Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

viernes, 1 de noviembre de 2013

El Rincón para Niños

Los Regalos de los Gnomos

No todos los gnomos de que nos hablan las leyendas son perversos. Los hay bondadosos y que saben hacer el bien a los hombres cuando les han prestado algún servicio; pero los gnomos no aman a aquellos que tienen una sed insaciable de riquezas y saben castigar a quienes abusan de su generosidad. Esto es lo que van ustedes a saber. El sastre y el platero de quien se va a tratar son dos obreros que siguiendo una añeja costumbre, emprendieron un viaje a pie para conocer el país y para instruirse y mejorar cada uno en su oficio.

Un sastre y un platero que viajaban de compañeros, oyeron una tarde una música lejana que venía desde la montaña. No se parecía a ninguna música oída, pero era tan armoniosa, que olvidando su fatiga y su cansancio, fueron hacia ella. La luna aparecía cuando llegaron a una colinda en donde un grupo de seres pequeños, hombres y mujeres, tomados de la mano, bailaban en alegre ronda.

En el centro de la rueda había un anciano, mayor que los otros. Vestía una túnica orlada de colores extraños y tenía una larguísima barba gris. Los dos amigos asombrados, miraban de lejos a los bailadores, pero notaron que el anciano les hacía señas para que se aproximaran y que el pequeño pueblo de seres diminutos que formaba la ronda, se abría gustosamente para dejarlos pasar.

El platero era jorobado, y los jorobados por lo general son astutos, -así es que él fué el primero en arriesgarse. El sastre estaba un poco atemorizado, pero viendo la alegría de los bailadores, procuró calmarse y siguió a su amigo. La ronda volvió a cerrarse y todos continuaron cantando, bailando y haciendo las figuras más ocurrentes.

De repente, el anciano sacó de su cintura un larguísimo cuchillo y comenzó a afilarlo; cuando le pareció lo suficientemente afilado, se acercó hacia los dos extranjeros, dirigiéndoles miradas poco tranquilizadoras. No les dió tiempo a éstos ni para consultarse: el anciano asió al platero y con una destreza extraordinaria le cortó los cabellos y le rasuró la barba. Después hizo sufrir la misma suerte al sastre.

Terminada la operación, el anciano les dió golpecitos cariñosos en la espalda, como indicándoles que habían hecho muy bien al no poner resistencia, y les mostró con el dedo un recipiente de carbón que estaba cerca, haciéndoles comprender con gestos que debían llenar sus bolsillos con ese carbón.

Nuestros amigos obedecieron sin saber el empleo que deberían dar a ese carbón, e inmediatamente que pudieron se fueron para seguir su camino y encontrar un asilo donde pasar la noche. Al ir internándose en el bosque, la campana de un reloj dió las doce de la noche. Los cantos cesaron, todo desapareció y la colina quedó desierta bajo la claridad lunar. Los dos viajeros encontraron una cabaña; se acostaron vestidos y el cansancio les hizo olvidar vaciar sus bolsillos, que habían contenido carbón.

La sensación de tener sobre sus miembros un eso demasiado grande, les hizo despertar antes de la hora de costumbre. Metieron la mano a sus bolsillos y no podían creer lo que sus ojos veían; en lugar de carbón, contenían oro, y sus cabellos y sus barbas habían reaparecido aún con mayor abundancia. ¡Por fin eran ricos! Pero el platero, ambicioso por naturaleza, instintivamente habían llenado más sus bolsas que el sastre y ahora estaba dos veces más rico que éste. Sin embargo, el buen sastre no sentía envidia.

Y como un avaro, mientras más tiene, más quiere, el platero propuso al sastre que pasaran el día en esa cabaña para poder regresar en la noche a la montaña y obtener del anciano gnomo mayor cantidad de oro. El sastre rehusaba.

“Lo que tengo me basta. –le decía al platero. –Con esto yo, que soy obrero, me convertiré en patrón; me casaré con aquella a quien amo, y seré un hombre feliz”. A pesar de eso, por complacer a su amigo, convino en esperar hasta el día siguiente.

En cuanto se avecinó la noche, el platero se proveyó de dos sacos, a fin de poderse traer todo el oro que pudiera, y se dirigió hacia la colina. Como en la noche anterior, el pequeño pueblecito de los gnomos se disponía a cantar y a bailar. El gnomo anciano le rasuró de nuevo los cabellos y la barba y le hizo señal de que tomara carbón. El platero se supo a llenar sus sacos y sus bolsillos con desmesurada avaricia.

Después se fué a la cabaña y se acostó vestido sobre sus sacos, con el alma rebosante de contento. Con el peso de todo este carbón, se decía: “¡ya puedo darme idea de lo que tendré de oro!” Y se durmió con la deliciosa alucinación de que al siguiente día despertaría entre innumerables riquezas.

En cuanto abrió los ojos, registró apresuradamente sus bolsas y cuál no sería su sorpresa y su desencanto al ver que no contenían mas que el carbón que había puesto en ellas. Vió los sacos, registró hasta el fondo y no encontró también mas que carbón. Se pasó la mano por la cabeza y después por la cara: ni su cabellera ni su barba habían vuelto a aparecer como en la primera ocasión. Estaba completamente calvo y rasurado. Y hasta el oro que había guardado la víspera se había tornado nuevamente carbón.

Pero aún no era esta toda su desgracia; a la joroba que tenía en la espalda se había agregado otra más voluminosa en el pecho. El avaro platero lloraba su nueva deformidad y entonces comprendió que había sido un verdadero castigo a su insaciable ambición.

El buen sastre, que había despertado con el ruido y los sollozos de su amigo, procuraba consolarle lo mejor que podía:

“Tú has sido mi compañero de viaje, le dijo; ya que juntos hemos corrido aventuras, tú continuarás a mi lado y yo partiré contigo mi tesoro”.

Y el sastre noble y generoso, cumplió su palabra; pero el platero, víctima de su avaricia y de su ambición, se vió condenado a llevar toda su vida sus dos jorobas y a esconder bajo una gorra su cabeza, en donde nunca volvió a crecer el cabello.

Así castigaron los gnomos el engaño y la ambición del platero y premiaron la honradez y la virtud del sastre.

Esperanza Velázquez Bringas
Tomado del Libro “Alma Latina”


Reflexiones

Credo

Yo soy así y nunca cambiaré,
tan convencido estoy de la verdad,
sólo hay un Dios, Él es Jesús,
tan poderoso, como Él no hay dos.
Amo a mi madre, la madre de Jesús,
Él nos la ha dado, estando en una cruz,
es la más bella criatura que Dios creó.
Ella nos ama como lo hace Jesús.
Yo soy católico, les digo la verdad,
creo en la Iglesia que Dios quiso fundar,
sobre los hombres de Pedro el pescador
y de aquel Papa que sea su sucesor.
Creo en los santos y ángeles de Dios,
nuestros hermanos mayores en la fe,
ellos ya gozan de la felicidad
y nos enseñan a seguir la verdad

Letra y Música:
R H R


Dios de Luz

Dios de luz, Dios de amor,
ven a mi alma y llénala
con el fuego de tu amor,
Espíritu santo, espíritu santo,
llena mi corazón de amor.
Dios de luz, Dios de amor
mírame enfermo, sufriendo
por este tan cruel dolor.
Espíritu Santo, Espíritu Santo,
misericordia, por tu amor,
misericordia, por tu amor.

Letra y Música:
R H R


Consejos para un Matrimonio Feliz

- No dejarse vencer por la ira.
- Nunca gritarse
- Dirigirse con moderación, educación y respeto ante todo.
- Ofrecer disculpas y admitir los errores.
- Señalar las faltas con amor.
- No dar cabida a la negligencia, descuido o apatía.
- No dejar un problema sin resolver.
- Mostrar humildad para hablar y aceptar la culpa que nos corresponde en cada desacuerdo.
- Olvidar los resentimientos y rencores.
- Confiar en la pareja y prepararse para el perdón.
- Todos los días decirle algo cariñoso a nuestro cónyuge.
Anónimo


“La razón de que haya tan pocos matrimonios felices consiste en que las jóvenes casaderas consagran su tiempo a tejer redes, en lugar de construir jaulas.”
Anónimo


Matrimonio Unido

Señor, y sucedió una vez que sobre la tierra desnuda y virgen brotó de improviso una flor hecha de nieve y fuego. Fué llama que encendió un puente de oro entre las dos riveras, guirnalda que engarzó para siempre en nuestras vidas y nuestros destinos.

Señor, señor, fué el amor con sus prodigios, ríos esmeraldas e ilusiones.

¡Gloria a ti, horno incandescente de amor!

Pasó el tiempo, y en el confuso esplendor de los años la guirnalda perdió frescor, y la escarcha envolvió a la llama por los cuatro costados; la ruina, sombra maldita, fué invadiendo, sin darnos cuenta, y penetrando todos los tejidos de la vida.

Y el amor comenzó a invernar.

Señor, fuente de amor; sé tú en nuestra casa lámpara y fuego, pan, piedra y rocío, viga maestra y columna vertebral.

Restaña las heridas cada noche y renazca el amor cada mañana como fresca primavera. Sin ti nuestros sueños rodarán por la pendiente. Sé tú para nosotros escarlata de fidelidad, espuma de alegría y garantía de estabilidad.

Mantén, Señor, alta como las estrellas, en nuestro hogar la llama roja, del amor, y la unidad, como río caudaloso, recorra e irrigue nuestras arterias por los días de los días.

Sé tú, Señor Dios, el lazo de oro que mantenga en nuestras vidas incorruptiblemente entrelazadas hasta la frontera final y más allá.

Tomadas del Libro: “Reflexiones y Pensamientos
para lograr un Matrimonio Feliz”

Biografía

Manuel Madero, Poeta de la Intimidad

Este poeta nació en Zinapécuaro (16-jun-1873); en este humilde poblado pasaría los primeros años de su vida. Estudió después en el Seminario de Morelia y en el Colegio de San Nicolás, sin poder concluir sus estudios. Ya en su desempeño laboral, logró cargos modestos en la Administración Pública.

Como poeta, formó parte de los grupos literarios de su tiempo, y en las redacciones de los periódicos y revistas de mayor renombre en la ciudad de Morelia. Se le ha considerado siempre como un poeta de intimidad; poeta que sabe cantar al amor y que deja ver los afectos más cercanos. En un bello poema rinde homenaje a su padre, quien falleciese en 1879. Manuel Madero muere en el año de 1925.

¡Oh cuán pronto la torva amargura
clavó su alevoso puñal en mi seno!
¡Qué temprano vinieron las lágrimas!
Las horas de luto… ¡qué pronto vinieron!

Y en el otro le dice a su hermana María:

¡Quiero que llores mucho, hermana mía!
Los vulgares ignoran
que hay un llanto impregnado de poesía
¡qué bienaventurados los que lloran
lágrimas de ternura y alegría!
¡Pero que nunca desengaño impío
-siniestro desencanto-
te llegue a herir, y con el alma ansío
que si algún día derramas ese llanto
lo derrames unido con el mío!

Manuel Madero siempre usó como pseudónimo en su obra literaria X y Z. Aquí, otros hermosos poemas de este autor con el grande anhelo de que los disfruten y puedan conocer un poco más de él a través de su obra.

Amarte
Amarte es mi consuelo.
Cuando me inunda tenebroso duelo
con ansiedad te busca el alma mía.
Es mi amparo tu amor –mi santo anhelo-
¡en qué sombras tan densas viviría
si adorarte no fuera mi consuelo!
Amarte es mi esperanza.
Hay en cada bendita remembranza
de tu cariño, sin igual ternura:
cuando mi mente al porvenir avanza,
en mis blancos ensueños de ventura
eres la luz de mi única esperanza.
Amarte es mi delirio.
Tú dedicas palidez de lirio
se aparece en las olas intranquilas,
y cuando quiero huir de mi martirio,
pensando en el fulgor de tus pupilas
me sumerjo en dulcísimo delirio…
Amarte es mi ventura.
Para ti es el caudal de mi ternura,
es mi mente a tu recuerdo asida,
es mi ideal tu cándida hermosura,
eres todo el encanto de mi vida,
eres toda la luz de mi ventura.
Amarte es mi destino.
Eres mi adoración. ¡Que grato sino
el que me hizo nacer para quererte!
Ante tu casto amor el alma inclino,
vencerá mi pasión aún a la muerte,
porque amarte es mi único destino.

Sueños
Bella, fugaz, aérea, misteriosa,
entre las brumas de la mente mía,
contemplo tu figura luminosa
y mi alma se extasía.
Dame tu amor. Mi espíritu te llama
¡oh de mis sueños fúlgida visión!
Nadie es capaz de amarte como te ama
mi herido corazón.
En el encanto de quimera vana,
escuchar he creído de improviso
tu dulce voz, cual música lejana
de ignoto paraíso.
Dame tu amor, desfallecer me siento
y benditos recuerdos te reclamo;
quiero escuchar el ritmo de tu acento
que me diga: “te amo”.
Mentido instante de ventura lleno,
en una de mis noches intranquilas,
brillo el fulgor purísimo, sereno,
de tus claras pupilas.
Dame tu amor. Mi fúnebre amargura
aparte ya de tu clámide enlutada:
que me dé un océano de ternura
tu límpida mirada.

Historia

Aztlán: Origen y Destino

El Saqueo de México por España (conclusión)

Para darnos una idea de las riquezas que se llevó España de América durante la Colonia, baste recordar que esto la convirtió en la primera potencia del mundo, con un ejército como ninguno, que le permitió tanto defender sus tierras ganadas, como realizar nuevas conquistas. Su ejército estaba formado por 240 mil efectivos, lo que actualmente equivaldría a tener un ejército de cuatro millones de soldados, es decir, tres veces más que los soldados que tiene hoy Estados Unidos, el país más poderoso del planeta y que cuenta con un millón 414 mil militares activos. También equivaldría a que México tuviera 20 ejércitos como el que tiene hoy.

Ese gasto y muchos más, fueron cubiertos con la inmensa riqueza que saqueó España de nuestro continente sin darle nada a cambio. Impusieron su religión, pero nosotros teníamos la nuestra; impusieron su lengua, pero nosotros teníamos las nuestras, prohibieron el desarrollo del país, pero sí extrajeron todo el oro y toda la plata que pudieron. A cambio de las bondades que les dió América, la esclavizaron, la torturaron, la explotaron, la violaron, la enfermaron y sádicamente la vieron agonizar y morir mientras que Europa sólo cruzó los brazos y contemplaron su muerte, supliendo las manos indígenas con manos negras para el trabajo, la explotación y el saqueo, que era lo único que les importaba.

Del año 1506 al año 1600 (tan sólo 94 años), enviaron de México a España, 6500 embarcaciones con distintos productos: esclavos, oro, plata, cobre, maderas preciosas, cacao, azúcar, especies, pieles, etcétera. En esos primeros 94 años de saqueo, se enviaron 180 mil kilogramos de oro y 17 millones de kilogramos de plata. De la recaudación de los diferentes impuestos, se juntaban cada año 20 millones de pesos, de los cuales: diez millones de pesos, se empleaban en la administración de la Nueva España (en manos de españoles); tres millones de pesos, para ayudar a otras colonias de España en América; y siete millones de pesos, se enviaban para el tesoro de la corona española, aparte de todo lo que saqueaban en productos. Estos tesoros saqueados del pueblo y de las tierras mexicanas, sirvieron para dar fuerza a una de las más grandes vergüenzas del clero y de la humanidad, la Santa Inquisición. En diabólica complicidad, en 1798, la Corona Española asignó un impuesto al clero, a cambio de todos los privilegios que tenía, con ese impuesto se financiarían todas las guerras que tuviera que llevar a cabo el gobierno español para preservar sus dominios.

Así, por 300 años, saquearon todo cuanto pudieron del país. Uno de los hombres más crueles y sanguinarios que ha dado la humanidad, perdido u oculto en la historia escrita por españoles y algunos mexicanos conservadores, comparado quizá con Hitler, es el español y abogado, Nuño Beltrán de Guzmán, a quien la abogacía no lo educó y mucho menos lo humanizó. Hombre soberbio, ambicioso, traidor, abusivo y cruel, que fué nombrado presidente de la primer Audiencia en la Nueva España, institución que utilizaba España para gobernar sus colonias.

Esta primera audiencia entró en funciones en 1529, tiempo en que Cortés ya había consumado la conquista y se encontraba fuera del país. Pero aquella primera Audiencia, al mando de Nuño Beltrán de Guzmán, se dedicó a robar, despojar y asesinar, trastornando el país. Esto propició que la Corona buscara establecer un virreinato en la Nueva España. Antes de establecerse el primer virreinato, se mandó una segunda Audiencia, la que traía la orden de arrestar a Nuño Beltrán de Guzmán, pero éste huyó de la ciudad de México hacía el occidente del país. Partió con 300 españoles y seis mil guerreros indígenas, con los que pretendía colonizar el occidente y norte del país y conseguir hazañas más grandes que las conseguidas por Cortés al conquistar México.

Pero a su paso sólo fué dejando saqueo, muerte y desolación. Asesinó comunidades enteras que se negaban a entregar sus riquezas, capturó comunidades completas con hombres, mujeres y niños, que hacía llegar hasta La Española, desde donde eran embarcados a Europa para ser vendidos como esclavos. Se sabe que cuando menos enviaba diez mil indígenas, entre hombres, mujeres y niños, cada año. Muchos de estos cargamentos de esclavos indígenas, eran negociados en alta mar con piratas, que posteriormente los revendían en Europa, porque siempre estuvo prohibido el tráfico de esclavos, aunque en realidad, siempre lo hicieron los españoles, incluyendo al mismo Cristóbal Colón, quién lo llevó a cabo en las Antillas, despoblando las islas en menos de 50 años.

Cometiendo todo tipo de atrocidades, Nuño Beltrán de Guzmán, pasó por Jalisco, Zacatecas, Nayarit, Sinaloa y Sonora y en premio a su ruindad, la Corona Española lo hizo gobernador de todas las tierras que descubrió y que fueron llamadas “Reino de la Nueva Galicia”. Pero un título, o un puesto del gobierno, no iban a cambiar su forma de ser y continuó con su brutalidad, su crueldad y su sanguinaria forma de ser. España lo dejó hacer cuanta barbaridad pudo, hasta que por fin se dieron cuenta del ser maldito que los representaba en la Nueva España. Y fué entonces que lo mandaron buscar para enjuiciarlo, pero logró burlarlos por segunda vez, escapando a la misma España donde murió en la miseria.

Es necesario remarcar que este tráfico de esclavos, llevado a cabo por Nuño Beltrán de Guzmán, fué otra de las principales causas que diezmaron la población indígena mexicana, la persecución y crueldad española con que se capturaba a los indígenas fué tan salvaje que muchas veces preferían morir, antes que ser atrapados por los salvajes católicos europeos: hubo quien mató a sus hijos para evitar que fueran esclavizados. Se practicó el suicido familiar y colectivo en las comunidades, muchas mujeres se practicaron abortos, muchas parejas detuvieron la procreación por varios años por medio de la abstinencia sexual, muchos otros se aislaron de la sociedad a lugares desolados donde morían de hambre, enfermedades o por picaduras y mordeduras de animales venenosos, o por ataques de animales salvajes; pero evitaban a toda costa ser esclavizados por los españoles.

Fué de tal magnitud el saqueo, que la misma cama de Moctezuma II fué embarcada para España, aunque en el camino el convoy que la llevaba, fué atacado y la cama fué robada por el corsario francés, Juan Florentín, pirata italiano cuyo nombre original era Giovanni de Verrazano, contratado por el gobierno francés para dedicarse a robar los embarques españoles, cargados de mercancías que saqueaban de México y Centroamérica. Giovanni de Verrazano, se inició en la navegación trabajando con españoles y portugueses en los primeros viajes e exploración de América y fué el primero que, trabajando para Inglaterra, llegó a las costas de Norteamérica en 1524, pero aquellas tierras del norte de América, fueron consideradas por él y por los ingleses; muertas y desoladas. Pasó casi un siglo para que los ingleses volvieran a intentar venir a América, convirtiéndose en los primeros ilegales indocumentados en Norteamérica en 1607, al invadir tierras que correspondían en propiedad a España.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán


Historia y Evolución de Salvatierra

La Vida Colonial Salvaterrense, 1644-1810 (continuación)

El Beaterio del Carmen (conclusión)

El prestigio de los religiosos Carmelitas en Salvatierra originó que las beatas encargadas del cuidado de la imagen de la Virgen de la Luz, escogieran una forma de vida inspirada en la regla carmelitana, bajo la dirección espiritual de los frailes carmelitas. Cuando se inició la construcción de la capilla de la Virgen de la Luz en 1744, se verificó también la fundación del beaterio provisionalmente asentado a un costado de la capilla en construcción. El terreno que ocupó en definitiva fué un solar de 60 varas en cuadro ubicado en la parte oriente de la Plaza Mayor, adquirido a don Miguel Valenzuela, el 9 de junio de 1755, teniendo en ese momento cimientos para doce cuartos y lindando al Norte precisamente con la capilla de Ntra. Sra. de la Luz.

El 11 de junio de 1756, la hermana mayor de las señoras recogidas en el beaterio con advocación de Ntra. Sra. del Carmen, solicitó al Cabildo de la ciudad, la construcción de un coro para no salir a la calle y tener acceso directo a la capilla, para tener el beneficio de oír la Santa Misa y un mejor cuidado y celo para la Soberana Imagen de Ntra. Sra. de la Luz. La contestación que se dió a la petición fué de anuencia por parte de la autoridad civil, en virtud de que ya la había manifestado la autoridad eclesiástica. Además de las limosnas que recibían las beatas, tenían varios bienhechores que las ayudaban, algunos les llegaron a otorgar varios donativos testamentarios para la ayuda y sustento de su gasto diario.

Lo más probable, es que en el beaterio se impartieran las clases para la formación de doncellas virtuosas en la modalidad muy propia de la Colonia de “Casa de Amiga”, teniendo la protección del cura párroco y juez eclesiástico, del prior del convento de los Carmelitas y del Cabildo, logró su máximo esplendor entre los años de 1760 a 1810, pues estaba considerado el principal centro docente femenino de la ciudad. Vino después su declive por varias causas: el Ayuntamiento tomó a su cargo la construcción del templo Parroquial y el traslado de la Sagrada Imagen a él; la llegada de las religiosas de las religiosas Capuchinas como una orden más formal y completa; la secularización del curato, cuando la autoridad religiosa determinó que ya no eran necesarias; y la guerra de Independencia que limitó los recursos para su sostenimiento. Para el año de 1822, sólo quedaba una pobre mujer de aquellas beatas.

Posteriormente, después de varios pleitos y litigios, en el año de 1841, el Ayuntamiento logró la adjudicación del sitio para construir la Casa Municipal, previo pago por indemnización al clero, por el cual el Cabildo tuvo que hipotecar los ejidos de la ciudad. Otro inmueble que se compró por parte de la autoridad junto con el del beaterio, fué la casa de la alhóndiga en la calle de Madero.

Las Religiosas Capuchinas en Salvatierra

El 11 de octubre de 1767, el rey Carlos III firmó la Real Cédula autorizando la fundación del convento de Capuchinas, teniendo en cuenta el ofrecimiento de don Santiago Ginés de la Parada, de realizar los trabajos para la obra material. Finalmente, el 13 de agosto de 1798, fué la ceremonia de la dedicación del convento presidida por el obispo Abad y Quipo, las religiosas fundadoras, procedentes de Querétaro, pernoctaron en el beaterio para salir en procesión solemne a su nueva casa.

No fué fácil lograr para Salvatierra es establecimiento de un monacato femenino, eran éstos, símbolos de importancia y prosperidad de una ciudad. Religiosas Capuchinas en la región, sólo las había en Valladolid y Querétaro. Dentro del obispado de Michoacán sólo se establecieron en Valladolid y Salvatierra. En la intendencia de Guanajuato, monacatos femeninos los hubo sólo en las ciudades de Irapuato, San Miguel de Allende y Salvatierra, de los que perduran los dos últimos.

Los problemas para su establecimiento fueron muchos: D. Santiago Ginés de la Parada no fué bien visto en la ciudad y hasta fué amenazado de muerte, tuvo que buscar refugio en la ciudad de Querétaro y pedir la protección del virrey; los terrenos que el Cabildo se había a comprometido a proporcionar para asentar el convento, no fué posible proporcionarlos por estar embargados por los religiosos Carmelitas, por la vieja querella sobre la deuda que este tenía con los frailes por la construcción del puente de Batanes. Ante esta situación, D. Santiago tuvo que adquirir de los mismos religiosos, un solar en 300 pesos de oro común, el 27 de septiembre de 1770.

El convento ha tenido un total de 24 abadesas, siendo la primera la R.M. Sor María Serafina Manuela. Una vez establecido llegó a tener entre religiosas y novicias hasta treinta hermanas. El monasterio se dedicó a la Purísima Concepción y el templo al Seráfico Padre San Francisco. Fué hasta la primera mitad del siglo XIX, cuando se terminaron de construir las celdas de la planta alta y los últimos detalles del edificio, así como los altares de la iglesia y el acondicionamiento del coro bajo.

Descripciones Coloniales de la Ciudad de Salvatierra

Seculares y religiosos, propios y extraños, que nos describieron durante la época colonial nos han dejado ricos testimonios documentales sobre la ciudad, complementando nuestro conocimiento de la misma con de las fuentes primarias. Las descripciones en cuestión son: la que hace el canónigo de la catedral de Valladolid D. Francisco Arnaldo de Ysassi, en 1649; la del año de 1746, que hace D. Joseph Villaseñor y Sánchez, en su obra: Theatro Americano; la del canónigo Salvaterrense D. Agustín Francisco Esquivel y Vargas en 1764, en su obra: El Fénix de Amor; y la del religioso Capuchino Fray Francisco de Ajofrín, en el mismo año de la anterior, en su obra: Diario de Viaje que hizo a la América en el siglo XVIII.

Don Francisco Arnaldo de Ysassi describe de esta manera la ciudad en 1649:

“Fundose habrá cuatro años, o cinco, en tiempos que gobernaba la Nueva España y era su virrey el Excelentísimo Señor Don García Sarmiento Conde de Salvatierra. Está fundada en el valle y pueblo de Guasindeo a orillas del río Grande, quince leguas de Valladolid hacia el nordeste y treinta y dos leguas de México. Tiene hoy de cuarenta a cincuenta vecinos a quien se han de repartir tierras de sus ejidos. Hay en ella cuatro regidores, Alférez Real y Depositario General, que son oficios vendibles. Solía ser este valle y pueblo de la jurisdicción de el Alcalde Mayor de Salaya, y desde que se hizo ciudad tiene Corregidor que provee el virrey y pone teniente en Acámbaro que es otro pueblo que dista de la ciudad, de buena comarca y vecindad.

Han traído algunos pleitos los regidores y fundadores sobre el asiento que hicieron con su majestad. Administran a los indios y españoles de esta ciudad y otros pueblos, los frailes franciscos, que tienen allí un convento no de los mejores de provincia sino de los más pobres: dales Su Majestad el salario ordinario para vino, cera y aceite y tienen sus obvenciones. Los indios son tarascos y hay en las labores de otras naciones; son todos más de quinientos. (continúa en el próximo número)


Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López


La Epopeya y la Leyenda
El Otro Rostro de la Historia

por: Jorge Ojeda Guevara

Libertar a una Patria
Sed de Justicia... (continuación)

Sonaban las 11 de la amanecida del 28 de septiembre de aquel memorable 1810, y el tumulto popular hervía de impaciencia por lanzarse al luchar por la libertad. Los penitentes civiles y militares enclaustrados en le Alhóndiga llamaban a los frailes buscando perdón, expiación y preparación pues ya asomaba lo inevitable; absoluciones se escuchaban a diestra y siniestra, ahora sin penitencia.

Peninsulares y criollos acaudalados con sus familias, caminaban nervioso andar de un lado para otro su mortal encierro, en sepulcral silencio, alerta y musitando una oración tras otra. Medio centenar de mujeres del pueblo fueron obligadas a preparar alimentos para los involuntarios habitantes de la Alhóndiga. La verdad cruda era que solo 300 hombres de los allí enjaulados, sabían manejar un arma de fuego, con lo que el paisaje y el mañana se divisaban más sombríos. También se custodiaba con celo al interior, además de gran cantidad de carne y verduras, millonadas de pesos oro y plata, producto del quinto real, usufructuado lo mismo por peninsulares y criollos acomodados, que por sacerdotes que fuerte resistían a perder sus terrenales haberes, pero…

De igual manera, los insurgentes dispuestos en la Hacienda de Burra, a ciertas millas de distancia entre Guanajuato e Irapuato, como a noventa minutos andando a buen paso, movilizaban sus preparativos diferentes, volteando su acerada mirada de vez en cuando hacia el rumbo de su presa inmediata: Guanajuato. Ignacio Camargo y Mariano Abasolo partieron al galope desde Burras, documentos en mano, signados por el mando insurgente, solicitando rendición de la ciudad, con promesa de respetar a los españoles, aunque los haberes materiales de oro, plata y demás serían confiscados.

Los manuscritos que el cura Hidalgo despachó con esos personajes rezan:.

“Sr. Cura del pueblo de Dolores, Don Miguel Hidalgo:

No reconozco ninguna otra autoridad, ni me consta que haya establecido, ni otro capitán general de Nueva España, que el Exmo. Sr. Don Francisco Javier Venegas, Virrey de ella, ni más legítimas reformas que acuerde la Nación entera en las Cortes Generales que van a verificarse. Mi deber es pelear como soldado cuyo noble sentimiento anima a cuantos me rodean. Guanajuato, 28 de septiembre de 1810. Juan Antonio Riaño

Muy Señor mío: no es compatible el ejercicio de las armas con la sensibilidad: ésta exige de mi corazón la debida gratitud a las expresiones de Ud. en beneficio de mi familia, cuya suerte no me perturba en la presente ocasión.

Dios guarde a Ud. muchos años.
Guanajuato, 28 de septiembre de 1810. Riaño”.

RUMBO A LA ALHÓNDIGA.
 La suerte estaba echada; las palabras daban paso al drama. Este echó a andar al medio día, sonando la una, con un tumulto de 25 mil almas, que el rumbo de Marfil fué testigo de su arribo en tropel. Amplios conocedores de la tierra que pisaban, como ráfaga se agazaparon estratégicamente en los cerros cercanos a la Alhóndiga, en particular el colindante del Cuarto… a la espera de la voz que comandaba. Como de esperar era, mineros y población blandiendo hondas, machetes y odio, de inmediato secundaron a los insurgentes.

La cuesta de Mendizábal, calle que sube al actual mercado Hidalgo, fué el sitio para disparar los primeros perdigonzazos, flanco que correspondía defender precisamente a don Gilberto Riaño. Luego, por el rumbo llamado Positos, lugar al que imprudentemente el intendente dirigió sus pasos para defenderlo, y cuando se paró en los escalones del edificio, un fusilero de Celaya, le disparó certera y mortal bala. Al mirar muerto a Riaño, don Gilberto volteó la boca de su fusil hacia sí mismo con intención suicidarse ahí mismo, aunque fué interrumpido y persuadido por sus camaradas de armas de no hacerlo, reincorporándose aunque con su pesar, a la encarnizada refriega.

Los alzados superaban en número por mucho a los hispanos, y casi para cumplirse las tres de la tarde, los fueron obligando a retroceder, hasta topar con las mismas barricadas que presurosamente tuvieron que introducir en el pétreo edificio, para finalmente cerrar sus portones, que fugazmente protegerían a los europeos. Ahora solo dos caminos se divisaban: vencer o morir. Los realistas se daban gusto disparando desde las alturas a la muchedumbre de modo tal que cada tiro disparado era un insurgente muerto.

Pero los alzados igual abonaban a su causa, y a base de una lluvia de piedras lanzadas a la azotea por infalibles honderos, obligaron a que la soldadesca retrocediera de la misma. La gente del interior al ver su evidente fatal inmediato, y con ausencia de comando militar, miró a los ajos su mortal destino. El pánico y la confusión echaron a correr por todo el edificio: unos sacaban banderas blancas en señal de rendición, otros arrojaban azogue, aquellos disparaban a donde fuera, los muchos rezando e implorando ayuda divina y de la Virgen de los Remedios… mientras que la Guadalupana plasmada en estandarte de Atotonilco tremolaba suavemente en lo alto del cerro del Cuarto, testigo involuntario de semejante carnicería del día 28, que parecía porfiado en no terminar.

“Sin embargo, la pétrea fortaleza parecía no ceder por flanco cual ninguno o rincón, hasta que los mineros aguzando pensar e ingenio decidieron tantear por donde se miraba como la parte frágil de la construcción: el maderamen de la puerta de entrada a la alhóndiga”.

Las filas de Hidalgo saturadas de pueblo y mineros, peleaban con furia, ante la mirada fija de cientos de cadáveres de mexicanos, abatidos por la lluvia de balas disparadas desde las azoteas por los guarnecidos… De pronto, de entre los mineros, un dieciochoañero de recia complexión nombrado Juan José de los Reyes Martínez, apodado por sus camaradas como “El Pípila”, pidió a mineros y honderos lo cubrieran con una lluvia de piedras mientras se arrastraba pegado al muro y al suelo cargando bote, botella y candela… Hízose así, y, llegado al portón, untó toda la brea y aguarrás que pudo, mientras que balas y maldiciones le retumbaban los oídos, aquellas rebotando en la loza, solo le rozaban el ánimo… El minero, mirando con ojos fieros la pesada puerta de madera, le prendió fuego.

Al mirar aquella simple pero valerosa e ingeniosa maniobra, la muchedumbre irrumpió en gritos. Se retiraron a un sitio para prudenciar las balas, solo a la espera de que la lumbre hiciera su parte en la batalla. Los hispanos palidecieron al ver aquello, sabedores que todo estaba por liquidarse y sus instantes además de cortos, estaban ya contados…

Cayó el portón y 298 largos años de orgullo hispano, sangre y vida sería la moneda de cobro por la imprudente incursión hispana en tierra mexicana, que pagarían los ahí encerrados. Los independentistas saltaron sobre el agónico portón que sin caer a cabalidad seguía ardiendo, aunque fueron recibidos con cerradas descargas de fusilería, fulminando a quienes iban por delante gritando consignas, lo que enardeció más a la multitud de mineros y pueblo. Pero los que venían detrás lo hacían empujando a sus compañeros que al caer heridos eran pisados involuntariamente por los demás… La batalla cuerpo a cuerpo se generalizó sin pedir ni dar cuartel. Pasillos, patios, escaleras, troje y azoteas eran escenarios de maldiciones, gritos y ayees de dolor. En la bola murieron lo mismo mujeres que niños y clérigos, quienes fueron sin piedad degollados. Solo se salvaron las mujeres del pueblo aquellas que habían sido obligadas a permanecer ahí para servir a los españoles.

Para las 5 de la tarde, el sol caía ya, como apenado por el ambiente teñido de sangre..

“Al hacer recuento de bajas, se supo que 650 fieles al rey y 1500 independentistas habían pasado a mejor vida”.

Ya sin impedimento enfrente, la multitud volteó afanes y furia al saqueo, arrebatando lo mismo oro, plata, maíz, joyas, armas, municiones y ropa, tropelías que no hicieron distingo para todas las casas de los peninsulares. Esos saqueos se alargaron el resto del día 28, todo el siguiente, y fué hasta el tercero que fué domingo, que por tajante orden del alto mando insurgente con amenaza de severas penas, paró aquel atropello popular, por ser una inútil orgía de sangre, beber sin freno, revanchismo, y no justicia social.

“Sin embargo, el bando insurgente aseguró sobrados bienes y enseres que serían imprescindibles para mantener semejante gentío, como ejército popular para la libertad”.

Sería hasta el sucesivo lunes en que el alto mando insurgente abocó tiempo e ideas a conformar al novicio gobierno de la ciudad, cargos que los principales criollos ahí afinados desdeñaron; Hidalgo, para avalar un buen gobierno, coaccionó a aceptarlos a José Miguel de Rivera Llorente y a José María Hernández Chico para los principales, y para otros, a Francisco Montes de Oca, Francisco Robledo y Francisco Gómez. Ellos no eran insurgentes e intuían los nublosos días que se cernían sobre el montañés Guanajuato.

A diferentes villas bombardeaban los correos desde la intendencia, con mensajes que evidenciaban contento por el movimiento, aunque la organización que ella mostraba, movía mucho en qué pensar. De entrada, no se miraba discriminación y, así como en las acciones bélicas de Guanajuato concurrieron criollos, mestizos e indios de San Miguel el Grande, también empuñaron armas y malestar poblaciones menudas o amplias como Chamacuero, Dolores, Celaya, Irapuato, Silao, Salamanca y por supuesto el ya mentado rumbo cerril guanajuateño.

La primera mirada movería a extrañar que los leoneses no aportaran a la reyerta de Guanajuato y Granaditas; sin embargo, apareció un documento que señala que el alcalde de la villa, José Ramón de Hoyos tuvo contacto misivo con el cura Hidalgo desde el tronido de las movilizaciones. Es más, luego se supo que el 27 de septiembre, el previo a la toma, el comandante militar de la villa de León, Manuel de Austri, incorporaba gente y armas al movimiento insurgente y así lo enteró a la población, maniobra que aparece manuscrita en epístola que Juan de Dios Recacho envió a Calleja en septiembre 29. Ya rayando octubre 4, y luciendo grado de coronel, irrumpió en paz en la leonés villa don José Rafael Iriarte, que fué bien acogido por José Ramón de Hoyos y Juan Manuel Austri, autoridades de la villa, después renombrada como “León de los Aldama”.

Tomado del Libro: “La Epopeya y la Leyenda, el Otro Rostro de la Historia”
de Jorge Ojeda Guevara

Cuento

Aquelarre

Dicen que por las noches salen las almas en pena, dicen que por las noches las brujas malignas hacen sus bebidas envenenadas en el panteón de la Iglesia de Santo Domingo en Salvatierra.

Las brujas trabajan en las noches porque la gente se va a la cama a dormir, solamente caminan por las calles los maleantes que roban a quienes pasan cerca de ellos y matan a aquellos que se resisten. También se meten a las casas a robar.

Un día varios amigos nos pusimos de acuerdo para espiar a las brujas que seguramente estarían en el panteón de Santo Domingo, pues era un viernes trece, también era noche de luna llena cuando salen las almas de los mal portados y que se encuentran tan castigados en las llamas eternas del infierno.

A nuestras espaldas había una barda, de un lado pusimos unas tablas viejas y casi podridas, del otro lado pusimos unas ramas y zacate, en el frente nos protegimos con unas ramas espinosas de huisache.

A tres cuadras del lugar se encuentran las torres de la parroquia y a las doce de la noche el reloj marcó la hora. La primera campanada nos hizo brincar de miedo, a la segunda campanada nos juntamos más y a la tercera nos abrazamos llenos de miedo y el único ruido que se escuchaba era el de nuestras quijadas que, temblando de abajo hacia arriba golpeaban los dientes.

No supimos de dónde llegaron, vimos cuando las brujas hicieron su fogata y pusieron encima de ella un cazo. De pronto, las brujas hicieron una valla y por ella fueron pasando sus invitados: Una sombra muy obscura fue la primera en entrar y, a paso muy lento, se dirigió a la hoguera llorando y gritando, echó unas lágrimas en el cazo, era la Llorona.

Detrás de ella, llegó el monje sin cabeza que todas las noches salía de las calles que están detrás del convento de San Francisco, sacó de sus bolsas unos lagartijos secos, les cortó las uñas, las echó en el cazo diciendo con voz de muerto: “¡uñas de lagarto para romper las rejas!”

Entró otro esperpento, en el cazo aventó su ofrenda y dijo: “colmillos de lobo para comer humanos, aú, aú, aú”.

Le siguió otro espanto que con voz chillona lanzó al cazo unas alas de murciélago: para volar por los tejados y rió socarrón.

Una horrible bruja se acercó al cazo, movió con una pala el brebaje que se cocía y dijo:

-¡No cese, no cese el caldero que cuece!

Otra bruja que traía un sombrero que terminaba en punta puso en el cazo puños de azufre y también cantó con chillona voz:

-¡No cese, no cese el caldero que cuece!

Unas brujitas echaban leños en la fogata. Todas estaban chimuelas y tenían la lengua puntiaguda. Tocó su turno a una bruja que caminaba ayudada por una vara larga que le servía de bastón, movió la mezcla del cazo y gritó:

-¡No cese, no cese el caldero que cuece!

La noche estaba obscura y los niños que espiaban temblaban de frío y de miedo casi todos tenían el pantalón mojado, yo también. Llegó otro espanto que hacía mucho ruido con las cadenas que golpeaban las tumbas. Todas las noches sale de “Las Arrecogidas”, así le
llamaban a la cárcel de mujeres que estaba en la calle de 16 de Septiembre en Salvatierra y haciendo mucho ruido arrastra cadenas por la calle de Hidalgo y se mete en el Convento de Capuchinas. Ella también cantó: “¡No cese, no cese el caldero que cuece!”

De pronto se oyó el ruido de los cascos de un caballo que venía corriendo de por el rumbo de la hacienda de San José del Carmen, bajó del caballo negro un hombre quien traía una capa negra, traía su látigo en la mano con el que pegaba a los peones cuando tenía vida, y con voz de ultratumba gritaba:

-¡No cese, no cese el caldero que cuece!

Y las brujas seguían moviendo el brebaje del cazo: ¡No cese, no cese el caldero que cuece!

Llegaron más espantos al aquelarre, así llaman las brujas a sus reuniones. Todas echaban al caldero pociones mágicas, pelos de rana calva, ojos de sapo gritón, dientes de ratón, veneno de víboras, saliva de dragón, y todos cantaban:

-¡No cese, no cese el caldero que cuece!

Los espantos se sentaron en las tumbas y las brujas se tomaron de las manos formando círculos cantando con voz chillona

-¡No cese, no cese el caldero que cuece!

Empezaba el ritual tenebroso, cuando llegó una fila de esqueletos. El que iba delante dijo: “Nos avisaron que había Aquelarre y decidimos venir al festejo lúgubre, yo soy la muerte y me llaman “La Flaca”, les presento a mis compañeras.

Todas se reían presentando su dentadura escasa y podrida, haciendo una caravana y una a una decía su nombre: -Yo soy “La tilica”, -y yo la “Temblona”, -a mi me dicen “La Huesa” y mi compañera es “La Movida”. Le siguieron “La Filosa” y “La Pelada”, -me llaman “La Tiesa” y yo, “La Llorona” -dijo otra: yo soy “La Flaca” y mi hermana “La Dientona”.

Dando pasos calmados llegó “La Catrina” con su sombrero ancho. Ya todos juntos los espantos, las brujas y las calacas tomaban un sabroso brebaje, untaban con él las escobas, se mojaban y untaban las manos y gritaban con voz de ultratumba:

-¡No cese, no cese el caldero que cuece!



R R S

Narraciones

Luminosa Reseña Histórica

por : R M P

Con motivo del 25 Aniversario-Bodas de Plata (1988-2013) de la llegada de Nuestra Madre Santísima de la Salud a su templo de la Sagrada Familia de la Colonia Álvaro Obregón de Salvatierra, Gto., tuvo lugar una magnífica celebración religiosa muy solemne, como también su fiesta del exterior llena de colorido y alegría por el pueblo de Dios dando al Ser Supremo las debidas gracias por habernos dado tan esplendoroso día.

Pero aparte de este memorable evento tan alegre al compás de las notas musicales, se nos obsequió un opúsculo titulado “Reseña Histórica”, escrita por el Sr. José Luz Rivera “Santos” que describe con bastante precisión los acontecimientos de aquellas fechas de feliz memoria, cuando el pueblo de nuestra colonia, acudió al encuentro de la imagen de Santa María Inmaculada de la Salud, procedente de Pátzcuaro, Mich., siendo ese día su llegada a Salvatierra, Gto., por el rumbo de Batanes, con destino a su templo de la Sagrada Familia de nuestra colonia Álvaro Obregón, para convivir con nosotros por siempre y para siempre.

Ahora, sólo debo pedir mil perdones al Sr. don José Luz Rivera “Santos”, autor de la reseña histórica, por el atrevimiento mío de mandarla publicar en nuestra revista “Por Amor al Arte”, sin el permiso de usted. Pero lo hice para que el mayor número de hermanas y hermanos del pueblo mariano sintieran la emoción de leerla, pues es un hermoso trabajo literario y no fuera a pasar inadvertido. Porque también es semejante a un fresco rocío venido de lo alto, tal vez procedente de las glorias de María. A continuación se transcribe fielmente la Reseña Histórica, a fin de que nuestro amigo lector empiece a leerla:

Reseña histórica de la Imagen de Nuestra Señora María Inmaculada de
la Salud que se venera en la Parroquia de la Sagrada Familia
en la Col. Álvaro Obregón de Salvatierra, Gto.

El Papa Pío XII proclamó el año de 1954 como Año Mariano para resaltar la santidad excepcional de la Madre de Cristo, expresada en los misterios de su inmaculada concepción y de su asunción a los cielos.

“Precisamente el vínculo especial de la humanidad con su madre, me ha movido a proclamar en la iglesia en el periodo de la conclusión del segundo milenio del nacimiento de Cristo, un año mariano, siguiendo la línea del Concilio Vaticano II”.

Sensibles palabras del siervo de Dios, el Beato Juan Pablo II, quien proclamó el 1º de enero del año de 1987, fiesta de María, madre de Dios, como año Mariano. Y que oficialmente se inauguró el 7 de junio del mismo año, el día de Pentecostés, que es cuando estuvo la madre de Cristo presente en el comienzo de la iglesia con los apóstoles, en la espera del Espíritu Santo y que terminó el 15 de agosto de 1988, solemnidad de la asunción de María a los cielos.

Ambos dogmas de fe: su inmaculada concepción y su asunción a los cielos; están unidos entre sí, entre dos descendientes del apóstol Pedro, representantes de Cristo aquí en la tierra. Así como sus antecesores lo hicieron, el papa Benedicto XVI ha proclamado este año de la fe para rescatarnos de la duda, la incertidumbre y el desencanto que tanto nos agobia. Recordando que María siempre nos acompaña en la fe.

Este breve relato nos sirve como base para entrar de lleno a lo que es el motivo de estas palabras, llegando al año de 1987, con él nuevos cambios, nuevas ideas para buscar siempre la renovación de nuestra iglesia diocesana. Este año y estando al frente de nuestra arquidiócesis el señor arzobispo Don Estanislao Alcaraz Figueroa, realizó una visita pastoral en esta zona, buscando dar mejor atención a la feligresía. Con gran júbilo se le recibió en nuestra comunidad, no se sabe el cómo ni el porqué, pero escogió para convertir en Parroquia nuestro templo, así que empezaron los trámites y trabajos que se requerían, ya para entonces habían comenzado los eventos del año Mariano, entre los principales fueron la visita de María Inmaculada de la Salud, una imagen peregrina de la reina y patrona de nuestra arquidiócesis, bella, altiva, con un aire de señora, de madre, de corredentora, que desde el primer momento nos robó el corazón.

Con qué amor la recibimos, entre cohetes, música, aplausos, los días que estuvo aquí fueron inolvidables, ya no la soltamos, hasta que con tristeza la fuimos a dejar a la comunidad de San Miguel Eménguaro. Pero esto no podía quedar así, el amor a María Santísima de la Salud, ya estaba sembrado en nuestros corazones, ya era imposible dejar de sentir su presencia, pues dejó grandes y maravillosos recuerdos, al igual que muchos milagros.

El amor incontenible que nos dejó y las maravillas ocurridas no podían olvidarse, así que, gracias a la iniciativa del padre Marcelino Mendoza, sacerdote que estuvo en esos tiempos con nosotros, y a la cooperación de toda la comunidad que se desprendió de lo material de abundante manera, se pensó en traer una imagen de nuestra señora María Inmaculada de la Salud, para que estuviera físicamente y para siempre entre nosotros para que siguiera derramando sus bendiciones y sus milagros.

Rápidamente se puso el padre en contacto con las madres dominicas de la basílica de Pátzcuaro, haciéndoles la encomienda de la imagen. La primera vez se hizo acompañar de una persona de la comunidad, para que fuera reconocido por las madres dominicas, especialmente por la madre Sor Elena, para mi sorpresa, el elegido para tan maravillosa encomienda fui yo. Después, ya me tocaba ir sin compañía del padre, llevaba abonos según se juntaba, fué hermoso ver esa transformación, como un trozo de madera podría ir descubriendo poco a poco esa cara hermosa, esa boca sonriente, esos ojos expresivos, su pelo, ver poco a poco que con tanto amor iban uniéndose en esa cabellera que después de 25 años sigue intacta.

Fueron varias las visitas a Pátzcuaro para poder ver cada detalle de tan hermosa señora, pero no sólo se cuidaba el avance de la imagen, independientemente aquí en nuestro templo, se trabajaba con muchas ganas en lo espiritual, era impresionante ver cómo se esforzaban las personas para poder acoplarse en un coro especial de señoras para su recibimiento, los ánimos que le echaban las personas en los detalles e ideas para el altar, sería imposible mencionar a alguien en especial, pero a los que trabajamos de una forma o de otra nos queda la satisfacción de haber sido testigos de tan memorable suceso.

Por fin se llegó el día esperado, 15 de octubre de 1988, cuánta gente quería participar en su traída de Pátzcuaro a Salvatierra. Fueron camiones hasta la basílica de Nuestra Señora, fué inolvidable el recibimiento, la Eucaristía, la bendición de la imagen, el acercamiento que tuvo dentro del camerín de la Reina y Patrona de nuestra arquidiócesis, si algo le faltaba de tener con ese toque cuerpo a cuerpo, que tuvo con la creación celestial de Don Vasco basto para tener ese gran poder como hija de Dios Padre, como madre de Dios hijo y como esposa de Dios Espíritu Santo.

Dentro de tan memorable suceso, ese día en la basílica de Pátzcuaro, el P. Marcelino comentó que el señor obispo le concedía la gracia a la imagen de nuestra Señora de la Salud que las personas que no pudieran ir por alguna razón a Pátzcuaro, si verdaderamente había un impedimento podían pagar su manda en nuestro templo. Gracias Señor por este don tan especial.

Salimos en procesión con ella desde su basílica que abandonaba para siempre, pero para cobijarnos a nosotros, sus hijos lejanos. Entre cantos y alabanzas llegamos a Salvatierra, en Batanes ya nos esperaba mucha gente con música, cohetes, porras, pero principalmente, con mucho amor. Empezó su recorrido triunfal hasta llegar a nuestro templo, donde mucha gente esperaba, hasta me parece un sueño recordar esos repiques de campanas, esas porras que no dejaban de escucharse, esos aplausos, todo, ¡todo fué maravilloso! Pues algo tenía de mágico o divino.

Después vino la eucaristía, su coronación de manos del señor Vicario Episcopal Don Alejo Zavala Castro, ahí sí fué donde todas las gargantas guardaron silencio, lágrimas de emoción y felicidad. Por momentos como este, vale la pena vivir, pues nos podemos sentir satisfechos de ser de ese tiempo, de compartir con los que no lo vivieron, que fué algo hermoso, algo digno, algo inolvidable, durante 25 años ha prodigado sus bendiciones, ha logrado de su hijo muchos milagros, muchas personas vienen a darle gracias, otras a pedirle algo, pero siempre hay un motivo para venir a visitarla.

Para muchos no pasa inadvertido que su primer milagro fué ver convertido nuestro templo, nuestra “capillita” en Parroquia de la Sagrada Familia, pues el 20 de diciembre del año de 1989 fué nombrada como tal, ¿Por qué? No lo sabemos, pero con la llegada de María, solo podemos acertar en decir que: nuestro templo es sencillo como María, es pobre como María, pasa inadvertido a veces como María, es joven como María, pero también, es maravilloso como María, renovado como María, y tiene los brazos abiertos como Cristo y María, para recibir a sus hijos con mucho amor, con mucho cariño, vengan de donde venga, sean como sean, siempre serán bienvenidos.

Sirvan estas palabras para dar a saber a las nuevas generaciones estos hechos sucedidos en nuestra comunidad y que sean la base para buscar la manera de honrarla y venerarla como se merece. También un reconocimiento para nuestro señor cura actual el P. Gabriel Ruiz Rodríguez, párroco que ha sabido darle el culto que se merece nuestra señora, entronizándola durante el quincenario que desde que llegó aquí, año con año se lleva a cabo, que Dios y la Santísima Virgen lo sigan cuidando para que siga trabajando en bien de los demás.

Dentro del culto que tiene nuestra Señora, solo queda por comentar que una vez al año viste su manto rojo: el 15 de agosto día de la Asunción a los cielos. Fecha especial que viste como reina pero día con día y en todo momento, ella es reina y señora de nuestras vidas y es nuestra madre desde el momento que Jesucristo nos la entregó a la hora de su muerte desde la cruz.

José Luz Rivera “Santos”.

Datos Sobre la Revolución Mexicana

Como todos los años, este 20 de noviembre de 2013 recordarán a nivel federal, estatal y municipal con discursos y desfiles deportivos a los principales revolucionarios de 1910, exagerando cualidades que la mayoría de ellos desconocía, como veremos más adelante siguiendo la pluma de prestigiados escritores no oficialistas o gobiernistas descubriremos actitudes verdaderamente salvajes en los llamados “héroes”, que la historia oficial se empeña en ocultar o disculpar.

Iniciamos con: Francisco I. Madero (espiritista y masón). Tenía solamente 19 días como presidente del país cuando Emiliano Zapata con su “Plan de Ayala” (25 nov. de 1911) le lanzaba fuertes reproches y lo desconocía como presidente. Decía, entre otras cosas que “un hombre se ha adueñado del poder, violando los sagrados principios que juró defender bajo el lema de “Sufragio Efectivo, No Reelección” ultrajando así la fe, la causa, la justicia y las libertades del pueblo”. Ese hombre a que nos referimos es Francisco I. Madero.

Más violento se comportó Pascual Orozco que había sido el segundo de Madero el 25 de marzo de 1912, proclamaba su plan donde decía que: “Francisco I. Madero hizo la Revolución con dinero de los millonarios americanos (de Estados Unidos). Francisco I. Madero, llevó en sus filas filibusteros americanos y de otras nacionalidades para asesinar mexicanos. Francisco I. Madero contrató y recibió a los dos días de subir al poder catorce millones de dólares de Wall Street. Francisco I. Madero robó a la nación asociado con todos sus familiares” –y concluía: “por los delitos y crímenes anteriores se declara a Francisco I. Madero y a sus cómplices traidores a la patria y se les deja fuera de la ley”.

Un protagonista de la Revolución hizo la siguiente revelación: “Madero se levantó en armas para eludir la grave responsabilidad de la estafa cometida en Francia por su agente Stavinsky” (Verdad y mito de la Revolución Mexicana, relatada por un protagonista, Ignacio Muñoz), sin embargo, Madero es conocido en la historia oficial como el apóstol de la democracia.

Venustiano Carranza. Fué Senador en la dictadura porfirista, después aprovechando la Revolución Maderista llegó a ser Gobernador de Coahuila, y por dudosos manejos del dinero, Madero primero y después Victoriano Huerta le pidieron cuentas entre otros de $50, 000 pesos que se robó de un banco de Coahuila, eso provocó que Carranza pensara revelarse contra Madero, pero al ser asesinado, este, se reveló contra Victoriano Huerta, según decía por la muerte de Madero, pero el General Benjamín Argumedo lo desmintió al declarar que: “Yo fui de los primeros a quien Carranza invitó a volteársele al Presidente Madero y mi negativa lo hizo mi enemigo”. Esa negativa le costó la vida. (América peligra por Salvador Borrego).

El Padre Regis Planchet en su libro “El Robo de los Bienes de la Iglesia, Ruina de los Pueblos” dice que “Carranza eran tan asesino como Villa, asesino cobarde que sin arriesgar nada, tomaba venganzas ruines en sus enemigos vencidos, los mandaba fusilar con balas expansivas como a Felipe Ángeles, y añade que las hordas carrancistas amarraban a sus víctimas y les ataban al cuello una bomba de dinamita que hacían explotar en medio de la algazara (vocerío, gritería) de aquella endemoniada canallada, que además inventaron” la corbata revolucionaria”, la cual consistía en atravesar la garganta de los prisioneros con un alambre y así ensartados los colgaban entre postes de telégrafo en racimos de hasta 19 víctimas y los dejaban morir lentamente en medio de los estertores de una agonía espantosa.

También dice que al salir huyendo de la capital del país, al acercarse sus enemigos se robó los 16 millones oro del tesoro nacional y después según una corresponsal del periódico “NY Sun”, cargó 50 trenes con cuantos despojos puede uno imaginarse, como grandes espejos, ropa, tapicería, pianos, coches, etc.”. Pero en la historia oficial es conocido como el Barón probo y humilde de Cuatrociénegas.

Francisco Villa (Doroteo Arango) Ateo, se ufanaba de no tener ninguna religión y por lo mismo se apoderaba de cosechas y ganados. Asaltaba conventos, violaba monjas, asesinaba sacerdotes, cortaba en algunos pueblos del norte los brazos de los varones que se negaban a seguirlo y ametrallaba en un solo día hasta 92 mujeres. En Jiménez cogió por los pies a un niño de 3 años y le estrelló el cráneo sobre la pared de un edificio. En casas grandes, mandó pasar a cuchillo a todos los niños, en castigo por haber huido sus padres al aproximarse aquella fiera.

En Rancho Espejo, Chihuahua a 676 soldados federales los degolló, menos a 2, para que dieran fe de aquella carnicería. A otros, si se compadecía, solamente les cortaba las orejas. En una ocasión que tenía prisioneros a unos padres jesuitas y les daba tortura para quitarles dinero, les decía: “Estos jisuitas himprióquitas no hacen más que chupar con sus colegios el dinero de los ricos ¿y para qué sirven los colegios? yo no fuí a ninguno y valgo más que todos ustedes. No quero tener qué lidiar con jisuitas que es lo mesmo que himprióquitas, lárguense ustedes por una asinadita de esas los ahorco”. Parece que con toda razón era conocido como “Ese torvo asesino” (Libro del Padre Regis Planchet).

Álvaro Obregón (Ateo). Antes de asaltar la presidencia, Obregón hizo a los electores esta promesa: “Os ofrezco para el porvenir derrumbe de iglesias, abolición de la misa, incendio de confesionarios”, “es mi propósito –decía, años después- desarraigar del pueblo su fanatismo religioso, el funesto catolicismo romano”. En una ocasión abofeteó a un indefenso sacerdote que tenía prisionero para ver si era cierto que el pegarle a un fraile se le secaba la mano. La mano no se le secó, pero a poco tiempo una granada se la arrancó en Celaya con todo y brazo. Tiempo después, al estar banqueteando, ese bravucón decía: “he cruzado la república entre las maldiciones de los frailes. ¡qué mayor gloria para mi! La maldición de los frailes entraña una glorificación.

De repente la maldición de Dios, llevada en los fogonazos de José de León Toral cayó como rayo sobre aquel desgraciado que tan horriblemente había escarnecido a nuestro Señor, cuyo monumento en el Cerro del Cubilete impidió terminar diciendo: “yo soy enemigo de Cristo” Yo aborrezco al Sagrado Corazón”, cuyos templos convirtió en inmundas caballerizas por no ser decían: “dignos de otros usos”. Según el diario Monthly World de diciembre de 1927 afirmó que Álvaro Obregón en solo 4 años de su administración como presidente juntó 50 millones de dólares. (Libro del padre Regis Planche).

Emiliano Zapata. Como otros guerrilleros, Zapata había necesitado echar mano del atractivo del botín y el pillaje para atraerse seguidores, por eso recomendaba “el saqueo, el incendio, y el asesinato no son mas que un medio… necesitamos que nos teman y debemos hacerlo incendiando haciendas y matando; que la cualidad de la guerra ha sido siempre la ferocidad”. Pero esa ferocidad no se desplegaba contra las tropas federales, sino contra la población civil de los pequeños poblados. (América peligra por Salvador Borrego).

La Revista Impacto nos proporciona la siguiente información: “la capital del país estaba en poder de la convención y las fuerzas zapatistas guarnecían la aterrorizada y hambrienta “ciudad de los palacios”, ya que nadie se extrañaba del poco respeto de los jefes oficiales y soldados zapatistas que entregándose muchos de dichos jefes y sus subordinados a correr juergas por efectos del licor repentinamente surgían sangrientas disputas. Por ejemplo, el 7 de mayo de 1915 un llamado general zapatista Antonio Barona asesinó vilmente de una puñalada al taquillero del Teatro Apolo. Eso fué el inicio de un escándalo mayúsculo y provocó que Emiliano Zapata ordenara al dicho general Barona presentarse inmediatamente presentarse inmediatamente en el cuartel general, pero Barona no hizo caso de la orden y se encaminó al estado de Morelos, en cuyas serranías y cañadas se dedicó como siempre a asaltar, violar y matar y se mofó de la orden de Zapata, que en Tlatizapán se entretenía en jaripeos, borracheras y peleas de gallos.

“¿Y el asunto del General Barona? No volvieron a acordarse de él”.

Plutarco Elías Calles. Cruel y despiadado perseguidor de la Religión Católica, con él se inició aquella injusta y mal llamada guerra cristera de 1926-1929, su odio al catolicismo sorprendió a un periodista norteamericano, y el escritor francés B. Bassieres opinó que la política religiosa de Calles se resume en: “someter o exterminar al catolicismo”. Calles que de cantinero de pueblo y maestro rural (“Maistro Mechas”) sin título, llegó a ser gracias a la Revolución, uno de los mayores terratenientes de México. Y uno de los pocos revolucionarios que no fué asesinado, solamente fué expulsado del país por su anterior protegido Lázaro Cárdenas. (Libro del padre Regis Planchet).

En líneas anteriores expusimos que la capital del país sufría la ocupación de las hordas revolucionarias y la gente encontró la forma de desquitar su impotencia nombrándolos de diferentes maneras, por ejemplo: Zapata era conocido como: “el Atila del sur” y sus huestes “los sombrerudos, las reverendas mulas y las liebres blancas por su rapidez para huir del enemigo”. Al acercarse Carranza con su ejército constitucionalista a la capital del país, la gente con temor decía: “ahí viene Barbas de Chivo con las uñas listas”. (Revista Impacto).

Por esa época el pueblo dejó de usar el verbo robar y lo sustituyó con el elocuente “Carrancear”. Según información del Padre Regis Planchet y añade que una ocasión un compañero le preguntó a Álvaro Obregón cómo le había ido con la Revolución, contestó con cinismo: “perfectamente bien, soy dueño de medio Sonora y de todas las tierras que quiero. Tengo mas dinero que todos los científicos juntos. Me he apoderado de toda la riqueza pública, y eso que sólo tengo una mano”.

Más barbaridades cometidas por los revolucionarios sin importar quién fuera el jefe pues como vimos en líneas anteriores casi todos eran igual de salvajes y asesinos, sigamos al Padre Regis Planchet (en poder de Villa, cayeron muchos prisioneros cerca de Torreón, su segundo, Rodolfo Fierro mató a sangre fría con su propia pistola a más de trescientos de ellos. En Chihuahua, Villa derrotó al Revolucionario Félix Terrazas, haciéndole 384 prisioneros, a todos ellos, hombres, mujeres y niños los fusiló de 4 en fondo y de un solo tiro: “hay qué economizar el parque, que anda muy caro” decía, a los que no alcanzaron las balas, heridos o no, los quemó vivos y para mayor tortura, con leña de encino verde”

También para economizar parque, el bandolero que se hacía llamar Francisco Murguía ordenó que 150 villistas que tenían presos en Chihuahua fuesen muertos a bayoneta. Descargaron sus golpes los verdugos en la cara, en la cabeza, en el vientre de los prisioneros en medio de un clamor horrible; y los enterraron en una misma fosa, sin aguardar que hubiesen todos exhalado el último suspiro. Yo mismo, escribe un médico norteamericano, vi personalmente a esos demonios torturar a sus prisioneros de un modo capaz de horrorizar a un apache, los vi bañarlos en petróleo y luego prenderles fuego.

Los vi rebanarles las plantas de los pies hasta los huesos, y así forzarlos a caminar sobre nopales; y después de amarrarlos fuertemente, arrojarlos sobre un hormiguero en pasto a las hormigas. Lo cual hizo exclamar a Vasconcelos: “la serie de crímenes de uno y otro bando nos han creado una reputación de salvajismo”. Esto es solamente una pequeña parte de las atrocidades cometidas por los revolucionarios de 1910, no habrá motivo para recordar, menos festejar esta época vergonzosa de la historia mexicana donde la muerte, venganzas, rencores, envidias, traiciones, eran el pan de cada día. Todo por obtener o conservar el poder.

¿Pero qué se podía esperar de individuos en su mayoría incultos, sin el mínimo de instrucción religiosa y temor de Dios? ¿Qué lucharan por ayudar a los pobres? Eso fué sólo un pretexto, lo importante era enriquecerse sin medida y gozar del poder y del dinero, (esa misma “debilidad” o ambición por el dinero la padecen los políticos actuales, lo pudimos comprobar en esa lucha interna de la bancada del PAN en las cámaras por controlar la partida de dinero). También en el libro Metas Políticas de Salvador Borrego, leemos lo siguiente: “para las improvisadas infanterías, arrastradas por un puñado de guerrilleros como Pascual Orozco, Villa, Zapata, etc. todo se reducía a: “irse a la bola” Para muchos no había más móvil que la aventura y el pillaje”.

Y eso trajo como consecuencia una lucha a muerte, entre los principales líderes revolucionarios, pues todos querían el poder para sí, y no compartir con nadie el botín en que convirtieron en esa época a la nación, y por esa razón, Madero, Zapata, Carranza, Villa, etc., fueron asesinados por sus antiguos aliados que no dudaron en aceptar y solicitar ayuda extranjera para eliminar a sus enemigos (como en su tiempo lo hiciera Benito Juárez) por ejemplo Venustiano Carranza estuvo de acuerdo en asistir a la Convención de Aguascalientes y al ser desconocido como “primer jefe” él a su vez desconoció a la Convención, y Álvaro Obregón, que afirmaba “no había general que resistiera un cañonazo de 50,000 pesos”.

En 1924 terminaba su periodo presidencial y cedía el poder a Plutarco Elías Calles, para que él a su vez, se lo regresara 4 años después a pesar de que uno de los principales lemas de los Revolucionarios era “Sufragio Efectivo, No Reelección”. Obregón ya era presidente electo, cuando las balas de José de León Toral acabaron con su vida y su ambición.

Como conclusión de este artículo, podemos preguntarnos ¿se levantaron en armas con el único fin de ayudar a los pobres? La respuesta es sencilla: a nadie le interesan los pobres. (solamente a un santo que ve en los pobres un hijo de Dios). Sólo su beneficio personal en el pasado y en la actualidad. Algunos escritores le llaman “La Robolución”.

D H R

Algo Mío

Hoy que me Faltas Tú

Hoy que me faltas tú,
que te has ido de mi,
¡qué tristeza tan grande
dejaste en mi vivir!

No quisiera pensar
que tú me olvidarás,
si tengo la esperanza
que un día volverás.

Hoy que me faltas tú,
he derramado en silencio
mi llanto amargo y sincero,
y es porque te quiero
y no estás aquí.

Hoy que me faltas tú
contemplo triste tu casa,
cerrada siempre su puerta,
oscura y desierta
la calle sin ti.

Qué pena recordar
las dulces noches de luna,
las gratas horas tan bellas,
bajo las estrellas
a solas tú y yo.

Hoy que me faltas tú
aquellas mismas estrellas,
y aquella luna plateada
junto a tu ventana
me miran llorar.

Mario Carreño

Calaveras

Las Travesuras de la Catrina y el Catrín

Estaba Sandra sentada,
cuando se le apareció la Catrina,
y le dijo: “no sentirás nada,
porque ya estás en la caja”.


Su hijo asustado,
a su papá quería busca,
pero de algo no se había percatado
que la calaca ya lo había encostalado.


Su hija como si nada,
en Facebook estaba
cuando se le apareció la huesuda,
y se la llevó toda espantada.


El papá desconcertado,
de lo que en esos pasando,
se le apareció el catrín diciendo:
“ya no estés preocupado,
porque ustedes ya están en el cielo”.


Gracias a las travesuras de la Catrina
y las ocurrencias del Catrín,
toda la familia está agradecida,
por mandarlos a descansar por fin.

G T R R


La Muerte un Día en el Itesba

Todo en calma transcurría,
pero nadie sospechaba,
que por los rumbos del Itesba,
la muerte ahí rondaba.


Empezó en la coordinación,
coqueteando a la coordinadora,
¿qué dormidita la encontró,
y luego, luego la encostaló.


Todos los estudiantes espantados,
al profesor Jaime fueron a buscar,
porque el esqueletudo quería llevárselos,
como alimento para comérselos.


Luis Arturo como si nada,
realizaba una tarea atrasada,
de repente se le apareció la Calaca,
¡y de un salto se lo llevó a la caja!


Guillermo bien asustado,
al prefecto Manuel quería encontrar,
pero de algo no se había percatado,
¡que la huesuda ya lo había atrapado!


Ya no había nada que hacer,
ya que ha ganado la muerte,
y a todos nos puso a correr,
pero esta vez ya no la pudimos vencer.

G T R R

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

Los Tríos

Los aficionados a la canción romántica recuerdan con especial fruición el año 1948, fecha del debut del trío Los Panchos en el cabaret El Patio. El éxito de la presentación fue contundente y persistente. Los años consiguientes a ese debut merecieron llamarse : “Época de Los Panchos”. El novedoso trío Los Panchos parecía inaugurar también un estilo de tocar y cantar. Aunque desconocido en México, el grupo se había formado desde el año 1942 en la ciudad de Nueva York, en donde aparte de recibir algunas influencias, se había encargado de llevar el “mensaje musical mexicano” en una gira por los campamentos de reclutas estadunidenses. Su repertorio de aquella época, “Perdida”, “Una copa más”, “Rayito de luna” prefiguraba en cierta manera el estilo que los haría famosos: un cruce entre el rítmico bolero y un melifluo sentimentalismo que provenía de la canción romántica.

Antecedentes de los tríos

El estilo inaugurado por Los Panchos fué el producto de una conjunción de influencias de diferente naturaleza y procedencia. La historia se inició en 1927 con el trío Garnica-Ascencio que hacía furor en una larguísima temporada en el Teatro Lírico, en donde cantaron por primera vez la canción “Nunca” de Guty Cárdenas. Su estilo era más bien campirano, con una distribución muy aguda en las voces. Poco después, los Cuates Castilla se especializaron en el estilo sensual de cantar el bolero a dúo, a imitación de los conjuntos yucatecos y los Hermanos Martínez Gil.

En 1921, los Trovadores Tamaulipecos añadieron al estilo de conjunto vocal un uso casi virtuosísimo de la guitarra, que provenía del estilo de ejecución del arpa en el huapango. En 1936, con la canción “Relámpago”, los Hermanos Martínez Gil lograron un estilo romántico citadino de los años cincuenta. En 1940, Roque Carbajo, con sus canciones “Tristeza” y “Angustia”, contribuyó a establecer el género de repertorio que manejarían años más tarde, y en exclusividad, lo tríos boleristas.

Otro suceso importante ocurrió en el año 1943, ya que marcó la llegada a México de los tríos de estilo caribeño con el trío Avileño y el trío Urquiza que más tarde se desintegraría. De la instrumentación característica del conjunto: guitarras con tres cubano (una guitarra con tres cuerdas dobles) y una serie de percusiones como las tumbadoras, bongoes, maracas y claves, derivaría más tarde la infaltable maraca del trío romántico.

En 1945, en Nueva York, Chucho Navarro ya actuando en Los Panchos introdujo e inventó el requinto, una guitarra pequeña y muy manuable que se afina una cuarta más alta y cuya forma es similar a la guitarra eléctrica; con el diapasón totalmente liberado, permite maniobrar con comodidad y rapidez en los tonos altos.

Los Panchos

El trío Los Panchos se formó en Nueva York en el año 1944. Sus primeros integrantes fueron Alfredo Gil, Chucho Navarro y Hernando Avilés. Alfredo Gil nació en Misantla, población del estado de Veracruz. Inició su carrera artística con el trío que formaron sus primos, los Hermanos Martínez Gil, en 1935. En 1938 se separó de ellos para unirse al conjunto que formó su hermano Felipe Gil, conocido con el nombre de El Charro Gil y sus Caporales. En una de sus giras actuaron con la Orquesta Típica de la Ciudad de México que dirigía el maestro Miguel Lerdo de Tejada. En 1944, durante una gira por Estados Unidos, el conjunto se desintegró. Alfredo Gil y Chucho Navarro invitaron a Hernando Avilés que también se encontraba en Nueva York, a formar un trío dirigido por el propio Alfredo. Avilés, el magnífico guitarrista ha merecido el apodo de “Dedos de oro” por su notable agilidad. Sus composiciones han alcanzado gran popularidad. Entre ellas se han destacado “Ya es muy tarde”, “Me castiga Dios”, “No trates de mentir”, “Solo” y “Caminemos”. J. Jesús Navarro nació en Aguascalientes. Estudió la carrera de medicina en la Universidad Nacional de México, pero la abandonó en 1937 para unirse al conjunto de El Charro Gil y sus Caporales. Luego, en 1944, pasó a ser integrante del trío Los Panchos. Es también un destacado compositor.

Hernando Avilés nació en San Juan, Puerto Rico, e inició su carrera artística en su ciudad natal. Fué uno de los siete “primera voz” que tuvo el trío; tocaba segunda guitarra y, ocasionalmente, las maracas. Iniciaron sus presentaciones en Estados Unidos, haciendo una larga gira por los campamentos militares cantando para los soldados de la segunda guerra mundial. Posteriormente fueron contratados por la Cadena de las Américas, radiodifusora estadunidense que los dio a conocer en toda América. Su primera grabación fué “Pelea de gallos”, de Juan S. Garrido. Debutaron en México el 28 de diciembre de 1949, en El Patio. Se quedaron aquí durante un año, trabajando en radio, cine, teatro y centros nocturnos.

Se presentaron en la XEW y en el Teatro Follies Bergere. Fué el trío que dió la pauta y estableció la nueva era de la canción romántica. También hizo posible que otros grupos pudieran actuar en todos los sitios que por muchos años les estuvieron vedados. Realizaron diversas giras por Estados Unidos, Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Venezuela, Brasil, Canadá, España, Japón, Sudamérica y el interior de la república mexicana. En 1951, Hernando Avilés se separó del grupo. Su lugar fué ocupado, durante los treinta y cinco años de vida de Los Panchos, por siete “primera voz” que se suceden así: 1951, Raúl Shaw Moreno; 1953, Julito Rodríguez, puertorriqueño, grabaron con él dos importantes éxitos: “Mar y Cielo” y “Desesperada”; 1958, Johnny Albino; 1967, Enrique Cáceres; 1971, Ovidio Hernández, ex-integrante del trío Los Galantes, fallecido en 1977; y desde los últimos años hasta la desintegración del trío, Rafael Basurto Lara, ex-integrante de Los Hermanos Córdoba.

Han grabado doscientos cincuenta discos de larga duración que contienen dos mil quinientas canciones. El público conoce por lo menos cien de sus canciones. Sus mayores éxitos han sido “Contigo” (Claudio Estrada), “Mi último fracaso” (Chucho Navarro), “Un siglo de ausencia” (Chucho Navarro), “Rayito de luna” (Chucho Navarro), “Sin un amor” (Chucho Navarro), “Lo dudo” (Manoella Torres), “La corriente” (Manoella Torres). Entre diciembre de 1977 y marzo de 1978 ocuparon el primer lugar de ventas en España. Sus éxitos más recientes fueron “Lodo” y “Basura”. Ganaron dieciocho discos de Oro. En 1978 grabaron su último disco, un álbum triple titulado Hasta siempre con Los Panchos.

Con motivo de su despedida, realizaron una extensa gira por todo el país. Anunciaron su retiro, después de treinta y cinco años de intensa labor en noviembre de 1978. Después de su retiro, Alfredo Gil y Chucho Navarro se han convertido en productores musicales de una casa disquera. Rafael Basurto Lara, el último “primera voz” del trío se lanzó como solista.

(continuará…)

Poesías

En la Niebla del Tiempo
al P. T. Muñoz Ledo y al Padre Gil y al P. Victorino


En la niebla del tiempo,
señorial y divino,
emerge tu recuerdo de profeta
con sus enormes brazos de río
sembrando la Palabra en las conciencias
como lluvia fecunda de rocío,
con ojos de horizonte
y corazón abierto al infinito.

El regazo divino engendró en ti
mil océanos máximos de amigo,
canto y muerte en sus castos,
en sus senos olas de amor y abrigo.

Reciedumbre de padre
con fuerza y poderío,
maestro y guía lúcido,
forjador de caminos,
de ilusiones y manos que bendicen
tendidas al servicio.

Desfilan cincuenta años,
siervos viejos heridos
con dardos del recuerdo
de ayeres inocentes que se han ido:
las clases de español,
los campos deportivos,
la plegaria en el templo en las mañanas,
meditaciones del amor divino,
del recreo de los patios
en el polvo sumidos,
los jicotes salvajes,
el viejo Alcántar perseguido,
los ventanales rotos
con temblores de frío,
los jardines en ciernes,

Chombis, su rabanito
y Chucho con agüitas de enfermero
curando escalofríos.
Eronga, gran palacio de hermosura
entre lagos y montes y caminos,
fuego encendido con amor de guares,
ternura del hechizo,
plenas de vino y luz fragante
las copas de los pinos,
Paco sus ojos pone en Agnes
con un amor divino…

Estos y más ayeres,
gaviotas de recuerdos que se han ido.

Solo tú permaneces,
doble de Cristo amigo.

Sólo tú, viejo faro,
vigilas nuestras noches encendido
y guardas en los mares del recuerdo
el vuelo de las garzas del olvido.

Tomada del Libro: “Mi Desierto, Poesías”
del Padre Rafael Alcántar Mondragón



Quiero

Quiero que penetre en mi alma
la mirada de tus ojos,
y quiero que tus sonrojos,
como el mar en mansa calma
sean testigos amorosos
de dos seres que se aman.

Quiero que en tus alegrías
me tengas siempre presente
cuando en aquellos días
me cantabas tus canciones
acariciando mi frente.

Quiero verte siempre hermosa,
quiero que seas la más bella,
que ni el brillo de una estrella
aunque hermosa toda ella,
nunca opaque tu belleza.

Quiero que aún cuando mis ojos
ya sin luz, no puedan verte,
les guíes en medio de abrojos…
y los cierres a mi muerte.

J. E R B.


Se les Recordará siempre

La vida un día se nos va
y solo quedan los cuerpos
cremados o sepultados,
ya nada más son recuerdos.

Si en vida hice el bien,
si me porté a la altura,
del justo que hizo el bien,
recibiré la ventura
de los justos yo también.
Más si obré con dolo,
y en mí no hubo caridad,
recibiré el oprobio
por toda la eternidad.

Roguemos por nuestros muertos
ahora que tenemos vida,
para cuando ya no estemos
nos recuerden los que vivan.

Ya que con el tiempo iremos
a gozar allá en el Cielo,
o al infierno bajaremos
por no haber sido tan buenos.

J. E R B


Quiero

Quiero pensar, tener la mente abierta,
despiertos los sentidos, y viva la ilusión.
Creer que todo puedo, saber que he vencido,
tener libre mi alma y limpio el corazón.

Quiero volar como vuelan las aves,
sin medir los espacios y siempre retomar,
cruzar el mar abierto, posarme en los trigales,
elevarme a los cielos y jamás naufragar.

Quiero volar, mirar desde la altura,
vagar hasta el abismo, recorrer el lugar,
beber agua del río, llenarme hasta el hastío,
tomar miel de las flores, mi hambre mitigar.

Quiero cantar a Dios un canto ignoto,
que llegue hasta su oído el trino de mi amor.
Posarme entre sus manos mi sueño más remoto,
exhalar un suspiro y ahí terminar.

I S J.


Adiós

El tiempo pasa, jamás regresa,
corren las aguas, no volverán.
Así la vida se va acabando
y los recuerdos se perderán.

Como quisiera que algo quedara,
pero imposible algo dejar.
Vamos de paso, somos la nada
y terminamos sin nada más.

Adiós la vida con sus primores
juventud bella, vuela, se va.
Todo termina como las flores
que se marchitan, vida fugaz.

I S J.


El Mandato

Señora de vestido blanco
¿por qué llegas sigilosa?
¿por qué vienes a perturbar
la paz y la alegría
de la que hemos gozado,
trayendo ese alo frío
donde nadie te ha llamado?
¿Por qué haces llorar a la gente
por donde tú pasas,
dejando tristeza y dolor,
soledad y vacío?
¿Será que cumples el mandato
que el Señor te ha encomendado
de decir: “hasta aquí has llegado,
tus días se han terminado”?

J B



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