la profesora Soledad Reynoso titulado “La Mujer en la Cristiada”:

Artículo 6: Quedan prohibidos los votos religiosos y las órdenes monásticas; los conventos será disueltos por las autoridades y quienes vuelvan a reunirse en comunidad serás castigados con uno o dos años de prisión y los superiores de las órdenes con seis años de cárcel.

Artículo 7: Las personas que induzcan a un menor a ingresar en una orden monástica, sufrirán la pena de arresto.

Artículo 10: Ni privada ni públicamente podrán formular los sacerdotes crítica alguna de las leyes, o del gobierno, bajo pena de uno a cinco años de prisión.

Artículo 21: La Iglesia no podrá adquirir, poseer o administrar bienes raíces, ni capitales impuestos sobre ellos.

Basta la aplicación de estos cuatro puntos para asfixiar totalmente a la religión católica en México. Ante esta situación, la jerarquía de la iglesia protestó, la respuesta fué que no le quedaba más opción que obedecer o tomar las armas.

Hasta aquí, la profesora Soledad Reynoso, continuamos con don Salvador Borrego: Los católicos alegaban que el gobierno no tenía por qué arrogarse el derecho de supeditar el ejercicio del sacerdocio a un registro que en cualquier momento podía conceder o negar, ni mucho menos el de reducir el número de sacerdotes. La Secretaría de Educación expidió un reglamento en que prohibía cualquier enseñanza religiosa en las escuelas particulares, éstas no deberían ostentar nombres relacionados con el catolicismo; no podían tener oratorio o comunicación con capillas, ni tampoco debería haber en ellas “decoraciones, pinturas, estampas, esculturas y objetos de intención o naturaleza religiosa”.

Hubo a continuación en todo el país, clausuras de colegios católicos, seminarios y monasterios. Durante febrero fueron expulsados 185 sacerdotes, 50 monjas fueron desterradas a Guatemala. Todo esto contrastaba con el hecho de que en Saltillo se abría un nuevo colegio protestante, con la representación de Calles, además de los 200 que ya funcionaban en el país. Durante los primeros tres meses de 1926, fueron detenidos cientos de sacerdotes, y para abril, el número de los expulsados ascendía a 200. Por su parte, el Arzobispo de Baltimore primado de los Estados Unidos decía en su pastoral del 11 de abril:

“Nuestro gobierno no ha hecho otra cosa durante los últimos doce años que intervenir en los asuntos de México… Calles está ahora en el poder y continúa la persecución contra la Iglesia porque sabe que está de acuerdo con Washington… Nosotros mediante nuestro gobierno armamos a los bandidos de Calles. Nuestra amistad lo alienta en su nefasta empresa de destruir la idea de Dios en el corazón de millones de mexicanos”.

El conflicto religioso continuaba agravándose. En Querétaro fué disuelta a tiros una manifestación de católicos y hubo 2 muertos. En Yucatán fueron prohibidas las pilas de agua bendita “por razones higiénicas”. La reglamentación del artículo 130 constitucional entró en vigor el 31 de julio de 1926 y en protesta el Clero dejó de oficiar en los templos desde el 1 de agosto. Los agrupaciones católicos recabaron dos millones de firmas para pedir al Congreso de la Unión que las innovaciones callistas fueran derogadas, pero no se les hizo, el menor caso. Previamente, calles había dicho que los católicos sólo tenían dos caminos: acudir al Congreso o tomar las armas. Y como el congreso dijo que las demandas de los católicos habían sido inspiradas por los obispos y que estos no tenían capacidad legal para ejercer el derecho de petición en materia política, no quedó -según lo dicho por Calles- más camino que el de las armas.

La tensión era tan grande que ya el 29 de julio Daniel Sánchez y otro agente habían matado en Puebla a José Farfán porque no quiso quitar del aparador de su negocio un letreo que decía: “Viva Cristo Rey”. Para el mes de septiembre, ya eran 192 los colegios católicos, seminarios y conventos clausurados. La liga de defensa de la libertad religiosa consultó con el comité Episcopal el aspecto moral de una rebelión armada. Por conducto del Obispo de Tabasco Pascual Díaz, el episcopado contestó que cuando hay evidencia de tiranía y fallan los medios políticos, es lícito recurrir a la fuerza. Como algo sospechaba el gobierno, se acrecentaron los cateos y las aprehensiones de dirigentes o presuntos dirigentes católicos.

En esos días ya se hallaba en marcha una de las más intensas persecuciones religiosas habidas en México, acercad de la cual el Papa Pío XI habría de decir que era una “de las peores sufridas por la Cristiandad”. La fecha acordada para la rebelión fué el 1 de enero de 1927 y en diferentes lugares comenzaron a surgir dispersas partidas de Cristeros llamados así por su grito de “VIVA CRISTO REY”. Los principales grupos surgieron en Jalisco y fueron secundados en Michoacán, Guanajuato, Durango, Morelos y Oaxaca. Más tarde en Zacatecas, Aguascalientes, Sinaloa, Colima, Estado de México y Veracruz. Los “Cristeros” carecían de suficiente armamento y de apoyo logístico para formar un frente de combate. Su lucha se tenía que circunscribir a la táctica de guerrilla a acciones más o menos audaces. Se trataba de un frente fluido siempre cambiante. El General Callista Cristóbal Rodríguez dice de los Cristeros: “Escondiéndose más que alejándose en cuevas como los hombres primitivos de las cavernas, en medio de sobresaltos continuos mal alimentados esperando ser de un momento a otro atacados… Los cerros, las barrancas y el inmenso cielo fueron testigos mudos de su intranquila vida, durmiendo a la intemperie, bajos los rigores del frío y de la lluvia. ¡Una verdadera vida de perros!”

Los Cristeros carecían también de servicios médicos para sus heridos. El médico que les prestara auxilio y no los denunciara inmediatamente a las autoridades se hacía acreedor a la muerte sin juicio alguno. Tampoco tenían los Cristeros servicio de intendencia que les garantizara agua y comida. Pero ante las debilidades de su organización la peor de todas era la escasez de armas y municiones. A mediados de 1927 operaban 18,000 Cristeros aunque con muy reducida capacidad de fuego, pues muchos de sus rifles eran de caza o de tiro al blanco y no disponían de máuseres de tiro rápido como los de las tropas callistas y los agraristas. Mucho menos de ametralladoras, radiocomunicación, ferrocarriles y camiones. A veces la escasez de municiones los obligaba a suspender combates que iban ganando.

Durante 1927 fueron ejecutados por lo menos 26 sacerdotes, unos por oficiar sin el requisito del registro oficial y otros por ayudar a los Cristeros. Para el abastecimiento de municiones, los Cristeros dependían de agentes que operaban en ciudades o poblados, siempre jugándose la vida. Pequeñas cantidades de cartuchos eran ocultados en sacos de cemento o en cajas de jabón y llevadas a determinados lugares para surtir a los Cristeros. Los descubiertos en estas actividades sufrían duros tormentos para que denunciaran a sus compañeros y morían en pocas horas.

Se formaron brigadas femeninas “Juana de Arco” a fin de ayudar en esos menesteres y naturalmente cuando las mujeres eran descubiertas, corrían horrible suerte antes de perecer. El General callista Cristóbal Rodríguez, hace el siguiente relato: “A muchas de estas jóvenes y guapas señoritas les costaba caro su osadía. Con este fin (de abastecer a los Cristeros) las mujeres organizaban días de campo, en donde señoritas y damas de la mejor sociedad en canastas de comida llevaban cartuchos”. A finales de 1927 operaban 20,000 hombres en forma regular y 10,000 en forma intermitente en 17 estados del país. La situación para el régimen callista no era muy tranquilizadora, aunque seguía teniendo un enorme margen de superioridad en armas y recursos económicos.

Por esa época, los Cristeros vivieron días de incertidumbre acerca de una nueva arma conque iba a combatírseles, el gobierno había recibido de Estados Unidos 13 aviones de guerra con ametralladores y bombas ligeras, en un principio los Cristeros pensaron que la aviación podría causarles grandes daños, pero después de algunos sustos se dieron cuenta que el bombardeo era todavía muy impreciso. Pero a la mucha sangre derramada, la lucha religiosa en México era más fuerte en 1929 que en 1925, a pesar de que la maquinaria oficial callista había empleado desde el intento de cisma religioso y la aplicación de varias leyes persecutorias hasta el terror y la muerte, pero no había triunfado. Aunque tampoco había sido vencida.

Así fué como la masonería internacional se vió forzada a hacer un alto. No a prescindir de sus anhelos, sino a aplazarlos en busca de un mejor momento y mejor táctica. No a hacer la paz sino una tregua mientras reanudaba la lucha con mejores armas y mejor posición. Y fué así como surgió súbitamente en el régimen callista la propuesta de un arreglo del conflicto religioso. En 1929 quedaba claro que ni el ejército lograba sofocar la rebelión Cristera ni los católicos conseguían que su gesta derribase al gobierno anticlerical. Eliminado Obregón, asumió la presidencia una marioneta de Calles, Emilio Portes Gil (el “manchado”) quien bajo el patrocinio del Embajador de los Estados Unidos, celebró negociaciones con varios prelados y concluyó con ellos los llamados “arreglos” que pusieron fin al conflicto Cristero. El embajador redactó el texto que fué traducido al castellano y firmado por ambas partes en papel sin membrete y sin más garantías, quedaba disuelto el Ejército Cristero, llamado Guardia Nacional; el gobierno NO CANCELABA LA LEGISLACIÓN ANTI-RELIGIOSA pero se comprometía a no aplicarla y aceptaba un régimen de tolerancias.

Sin embargo, tras deponer sus armas, se produjeron numerosos asesinatos y represalias. Ricardo de la Cierva, historiador español, continúa Salvador Borrego Y en efecto, los Cristeros, cristianos del siglo XX quedaron a merced de los leones. El compromiso del gobierno de conceder pasaportes a los amnistiados fué violado por numerosos funcionarios sedientos de venganza, DESPUÉS DE RENDIR LAS ARMAS, VALIENTES JEFES Y OFICIALES DE LA GUARDIA NACIONAL, E INCLUSO TROPA CRISTERA FUERON ASESINADOS, en diversas partes del país. SI NO SE LES HABÍA PODIDO ABATIR EN EL COMBATE, ERA FÁCIL LIQUIDARLOS, YA RENDIDOS.

La lista de estas víctimas es enorme, se afirma que más de 3000 católicos fueron asesinados después del armisticio. El general Jesús Degollado, último jefe de la Guardia Nacional, dice que perecieron más Cristeros después de rendir las armas que durante los combates. Según los registros de la Guardia Nacional, murieron en campaña 4797 Cristeros”. Ahora veamos lo que dice respecto a “los arreglos” el padre Regis Planchet:

“Nunca como entonces, a fines de 1928 y principios de 1929 habían sido los Cristeros más fuertes, más organizados, más numerosos. Contaban con más de 20,000 hombres armados. AUNQUE SIN SUELDO, SIN INDUMENTARIA, CON INSUFICIENTE ARMAMENTO, Y JEFES IMPROVISADOS, LOS CRISTEROS, POBRES EN ARMAS PERO RICOS EN VIRTUDES MILITARES, dominaban parte considerable del país. Es un hecho comprobado que tuvo el gobierno grandes pérdidas como en el Combate de Colima en noviembre de 1928; que la mitad de un regimiento de un batallón perdió la vida, sin contar los heridos y los fugitivos además de otras derrotas que tenía prohibido publicar la prensa.

Y en la batalla de Tepatitlán en abril de 1929, dos meses antes de “los arreglos”, fueron completamente aniquilados unos 800 a 900 hombres. Viendo el gobierno maltrecho de Portes Gil (lacayo de Calles) cómo sus tropas eran vencidas “cedió dijo Pío XI ante la firme actitud de los católicos oprimidos y dió a conocer que deseaba llegar a un arreglo”. Para los Cristeros era difícil aceptar las condiciones de desarme que les proponía un enemigo desleal (el gobierno) por considerarlo, como su sentencia de muerte. Presentían que al entregar las armas, bajo la palabra de honor de un presidente sin honor serían CAZADOS Y MATADOS COMO FIERAS SALVAJES, después de aquella lucha gigantesca de 3 años en que sin más elementos de guerra que los arrancados al enemigo, ningún día pasó en que no pelearon a veces contra 65,000 federales y 100,000 agraristas armados hasta los dientes, realizando la hazaña increíble de tener a raya durante 3 años el ejército de Calles.

“Nuestra fuerza -decía el general Gorastieta (jefe de los Cristeros)- es la que impulsa al tirano para solucionar el conflicto, solicitando a los obispos mediante unas falsas promesas el que los Cristeros le entreguen las armas, porque estas son un serio peligro para el gobierno. Antes de nuestro movimiento nunca quiso el gobierno oír a los obispos”.

En poco tiempo 500 Cristeros que se habían amnistiado, eran vilmente fusilados o asesinados en sus casas, sus propiedades confiscadas, sus parientes perseguidos, sin contar unos 5,000 Cristeros y centenares de sacerdotes y religiosas víctimas de una feroz persecución pocas veces excedida en la historia de los verdugos de la humanidad”.

Damos por concluido este interesante y apasionante episodio sobre el conflicto religioso en México (1926-1929) (entre cuyas numerosas víctimas se cuenta el Padre Elías del Socorro Nieves asesinado en la Cañada de Caracheo y el Padre José Pérez, también asesinado cerca de Salvatierra, con una serie de versos dedicados con respeto y admiración para los:

Valientes Soldados de Cristo Rey

¿Quién cantará tus proezas
Soldado de Cristo Rey?
Esas hazañas inmensas
por detener a la grey.

Tres años de cruenta lucha
y no lograron vencerte
la desventaja era mucha
pero tu fe fué mas fuerte.

Un gobierno inhumano
te empujó a la rebelión,
¿El delito? Ser Cristiano
y practicar tu religión.

Soldado de Cristo Rey,
con tu derecho en la mano,
luchaste contra esa ley
impuesta por el tirano.

Campesinos y estudiantes,
profesionistas y obreros,
elementos integrantes
del Ejército Cristero.

Sólo el Cielo fué testigo
tus muchas penalidades
el carecer de un abrigo
para tus enfermedades.

Armas y sus municiones
escaseaban por completo
pese a las incomprensiones
aumentaba el movimiento.

Muchas fueron las razones
que salvaron al tirano
la falta de municiones
y el apoyo americano.

Fué abandonado a su suerte
por los prelados ingenuos
los “sentenciaron a muerte”
al firmar esos arreglos.

Por obediencia aceptaron
entregarles los fusiles
ya indefensos los mataron
se asegura fueron miles.

Los Padres Vega y Pedroza,
y sus compañeros leales
con Enrique y Gómez Loza
“Terror” de los federales.

Soldados de Cristo Rey
admira tu fe y coraje
recibe hoy como ayer
este sincero homenaje.


Padre Pro

Otra víctima de la persecución religiosa en México fué el Beato Miguel Agustín Pro, Sacerdote Jesuita, que nació en el pueblo de Guadalupe en el estado de Zacatecas el 13 de enero de 1891 y martirizado en la ciudad de México el 23 de noviembre de 1927 por órdenes de Plutarco Elías Calles. ¿Delito? Ser Sacerdote Católico.

Noviembre, día veintitrés,
era el año veintisiete,
la persecución Cristera
cobró una víctima más.
Al Padre Pro fusilaron
y nunca le comprobaron
esa acusación falaz
que impunemente le hiciera
el tirano Presidente
y verdugo Elías Calles.

El Padre Pro, inocente
se dirigió al pelotón,
mirándolos fijamente
musitaba una oración
perdonó a sus enemigos,
confortó a sus compañeros
y con sus brazos en Cruz
gritó con voz elocuente
el lema de los Cristeros*
y entregó su alma a Jesús.

David Hernández Ramos

* Los Cristeros morían gritando: ¡Viva Cristo Rey, y la Virgen de Guadalupe!
Su fiesta se celebra el 23 de noviembre

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