Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

lunes, 1 de julio de 2013

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

Agustín Lara y sus contemporáneos

Tras los rastros del mito (continuación)

Todo contribuía a forjar el escenario ideal para la aparición y el éxito de la sensibilidad lariana. Pronto, una fina percepción que todo asimilaba, más un romanticismo de nuevo cuño, lo convirtieron en el portavoz ideal de toda una generación. El rápido éxito de su bolero “Imposible” (1927) en el Teatro Politeama lo colocó en el camino de la fama. Lara representaba la modernidad para esa nueva clase media citadina que había abandonado sus valores provincianos que determinaban y originaban su clase social. Al adoptar los nuevos estilos estadunidenses que invadían el país. Lara demostraba un oportuno sentido del mercado cancionero, pero también una rica capacidad para hacer algo propio y original. De esa forma, Lara cumplió la función de familiarizar y traducir las influencias extranjeras.

Un fox-trot que habla de “bendecir el minuto de amor en que Dios puso un beso de luz” jamás podrá ser estadunidense. De la misma manera, un tango que elude la violencia del diálogo porteño para hablar de “la luna haciendo gestos sobre los tejados” o de “aquella mañana que te dije, te quiero, bajo un limonero” sólo puede ser mexicano. No sólo las canciones de Agustín Lara, sino buena parte de la producción de sus contemporáneos, cumplieron con ese papel de catalizadores o mediatizadores del impacto de la arrolladora influencia estadunidense. No obstante, el estilo lariano dejaba un margen de irreductible originalidad.

En el año 1930, una compañía fílmica realizó el concurso promocional Ann Harding para compositores de canciones. Los muchachos premiados, Jorge del Moral (2°), Carlos Espinosa de los Monteros (1°) y Agustín Lara (3°), respondieron con sendos valses sentimentales que rendían pleitesía a la bella actriz estadunidense. De esa manera, las jóvenes de clase media podían identificarse románticamente, a través de Lara o Del Moral, y en sus propios términos, con la nueva diosa del cine. La versión bilingüe de Carlos Espinosa de los Monteros resultó la más premiable por ser seductoramente comercial:

Cuando la vi por primera vez, ¡Dios de bondad!,
fué una emoción que yo jamás olvidaré
al ocultar su claridad el astro rey
hermosa luna en plenitud nos alumbró.

Queen Ann, Queen Ann, oh, fairest Queen
that ever beautified the screen,
the world is yours, the world adores you all it can.
Blonde Queen! Our darling Queen Ann.


Lara, el menos adocenado de los tres autores, huyó del estrecho molde propuesto. Respondió al reto con una “Cortesana” que era también “princesa de miel”, “muñeca de luz” y “magnolia de suave matiz”; de esta manera impuso su peculiar romanticismo.

El Estilo Lariano

Todos se han referido al estilo lariano, pero pocos han intentado definirlo, si no es a través de sus letras románticas y neomodernistas. Lara se describía a sí mismo como un músico autodidacta e instintivo que componía sus canciones al piano por un milagro que sólo podía atribuirse al poder divino. Su producción de más de quinientas canciones atestigua exactamente lo contrario: un buen oficio y una gran habilidad para la captación de estilos, ritmo y armonías de moda.

El verdadero talento de Lara estriba –más que en sus cualidades improvisatorias- en la flexibilidad de sus modelos formales y en la terca identidad de sus figuras melódicas. Eso que en otros términos suele llamarse estilo. Algunas de sus primeras obras exhiben una necesidad de captar y adoptar un modelo formal, conservando al mismo tiempo una espontaneidad en la melodía. Lara logró equilibrar ampliamente esas dos tendencias simultáneas. El ya mencionado vals “Cortesana” es característico en ese sentido: un típico vals mexicano que podría juzgarse a primera vista como una obra de estilo casi porfiriano y que utiliza las fórmulas clásicas junto con melodías que aportan algo muy personal.

“Rosa”, una canción criolla del mismo año, presenta ya algunas novedades; aunque la canción tiene reminiscencias cubanas, es en realidad una habanera muy matizada con algunos giros sorprendentes en un autor popular. La armonía a base de tonos que utiliza en la frase final, “la primorosa flor que mi ser perfumó”, denota un seguro y fino instinto musical. Otras obras son enteramente tradicionales. El bolero “Pervertida”, en tonalidad menor, comienza con una serie de “terceras” que le da un efecto muy mexicano, casi de canción del Bajío.

La canción “Hastío nos puede proporcionar un ejemplo más claro del estilo lariano. La canción se inicia con uno de sus trucos favoritos de los años treinta: una introducción libre que empieza por medio de una anacrusa en un intervalo ascendente, lo que crea una expectativa inmediata. En el desarrollo de la canción es interesante el uso que hace de la ornamentación armónica y la cantidad de notas extrañas a la tonalidad que incluye en la melodía. A eso se debe que la melodía se mantenga viva y original a pesar de utilizar un ritmo de moda como el fox-trot. Desgraciadamente, Lara puso sus canciones en manos de arreglistas que no sabían cómo resolver sus inesperados giros melódicos y terminaban armonizándolos con el acorde más obvio. Lo verdaderamente interesante de “Hastío” se debe a algo más que la perfección de esa imagen zoológica diazmironiana del “pavo real que se aburre de luz en la tarde”. El equilibrio entre la melodía y la letra pocas veces fué logrado por Lara más plenamente.

El caso de “Solamente una vez” es totalmente diferente; su construcción –esta vez desprovista de introducción- presenta todas las características de la canción estándar, no sólo apropiada para el mercado interno, sino fácilmente adaptable a todos los idiomas y con un corte melódico que la hizo apta para los públicos de diferentes países.

Las Letras

A pesar de que la sola mención de las letras de las canciones de Lara provoca espasmos de regocijo en muchos intelectuales, se ha especulado mucho acerca del valor literario de las letras larianas. Quien más, quien menos, se asombra ante las desconcertantes imágenes modernistas que surgen en sus letras. No falta alguna tesis realista-socialista que hace de Lara una especie de Robin Hood expropiador de la poesía modernista en beneficio del pueblo. En realidad, Lara no hizo sino dar un carácter insólito al romanticismo y a las imágenes siempre presentes en las letras de las canciones, añadiendo tal vez un elemento citadino o lariano, muchas veces maravillosamente absurdo que acerca la “Poesía con mayúscula” al consumo de las clases “culturalmente indigentes”. Por distantes que parezcan, fácil es demostrar las obvias semejanzas que existen entre todas las letras de autores románticos.

En el próximo número presentaremos ejemplos de dichas letras.

(continuará…)

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