Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

martes, 6 de noviembre de 2012

Reflexiones

Bienestar, Éxito y Amor

Una mujer salió de su casa y vió tres viejos con una larga y blanca barba sentados en el jardín. Ella no los conocía. Les dijo.
-Yo no los conozco, pero deben estar hambrientos. Por favor pasen adelante y coman algo.
-¿Está el hombre de la casa? –preguntaron a la mujer.
-No –dijo ella-, está fuera.
-Entonces no podemos entrar –replicaron ellos.

En la tarde cuando el marido regresó, la mujer le contó lo que había sucedido.
-Ve entonces afuera y diles que ya estoy en casa e invítalos a pasar.

La mujer salió e invitó a los viejos a entrar.
-Nosotros no entramos a una casa juntos –replicaron ellos.
-Pero nos queremos tanto que tenemos miedo –decía ella-, queremos un hechizo, un conjuro o algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. ¿Hay algo que podamos hacer?

El viejo los miró y al verlos tan jóvenes y enamorados, no dudó en decir:
-Hay algo que pueden hacer, aunque es muy difícil.
-No importa –dijeron ambos.
-Bien –dijo el sabio-. La joven tiene que ir al norte y escalar una montaña, debe atrapar al halcón más hermoso y vigoroso que sus ojos vean. Cuando lo haga debe traerlo conmigo después de luna llena. En cuanto tú, muchacho, debes escalar una montaña situada al sur, ahí tienes que cazar al águila más brava y traerla a mí.

Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur.

Después de luna llena, ambos jóvenes llegaron con el sabio, en sus bolsas llevaban cada uno el ave encomendada. El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas.
-¿Volaban alto? –preguntó el sabio al mirarlas.
-Sí –contestaron ambos-, ahora ¿qué haremos con ellas?
-Tomen las aves –decía el sabio-, átenlas entre sí por las patas, cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.

Los jóvenes hicieron lo que el sabio les pidió y soltaron las aves. El águila y el halcón intentaron levantar el vuelo pero sólo consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritados por su incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.
-Como verán –finalizó el sabio-, éste no es un conjuro, es una enseñanza. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure: Vuelen juntos pero jamás atados.

El Amor Conyugal:

Es un estar siempre en camino, camino que nunca acaba, camino que es aventura, siempre nueva, siempre capaz de enriquecernos.
Anónimo

“La mujer se preocupa del porvenir hasta que consigue un marido; el hombre empieza a preocuparse de él cuando consigue una esposa”
Anónimo

Tomadas del Libro: “Reflexiones y Pensamientos
para lograr un Matrimonio Feliz”

Algo mío

Siempre he de amarte

Me voy...
cariñito querido,
ya que no he podido
tu amor conquistar.

Adiós...
amorcito adorado,
me voy destrozado
de tanto penar.

Adiós...
mi casita querida
que con alegría
tenía para darte.

Adiós mi loco soñar
de vernos siempre unidos
y allí en esa casita
formar nuestro hogar.

Jamás...
lograré ya olvidarte
pues siempre he de amarte,
bendita mujer.

Porque...
yo te quiero deveras
y aunque no me quieras
Yo tuyo he de ser.

Me voy...
y me llevo grabado
tu rostro adorado
muy dentro del alma.

Adiós, mi loco soñar
de vernos siempre unidos
y en aquella casita
formar nuestro hogar.

Mario Carreño

Historia

Aztlán: origen y destino

Dios Migrante (continuación)

En esa época, hace mil ochocientos millones de años, se podría considerar el inicio de la verdadera Creación Humana. Eso somos nosotros, la combinación sistemática de cien billones de células eucariotas. En los siguientes mil doscientos millones de años, se perfeccionó la maquinaria genética molecular, permitiendo la asociación celular y el origen de los primeros invertebrados que aparecieron en los océanos de la tierra, así llegamos a 500 millones de años de distancia y nos encontramos en el periodo llamado Ordovícico; pero tienen que pasar otros 50 millones de años para que aparezcan las primeras plantas terrestres, hace 450 millones de años, en el periodo Silúrico, donde además ya tenemos peces y helechos gigantes.

Llegamos así al periodo Devónico, tras haber transcurrido otros 50 millones más, ahora estamos a 400 millones de años y se han agregado insectos, anfibios y exuberantes bosques. Pasaron otros 50 millones de años y hace 350 millones de años llegamos al periodo Carbonífero, donde esos exuberantes bosques se convirtieron en lo que hoy son las betas de carbón que se encuentran por todo el mundo. En los siguientes 50 millones se dan fuertes glaciaciones que provocaron la extinción del 90% de la vida terrestre. Estamos en el periodo Pérmico, a 300 millones de años, y tanto en este periodo como en el anterior, la tierra se ha estado reacomodando, dando lugar a los continentes; finalmente aparecen los Dinosaurios y los primeros mamíferos.

Cincuenta millones más y estamos a 250 millones de años; los próximos 50 millones de años son dominados por los dinosaurios, además, aparecen las aves, ahora estamos en el periodo Jurásico a 200 millones de años y éste es un periodo muy importante para la humanidad, ya que gracias a los dinosaurios, hoy tenemos los enormes yacimientos de petróleo distribuidos por todo el mundo, yacimientos que hoy son el principal energético del mundo, moviéndolo hacia el desarrollo, aunque desgraciadamente también a la guerra. Estos yacimientos han hecho que el país más poderoso (¿poderoso?) del mundo, EUA, se haya apoderado, o cuando menos tenga una fuerte influencia en los sitios de mayores reservas de hidrocarburos del mundo. Con ello pretende manejarlos a su antojo y a los precios que ellos determinen.

Dando el siguiente paso de 50 millones de años más, nos encontramos a 150 millones de años, la alimentación no es suficiente para los dinosaurios y, según se piensa, la supuesta aparición de un gran meteorito extinguió a los dinosaurios. En el periodo Cretácico, la Tierra se sigue reacomodando y se separan los continentes hasta quedar como hoy se encuentra, aunque con diferente geografía política. Ahora avanzamos 85 millones de años, nos encontramos a 65 millones de años, en el Paleoceno del Período terciario, el más temido por los conservadores de hoy, porque en este periodo aparecen (!Buuuuuu!) los primates: esos seres que algunos estudiosos dicen que son nuestros antepasados.

En los siguientes 63 millones de años, transcurre el Eoceno, Mioceno y Plioceno, todavía del periodo terciario, en el que aparecen y evolucionan la mayoría del los mamíferos que hoy conocemos, aparecen también, los antepasados de las aves modernas, nuevas plantas y éstas siguen evolucionando. También los primates están evolucionando. Así, según dicen los geólogos, llegamos a la vida reciente. Estamos en la era Cenozoica, periodo cuaternario, época del Pleistoceno, a solo 2 millones de años. Con las glaciaciones se han extinguido algunos mamíferos de gran tamaño y los primates, que llevan 63 millones evolucionando, han generado varias familias, entre ellas un grupo llamado homínido, compuesto por seres que caminan en dos patas: el Australopitecos erecto, de los cuales se han encontrado fósiles en Tanzania y que se calcula que tenían una capacidad cerebral de 500 centímetros cúbicos.

Hace un millón y medio de años, el Australopitecos erecto cohabitó con el Australopitecos habilis con la misma capacidad craneana de 500 centímetros cúbicos y también localizado en África. Hace un millón y hasta llegar al año 500,000 a.C., aparece el Homo erectus, con una capacidad craneana de 750 centímetros cúbicos. Éste ya se desplaza por África, Europa y Asia.

De esa fecha y hasta 300,000 años a.C., aparece el Homo Sapiens, el Neandertal en Alemania, el CroMagnon e Francia, con una capacidad craneana de mil doscientos centímetros cúbicos. Finalmente, hace 40,000 años, al final del Pleistoceno y comienzos del Holoceno (y final de la última edad del hielo), aparece el Homo sapiens sapiens, que es el prototipo del hombre actual, con una capacidad craneana de 1,400 centímetros cúbicos, y que ha protagonizado los cambios más importantes de los últimos 10,000 años, concibiendo la organización social y económica de las civilizaciones que existen hasta nuestros días.

El viaje por estos 15,000 millones de años, donde aparece el Universo y el Hombre, ha sido puesto en duda por millones de personas, y en los últimos 2,000 años de nuestra era, mucha gente ha sido sojuzgada y hasta sentenciada a morir en la hoguera por no limitarse a las enseñanzas y concepciones cristianas. Hoy en día una corriente neofascista italiana, dirigida por Pietro Cerillo, se pronuncia por que se enseñe la Teoría Creacionista en las escuelas y que se borre de los libros de texto la Teoría de la Evolución de las especies, de Darwin. Todo mi respeto para la libertad de expresión y cada quien puede pensar y creer lo que quiera, pero es obligación de todo ser humano que sepa que dos más dos es igual a cuatro, decirlo, y así es como se ha formado la vida en nuestro planeta.

Curiosamente, fueron los romanos los que no creyeron en Jesús, los que lo mataron, y estos mismos romanos después usurparon sus enseñanzas para llevarla a todo el mundo, ¡pero a qué costo! Tomaron la Biblia, la mal utilizaron y hoy cobran por evangelizar al mundo, dejando de lado la humildad y sencillez de Jesús y estableciendo su Iglesia con ostentación y prepotencia: la evangelización se hizo negociación. Hoy, ésa es la forma como opera la Iglesia Católica Romana en casi todo el mundo. Juan Pablo II fué una de las personas más sabias que ha existido de los Homo sapiens sapiens y sin comprometerse, en 1996 afirmó: “el Evolucionismo es mucho más que una mera hipótesis”. Él, al igual que como un día lo hizo Copérnico, también se reservó sus comentarios.

Por diversas razones, ya sea por tener el control de la información (común o secreta) o porque su gente dispone del tiempo para prepararse y por tener los recursos económicos sobrados para dichos fines, la Iglesia Católica ha tenido entre sus filas a varios de los Homo sapiens sapiens más sabios de la historia. Estos Homo sapiens sapiens deben de buscar la concordia y de las necesidades de la gente, que hoy, además de las espirituales son también la solución de sus carencias materiales.

La gran acumulación de riquezas que ha hecho la Iglesia Católica a través de 1000 años de evangelio-negociaciones en todo el mundo, de despojos, rentas, usuras y ayudando al capitalista a acumular su riqueza a costa del pobre, debería quedar proscrita: esa no es ni debe ser la labor de la Iglesia.

Danos hoy nuestro pan de cada día

¿Quién va a hacer cumplir hoy esta máxima de la Iglesia, si los altos jerarcas de la Iglesia llevan una vida ostentosa y han cambiado el bastón de Jesús por sus lujosos autos, la túnica y sus huaraches por ropa y zapatos de diseñadores renombrados? Éstas no eran, ni la vida, ni la doctrina de Jesús. Así como se reparte la palabra, debería también repartirse el pan. Las riquezas están mal dirigidas, cuando éstas sólo llegan a manos de unos pocos, habiendo tantas bocas hambrientas.

Hoy la Iglesia debería de llevar pan a todo el mundo y llevarlo con ganas, porque durante más de un milenio, la gente le ha pagado, de buena voluntad, un diezmo que le era obligatorio y que significa el diez por ciento de sus bienes materiales. Con éste se llenaron las arcas de la Iglesia.

Hoy le correspondería a la Iglesia, llenar cuando menos las arcadas de la boca de la gente y mitigar el hambre que aqueja a más de la mitad de la población del planeta. Pero más allá de esta obligación moral de la Iglesia, ésta también debería mostrar más apertura a formas de pensamiento distinto al suyo, creemos que esto es inevitable, así como lo es la adecuación de sus preceptos.

Para nosotros fué una gran sorpresa encontrarnos, durante la realización de este libro, el texto religioso La Biblia Latinoamericana, (edición del Jubileo 2000), donde dedica tres de sus 1400 hojas a los hechos ocurridos antes de los primeros registros de la Biblia. Sitúa el inicio de la Creación, con la gran explosión, el Big Bang, hace 20 mil millones de años, habla de posibles seres vivos existentes varios millones de años antes del hombre actual, y de una posible evolución de plantas y animales.

Sólo los siglos venideros podrán ser testigos de las adecuaciones que las religiones tendrán que hacer a sus dogmas para perdurar a través del tiempo.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán


Salvatierra, una Lectura Profana
Barrio de San Juan Bautista

Fué el indio Juan Miguel, hijo de Diego Hernández y de doña Catalina de la Cruz, vecinos que fueron del Valle de Guatzindeo, el principal poblador y fundador de la comunidad. Contrajo matrimonio con doña Catalina Ponce de León, natural y principal del pueblo de Cuitzeo de la Laguna, tuvieron por hijos a Juan Agustín, Gabriel Gaspar, Juana de la Cruz e Inés de la Cruz. Su juventud la pasó en la hacienda del Licenciado Francisco de la Raya, donde vivían algunas familias de indios, quienes nombraron patrono titular a San Juan Bautista, prometiendo celebrar su festividad cada año. Pasaron los años y la mayoría de los indios otomíes se encontraban congregados en un rancho que, en lengua purépecha, nombraron Tupátaro.

Después de la fundación de Salvatierra, donde se avecindaron españoles, Juan Miguel decidió ir en busca de una casa para vivir con su familia, y como no la encontró, adquirió un solar para edificarla. En aquel tiempo don Diego Serrano era Gobernador de los otomíes de la provincia de Acámbaro y Celaya, y acostumbraba hospedarse en la casa de Juan Miguel, cuando pasaba a cobrar los reales tributos.

Poco después, se trató de fundar un barrio de indios en los términos de la ciudad, y para el efecto se juntaron Pedro Alonso, Diego Martín, Nicolás Sánchez, Diego de Santiago, Juan Pascual, Juan de Soto, Juan Matusino, Nicolás Francisco y Juan Antón. Todos ellos se obligaron a reunir y poblar el barrio, por lo que nombraron alcalde a Juan Miguel, quien presentó en 1659 una petición al Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Salvatierra, para que hiciera merced de una vecindad de 500 varas de tierra en cuadro para la comunidad.

La merced les fué concedida, por lo que tomaron posesión desde el puente grande hasta la acequia de agua de don Juan de Sámano, que actualmente se conoce como el Canal de Reforma; Juan Miguel edificó su casa en un solar que recibió en el repartimiento, y que hoy se localiza entre la iglesia del Señor del Socorro y la calle de Ignacio Ramírez.

El señor Obispo de Michoacán, fray Marcos Ramírez de Prado, en 1667 se presentó en Salvatierra con motivo de la visita general que estaba practicando en su diócesis; fué él quien concedió la licencia para edificar la capilla primitiva dedicada a San Juan Bautista, patrono titular del barrio. Juan Miguel fué nombrado mayordomo para la primera fiesta, que celebraron con vísperas, misa solemne y procesión.

Los autos y memorias que se hicieron con motivo de la fundación del barrio, los conservó Juan Miguel en su poder, y en compañía de Pedro Alonso y Juan Antón, fueron a la ciudad de México para que la Real Audiencia confirmara las diligencias.

Durante 10 años, Juan Miguel fué Alguacil Mayor de la doctrina del convento de San Francisco, por lo que recogía las limosnas para la construcción de la actual iglesia. Otorgó su disposición testamentaria el 21 de julio de 1672, y sus restos reposan en el sitio que ocupó la segunda iglesia que edificaron los religiosos franciscanos, donde actualmente se encuentra el templo de San Antonio.

Tomado del Libro: “Salvatierra, una Lectura Profana”
de Luis Montes de Oca y Sergio Hernández Saucedo


Historia y Evolución de Salvatierra

El Mundo Prehispánico de Salvatierra; Frontera de Culturas

La Sagrada Imagen de Nuestra Señora de la Luz y su llegada al Valle de Huatzindeo (continuación)

Desde el año de 1665, la Sagrada Imagen empezó a ser traída a la ciudad en procesión solemne desde la hacienda de San Buenaventura al templo Franciscano. Lo anterior se vino repitiendo hasta el año de 1733, cuando la hacienda pasó a ser propiedad del capitán Francisco de Ávila, quien pensó llevársela a Querétaro. Ese año, el pueblo amotinado no la dejó salir del templo Franciscano para su regreso a la hacienda de San Buenaventura, tanto los vecinos como el capitán Francisco de Ávila, alegaban tener derecho sobre la Imagen. Fué el obispo de Michoacán, don José de Escalona y Calayatud, quien dispuso que se quedara en depósito en el templo Franciscano. Don Miguel Romero de Arvizu Provisor y Gobernador del obispado, dictaminó la estancia definitiva en la ciudad de la Sagrada Imagen, a condición de que se le construyera su templo propio, y digno.

Su peregrinar continuó, pasó temporalmente al templo del Carmen, más tarde, a su primer santuario (el actual santuario de Guadalupe). Se colocó la primera piedra de su templo el 3 de mayo de 1743, la declaró Patrona y Protectora de Salvatierra el obispo de Michoacán, D. Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, el 22 de septiembre de 1766, del santuario, a la actual sacristía parroquial, y el 8 de septiembre de 1808, pasó a ocupar su trono en el actual Santuario Diocesano, después de peregrinar 258 años de Pátzcuaro a Salvatierra.

La Fundación de la Ciudad de San Andrés de Salvatierra, 1644

Los antecedentes inmediatos a la fundación de la ciudad y los principales personajes que en ella intervinieron.

A finales del siglo XVI, los poblados de Huatzindeo y Chochones iban cada vez, de más a menos, por la hostilidad constante de los propietarios de las haciendas, también, por carecer los indígenas de medios propios de vida, y por las enfermedades y epidemias sufridas estos los naturales, que vieron diezmada su población. Sin embargo, la intensificación rápida de la producción agrícola y el aumento de la población española y criolla, hacía cada vez más necesaria la fundación de una ciudad en el valle.

Desde los primeros años del siglo XVII, los pobladores del valle por estar asentados en los linderos de tres jurisdicciones; Zelaya, Acámbaro y Yuririapúndaro, tenía que hacer tramitaciones y gestiones de índole civil o eclesiástica, según el caso, en alguna de estas poblaciones, este problema hacía cada vez más imperiosa la necesidad de tener autoridades propias. Al tiempo que, el hospitalillo y convento de Huatzindeo empezaba a quedarse solo, algunos de sus pobladores se mudaron a Yuririapúndaro, y otros cruzaron el río para asentarse en el pueblo de Chochones por el año de 1615.

Hubo al menos dos intentos serios para fundar una ciudad en valle. A finales del siglo XVI, los agricultores ricos habían intentado fundar una población en tierras pertenecientes a la hacienda de San Nicolás, los religiosos de la orden de San Agustín en un principio estuvieron de acuerdo y conformes con la iniciativa, pero todo quedó en nada, por el temor de éstos a sufrir pérdida de tierras para la fundación. El segundo intento fué para fundar en el sitio de lo que hoy es nuestra ciudad, una nueva población que llevaría por nombre Villa Madrid, para tal efecto, el 4 de diciembre de 1636, se otorgó un poder a favor de don Juan Martínez, procurador de la Real Audiencia para llevar a cabo tal empresa, obligándose los vecinos a pagar la cantidad de 2,500 pesos en oro común por cada uno de los oficios, sin embargo, las contradicciones que presentó don Pedro Arizmendi Gugorrón, sobre las afectaciones que sufrirían sus tierras con esta fundación, obligó a la Real Audiencia a disponer su suspensión, en tanto se resolvía el caso en definitiva.

A partir de 1630, comenzó a trabajar en Huatzindeo como Escribano Real auxiliar del de Zelaya, don Agustín de Carranza y Salcedo, congregó, alentó, e indujo a los pobladores a reunirse en el pueblo de San Andrés Chochones, construyendo allí sus casa y prestándose mutuamente servicios de protección y buena vecindad. En ese mismo año, el alcalde mayor de Zelaya, nombró a don Juan Izquierdo como teniente de alcalde mayor, para que lo representara en Huatzindeo y Chochones. En 1632, los vecinos solicitaron al virrey autorización definitiva para congregarse en el pueblo, la ubicación más probable de la congregación de Chochones, parece haber sido lo que hoy ocupan las manzanas que quedan al Norte del actual convento de San Francisco, hasta las que quedan al sur y oriente del templo de Santo Domingo.

En estos antecedentes encontramos que de hecho existía ya una nueva población, faltaba la autorización real para su existencia legal, la regularización de su vida, y la imposición de un nombre, así como, independizarse de la jurisdicción de Zelaya en lo político, y de Acámbaro en lo eclesiástico. Las tierras donde se estableció esta congregación, eran de las mercedadas por los virreyes a don Gabriel López de Peralta, dueño de la hacienda de Tarimoro, perteneciente al Mayorazgo del mismo nombre fundado por su padre, don Jerónimo López de Peralta.

Todo hace suponer que existió un completo acuerdo, entre don Agustín de Carranza y Salcedo y don Gabriel López de Peralta, así como, el beneplácito del virrey de la Nueva España, don García Sarmiento de Sotomayor, en el que cada uno tenía sus propios intereses muy particulares. Don Agustín de Carranza y Salcedo, vería incrementarse su fortuna, ya que era pobre y de escasos recursos; don Gabriel López de Peralta, estimaba que sus tierras podrían resultar beneficiadas con el asentamiento de una nueva ciudad, y buscar a través de ella el poder político; y el virrey, se ilusionó con la existencia de una ciudad que llevara su nombre y lo perpetuara.

Estos fueron pues, los principales personajes que intervinieron en la fundación de la ciudad de San Andrés de Salvatierra, don Agustín de Carranza y Salcedo, fué el principal gestor ante las autoridades del virreinato, don Gabriel López de Peralta, proporcionó las tierras para la fundación. Y el virrey don García Sarmiento de Sotomayor, firmó la Cédula Real por la que se le dió vida como ciudad.

Don García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra y Marqués de Soboro; nación en Galicia a finales del siglo XVI, y murió en Lima, Perú en el año de 1659, fué el decimonoveno virrey de la Nueva España, del 23 de noviembre de 1643 al 13 de mayo de 1648, después fué trasladado al virreinato del Perú para desempeñar el mismo cargo, de 1648 a 1655. En la Nueva España, sustituyó al Marqués de Villena, de quien Felipe IV sospechaba podía tener vinculación con los revolucionarios portugueses, le tocó un periodo difícil en la vida de la Colonia. Durante su gobierno, ocurrió la gran inundación de la ciudad de México en 1645; estableció el presidio de Cerro Gordo en el camino de México al mineral de Parral; y se celebraron en su gestión, dos autos de fe del Santo Oficio de la Inquisición en 1647 y 1648.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López


Historia de la Revolución Mexicana

La Revolución Zapatista

Desde la época colonial, en los valles de Amilpas (Cuautla) y Cuernavaca, existieron graves conflictos entre las comunidades campesinas y las grandes haciendas azucareras, las que, además de apoderarse de las tierras comunales de los pueblos, privaban a éstos de sus medios de subsistencia y los obligaban a trabajar en las labores más arduas. Este estado de cosas se agravó en el siglo XX, sobre todo a partir de las Leyes de Reforma, que convirtieron las tierras comunales en parcelas y propiciaron que los hacendados se apoderaran de ellas.

Los conflictos entre comunidades y hacendados se recrudecieron durante el Porfiriato; en este periodo se implementaron las Leyes de Colonización de Tierras Baldías, que proporcionaron armas supuestamente legales a los hacendados para usurpar las pocas tierras que aún poseían las comunidades.

Del centenar de pueblos campesinos que había en el estado de Morelos en 1910, no existía uno solo que no estuviera envuelto en una disputa legal con alguna de las haciendas de su contorno. Las comunidades de Morelos siempre estuvieron a la defensiva con sus reclamos y luchas, ya que únicamente pretendían ajustarse a niveles de supervivencia e intentar que los cambios propiciados por la industrialización en las haciendas azucareras no las afectaran tanto; por ello, antes de la Revolución, a los ojos de hacendados y funcionarios del gobierno porfirista, los campesinos de Morelos aparecían como enemigos del progreso, pues se oponían a la acelerada industrialización del campo: con ella se propiciaba el aumento de la riqueza de las élites a costa del empobrecimiento de sus pueblos.

Zapata nació en agosto de 1879. A los dieciocho años participaba ya en la defensa de los intereses de su pueblo, Anenecuilco, que tenía el problema de colindar con las tierras que supuestamente pertenecían a las haciendas de Coahuixtla y el Hospital. Esa colindancia hizo que se repitieran constantemente los despojos de tierra, pues los hacendados siempre eran apoyados por jueces corruptos y aun por los mismos gobernantes, que también eran hacendados. Ante esa intolerable situación Emiliano Zapata, encabezando a los principales de su pueblo, fué a Cuernavaca, la capital de estado, en busca de justicia que le fué negada. Indignado, exhortó a los pobladores de Anenehulco a defender sus tierras con las armas en la mano.

La actitud de rebeldía de Zapata alarmó e indignó a los hacendados, y de manera muy especial al gobernador del estado (el hacendado Manuel Alarcón), quien recurrió al sistema de “leva” para eliminar a un incipiente enemigo político. En el año de 1908, Zapata llegó a la capital del estado en calidad de recluta del Noveno Regimiento de Caballería, donde permaneció alrededor de seis meses. Se dice que gracias a la intervención de Ignacio de la Torre, propietario de la Hacienda de Tenextepango, quedó libre de este servicio.

Para estas fechas, el ambiente político del estado, se encontraba más que caldeado con motivo de la renovación de los poderes del Ejecutivo estatal, ya que se preparaba la elección del nuevo gobernador después de la muerte de Manuel Alarcón. Por una parte se presentaba “la candidatura oficial” del coronel Pablo Escandón, dueño de la Hacienda de Atlihuayan, apoyada por los hacendados de la región y Porfirio Díaz; por otro lado, estaba el candidato de oposición Patricio Leyva, a quien apoyaba el pueblo de Morelos. Naturalmente, Zapata y sus compañeros apoyaron a Leyva, a sabiendas de que perdería y de que todo esfuerzo sería inútil en contra de la voluntad del “gran dedo”.

Después de que la dictadura derrotó a los leyvistas, éstos aprovecharon la situación para formar un grupo numeroso de disidentes en donde participaban Pablo Torres Burgos, Zapata y otros morelenses que llegado el momento apoyarían el movimiento revolucionario de Francisco I. Madero en contra de Porfirio Díaz.

El grupo de disidentes leyvistas jefaturado por Pablo Torres Burgos se levantó en armas en marzo de 1911, fecha en que se reunieron en Villa de Ayala al grito de !Viva Madero! Pocos días después tomaron la plaza de Jojutla; en ese lugar Torres Burgos se separó del grupo por una serie de diferencias e intentó regresar a la Villa de Ayala; muy cerca de allí, las tropas gobiernistas lo atraparon y lo mataron. A la muerte de Torres Burgos, Zapata asumió el mando de las fuerzas revolucionarias y se convirtió en el jefe.

El sitio y la toma de la histórica ciudad de Cuautla fué la primera acción de guerra que le daría notoriedad a nivel nacional y fuerza política a nivel regional al entonces jefe principal de los maderistas morelenses: Emiliano Zapata. La plaza de Cuautla estaba defendida por la policía de la localidad, por un cuerpo de policía rural y sobre todo por lo más selecto del ejército porfirista: el famoso Quinto Regimiento, también llamado “Quinto de Oro”, al mando del coronel Eutiquio Munguía. El 13 de mayo se abrió fuego sobre la ciudad de Cuautla y después de seis días de furiosos combates cayó el último reducto del régimen porfirista en el estado de Morelos; la plaza fué evacuada el día 20 de mayo de 1911.

Es evidente que en un principio los contingentes zapatistas establecieron su lucha revolucionaria en un nivel muy regional, pero esta lucha, por lo que significaba nacionalmente, tanto para los campesinos como para otros sectores, permitió que se fueran integrando a ella comuneros, peones de hacienda, arrieros, artesanos, pequeños agricultores y asimismo otros grupos políticos disidentes. A pesar de esto, en las tropas revolucionarias zapatistas predominaban los campesinos, que vivían en la ambivalencia: cultivaban sus campos para poder sobrevivir y al mismo tiempo participaban en la lucha.

Zapata personificó la lucha de pueblos y comunidades campesinas en contra de las haciendas e ingenios azucareros. Se unió a la lucha maderista atraído por el artículo 3º del Plan de San Luis; sin embargo, a causa de las traiciones y malos entendidos que surgieron durante el interinato de Francisco León de la Barra, Zapata acabó rebelándose contra Francisco I. Madero y promulgando El Plan de Ayala el 28 de noviembre de 1911. Zapata fué también uno de los primeros jefes revolucionarios que no reconocieron el gobierno de Victoriano Huerta. Huerta trataba de atraer a Zapata para lograr su reconocimiento; al no lograrlo desató una ofensiva cruel y despiadada contra todos los pueblos de Morelos y arrasó, exterminó e incendió.

Los revolucionarios se empezaron a dividir desde antes de que llegaran a alcanzar la victoria sobre el régimen huertista, tanto por las diferencias y rivalidades personales de sus tres jefes principales, Carranza, Villa y Zapata, como por los enfoques que tenía cada uno de los problemas nacionales e internacionales. Esto ocasionó que se establecieran fundamentalmente dos grupos revolucionarios: los convencionistas, donde predominaban Zapata y Villa, y los constitucionalistas, donde sólo “tronaban los chicharrones” de Venustiano Carranza. Ambos grupos llegaron a colaborar y a tener contactos, hasta que hubo un momento en que acabaron rechazándose.

Los Villistas y zapatistas se aliaron oficialmente en la Convención de Aguascalientes de 1914, donde se aceptaron los principios del Plan de Ayala; la Convención aprobó también cesar a Carranza como primer jefe y encargado del Poder Ejecutivo, y enseguida se eligió como presidente provisional a Eulalio Gutiérrez. Para comunicar esta decisión a Carranza fueron designados Obregón, Villarreal y Eduardo Hay. Obviamente, Carranza no aceptó la propuesta de los delegados convencionistas. La unión zapatista-villista culminó a principios de diciembre de 1914 con el pacto de Xochimilco; posteriormente la Convención, personificada por ambos caudillos, hizo su entrada triunfal en la ciudad de México.

En enero de 1915, el gobierno de la Convención se había refugiado con Zapata en el estado de Morelos. Salir de la capital y regresar al sur le costó a Zapata aislarse de los villistas. Así, mientras Villa y las fuerzas de Obregón se enfrascaban a muerte en las grandes batallas del Bajío, Zapata trataba de hacer su propia revolución en Morelos; se retiró a Tlaltizapán, lo hizo su cuartel general y durante más de diez meses el estado de Morelos permaneció en paz y llevó a cabo sus propios planes revolucionarios.

Ante esta nueva situación las familias campesinas, pobres y desposeídas de sus tierras, aguas e independencia personal, aparte de recuperar sus bienes recrearon una sociedad con criterios más democráticos en los municipios: comunidades rurales en las que cada familia llegó a ejercer influencia real para utilizar los recursos locales. Políticamente se habían iniciado las elecciones de gobernador, autoridades municipales y judiciales con carácter provisional; toda esta acción política dio como resultado la reconstitución de las autoridades de los pueblos y se abrió la posibilidad de restablecer “democracias locales” donde a Zapata se le consideraba el “juez supremo”.

Se les dió también a los campesinos de Morelos el dominio sobre la propiedad agrícola ya que para ellos esto era fundamental, uno de los principales puntos de su lucha. La repartición de las tierras se llevó a cabo de acuerdo con las costumbres y usos de cada pueblo. Se transfirió a Tlaltizapán la administración de los ingenios azucareros, que fueron manejados por varios jefes zapatistas.

Después de la toma de la capital de la República por los constitucionalistas, Venustiano Carranza encargó la campaña del sur al general Pablo González. La toma de la ciudad de Cuernavaca por las fuerzas carrancistas inició la época de latrocinio más escandalosa que se registró en Morelos. El ejército carrancista se portó como si fuera la reencarnación del antiguo ejército federal. Sus tropas no entraron como libertadoras, sino como conquistadoras de la población local, que era su enemigo.

La gente pacífica, aterrorizada, huyó de los pueblos que se encontraban en la línea de avance de Pablo González. Finalmente, a mediados del mes de agosto de 1916, las tropas de González tomaron el cuartel de Tlaltizapán, se apoderaron de un enorme botín y dieron muerte a 283 personas. A estas alturas, el movimiento zapatista se estaba desgastando a gran prisa, ya que varios jefes locales de los estados de Puebla y México habían empezado a amnistiarse; por otro lado los secretarios zapatistas tendían a volverse más intransigentes. Una de las víctimas más importantes de esta “grilla” fué Otilio Montaño.

Para eliminar a Emiliano Zapata, Carranza y el general Pablo González le hicieron creer que el coronel Jesús Guajardo trataba de aliarse a él. Se estableció una doble correspondencia para que Zapata creyera en la buena fe de Guajardo y entrara en negociaciones con él. Convencido de que éste se pasaría a sus fuerzas le ordenó que se declarara su partidario y que comprobara su fidelidad atacando la plaza de Jonacatepec. Esta acción fué ficticia: Guajardo sólo simuló el ataque, pues se hallaba de acuerdo con los defensores, que entregaran la plaza.

Convencido Zapata, tuvo su primera entrevista personal con Guajardo en la estación de ferrocarril de Pastor. El recibimiento fué cordial por parte del general Zapata, y los dos salieron para Tepalcingo, donde pasaron la noche. Al día siguiente Zapata ordenó a Guajardo que se concentrara en la Hacienda de Chinameca. La mañana del fatídico 10 de abril, ya en Chinameca, Guajardo hizo correr la voz de que se presentaba el enemigo; Zapata ordenó inmediatamente que se cubrieran determinados puntos y él personalmente se situó en la Piedra Encimada. Allí se encontraba cuando recibió una invitación de Guajardo a comer en la hacienda, y acompañado poco más o menos de diez hombres se dirigió hasta allá.

Colegio Guadalupe Victoria
Con motivo del Centenario de su fundación el próximo 26 de Enero

MODELO EDUCATIVO
Definición del Centro Educativo

El Colegio Guadalupe Victoria, con el nombre fiscal “Guadalupe Victoria, A.C.”, incorporado al sistema de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y posteriormente ala Secretaría de Educación de Guanajuato (SEG), ofrece sus servicios a la comunidad desde el año de 1913, bajo la dirección de la Congregación de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe (HMIG). La oferta educativa de la Institución a la sociedad de Salvatierra y sus alrededores es de Jardín de Niños, Primaria y Secundaria, con grupos mixtos.

El plantel educativo con los tres niveles se encuentra ubicado en la calle Morelos No. 520, entre las calles Guillermo Prieto y Colón, en la ciudad de Salvatierra, Gto. La plantilla del personal que laboró en la institución en el ciclo escolar 2005-2006 estuvo integrado por: Jardín de Niños; 3 docentes, Primaria: 7 y Secundaria: 15; 4 secretarias, 4 intendentes y 7 religiosas, dando un total de 42. Hay maestros que prestan sus servicios en más de una sección. El Colegio Guadalupe Victoria cuenta con los departamentos de Pastoral y Psico-pedagógico para brindar un mejor servicio y orientación a la comunidad educativa. Además, se imparten las clases especiales de Inglés y Computación para Jardín de Niños y Primaria.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Fundación de la Congregación

El 2 de febrero de 1879, José Antonio Plancarte fundó la Congregación de Religiosas Hijas de María Inmaculada. En 1885, cambia su nombre por el de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe. De aquí en adelante, la Santísima Virgen de Guadalupe es la Patrona principal de la Congregación. La Congregación surge en momentos de gran conmoción en la vida de México: el periodo de la República restaurada, durante el cual se aplican las Leyes de Reforma; se dictan disposiciones para el abandono de los conventos de mujeres, la expulsión de los jesuítas y de las hermanas de la caridad.

El contexto histórico de esta congregación era realmente muy difícil; sin embargo, el arrojo y la fortaleza característicos de José Antonio le impulsaron a formar esta congregación netamente mexicana. A lo largo de los años, las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe han luchado por continuar y acrecentar la obra educativa iniciada por este extraordinario hombre de Dios, permaneciendo siempre fieles a su herencia pedagógica.

Fundación del Colegio

El Sr. Pbro. Don Ramón Aguilar tuvo la inspiración de fundar en la ciudad de Salvatierra, Gto. un colegio para la educación y formación cristiana de la niñez y juventud, el cual estuviera bajo el patrocinio de N.S. del Refugio de quien era ferviente devoto. Una vez obtenida la autorización de sus superiores, se dirigió a la R.M. Antonia Mayllén, Superiora General de la Congregación de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe (HMIG) y ella aceptó la fundación del colegio. Un grupo de religiosas llegaron a Salvatierra en enero de 1913, comenzando a trabajar el 16 de enero de ese año. La casa del P. Aguilar, ubicada en Morelos fué destinada para este fin; posteriormente cedida a la congregación.

En plena época revolucionaria, el colegio fué clausurado por el presidente municipal, no impidiendo este hecho, que las religiosas continuaran su labor, pasando por distintas casas donde siguió funcionando el colegio. El 14 de febrero de 1936, llega otra etapa importante en la historia de México, la persecución de los cristeros, en la que expulsaron a sacerdotes y religiosas, incluyendo a las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, pero, en los años de duración de este conflicto, no claudicaron en su empresa, bajo el amparo de Dios, volviendo a la tranquilidad al país.

El colegio “Guadalupano” celebró el vigésimo aniversario de haberse fundado en medio de un ambiente de paz el 25 de enero de 1938. La comunidad religiosa se viste de gala nuevamente para festejar el 50 aniversario del Colegio, el 12 de octubre de 1963, siendo superiora la R.M. Ma. del Carmen Pérez Pérez.

En estos 50 años, el Colegio contaba con los niveles de preescolar, primaria y comercio, de este último egresaban secretarias capacitadas y con gran nivel en su desempeño en los diversos lugares de trabajo donde eran contratadas. En enero de 1965, la R.M. Timotea Matsuí Vera, funda la Secundaria Técnica, iniciando labores con 38 alumnas el 8 de febrero del mismo año. En abril de 1966 se dió la autorización de incorporación de la misma.

En el año de 1967, el colegio asume el cambio del calendario escolar. Al inicio del curso escolar 1969-1970, se inaugura la preparatoria, siendo ésta la primera incorporada a la Universidad de Guanajuato en la ciudad, con un alumnado de 60 miembros, respondiendo a iniciativa del Padre Jesús Navarrete y con el apoyo económico de la fábrica “La Reforma”. El 7 de octubre de 1986, se empezó a construir el terreno destinado para integrar al edificio el Jardín de Niños, que anteriormente se encontraba en la casa de las religiosas.

El Colegio celebra sus bodas de diamante del 10 al 16 de enero de 1988, a cargo de la R.M. Fredeswinda Gómez (q.e.p.d), acontecimiento que fué de gran alegría para toda la comunidad educativa y para la sociedad salvaterrense.

En el año de 2004, la preparatoria dejó de funcionar.

A lo largo de estos años, EL COLEGIO ha sufrido cambios, pues en un principio era sólo para niñas y señoritas, sin embargo, en la actualidad los tres niveles con los que cuenta, jardín, primaria y secundaria son mixtos, con el fin de brindar a la sociedad un mejor servicio.

El nombre “Guadalupe Victoria” se debe a la persecución de que han sido objeto las escuelas y asociaciones religiosas, en un principio era conocido como el Colegio Guadalupano o Guadalupe, pero en 1915 se agregó Victoria, para hacer referencia al primer presidente de México independiente, Don Guadalupe Victoria. Durante esa fecha queda totalmente incorporado a la SEP.

Narraciones

¿Existe la “Mala Hora”?
Por : R M P

Se dice que la “mala hora”, es hermana de la casualidad. Puede ser, lo cierto es que existe, aunque algunos no lo crean. Nuestros antepasados si creían en la fatídica Mala Hora. Por eso, nos recomendaban que al levantarnos por la mañana, antes o después de persignarnos en súplica a Dios, le pidiéramos: “LÍBRANOS SEÑOR DE LA MALA HORA”. Sobre este peligro me he puesto a reflexionar y creo yo que esa Mala Hora se le deja venir a la persona, cuando menos la espera. Por ejemplo: hace varios años yo, y una hermana mía tomamos un carro de la Línea Corsarios del Bajío con destino al D.F. Mas allá de San Juan del Río, ví clarito que un autobús de la Línea Tenango del Valle, de esos trompudos que les dicen “polleros”, por rebasar a otro carro invadió nuestro carril a una distancia tan cercana que no pudieron los operadores evitar el choque. Todos nosotros salimos golpeados, menos los pasajeros del autobús.

Afortunadamente, no hubo muertos. Días después del accidente, me decía yo: “fué la mala hora”; con tres minutos que cualquiera de los dos vehículos se hubiera adelantado o retrasado, no hubiera pasado nada. Otro caso estrujante ocurrió a unos cuantos metros de la Carnicería de don Miguel Pizano, en la Calzada Heroico Colegio Militar, sucedido al Sr. Gilberto Cardozo. Estando este señor sentado en una pequeña banquilla al pie de un arbolito cuidando a su perrito, pasaba por la misma acera un individuo conduciendo un perro. En cosa de segundos, el perro de este hombre agredió al perrito del Sr. Cardozo. Ambos hombres se hicieron de palabras y vinieron las palabras ofensivas. El tipo del otro perro, sacó su pistola y en decir “¡Jesús!”, de dos balazos mató al Sr. Cardozo, quedando muerto por fuera de su casa. Todo Salvatierra supo esta fatal desgracia.

Yo me dije; “He ahí la Mala Hora”. Sí, porque en este caso, podemos decir: ¿Por qué el Sr. Cardozo debía estar sentado con su mascota a esa hora y en ese lugar? ó ¿Por qué había de pasar el criminal a esa misma hora y por esa misma banqueta? ¿Por qué no pasaba por la banqueta de enfrente de la Calzada Heroico Colegio Militar? En fin, se pueden citar miles de casos semejantes que suceden en lo individual y en lo colectivo. Todos los días, los periódicos informan de tragedias de este tipo que suceden en todas partes.

Y así como existe La Mala Hora, existe también la “buena hora”. Por ejemplo: cuando caminamos por una calle y nos encontramos tirada una cartera con algunos miles de pesos. Cuando algún hombre joven y soltero, se le ocurre ir a la pista de baile y allí conoce a una muchacha. Ella también lo mira y en ambos nace en su corazón la llama del Amor. Se hicieron novio, se casaron y fueron muy felices. Esa pareja bendice el lugar donde se conocieron. Cuánta razón tenían nuestros padres y abuelos al enseñarnos desde niños a decirle a nuestro Padre Dios: “Señor Omnipotente, líbrame de la Mala Hora y guía mis pasos por el camino de la Buena Hora”. Y antes de empezar nuestras labores, suplicarle en nuestro pensamiento: “Señor, ilumíname y líbrame de todo mal, Amén”.

También es muy bueno llevar en nuestro cuello o en la cartera la protección de una medalla bendita del santo de nuestra devoción, para librarnos de las acometidas del demonio. Por otra parte, afinar nuestro comportamiento y ser conscientes de que nos movemos dentro de una sociedad donde andamos revueltos los buenos y los malos.

Asimismo, es conveniente no irritarnos cuando alguien nos ofende procurando serenarse, más bien, ser calmado y hablar con mesura, pero sin mostrar miedo, pues dice un dicho: “Lo cortés no quita lo valiente”. En el caso de que nuestro interlocutor insista medio alterado en sacar adelante su necedad, lo que se debe hacer es muy sencillo: déle la razón. Esto es como desarmar, quizá mas tarde reflexione y cambie de opinión. Al respecto, usted puede estudiar el famoso libro titulado: “Como ganar amigos e influenciar a los demás”, escrito por el eminente psicólogo norteamericano Dale Carnegie. Contiene una serie de reglas y estrategias para evitar toda clase de malos entendidos con los demás, pues hay muchos enfermos de neurastenia y fuertes problemas psicológicos, que al ser reconvenidos o contradecidos, de inmediato montan en cólera y nada se puede arreglar con ellos hasta que se les pase el absceso difícil de contener. Para ello, tenemos qué saber manejarlos con la técnica apropiada que nos enseña el referido Psicólogo Dale Carnegie.

Pero, independientemente de cualquier estudio, es preciso encomendarnos a DIOS NUESTRO SEÑOR, POR LA MAÑANA Y POR LA NOCHE, en rogativa para que nos libre “DE LA MALA HORA” a nosotros y a nuestra familia. Amigo lector: ¿Te gustó el tema? Es verdad que todo esto es muy interesante.

Libro

Introducción Histórica a las Ceremonias Mortuorias de México

Los Ritos Funerarios

Todas las religiones han considerado al cuerpo humano como creación divina y a la muerte como una sanción; de aquí que las variadas culturas del mundo hayan establecido reglas para realizar el ceremonial luctuoso que cumplen con el fin de que sus iguales, ancestros, héroes y enemigos reciban unas honras fúnebres dependiendo del significado que su deceso tuviera para la sociedad o la familia. En esta ceremonia siempre han estado presentes la danza y la música: marchas funerarias, desfiles luctuosos, letanías, imploraciones, salmos, llantos, desgarramientos de ropas, visitas, pésames, rezos, rogativas, antífonas, insultos, imprecaciones, etcétera.

Sin importar los tiempos y los espacios, la reflexión ha llevado a la humanidad a expresar una secreta protesta contra su mortalidad, así como el temor a ella, llevando a considerarla una transformación, un pasaje, o un castigo que sus dioses le han impuesto. Para contrarrestar estas angustias, las religiones han resuelto de distintas maneras la continuación, el renacimiento y la resurrección, siendo éstas un himno de esperanza. La muerte de un ser querido, explicada modernamente por la Psicología, significa, para el que se queda, una pérdida que exige a quienes la padecen un tiempo de duelo con el fin de aceptar la separación del ser querido; este lapso es variable, pues cada sociedad e individuo procesan y dramatizan de diferente manera la ausencia.

La Muerte y el Catolicismo

El entierro como rito común se estableció en el México católico sustituyendo en parte los variados tratamientos del cuerpo muerto que los grupos nativos americanos les daban antes de la Conquista. En la Europa católica del siglo XVI, los pisos de las iglesias se habían convertido en los depósitos santificados de la comunidad creyente y la liturgia de la sepultura expresaba en sí misma el misterio pascual, es decir, la muerte y la resurrección de Cristo. Por ello, la posición que debieron guardar los cuerpos en la sepultura tuvo un simbolismo similar, pues repitió la actitud de Cristo al descender de la cruz: con la cara hacia la salida del sol, los brazos y los pies cruzados y mirando hacia el altar para esperar la resurrección.

Por otra parte, la mortalidad infantil en tiempos pasados común a todas las culturas del mundo, debió de expresar los deseos de Dios: o bien como castigo a los padres y, o, como un beneficio, ya que los “angelitos” (los infantes muertos, vestidos de angelitos, santos o vírgenes), irían con el Señor y servirían de intermediarios para pedir favores de protección a sus padres. Por su condición de inocencia, se creían que no requerían de sufragios, aunque sí de intercesiones, casi siempre musicalizadas. Es decir, para ellos no había necesidad de hacer misas de difuntos, aunque en nuestros días ha habido cambios, pues se ha establecido la celebración eucarística en las exequias dedicadas a los “angelitos”, aunque éstos no estén bautizados. Para los cristianos, la vida después de la muerte se ha acompañado de cantos triunfales, con salmos referentes a este momento y con suma alegría para las despedidas de los “angelitos”

Las Celebraciones de Todos Santos y Fieles Difuntos

En el calendario teológico litúrgico, de preparación para la otra vida, están otras fiestas luctuosas de gran trascendencia para el mundo católico. Una de ellas se celebra el 1 de noviembre y se dedicó a elevar plegarias a la memoria de los mártires anónimos y de todos los santos. El fervor popular de este día extendió la celebración dentro y fuera de la iglesia. Durante el siglo XVI, se organizaron en la Ciudad de México las primeras fiestas en honor de todos los santos; cuando llegaron parte del ritual de la muerte de Cristo y las reliquias de santos europeos a las iglesias y parroquias novohispanas. Dieron nuevo poder litúrgico a los altares mexicanos, las reliquias que consistieron en cuerpos enteros, parte de ellos o de sus ropas, astillas de la Santa Cruz, o de la mesa de La Última Cena, así como espinas de la Corona de Cristo, todas ellas guardadas en bellos relicarios de oro y plata.

La celebración del 1 de noviembre consistió en visitar las reliquias que cada iglesia poseía y frente a ellas rezar las jaculatorias, con el fin de recibir las indulgencias otorgadas por los Papas, para evitar las penas del purgatorio. Desde entonces, en esa fecha todas las iglesias abren sus altares y muestran sus custodiados tesoros al culto de los creyentes. En la Edad Media, ese día se acostumbró llevar a la Iglesia reproducciones de los restos de los santos en figuras de dulce y pan, las cuales eran bendecidas por los sacerdotes y utilizadas, al igual que las ceras benditas, como protección en contra de las desgracias cotidianas. “Frutas de Muertos”, “huesos de santos”, “muñecos” y “angelitos” de pan, azúcar o pasta de almendras. En sus casas los católicos ponían “la Mesa del Santo” adornada con imágenes religiosas, ceras encendidas, así como los dulces y panes benditos que imitaban a los huesos de los santos. Es probable que estas “Mesas del Santo” aquí en México se hayan transformado en los altares de muertos que ahora conocemos. La venta de “Las calaveras” el uno de noviembre en nuestro país, nos lo relata en la Marquesa Calderón de la Barca (1840-41), a quien no le parece nada escandaloso o único de México, pero si muy al disgusto de don Antonio García Cubas (ca. 1875), quien nos cuenta que:

“Veíanse sobre la mesa bizcochos de diversas figuras coloreados por la grajea (...) cirios de variadas dimensiones (...) los de pura azúcar, entre los que sobresalían los afamados alfeñiques de las monjas de San Lorenzo. El pueblo en ese día dáse por comer esos dulces de azúcar, que generalmente representan cráneos, esqueletos, tibias y otros huesos del ser humano, conviértese, aunque en apariencia en ostófago”.

Y se pregunta: “¿Cuándo desaparecerá de nuestro pueblo tan repugnante costumbre?”. El 2 de noviembre se dedicó a conmemorar a los fieles difuntos. Fué el día que el abad Odilón de Cluny, en el siglo XI (1048) destinó para elevar plegarias por la salvación de todas las almas, pues el temor al infierno y al purgatorio, han sido peores que la muerte misma para los cristianos. Los nombres de los difuntos, en cada poblado, se asentaron en un obituario llamado “rollo de los muertos” y se unieron a las plegarias de los demás católicos. Aquí en México, esta práctica se continúa haciendo en las misas comunitarias celebradas en esa fecha.

Vale la pena describir algunas actitudes populares de ese día de fieles difuntos; nos referimos al retorno de las ánimas, que es también un recurso universal. En la Europa cristiana se considera su origen en la época romana. En tiempos de los césares, se destinaba un día al año para que las ánimas de los muertos volvieran a sus casas a integrarse a los vivos; a las doce de la noche, el pater familia salía a arrojar sobre el techo de la casa unas habas (habas del muerto, le decían); con ellas avisaban a sus muertos que debían regresar a su mundo. En la Galicia actual la creencia es que los muertos vienen a comer en la mesa de fin de año y por ello la dejan puesta hasta el otro día.

En nuestro territorio, por conmemorarse el uno y dos de noviembre, estas fiestas se conjuntaron, -al parecer desde el siglo XVII-, y por ello se confundieron sus devociones, las que, si lo analizamos bien, resultan no ser tan ajenas. En la Ciudad de México, dicen los documentos del archivo del Ayuntamiento, fechados en 1820, que en los días uno y dos de noviembre se hacían en la Plaza Mayor una gran verbena popular llamada indistintamente de Todos Santos o de Los muertos. Ahí se ponían puestos de frutas, comida y dulces y se representaban obras de títeres, además, la gente podía divertirse con los “caballitos y juegos de naipes o dados, comiendo y bebiendo, acompañada por varias orquestas y músicos populares. Obras de teatro como Don Juan Tenorio se han representado en la Ciudad de México, desde la época de Maximiliano.

La Celebración en los Panteones

Con el gobierno de Benito Juárez, en México, en el año de 1860, la muerte pasó a ser realmente laica y entonces cambiaron nuevamente las costumbres de celebrar el día de los muertos, pues la novedad de sacar los restos humanos del piso de las iglesias, para sepultarlos en los cementerios o panteones civiles, en las afueras de las ciudades, significó que cada quién, según su poder adquisitivo, podía hacer su casa mortuoria. Mientras que las pomposas construcciones de mármol, el 2 de noviembre se vistieron con mantones de Manila y encajes y se adornaron con candelabros y floreros de playa y Sévres, las miserables tumbas con apenas una cruz de madera, se engalanaron con pétalos de flores. Ese día se convirtió en una gran romería panteonera, en donde compitieron pobres y ricos para ver quién ponía mas hermosa la tumba familiar.

De día de los Fieles Difuntos, pasó a ser, ahora si, la Fiesta de Todos los Muertos, pues en ese espacio ya se podía inhumar a cualquiera aunque no fuera católico. Al cementerio las clases populares llevaron comida y el infaltable pulque, pues las largas caminatas entre charcos e inmundicias duraban horas, haciendo que la gente llegara a visitar a sus deudos “muerta de hambre”; la canasta con los tacos y los “tornillos” del blanco licor se pusieron sobre el sepulcro; entonces sí se comió sobre el muerto. Esta situación inédita, a decir de escritores de la época, como Altamirano y García Cubas, escandalizó a los católicos, pues la casa de los muertos, al salir de su espacio sagrado (la iglesia), se volvió un reventón de los vivos. Para sorpresa de algunos mexicanos y extranjeros, en la zona norte del país, no hay ofrenda o altar de muertos, aunque sí se guardan los ritos católicos, al sentir de cada familia.

El Rincón para Niños

El Perro y el Lobo

¡Diré en pocas palabras cuán dulce me parece la libertad!

Un lobo de excesiva delgadez encontró por casualidad a un bien nutrido perro. Después de cambiar un saludo se detuvieron.

-¿De dónde vienes que tan brillante está tu piel? –Preguntó el lobo al perro; ¿en dónde te alimentas para estar tan robusto? Yo, que soy más fuerte, me muero de hambre.

-Tú sólo tienes la culpa de encontrarte en semejante condición, -le respondió el perro con franqueza, si puedes proporcionar a un amo los mismos servicios que yo presto al mío.
-¿Cuáles son?
-Vigilar la puerta y por la noche defender la casa contra los ladrones.
-Héme dispuesto a seguirte, exclamó el lobo, porque ahora tengo que sufrir la nieve, la lluvia y arrastro una vida miserable en los bosques. ¡Cuánto más agradable me será vivir al abrigo de las escarchas y encontrar buena cena sin tomarme ningún trabajo!
-En ese caso, ven conmigo, -dijo el perro.

Por el camino, el lobo reparó en el pelado cuello del perro.
-¿Qué es eso, amigo?
-Nada
-Sin embargo, dímelo, te lo ruego.
-Como parezco vivo, me atan desde por la mañana para que duerma durante el día y pueda velar desde que la noche llega. Por la tarde me quitan la cadena y corro a donde quiero. Me llevan pan. Mi amo me da los huesos que sobran en su mesa, los criados me tiran muy buenos trozos, y me dejan su sopa por la que no se inquietan. Así, sin trabajar, me lleno el estómago.
-Pero dime, si quieres salir, ¿puedes?
-No del todo.
-Disfruta entonces, amigo mío, de las dulzuras que me alabas; en cuanto a mí, no querría ni un reino a costa de mi libertad.


La Escuela

-¿No veis los fulgores del sol en la altura
tiñendo las nubes de vivo arrebol?
Niñitos, la escuela más bello fulgura;
marchad a la escuela: ¡la escuela es un sol!

-¿No veis a la abeja que zumba y que vuela
buscando las mieles que da el florestal?
Niñitos queridos, marchad a la escuela,
cual turba de abejas: la escuela es panal!

-Mirad esos nidos del árbol prendidos;
uno es de cenzontles: polluelos, cantad!
Marchad a la escuela, niñitos queridos:
¡la escuela es un nido más bello, marchad!
Amado Nervo

Tomados del Libro “Alma Latina”

Biografía

Roberto Villaseñor Espinosa

Este poeta nació en Jiquilpan el 9 de marzo de 1927. Hizo sus primeros estudios en su pueblo natal, para después ingresar en la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde realizó la carrera de Licenciado en Historia. Terminada la carrera, prestó el servicio de catedrático en la misma institución, impartiendo materias propias de su especialidad.

Villaseñor siempre se caracterizó por ser un constante promotor de los actos culturales en Jiquilpan: certámenes, concursos, exposiciones, etc. Enamorado de su ciudad, Villaseñor compuso canciones en donde la exalta, como la que grabó en un disco y que tituló Jiquilpan en marzo. En este cántico, Villaseñor manifiesta el dolor por la muerte de su esposa María de Jesús Magallón, poetisa a la que le dediqué el artículo pasado.

Son famosas, además, las Calaveras de Villaseñor, en las que desfilan personajes famosos y muy conocidos de Jiquilpan.

Jiquilpan en Marzo

Jiquilpan en marzo,
de ensueños vestida;
arco donde guardo
una tierna ilusión.
Te cubren los besos
de las jacarandas,
leves como el llanto
de un viejo dolor.
Jiquilpan en marzo,
novia florecida,
donde aquel encuentro
nos hizo forjar
un mundo de ensueños
que se deshojaron.
Yo hubiera querido
nunca despertar...
¡Qué breve fué el tiempo
de nuestra aventura!
¡Qué corto aquel año
de felicidad!
Cuando me entregaba
su inmensa ternura,
la rosa más pura
de su alma sin par.
Pero estaba escrito
que no sería mía,
que pronto se iría
para no volver.
Antes que las flores
de las jacarandas
volvieran de nuevo
a besar sus pies.

Leyendas

El Burro del Guayabito

Dice la sabiduría popular que la voluntad y los designios de Nuestro Padre Santísimo, no están al alcance de los hombres. Pero somos necios al querer que el creador haga lo que deseamos y en el momento que decidimos. Sí hace mucho calor, queremos que llueva; si llueve, queremos que salga el solo porque nos mojamos, o cuando menos que llueva, pero cuando ya estemos en casa. En fin, todo indica que Dios nunca nos dará gusto.

En cuestiones de ruegos nos conducimos de manera similar, le solicitamos tal o cual favor a determinado santo que nos recomendaron, o que está de moda, y si no se realiza nuestro deseo, total, lo cambiamos, renegamos de él, o hasta lo castigamos; si no, que San Antonio nos diga cuántas veces ha estado de cabeza o sin niño, hasta que no conceda lo solicitado.

La presente leyenda es un buen ejemplo de nuestra intolerancia por un lado, y lo implacable de la Justicia Divina por el otro. Desde su fundación y hasta mediados del siglo XX, Salvatierra se surtió del agua potable para mitigar la sed de sus habitantes, de los manantiales de la Angostura y de Urireo. El agua era traída y distribuida por arrieros o aguadores, que con sus recuas hacían tal labor, llevando cada burro cuatro cántaros, dos en cada costado.

Don Cleto era aguador, más bien, había nacido aguador, su padre, su abuelo y el abuelo de su abuelo lo habían sido. Comenzaba su recorrido allá a principios del siglo en la antigua Calle del Arco –hoy Guillermo Prieto- rumbo al puente, tomaba un respiro en el Portal de la Brisa y subía por la Calle de los Bravo para repartir en el Barrio de San Juan.

Era de carácter agrio y renegado, maldecía su trabajo, a los burros, y hasta a los chiquillos que intentaban treparse al lomo de alguna de sus bestias. A la gente esto le molestaban, no aguantaban ya sus palabras altisonantes al golpear a los burros con la vara de membrillo o cuando se le rompía algún cántaro, y peor aún; cuando maldecía a los chiquillos que encontraba a su paso, pero todos necesitaban el agua, por eso lo aguantaban.

Un buen día, pasando por el Templo del Barrio, dijo al Señor del Socorro: “Tú que a todos socorres, a mí me has olvidado, preferiría ser un burro como éstos que traigo, que seguir siendo aguador, creo que ellos son más felices que yo”.

Al tercer día de hecho y dicho lo anterior, mientras Don Cleto tomaba su acostumbrado descanso en el Portal de la Brisa, cayó repentinamente muerto. Siguió lo de rigor en estos casos; el velorio; el funeral de cuerpo presente con el consecuente entierro en el panteón; y los nueve días de rosarios por el eterno descanso del alma del difunto.

Pero la Justicia Divina es implacable y no perdona, para él tenía designado que no habría tal descanso eterno. Al décimo día apareció en el Portal un burro que comenzó a recorrer solo el camino que días antes hacía Don Cleto, desapareciendo al terminar la Calle de los Bravo, junto a un guayabito que había crecido a orillas del canal.

Con el paso de los días, los chiquillos se familiarizaron con el animal, trepándosele todos ellos en el lomo, lo curioso de esto era que todos los niños cabían arriba, entre más muchachos se le montaban, el burro se iba alargando. Cuando llegaba al guayabito, daba un giro brusco y repentino, arrojando a la bola de chiquillos al canal, pegándoles un buen susto.

Los vecinos, disgustados por los hechos y el comportamiento del burro, le lanzaban toda clase de improperios cuando pasaba, algunos más irritados, le propinaban
buenas dosis de palos, y los chiquillos seguían trepándosele; pero se ponían ya muy vivos y listos a la hora que los lanzaba al canal. Tal bestia, que algunos dicen lo han visto ocasionalmente, y otros afirman hasta habérsele trepado, es ni más ni menos que Don Cleto, a quien el Señor del Socorro le cumplió su deseo; ser feliz como los burros que le cargaban en agua, y por renegar de la voluntad y los designios del Altísimo.

La Bola de Fuego del Ranchito

En una plácida pero calurosa noche de abril, un grupo de vecinos tomaba el fresco en el Jardincito del Ranchito, frente al Templo de la Sagrada Familia, que a esas horas se encontraba ya cerrado. Un raro impulso los hizo voltear hacia la vía del ferrocarril, todos vieron un gran relámpago sobre el “mogote”; formándose enseguida una gran bola de fuego que rodó cuesta abajo atravesando el jardín y dirigiéndose después por la Calle de Rosas Moreno hasta la Escuela Reforma, donde desapareció.

Recién tendida la vía del tren en 1882, la estación fué instalada frente a la Hacienda de San Juan, quedando bastante lejos de la población, el Ayuntamiento solicitó al general Porfirio Díaz entonces Presidente de la República su traslado al lugar donde ahora se encuentra. Por tal motivo, prolongaron la antigua Calle de las Moras –hoy Guerrero-. hasta la estación, ya que esta calle llegaba hasta la esquina con la de Altamirano.

Como suele suceder siempre y dondequiera, cuando una ciudad crece, todo cambia y la gente también; buscando acomodo y mejoría económica para subsistir. Había en el “mogote” una solitaria y humilde casa de adobe y tejas de un solo cuarto, en ella vivía Soledad; una anciana quien hacía honor a su nombre, acompañada de su pequeño nieto de siete años.

Para Soledad, la desgracia y la pobreza eran sus eternas compañeras. De niña quedó huérfana a los cinco años, no conoció a sus padres, se crió con su madrina de bautizo. Ya grandecita se casó con un hombre al que casi no conocía, pues se la robó para una fiesta de San Juan, la abandonó cuando nació su tercer hijo. Como pudo crió a los tres pequeños, una niña y dos niños. Los varoncitos murieron tempranamente de una rara enfermedad que los fué consumiendo hasta dejarlos en los puros huesos forrados con la piel.

La niña creció pero se le casó muy chica, murió cuando dió a luz a Juanito; su pequeño nieto. Al padre nunca jamás lo volvió a ver, se lo llevaron en la cuerda para Veracruz por las rencillas que tuvo con el hijo de uno de los poderosos ricos de la región, esta práctica era común durante el porfiriato. La llegada del ferrocarril fué una bendición para Soledad, la cercanía de la estación le había dado la oportunidad de ganar algún dinero vendiendo huevo fresco a los pasajeros del tren.

Juanito, su pequeño nieto, le ayudaba en su nueva actividad económica, con alegría y prestancia hacía todo lo que su abuela le pedía, desde recoger el huevo en el pequeño corral trasero, hasta darles de comer a las gallinas, pero eso sí, no le perdonaba dejar de acompañarla a hacer la venta, le gustaba mucho ver pasar el tren. Pero la fatalidad llega con alas y se regresa cojeando, no duró mucho la dicha de Soledad. Una de esas mañanas, dijo la gente, Juanito resbaló sobre el riel del tren en el momento de emprender su marcha, destrozándolo por completo.

La pérdida del niño fué para la abuela un duro golpe, era su única compañía y el motivo de su existencia. Al poco tiempo perdió la razón, se volvió loca, cuando pasaba el ferrocarril se bajaba del “mogote” a la vía a apedrearlo, en su mente quedaba todavía ese sentimiento de venganza contra quien le había quitado a su nieto. Vivió algunos años más, pero nunca encontró la paz ni la resignación, en su loquera sólo invocaba al pequeño. Decían los viejos vecinos del Ranchito que esa bola de fuego es Soledad, quien corre desesperada, en busca de paz y resignación; para entrar en el Reino de los Cielos y estar junto a su amado nieto.

Tomadas del Libro: “Leyendas, Cuentos y Narraciones de Salvatierra, Segunda Parte” de Miguel Alejo López


lunes, 5 de noviembre de 2012

Poesía

Presencia

Escucho el sonido del silencio
y me viene a la mente tu recuerdo,
de tu imagen y presencia que conservo
en mi mente y en el corazón vacío.

Tu aroma que conservo en la memoria
hace que sienta tu presencia, y en la
inmensidad de mi silencio oigo el
murmullo de tu voz, en ese caserón
vacío que ha quedado sin tu amor,
y tu presencia.

Pero la vida sigue su curso, como las
olas del mar, moviéndose de un lado
al otro sin saber dónde parar.

Así va mi vida moviéndose en ese
vaivén que ¿hasta dónde me llevará?
no sé, no sé hasta dónde ni con quien.

J B


A una Persona que tuvo Corazón

Obrero sencillo,
persona de paz,
ese era mi abuelo,
que con orgullo llevo el apellido Rojas.

Persona humilde,
persona con ilusión,
ya me imagino cómo quisiste
a tu gran y querida nación.

Viste a tus hijos crecer
y a una nieta cargaste,
hoy desde el cielo ves,
a toda tu familia trascender.

Todos rezamos por ti,
todos te extrañamos,
quisiéramos que estuvieras en la mesa con nosotros,
platicando y conviviendo
como nunca antes lo habíamos imaginado.

Cómo recordar esos momentos,
que a mi abuela la hacía soñar,
que todo estaba bien
y que ya nada lo iba a cambiar.

G T R R


A una persona con Valor

Este poema es a un gran hombre
que peleó con el alma y el corazón,
durante tanto tiempo,
por amor a su pasión.

Él hizo lo que pudo,
para que a su familia no le faltara nada,
que tuvieran una gran vida asegurada,
sin pedirles absolutamente nada.

Hoy ve desarrollar a sus hijos,
y que tiene nuevos nietos,
eso le da mucha alegría
a él y a toda su familia.

Pedimos por tu lugar con Dios,
ahí en su reino celestial,
protégenos desde el cielo,
para que no nos pase nada mal.

Te extrañamos abuelito,
aunque algunos no te conocieron,
pensamos que fuiste un gran héroe,
para toda tu hermandad.

G T R R


Se fué

Se fué mi corazón, ¡cuánta desdicha!
era mi sol, era mi luna
mi cielo azul mi noche bruma.

Ya no la tengo, ya no la miro
aunque la siento no está conmigo,
tristeza eterna voy arrastrando
esta ausencia me está matando.

Hoy que está lejos yo la recuerdo,
quiero gritarlo me estoy muriendo
te amaré siempre toda mi vida
Ángel de mi alma, luz de mis días.

Allá en el cielo te busco a diario
estrella mía que te has marchado,
cerca al lucero que amo tanto
déjame verte cariño santo.

Mareada mi alma se ha quedado,
este vacío me ha señalado
quiero alcanzarte criatura mía
estar contigo en aquella vida.

Niña de mi alma, déjate ver
que hago tan sola sin tu querer,
quiero gritarlo, te extraño tanto
lucero mío, te estoy llamando.

I S J.


Así es la Vida

Así es la vida,
nacer para morir
sin poder escoger
ni se puede exigir.

Sin impaciencia ni sobresalto,
solo en espera,
así es la vida,
una quimera.

Siempre serás mía,
vivirán en mi
hasta que yo muera.

Ángel del alma mía,
no volveré a tenerte,
pero tengo la certeza
de volver a verte,
donde todo principia,
donde no hay final,
donde los que se aman
se vuelven a encontrar.

Quiero siempre amar,
amar hasta morir
y en brazos del amor
dejar de existir.

I S J.



Tu Ausencia

En la magra existencia de mi vida,
tu amor siempre busqué enloquecido,
veía la luz del alba convertida
en un radiante sol de amor henchido.

Las alondras cantaban más alegres
buscando en una rama hacer sus nidos,
los pájaros con trinos diferentes
a hermosas melodías daban sentido.

Las flores, matizadas de nítidos colores
compartíanme su aroma perfumado
y lucían sus límpidas corolas
bañadas de rocío aperlado.

Todo ello formaba un delirio
conjugando en su todo tu presencia,
hasta el viento llegaba a mis oídos
trayéndose tu voz dulce y serena.

Parecía decirme con vehemencia:
“ya no me busques más, pues he partido;
me llamó el Buen Jesús a su presencia
dejar ya de sufrir en tu conciencia.

Y ya no llores más, ténme paciencia;
como un Ángel iré por tu camino,
mi espíritu estará siempre contigo
hasta que ÉL te llame a su presencia
y allá en la eternidad, la mano del Señor,
bendiga nuestro idilio.

J. E R B.

Jorge Negrete, un Charro de Leyenda

Homenaje al extraordinario cantante y actor orgullosamente guanajuatense,quien nació el 30 de noviembre de 1911

Jorge Negrete fué el segundo de cinco hijos del matrimonio formado por Emilia Moreno Anaya y David Negrete Fernández, un militar que dedicaba la mayor parte de su tiempo a los estudios intelectuales. El Capitán Negrete fué un padre que educó a sus hijos dentro de las normas más estrictas de moral y disciplina, pero al mismo tiempo, fué un hombre tierno y cariñoso que siempre demostró a su familia el amor que sentía por ella. Jorge fué un niño rebelde, y desde muy temprana edad mostró un fuerte temperamento que para nadie de su familia pasó desapercibido. Cuando veía que su madre castigaba a su hermano mayor, lo animaba para que se rebelara en su contra.

Sin saber cuál sería el camino que tomaría su vida, sus padres estaban convencidos de algo: Jorge triunfaría en el campo que escogiera. “Era un chico muy inquieto –recuerda su hermana, Consuelo Negrete-, travieso a morir, pero al mismo tiempo muy sensible, se le controlaba fácilmente con cariño. Cuando mi mamá se veía obligada a castigarlo y darle sus buenos, no le hacía brotar una lágrima, ¡pero que no le dijera que había estado muy enferma, porque se desvivía por atenderla y cuidar que nadie fuera a molestarla! El cariño tan grande que todos teníamos por mi madre, no sólo lo inculcó, sino lo cultivó mi padre; fué un matrimonio muy bonito, bien avenido. Nosotros tuvimos una educación basada en el respeto y cariño hacia los padres, y en ese medio fué donde Jorge se desarrolló”.

Sus primeros estudios los hizo en el Colegio Santa María de Guanajuato, a donde acudía junto con su hermano mayor, David. Ahí, Jorge se ganó el sobrenombre de “El Borreguito”, ya que tenía carácter bronco y constantemente se daba “topes” con sus compañeros. Desde pequeño, mostró predilección por la gente humilde. Muchos de sus amigos eran niños de la calle, a los que le gustaba proteger, al grado que entre ellos lo llamaban “El Apóstol”. “Desde chico tuvo espíritu de justicia, cuando estaba en primaria, lo castigaron porque había golpeado a un compañero. Jorge se defendió diciendo: ‘es que le estaba pegando a un niño muy chico’; luego, el maestro nos contó que al que Jorge se metió a defender, era más grande que el mismo Jorge, pero para él, eso era una injusticia”.

“Nuestra niñez en León fué de los más normal –afirma Consuelo. A mis hermanos los recogía del colegio un mozo de la casa y a Emilia y a mí, nuestra nana. Caminábamos por la famosa Calzada, de la entrada de León hacia el centro. Había huertas a los lados y nuestra mayor fascinación era que nos compraran lechugas; nunca he probado una lechuga mejor que las de León.

Para la familia Negrete, la música era parte de sus vidas. El Capitán Negrete era un gran aficionado a la música clásica y a la música popular mexicana. Jorge aprendió a cantar desde niño. Su padre le enseñó a él y a David a cantar, haciendo primera y segunda con las voces. Cuando había fiesta, los hermanos interpretaban canciones populares mexicanas y algunos valses. “Nuestra vida familiar fué muy intensa, incluso la casa nunca estuvo sola, siempre había primos, amigos y parientes. A mis hermanos, mi padre les enseñó a tocar el laúd, la guitarra y la bandolina”.

Se Teje la Leyenda

Jorge Negrete debutó en radio en la estación XETR. Como en ese entonces cantaba arias y canciones napolitanas, el público no tenía interés alguno en él, por lo que su debut pasó desapercibido. Sin perder los ánimos, Jorge insistió y al poco tiempo, logró entrevistarse con don Emilio Azcárraga Vidaurreta, quien le dio la oportunidad de cantar en la XEW, dentro de un programa semanal. Era 1932, y gracias a la radio ,empezó a relacionarse con grandes artistas como Emilio Tuero, Chucho Martínez Gil y Gonzalo Curiel. En aquel entones, Jorge usaba el nombre de Alberto Moreno, es decir, su segundo nombre acompañado del apellido materno, con la intención de que su familia no se enterara que estaba en el medio artístico.

A pesar de que todos los que lo oían alababan su excelente voz, Jorge seguía sin “prender” al público. Poco a poco fué dándose cuenta de que los consejos de sus amigos eran ciertos: a los radioescuchas les gustaba oírlo cantar canciones populares, por lo que comenzó a incluir en su repertorio composiciones de Gonzalo Curiel y Ernesto Cortázar, quien años más tarde sería quien compondría, al lado de Manuel Esperón, las canciones que hicieron famoso al “Charro Cantor”.

Por aquellas fechas, se inauguró el Palacio de Bellas Artes, y Jorge fué invitado a participar. Ante el entonces presidente de la República, Abelardo L. Rodríguez, Jorge Negrete cantó la versión musical de la obra “La verdad sospechosa”, de Juan Ruiz de Alarcón. Al poco tiempo, Chucho Martínez Gil abandonó su programa en la W para irse a radicar a Nueva York y Jorge pidió ser él quien lo sustituyera. La noche de su debut, fué presentado por el locutor Arturo García, quien tiempo después se volvería ampliamente conocido con el nombre de Arturo de Córdova. Fué el precisamente quien le sugirió que usara el nombre de Jorge Negrete. Él estuvo de acuerdo, trayendo como consecuencia que su madrina de bautizo, indignada de verlo en ese medio, lo desheredara de su fortuna.

En 1935, debutó con la compañía de Roberto Soto, en el teatro Lírico. Se trataba de una revista satírica-política en donde Negrete aparecía vestido con un cinturón romano, dando latigazos a los esclavos cristianos. El público abucheó el número y con ello, Jorge comprendió que no estaba en el medio adecuado para cantar música clásica. Un año después, a finales de 1936, Negrete seguía sin conocer el triunfo, teniendo dificultades para sostenerse económicamente. En contraste, las carreras de Ramón Armengod y Emilio Tuero se encontraban cuesta arriba. Armengod planeó una gira para ambos a Nueva York, pero Tuero terminó echándose para atrás, ante lo cual, Jorge se ofreció para sustituirlo.

Partieron primero por tren a la ciudad de Monterrey, donde el recién formado dueto “El Par de Ases” se presentó a cantar en la estación XEMR. De ahí partieron hacia Nuevo Laredo, donde también actuaron, y luego en autobús hasta Nueva York. En la urbe de hierro, comenzaron a trabajar en un programa radiofónico de la NBC, ahora usando el nombre “The Mexican Caballeros”. Cantaban dos veces por semana y recibían 120 dólares como pago. Al mismo tiempo, conseguían contratos en emisoras de los pueblos vecinos o en el teatro hispano. Pasaron los meses y a Ramón le ofrecieron cantar como “Crooner” en la orquesta de Guy Lombardo, que en aquel entonces era una de las más famosas de Estados Unidos, lo que provocó que el dueto se desintegrara.

Jorge se sentía solo y desorientado, por lo que solicitó la ayuda de su amigo Chucho Martínez Gil, quien lo presentó con Mary Shank, esposa del empresario Abe Tubbin, y después de oírlo cantar, le consiguió una audición para el Metropolitan Opera House. Para Jorge, cuya máxima ambición era cantar ópera, la audición se convirtió en una obsesión. Chucho Martínez Gil le advirtió que entrar al Metropolitan era difícil, y le sugirió que regresara a México e intentara encontrar trabajo en el cine nacional, poniendo como ejemplo a Emilio Tuero, quien se disponía a filmar una película de charros.

-¿Yo? ¿Hacer películas de carros? !Ni que estuviera loco!”, fue la contestación de Jorge, ignorante del papel que el destino le tenía reservado. Al fin llegó el día de su audición. Después de oírlo canta, Jorge fue felicitado y se le ofreció el puesto de tenor suplente. Al escuchar la palabra “suplente”, la sonrisa desapareció de sus labios. Su orgullo le impidió aceptar y como consecuencia, tuvo que trabajar como ayudante de mesero en el cabaret de ambiente latino “Yumurí”. Al mismo tiempo, en México, el director de cine Ramón Peón buscaba un actor para su película “La madrina del diablo”. Se entrevistó con David, el hermano de Jorge, y éste le prometió que convencería a su hermano de que aceptara.

Jorge estuvo de acuerdo en filmar, mas no en regresar definitivamente a México, por lo que dentro de su contrato, exigió un pasaje con regreso a Nueva York. En “La madrina del diablo”, tuvo como compañera a la actriz María Fernanda Ibáñez, quien también hacía su debut. Ella era la hija única de doña Sara García, y Jorge se identificó fuertemente con ella. Después de la filmación, él regresó a Nueva York y empezó a escribirle cartas de amor, las cuales fueron interceptadas antes de que María pudiera leerlas. Al poco tiempo, María murió víctima de tifoidea. Tenía sólo 21 años.

Aunque la película generó ganancias, no fue un triunfo rotundo en la carrera de Negrete. Estando de regreso en Nueva York, volvió a ser contratado para filmar otra cinta en México: “Huapango”, motivo por el que regresó en enero de 1938. Inmediatamente después, aceptó intervenir en una película de homenaje al actor Joaquín Busquets, que había perdido la vista. Como había que esperar algunas semanas antes de empezar el rodaje, Jorge aceptó actuar en “La Valentina”, al lado de Esperanza Baur. Ahí fue donde conoció a la que dos años más tarde se convertiría en su primera esposa: Elisa Christy.

Las proposiciones de trabajo se suceden una tras otra. Después de “La Valentina”, Jorge actuó en “Caminos de ayer”, donde interpretó temas de Gonzalo Curiel y Pepe Guízar. A pesar de que por todos lados le sugerían e incluso le hacían proposiciones de trabajo para que cantara con mariachis, Jorge seguía renuente a hacerlo. En su mente, aún mantenía la fantasía de, algún día, triunfar en Nueva York. En Julio de 1938, empezó a filmar “Perjuria”, junto a Marina Tamayo. Era una época de intenso trabajo, y la carrera de Negrete iba subiendo día con día. Le siguieron “Aquí llegó el valentón”, “Juan sin miedo”, junto al torero Juan Silveti, y “Juntos, pero no revueltos”, donde volvió a actuar al lado de Elisa Christy, gracias a que el mismo Jorge la propuso para el papel.

Para terminar el año, filma “El cementerio de las águilas”. Después de esta buena racha, partió rumbo a Hollywood, contratado pos los estudios 20th Century Fox, que aparentemente deseaban hacer películas en español. Sin embargo, las cosas no resultaron como esperaban: el miedo de que los latinos se convirtieran en una fuerte competencia para las estrellas hollywoodenses, hizo que todo se viniera abajo. Durante 1939, Negrete prácticamente no realizó nada, por lo que una vez terminado el contrato, decidió regresar a Nueva York. Al poco tiempo, Jorge es contratado para cantar en el club “Havana –Madrid”, en Cuba. Al llegar allá, le ofrecieron también intervenir en teatro. Actuó en “La viuda alegre” durante una breve temporada, ya que los resultados no fueron los esperados.

Jorge regresó a Estados Unidos vía Miami, pues deseaba conocer la ciudad. Sin embargo, a su llegada, las autoridades le detuvieron sus papeles y le pidieron que no saliera de la ciudad hasta que ellos investigaran si su permiso para trabajar era legal. Mientras se resolvía su situación, empezó a trabajar en el “Royal Palms”. Elisa Christy lo alcanzó en Miami y días más tarde, contrajeron matrimonio en el City Hall de esa ciudad. Después de unos meses difíciles en los que el trabajo escaseaba o venía acompañado de condiciones que Jorge no estaba dispuesto a aceptar (como vestirse de torero para cantar en el “Copacabana”), llegó un telegrama que habría de cambiar su vida por completo. Venía desde México, y en ése, le ofrecían el estelar de la película “!Ay, Jalisco no te rajes!”. Al aceptarla, una nueva etapa empezó en la carrera de Jorge Negrete.

Jorge Negrete, el Líder Sindicalista

Jorge Negrete fue un hombre con fuerza, empuje y arrastre para conquistar y dirigir masas; poseedor de una seguridad en sí mismo fuera de serie, un individuo capaz de saltar todos los obstáculos con tal de llegar a su meta. Fue, sin lugar a dudas, el mejor líder que tuvo el movimiento laboral de la época de los 40; entregándose por completo a su labor en pro de la Asociación Nacional de Actores. Durante los dos periodos que estuvo al frente del sindicato, sacrificó su carrera, posición económica y salud en pro de la emancipación de los artistas de México. Dejó cimentadas sólidas bases y una invaluable herencia de cariño y dedicación a sus compañeros de profesión. Luchó siempre por elevar el nivel artístico, moral y económico de los actores, dando lugar a un movimiento laboral sin precedentes, logrando para ellos una situación privilegiada, además de proporcionar asistencia médica, social y protección legal a sus miembros.

En 1934, nace la ANDA (Asociación Nacional de Actores), siendo su primer Secretario General, don Fernando Soler. Le siguieron Ángel T. Sala, Jorge Mondragón y Mario Moreno “Cantinflas”. Durante el mandato de este último, Jorge Negrete ocupaba el puesto de Secretario de Conflictos, y fue el encargado de sucederlo al término de su periodo. Negrete dirigió los destinos de la ANDA de 1944 a 1947 y en 1953, antes de su deceso..

En 1944, harto de las injusticias, las precarias condiciones existentes y con el deseo de poner fin a las arbitrariedades, Negrete decide hacer un llamado a los miembros del UTECM (Unión de Trabajadores de Estudios Cinematográficos de México), para rebelarse en contra de los líderes de dicha unión y crear un sindicato propio, que brindara garantías y apoyo a los actores. Así, junto con Gabriel Figueroa, Mario Moreno “Cantinflas”, Víctor y Tito Junco, iniciaron una difícil lucha, llena de entrega y lealtad. Para salir adelante, tuvieron que enfrentarse al STIC (Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica), catalogado como un “dragón de siete cabezas”, fuerte y dominador. Uno de sus objetivos principales era brindar, además de asistencia social y médica, un pago justo por las horas de trabajo, no sólo a las figuras de renombre, sino a todos los responsables de la elaboración de una película, desde los extras hasta los técnicos.

A pesar de su amplia cultura, Jorge Negrete, tuvo que documentarse en libros como “El derecho romano”, “La ley obrera” y la Constitución, entre otros, además de asesorarse por el político mexicano Antonio Villalobos, presidente del PRM (el PRI actual). Visitó varias embajadas y consulados con el fin de conocer el proceso que en otros países se llevó para la formación de sindicatos de artistas. Desatada la guerra contra el STIC, Jorge Negrete, Gabriel Figueroa y Mario Moreno prácticamente tomaron los Estudios Clasa, Azteca y San Ángel Inn, atrincherados con rifles para defender lo suyo. Muchas figuras de renombre como Dolores del Río, Sara García, Pedro Infante, Carlos López Moctezuma, Manolo Fábregas y muchos más brindaron su apoyo incondicional, seguros de que “la unión hace la fuerza”.

No todo fue triunfo y gloria, Jorge tuvo que enfrentarse a muchos conflictos para salir adelante en su labor sindical; el STIC seguía causando problemas y amenazó con boicotear las películas donde aparecían Mario Moreno y Jorge Negrete o las que fueran fotografiadas por Gabriel Figueroa, Jorge, con tal de cumplir con la “familia artística”, fue relegando su carrera y desatendiendo compromisos contraídos con anterioridad, como la gira a Argentina pactada con el empresario Orlando Villegas y sus grabaciones pendientes con la RCA Víctor.

Su interés y afecto por los desposeídos fue otra de sus características como líder sindical. Una de sus obras más notables fue “El fondo para la niñez desvalida”, para lo cual hizo colocar cajas en las entradas de los cines y teatros para reunir fondos dirigidos a dicha causa. Otra de sus ideas era la construcción de la clínica para los Actores, el Instituto de Arte Teatral, Cinematográfico y de la Radio y Televisión, así como el Teatro de la ANDA, que hoy lleva su nombre y paradójicamente fue escenario de su velorio.

A pesar de todo, Jorge Negrete siguió haciendo películas al por mayor. Durante la filmación de “No basta ser charro”, sucedieron dos anécdotas interesantes que hablan del espíritu de ayuda del “Charro Cantor”: una mañana en que se dirigía a los Estudios, pasó por un callejón de una colonia popular donde algunas personas, bajo un frío intenso, esperaba a que se les surtiera leche sin ninguna respuesta. El impulso de Jorge lo llevó al rancho de don Ceferino, un hombre que alquilaba caballos para películas. Le compró 50 litros de leche y los repartió entre aquella gente. En otra ocasión, uno de los técnicos de la película tuvo un accidente y tenía muy preocupado a Jorge.

Este, desesperado por saber el estado de salud del muchacho, y consciente de que sólo se le había asignado la mitad de su sueldo, fue hasta su casa, ofreció a la madre solventar los gastos y le entregó un sobre con dinero. Jorge Negrete fue un líder único, que contribuyó de manera extraordinaria a la “familia artística”. Apasionado defensor de sus compañeros, legó para ellos un sindicato fuerte, basado en la honestidad, la unión y el progreso del gremio artístico. A pesar de su carácter impetuoso, de sus brusquedades y reacciones violentas, se supo granjear durante dos periodos al frente de la ANDA, el cariño y respeto de sus compañeros, dejándolos con un gran dolor ante su pérdida.

El Nacimiento de una Leyenda: José Alfredo Jiménez

Homenaje al compositor orgullosamente guanajuatense,
quien muere el 23 de noviembre de 1973

¿Quién de nosotros no ha cantado por lo menos una estrofa de una de las muchísimas canciones del más grande compositor de música ranchera de nuestro país? ¿Quién en una noche de parranda no ha pedido, por lo menos una vez, que toquen “El Rey”? ¿Quién no le ha demostrado a la mujer que ama, sus sentimientos, y de paso, su condición de macho entre los machos, por medio de una de sus melodías?

En 1926, el país se reponía de la cruenta lucha revolucionaria: ocupaba la presidencia de la República, Plutarco Elías Calles, que intentaba una estabilización social y, sobre todo, política en el país: nacionalizaba empresas, cerraba templos y confiscaba bienes eclesiásticos. El 19 de enero de ese año, nacía en la cuna de nuestra Independencia, Dolores Hidalgo, Guanajuato, José Alfredo Jiménez Sandoval, que el mundo conocería como José Alfredo Jiménez o simplemente, José Alfredo.

Hijo de Carmen Sandoval y Agustín Jiménez, dueño de la botica del pueblo, José Alfredo pasó su niñez en su pueblo natal. Pero fué a mediados de los treinta, en pleno periodo cardenista, cuando al morir su padre, la familia Jiménez Sandoval se traslada a la ciudad de México, que en esos años tenía un toque campirano, para instalarse en una vieja casona, propiedad de unos parientes, en Santa María La Ribera.

Cerca del que sería su primer hogar en la capital del país, se ubicaba el restaurante “La Sirena”; fué ahí donde José Alfredo desempeñó su primer trabajo: mesero. El dueño del lugar, tenía un hijo que gustaba de tocar la guitarra y junto con José Alfredo y otro amigo formaron un trío, “Los Rebeldes”, que empezó a hacer sus pininos en el mencionado restaurante.

En aquellos años, mediados de los cuarenta, el mundo se convulsionaba por la Segunda Guerra Mundial, y México también tuvo su participación por medio del Escuadrón 201; mientras tanto, José Alfredo tenía una gran pasión: el futbol; llegó a jugar en el máximo circuito del balompié nacional como portero, le apodaban “El Gato”, debido a su gran agilidad y a sus felinos ojos azules. Su suplente en la portería era, ni más ni menos, Antonio “La Tota” Carvajal, único jugador mexicano que ha participado en cinco mundiales.

Sin embargo, tuvo que renunciar al deporte para dedicarse de lleno a su verdadera vocación: la música. A finales del decenio de los cuarenta, José Alfredo se dedicaba, por afición, a componer canciones que exaltaban los acontecimientos de su entorno y junto con su trío daban serenatas donde les pagaban siete pesos.

Fué en 1947, cuando compuso la canción “Yo”, que al ser escuchada por Andrés Huesca, líder del grupo Los Costeños, la graba el 22 de febrero de 1950, para la RCA Víctor. En ese año, Mariano Rivera Conde, director artístico de la RCA, lo conoce y le agrada su trabajo, por lo que comienza a pedirle canciones para sus intérpretes que ya estaban consolidados o en camino de serlo: Miguel Aceves Mejía, Pedro Infante y, sobre todo Jorge Negrete.

En el despegue del éxito, Felipe Valdés Leal lo firma como intérprete para la CBS, y en junio de ese año, 1950, graba su primera canción como cantautor: “Ella”, la cual fué incluida en la cinta Arrabalera, de Joaquín Pardavé, de ese mismo año. En 1950, sus melodías “Ella” y “Yo”, se incluyen en las películas La Marquesa del Barrio, Burlada, Islas Marías, El Gavilán Pollero y Por querer a una mujer. En ese año, se reanudaban los campeonatos mundiales de futbol. México inauguraba la fiesta del balompié ante el anfitrión, Brasil: el resultado: una goleada en contra de cuatro a cero. Antonio Carvajal comenzaba en ese Mundial a escribir su historia de cinco participaciones.

En el cine, abarrotaban las pantallas, las películas de melodrama, y hacían su irrupción las bailarinas y cintas que harían todo un género: las rumberas. El país estaba gobernado por Miguel Alemán Valdés.

Al año siguiente, 1951, obtiene el disco de oro, otorgado por un semanario, por sus éxitos: “Como un criminal”, “Cuando el destino”, “Cuando juega el albur”, “Ella”, “La que se fué”, “Esta noche”, “Mi despedida”, “Nuestra noche” y “Viejos amigos”, entre otros. Al mismo tiempo que continuaba musicalizando películas, es en ese año cuando hace su debut como actor al lado de Pedro Infante en la película Martín Corona, de Miguel Zacarías. Es a partir de ahí cuando nace la leyenda.

A lo largo de 22 años, José Alfredo compone sus temas para sí mismo, pero también son interpretados por diversos y disímbolos cantantes mexicanos y extranjeros; además son utilizados para musicalizar buena parte de la producción cinematográfica de nuestro país en esas dos décadas y aún más, inspiración para títulos de cinta como El enamorado, Camino de Guanajuato, La Vida no vale nada, Tú y las nubes, A los cuatro vientos, entre otras, donde no sólo sus canciones musicalizan las cintas, sino también hace breves apariciones musicales y tiene papeles más extensos.

Durante esos 22 años, 1951-1973, el país se enriqueció en su historia con toda clase de acontecimientos y hechos memorables. En los años 50, en el cine predominaban la presencia y las voces de Jorge Negrete, Pedro Infante, María Félix, Pedro Armendáriz, Dolores del Río; directores como Emilio Fernández y Alejandro Galindo definían su cine; los ritmos musicales que más se escuchaban eran los boleros, el mambo y a finales de esa década, el rock and roll. El país parecía enfilarse hacia un desarrollo económico, social y político.

Para el decenio de los sesenta, nuestro país no podía sustraerse de los grandes movimientos que se suscitaban en el mundo. Los estudiantes tomaban las calles, se dejaban el pelo largo en señal de protesta y se manifestaban en contra de la Guerra de Vietnam. Los Beatles, Los Rolling Stones, The Doors, Jimmy Hendrix, entre otros, dominaban las estaciones de radio y su look marcaba la moda. Los ojos del mundo estaban puestos a finales de los años 60 en México, porque nuestro país era la sede de los Juegos Olímpicos en 1968. Y ese mismo año, la nación se enlutaba por los trágicos sucesos de Tlatelolco, el 2 de octubre. Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, fueron los presidentes de México en esa memorable –en todos sentidos- década.

José Alfredo grabó más de 30 álbumes, compuso más de 400 canciones que han sido interpretadas, entre muchos otros, por Jorge Negrete, Pedro Infante, Lola Beltrán, Miguel Aceves Mejía, Luis Aguilar, Pedro Vargas, Lucha Moreno, Libertad Lamarque, Pepe Jara, Charro Avitia, Adolfo Garza, Amalia Mendoza, Chavela Vargas, María Victoria, Julio Iglesias, José Luis Rodríguez, Luis Miguel, Daniela Romo, Tania Libertad, Estela Núñez y Eugenia León. Como se ha mencionado, muchas de sus composiciones están inspiradas en lo que sucedía en su entorno, por ejemplo “El Jinete”, que llegó a su mente cuando presenciaba el paso lento de un caballo en el Desierto de Los Leones: o cuando uno de sus hermanos (Ignacio), tuvo un accidente en Salamanca donde perdió la vida.

Ese triste suceso lo llevó a componer “Camino de Guanajuato”, donde hace referencia a ese desafortunado acontecimiento en el párrafo: “No pases por Salamanca/ que ahí me hiere el recuerdo / vete rodeando veredas / no pases porque me muero” o cuando una mañana al ir manejando por una carretera y la visibilidad era escasa, José Alfredo dijo: “esto parece un mundo raro...” y escribió una melodía con el nombre de “Un mundo raro”.

Motivo de inspiración también lo fueron, por supuesto, las mujeres. El tema más famoso es “Paloma Querida”, dedicado a su entonces novia y posterior primera esposa, Julia Gálvez Aguilar; “Muy despacito” (dedicado a Irma Dorantes), “Si nos dejan” (a Columba Domínguez), “Te quiero, te quiero” (a Irma Serrano), “Qué bonito amor” (a Lola Beltrán), “Amanecí en tus brazos” (a Lucha Villa) y “No me amenaces” (a Mary Medel, su segunda esposa).

Todas sus canciones están inspiradas en sus vivencias, en sus propias tragedias o aventuras, en sus amoríos (se casó tres veces, la última con Alicia Juárez), no hay otro compositor de música ranchera que tenga tanto éxito y goce de tanta popularidad, aun hoy en día. José Alfredo no sabía –académicamente hablando- música, es decir, no escribía por nota, su recurso era la intuición; no sabía tocar ningún instrumento, por lo que silbaba las canciones que iba componiendo. Más tarde, Rubén Fuentes se encargaría de los arreglos musicales y la anotación en el pentagrama. Para José Alfredo todas las canciones tenían que nacer juntas, es decir, música y letra al mismo tiempo si no, decía, no funcionaban.

Muchas de sus canciones sirven de acompañantes en nuestras parrandas o borracheras, porque así era José Alfredo. Gustaba de la vida placentera; por ello, desde febrero de 1972 ingresó a un hospital particular en la ciudad de México, debido a que su salud se minaba gradualmente por un padecimiento en el hígado. Finalmente, el 23 de noviembre de 1973, a la mitad del sexenio de Luis Echeverría Álvarez, dejó de existir, físicamente, El Rey de la Canción Ranchera, El Amo de los Compositores: José Alfredo, quien en nuestro medio vernáculo, ¡sigue siendo El Rey!


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