Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

jueves, 4 de octubre de 2012

Historia

Aztlán: origen y destino

A partir de este número, estimado lector, publicaremos este libro, esperando que sea de su agrado.

Presentación

Cuando el indio Gerónimo fué capturado, tras la derrota de su tribu, se le trasladó al fuerte militar en que se le iba a ejecutar. Ese traslado duró semanas, en las cuales, a lo largo del trayecto compartió su conocimiento, de jefe de la tribu, con sus verdugos, su último diálogo con el mundo.

Años después de su ejecución, uno de sus captores encontró algunos de sus apuntes que hizo durante ese traslado y los transcribió; escribió un documento que fué publicado a mediados del siglo 20. El indio Gerónimo, rumbo a su fatal destino, atravesó el valle en que vivieron sus padres cuando él nació, y pidió a sus captores le permitieran ir a despedirse de su hermano, que era un árbol. Su hermano fué sembrado por sus padres después de que él había nacido y bajo su raíz, habían depositado su ombligo. Cada persona de la tribu, sabía con exactitud cual era el lugar en que nació. Los indios americanos afianzan el origen con la memoria, la siembra de un árbol y un ritual.

Al pasar por el sitio de “el origen”, hay qué simbolizar la palabra “aquí” en el punto que nos une por el origen con mamá tierra, de la que provenimos, y mediante quien nos comunicamos con la divinidad universal. En ese lugar, hay qué señalar los cuatro puntos de donde viene el viento, recostándose, señalando en el suelo una cruz, y después, bailarle un rezo al hermano árbol. Este libro que nos obsequia Melquíades González Gaytán, nos ayuda a entender los umbrales de la ancestral melancolía, y nuestra carencia de sentido originario en torno al cual ofrendar nuestras reliquias culturales heredadas, de nuestras raíces americanas (de Abya-yala).

De la misma forma que los pueblos indígenas generan rituales para afianzar en el conocimiento colectivo la conciencia sobre el origen y la importancia, este texto provoca al lector con una serie de reflexiones surgidas a partir de la revisión de documentos históricos y versiones que nos han sido enseñadas a los mexicanos a través de las diversas versiones oficiales, de acuerdo con el periodo, pero con una constante.

Habiendo advertido ese detalle, Melquíades nos invita a hacernos unas preguntas, y revisa el contraste entre la percepción del mundo originaria, sus versiones del origen y las historias oficiales, las cuales con frecuencia contienen argumentos que se utilizaron para justificar el colonialismo virreynal. El más obvio, es la percepción euro centrista.

Otro tema que nos señala de manera discreta es el desarrollismo, adoptado por los países latinoamericanos para entender su situación económica a partir de la comparación de sus ingresos personales e inversión en tecnología, que se daba en cada país, situando en un nivel superior a unos países e inferior a otros. Según esta teoría, aplicada en los años 70, los países que se consideraban entonces inferiores o “en vías de desarrollo” tenían como meta llegar a obtener tanta riqueza como la de los países que en ese entonces se consideraba que eran superiores. Aunque esas dos ideas son obsoletas y absurdas, sigue existiendo gente que las usa y las reproduce, a pesar de que cada día suenan más absurdas, este libro nos enumera algunas de ellas.

El presente trabajo, además nos recuerda que el concepto de límites geopolíticos es artificial, y frecuentemente utilizado como argumento de lucro, negociación de poder, y prácticas de explotación, además de justificación, en forma de argumento, para la aplicación de racismo institucional, o de estado. Sin embargo, la fuerza de la cultura originaria de los pueblos americanos, no puede ser contenida por fronteras, pues los territorios lingüísticos, de memoria, astronómicos, toponímicos, y demás sistemas culturales, no pueden ser contenidos ni delimitados por una barrera “nacional”.

Después de la guerra civil española, Jardiel Poncela dijo: “la educación en los ricos es inútil, en los pobres peligrosa”. Esta presuposición de la lógica de un gobierno excesivamente paternalista e intolerante, puede explicar también la idea con que la población mexicana es concebida en la actualidad por parte de los grupos que ejercen algún grado de autoridad en ella: el clero, el estado, la industria cultural comercial, y la academia.

Lo que nos dice este libro no es nuevo, es necesario que se nos recuerden esta serie de verdades y se pongan en una lista de pendientes, pues, no se han resuelto totalmente. Este libro surge en un momento histórico, dentro de un singular ciclo; entre el 2000 y el 2010, es decir, después de la revisión del siglo XX y antes de la revisión y readopción de los dos hechos históricos nacionales emblemáticos (aún inconclusos). Ambos utilizados como argumentos de la identidad: la independencia como colonia española y la revolución contra el gobierno impopular que llenó de “modernidad al país” y al mismo tiempo, toleró la explotación de obreros y campesinos.

Estos tres ciclos nos ponen a pensar en tres pistas para nuestro mapa cultural, un mapa que no representa extensiones de terreno, sino orientación de tangentes, en torno a los cuatro puntos en que se origina el viento, o el lago salado en el cual surgió el linaje guerrero azteca, o los múltiples sentidos que pueden tener las palabras que a cien años; no pesan, ni saben, ni se ven.

José Luis García-Galiano Robles
León, Guanajuato noviembre del año 2007

Dios Migrante

Si nos ubicamos en el inicio del tiempo y del espacio, tenemos que contradecir a las religiones, incluso a la Ciencia. Esto nos pone en un gran problema con los dogmas de fe, de cada una de ellas.

Tanto la Ciencia, que supuestamente ha sido encaminada hacia el bien común y el de casi todas las religiones, que debería tener como fin la espiritualidad humana, a través de la historia han beneficiado más a los ricos que a los pobres: la prueba es que en el mundo casi todos somos pobres. De los 6 mil 500 millones de habitantes que hay en el planeta, más de la tercera parte viven con menos de un dólar diario, o sea, más de 2,500 millones de habitantes del mundo viven en extrema pobreza. Increíblemente, una aplastada campana de Gauss nos demuestra que sólo los habitantes de diez países viven de manera decorosa; en el resto de los países, la mayoría de la gente se encuentra viviendo entre la pobreza y la pobreza extrema, parece que el objetivo de este mundo fuera el ser pobre.

Ante tanta pobreza mundial, el número de ricos pasa inadvertido, porque son tan pocos que parecen insignificantes. Inmersa en el Universo, la Tierra es un astro de pobres dentro de la creación. Solamente 42 hombres de los Estados Unidos son dueños de la mitad de los dineros del mundo y 13 alemanes lo son de más de otra décima. De esta manera, 55 anglosajones son dueños de más de 60% de todas las riquezas monetarias que actualmente existen en el mundo. ¿Acaso no debería ser función de los gobiernos y las religiones moderar la riqueza de las personas? ¿Influir para lograr una distribución más equitativa? ¿No sería humano que todos disfrutáramos de la riqueza de ésta nuestra Tierra?.

Cuando llegaron los europeos a América, no creían que los aborígenes fueran humanos, en parte porque la Iglesia Católica manejaba que no podría haber seres humanos más allá de lo conocido hasta entonces, ¿Será que los anglosajones y la mayoría de los europeos, siguen considerando que los pobres no somos humanos? La contradicción más grande de nuestro planeta, de nuestro tiempo y de nuestros múltiples dioses, es hacer un rico a costa de millones de pobres.

Pero las religiones siempre caen en contradicciones, por ejemplo, encontramos que en el año 1650, el Arzobispo de Armeah, James Ussher, basado en sus interpretaciones del “Génesis”, de la Biblia, señaló que la Creación se inició en el año 4004 a.C., y yendo aún más lejos, John Leghtfoot, vicerrector de la Universidad de Cambridge, afirmó que todo se inició el 23 de octubre del año 4004, a.C. a las 9 de la mañana. Estas afirmaciones contradicen toda la historia antigua de varias civilizaciones, la existencia de muchas especies animales y vegetales extintas, los orígenes mismos del hombre, así como a casi todas las ciencias humanísticas, biológicas y exactas en el conjunto de sus conceptos actuales.

Pero queremos empezar de cero, de un punto sin tiempo ni espacio, donde muy probablemente Dios, inició con nosotros esta migración hace 15 mil millones de años, fecha de la Gran Explosión, del “Big Bang”, donde se formaron millones de galaxias y en una de ellas iniciamos nuestro viaje en forma energético-material para poder existir a la velocidad inimaginable de la “Gran Explosión”, que nos depositó en un brazo de una espiral de la Vía Láctea, donde nos absorbió una estrella y nos puso a girar a 250 kilómetros/segundo, y con un doble giro empezamos a rotar alrededor de nuestra estrella, el Sol, a 30 kilómetros/segundo y otro giro más sobre nuestro propio eje a 0.46 kilómetros/segundo. Desde entonces, la Bendita Tierra no ha dejado de girar. Aquel primer aventón, un primer giro, un segundo giro, un tercer giro, y la estabilidad en el Universo de nuestro pequeñísimo Sistema Solar se llevó los primeros diez mil millones de años posteriores al “Big Bang”.

Después de aquel gran impulso, son pocas las visitas que hemos tenido de Dios, al menos los registros son mínimos y debemos ser afortunados de su presencia ante la multitud de lugares en que debe hacerse presente por la posibilidades de vida en el Universo, aunque muchas personas crean, sobre todo los teólogos que somos Creación única. ¿O eso nos quieren hacer creer?.

Muchos hombres de ciencia de hoy, creen que cada estrella tuvo las mismas posibilidades de asir los elementos necesarios y la chispa divina para poder hacer posible la vida. Esto nos hace pensar que en millones de estrellas, de millones de galaxias, la posibilidad de vida en otros mundos es infinita y que sólo un Dios eternamente migrante puede supervisar el buen desarrollo de esta inmensa Creación.

En nuestro planeta han pasado 100 mil millones de seres humanos desde el origen de la especie, y actualmente estamos presentes 6,420 millones que no podemos ponernos de acuerdo en políticas, en religiones, en uso de costumbres y casi en nada. Pero nos distingue un espíritu que nos mueve por la vida dándole un sentido a todo lo que nos rodea. Espíritu que va más allá de la fusión química de 118 elementos, que por separado nada significan, pero juntos conforman lo que hemos llegado a ser, aunque muchas veces esto no significa que lleguemos a existir.

No obstante, lo más impresionante del ser humano, es que aún careciendo de oro en su formación, puede llegar a brillar y valer mucho más que ese preciado metal. Igualmente puede llegar a ser tan venenoso como el arsénico o tan peligroso como el uranio. Pero continuemos con nuestra disertación, estábamos a 10 mil millones del “Big Bang”, lo que nos sitúa a 5 mil millones de distancia. En esos tiempos se inició la estabilización de nuestro sistema solar, con sus planetas, planetas enanos, sus satélites, su cinturón de meteoritos entre Marte y Júpiter, etcétera.

Nuestro sol, la Luna y la Tierra son hijos de la misma Galaxia, esto se sabe porque en el Sol se han detectado por lo menos 98 elementos químicos de los 118 conocidos en la tierra, y en cuanto a la Luna, varias teorías establecen que formaba parte de la Tierra y que se separó de ella como si hubiese sido producto de un parto, quedándose a girar alrededor de ella para siempre.

Con modernas técnicas, se les ha determinado la edad geológica a estos tres cuerpos celestes; la Tierra y la Luna han sido fechadas con 4 mil 500 millones de años. Esto se ha determinado con material traído de la Luna por los hombres que pudieron pisarla, de aquellas 17 misiones que se llevaron a cabo entre 1964 y 1972 por la NASA. Esto permitió fechar la edad de la Luna y la contemporaneidad que tiene con el Sol y la Tierra.

Nuestro sol tiene una temperatura superficial de 5,600 grados centígrados, y nuestra luna mantiene temperaturas superficiales, de día en promedio de 107 y de noche de -153 grados centígrados, lo que hace imposible la vida humana sin protecciones especiales. Esto contradice las pretensiones del Gran Mormón Joseph Smith, fundador de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, quien
en el Siglo XIX predicaba que él había sido elegido por Dios para ir a evangelizar a los habitantes de la Luna, ya que estaba convencido de que se encontraba poblada. Brigham Young, discípulo de Joseph Smith, posteriormente se proclamó ser el elegido para ir a evangelizar a los habitantes del Sol. Curiosamente, en el Sol no puede ser posible la vida humana, pero sin él tampoco sería posible la vida en la tierra. Cualquier concepto extravagante puede ser bueno para la mercadotecnia y para atraer clientes nuevos, perdón, feligreses.

Lógicamente, a pesar de doscientos años de la Ley de Tolerancia religiosa, los norteamericanos no toleraron a Joseph Smith, lo encarcelaron y lo lincharon por proclamar la existencia de profetas vivientes y promover la poligamia. A pesar de ello, hoy en día algunos mormones siguen promoviendo la poligamia utilizando a sus niños, a los cuales hacen marchar por las calles de los Estados Unidos, escudándose en ellos cobardemente y no han sido pocas las mujeres jóvenes que se han escapado, tratando de librarse de la imposición y acoso a la que se ven sometidas desde muy pequeñas.

De esta forma, por lo general las religiones se han manejado bajo sus propios conceptos, aferrados a ellos y al capricho de sus dirigentes, que se proclaman elegidos de Dios, cargados de intolerancia al grado de llegar a la conspiración, a la persecución y al asesinato, con tal de mantener el control y la vigencia de sus creencias, violentando los derechos humanos y violando sus propios mandamientos, con tal de conservar el poder. A así se atrevieron a llamarle “Santo Oficio”, cuando su misión estaba plagada de demonios, formada por papas, sacerdotes y funcionarios, que más que castigar la herejía, más que despojar del demonio del que decían estaba poseída la gente, la despojaron de todos sus bienes materiales para fortalecer a la ¿Santa Iglesia Católica? Santa Iglesia Caótica sería más apropiado decir.

Continuando con nuestro viaje migrante, ya estábamos a 5 mil millones de años, y a nuestro sistema solar le tomó 500 millones de años estabilizarse y otros 500 millones de años más le llevó a nuestro planeta para la formación de una atmósfera terrestre que facilitara las condiciones necesarias para la aparición de la vida. Así nos encontramos a 4 mil millones de años y han comenzado a interaccionar los elementos químicos terrestres, condiciones climáticas y diferentes radiaciones; esta experimentación divino-terrestre se lleva 500 millones de años más, hasta llegar hace 3 mil 500 millones de años y, ¡oh sorpresa!, se han formado las bacterias y las cianobacterias, que viven en un ambiente sin oxígeno, a temperaturas muy elevadas, con una maquinaria molecular rudimentaria que las hace capaces de moverse, de buscar alimento o parasitar para poder alimentarse (aunque en un principio no había a quién parasitar) y de reproducirse, gracias a un pequeño trozo de material genético que poseen.

Para dar el siguiente paso en la evolución, esta vez tenemos qué esperar mil setecientos millones de años. Así, hace mil ochocientos millones de años sucede el milagro: después mil setecientos millones de años de experimentos terrestres, se consiguen las primeras células eucariotas, células capaces de moverse, de alimentarse, de reproducirse teniendo una descendencia genéticamente igual (o diferente por mutaciones, especialmente en aquel ambiente rico en radiaciones ionizantes). Estas células ya son mucho más estables que las bacterias, lo que garantizó la perpetuación de la especie y la posibilidad de crear nuevas especies debido a la formación de una membrana especial que protege el material genético propio de cada célula.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán


Salvatierra, una Lectura Profana

Estimados lectores: a partir de este número publicaremos el contenido de este libro, esperando que sea de su completo agrado.

Me dijo un día un amigo que había visitado mi tierra, Salvatierra, y que a los quince minutos había terminado. Entonces le empecé a preguntar por los lugares y sitios que han marcado esta tierra, los pequeños rincones que no están escondidos sino a la vista de todos, él atónito me volteó a ver y no supo qué decir. El Puente de Batanes, la Iglesia de Nuestra Señora de la Luz, el mercado o las largas, las nieves o las corundas que se comen, los preciosos patios que se dejan ver porque las puertas no se cierran... creo que nada de eso vió, olió o saboreó. Es quizá por ello que se hizo este libro, un poco y un más para se sepa de Salvatierra la primera ciudad de Guanajuato, y la prosperidad de esta tierra.
Juan Manuel Fernández Hernández

Prólogo

Cuando se ama la tierra, tierra de nuestros ancestros, tierra que nos imprimió carácter, tierra de mis recuerdos y amores, simplemente es “mi tierra”. Felicitamos a los autores Luis Montes de Oca y Sergio Hernández Saucedo que observando esta tierra como simples admiradores y enamorados de su grandeza y bellezas, se atreven a titular esta obra “Lectura Profana”. Debemos tener ojos de amor, vista añeja para poder descubrir cada construcción, cada rincón, cada momento histórico, hacer que sus canteras, monumentos y esquinas hablen, griten, conocer su gente presente y pasada para poder penetrar su alma y conocer esencia de esta ciudad.

Su gente: nobleza y belleza, valentía y atrevimiento, sonrisas, fiestas, manolas y sangre torera, su bullicio ordinario y festivo, sus sabores y colores nos muestran su grandeza. Nobleza de raza, nobleza de historia que funde al indio con el español dando paso a una nueva era, a una nueva historia, a una nueva esperanza. Amalgama de patria, religión, tradiciones y fantasía. Indio Chochín, Conde de Salvatierra y Marqués de Sobroso, nobles títulos no te faltan. Ángeles, Santos, Luz y Madre, Fe y tradiciones, Réplica imagen cercano, Patrona y Generala, bendición, Cura, Fraile, Fiesta, flores, velas música y cohetes, romerías, Semana Santa alegría, Navidades tiernas, es mi tierra.

Progreso, Fábrica, campo, cosechas, huerta de guayabas, caña, camote y cacahuate, todo esto suena a vida y realización, puro orgullo salvaterrense. Puente de Batanes, río, Iglesias y conventos, campanas y campanarios, casonas solariegas y simplemente casa hermosa, recuerdo de mis padres y ancestros, recuerdo de mi niñez y realización, casa abandonada para seguir mi estrella en otros horizontes. Salvatierra, hecha de cantera, templos y cruces, arte, adobe digno, Mayorazgo, teja que nos quita el agua, molino de agua, acequia Gugorrón milenaria, hilados y telas, sabinos y jazmines, jacarandas, mezquites secos, pajarillos gorjeadores, ardillas traviesas y recuerdos, es mi Salvatierra.
Para ti Salvatierra con cariño: +Fr. Salvador Rangel Mendoza, ofm.

San Francisco

Van las calles angostas con sus casas bajas, con sus ventanas pequeñas; van las calles plagadas de fe e historia, de soles y sombras que crecen como arroyos que llevan a San Francisco, donde la sobriedad impone silencio. La Orden Franciscana se estableció en estos valles hacia la mitad del siglo XVII, en un vasto conjunto integrado por dos templos, casa conventual con huerto y un atrio, cuya construcción concluye una centuria después.

Ahí realizaron la evangelización y se llegaron a establecer en esos rumbos, como por ejemplo Fray Juan de San Miguel, fundador de San Miguel de Allende, era el superior de Acámbaro y desde ahí hacia sus correrías apostólicas. Estoy de acuerdo que a Salvatierra actual sí llegaron en el siglo XVII.

San Francisco es una invitación a la lectura visual; basta adentrarse en sus espacios sin profanar el trabajo que dejaron sus constructores, que transitaron del barroco al neoclásico, y se esmeraron en el altar principal, finamente tallado en cantera rosa.

En sus espacios, aún ahora, en el siglo del ruido (XXI), cuando el hombre ha creado basureros cósmicos, abandonando satélites en lo que la humanidad consideraba sagrado: el cielo, hay prolongados silencios. Sus puertas son dicientes, narran historias; están los personajes, las formas, los símbolos; pero también está la armonía, el equilibrio, el suspenso, porque las puertas de San Francisco son una advertencia para el que se atreve a entrar, una aduana para el profano, porque el severo claustro encierra los misterios del verdadero amor que como sello está estigmatizado.

Templo de San Buenaventura o San Francisco. ¿Por qué? –preguntaríamos-, para dejar la inquietud como otro enigma, porque “Buena Ventura” nos remite a auspicios, pronósticos, presagios, o porque el italiano San Buenaventura (1218-1274) es considerado como Padre de la Iglesia y fué llamado, por sus escritos, el Doctor Seráfico. A San Francisco de Asís y a su orden, también se lo conoce como seráfico, pobre, humilde.

La nave principal de San Francisco es impresionante, reina el silencio entre sus columnas, la luz lo baña todo y va desvelando reciedumbre; es el crisol bajo la cúpula donde se reúne y amalgama la vista desde el río, las angostas calles que hay que serpentear para llegar a Él, la barda atrial, la fuente mixtilínea, los símbolos franciscanos, la fraternidad universal, el campanario, la torre. El conjunto elevado a Dios, desde la cuerda con nudos –usada antes por los egipcios para trazar los ángulos rectos y los triángulos- para construir la casa de Dios en la tierra, con humildad, solidez y cobijo, para el desamparado.

Sí, si todos los constructores siguieran el ejemplo de los franciscanos elevando su obra al Creador; el mundo sería más justo, porque una casa por humilde que sea, es morada del Señor.

Salvatierra es mucho más de lo que se puede ver a paso de carretera, en una visita furtiva. Aquí está parte de la historia patria, de la vida religiosa en el país, la fusión de las culturas, su distinción como la primera ciudad de Guanajuato; pero mucho más allá están sus santos, sus creencias, las evidencias de los milagros concedidos, sus mezquites añosos, los valles, su flora y fauna, las arcadas, las puertas y aldabas, las historias secretas como “La Fernandina”, sus construcciones; pero sobre todo esto, está su gente, su bonhomía. Está, para iniciar, el chirrido de las puertas y ventanas, cuando las sombras comienzan a disiparse y se escucha el: “buenos días”. Está el: “Tenga usted buena noche”, cuando el sol declina y la penumbra abraza la comarca, dejando como constancia la luz de los faroles.


Tomado del Libro: “Salvatierra, una Lectura Profana”
de Luis Montes de Oca y Sergio Hernández Saucedo


Historia y Evolución de Salvatierra

El Mundo Prehispánico de Salvatierra; Frontera de Culturas

La Fundación de San Nicolás de los Agustinos; la hacienda y el convento.
(continuación)

El 2 de octubre de 1914, don Salud Mesa, un viejo descendiente de aquellos naturales, avecindado en la calle Hidalgo No. 103 de Salvatierra, hizo la primera solicitud de restitución de tierras al viejo pueblo de Tiristarán. Posteriormente, el 7 de octubre de 1923, Buenaventura Villafuerte, Rito Medrano y J. Jesús Molina, solicitaron al gobernador del estado la dotación de ejido, fué concebida y publicada en el Diario Oficial del estado el 27 de septiembre de 1928.

El 28 de septiembre de 1950, el arzobispo de Morelia don Luis María Altamirano y Bulnes, decretó segregar las vicarías fijas de Cañada de Caracheo, Victoria de Cortazar, El Sabino y San Nicolás de los Agustinos, del curato de Yuriria por no poder atenderlas los religiosos, y que en lo sucesivo fueran atendidas por el clero secular. Erigió a San Nicolás parroquia, con los límites que tenían las vicarías antes mencionadas, con excepción de los pueblos de San Pedro y Santo Tomás.

El 13 de mayo de 1946, fué coronada la imagen de Ntra. Sra. del Socorro por el Obispo coadjutor de Morelia don Salvador Martínez Silva, un bello homenaje a la presencia agustiniana en este histórico pueblo.

El viernes 6 de octubre de 1950, el Pbro. Guillermo Márquez a nombre de la arquidiócesis de Morelia, recibió el templo, archivos, ornamentos y demás muebles de manos del R.P. fray Manuel Guzmán en representación de la provincia Agustiniana de Michoacán, se dió de inmediato posesión de la parroquia al Pbro. Ezequiel Sánchez.

El pueblo de Chochones, el Convento Franciscano de San Buenaventura y el Establecimiento del Curato

El pueblo de Chochones es nuestro antecedente como ciudad, su nombre lo tomó de los indios traídos de Oaxaca por los primeros estancieros del valle para pacificar a los chichimecas a mediados del siglo XVI, se asentaron en lo que hoy es la calle de Mariano Jiménez, atrás del Convento de San Francisco. No fué obra de la casualidad establecerlos en ese lugar, desde épocas prehispánicas allí habitaban indígenas pirindas (etnia otomí), cuya actividad principal era la de pescadores de río..

Los propietarios más importantes de tierras en el valle de Huatzindeo, en la margen izquierda del río, fueron Juan López de Zande, dueño del Portezuelo y Corralejo; los religiosos Agustinos, dueños de las tierras cercanas al salto en lo que hoy es Batanes; las tierras de don alonso de Sosa, donadas a los Agustinos para formar la hacienda de San Nicolás de los Agustinos, y las tierras de Juan de Ibáñez, heredadas por su yerno Martín Hernández, y a su vez, heredadas por sus seis hijos, con las que se formarían las haciendas de Santo Tomás, San Buenaventura, Huatzindeo y Maravatío del Encinal.

En la margen derecha del río, los principales terratenientes eran: D. Nicolás García Botello, propietario de las haciendas de La Quemada y la de Coyotes (El Fénix); D. Pedro de Arizmendi Gugorrón, dueño de grandes extensiones de tierras al Sur de lo que hoy es la ciudad; y Don Gabriel López de Peralta, dueño de las inmensas tierras al Norte y Oriente de la ciudad, pertenecientes a la hacienda y Mayorazgo de Tarimoro.

El pueblo de Chochones se fundó en tierras baldías entre propiedades, pronto quedó semidesierto a causa de enfermedades y epidemias que diezmaron la población de naturales. Asentándose tiempo después en él, las familias españolas de los labradores del valle.

Chochones es mencionado en la Relación de Zelaya en 1580, como pueblo sujeto a Acámbaro. El 16 de mayo de 1618, don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar y virrey de la Nueva España, concedió a don Gabriel López de Peralta una merced para molino donde se encontraba una loma pedregosa, y el beneficio para una saca de agua en el brazo que sale del río antes del salto, dando origen al molino del Mayorazgo o de la Marquesa y al canal Ardillas. El 7 de julio del mismo año, y el mismo virrey, concedió también el mismo beneficio a don Pedro Arizmendi Gugorrón, dando origen al molino de la Ciudad y al canal Gugorrón.

Se empezó a repoblar de españoles probablemente en 1615, y para el año de 1626, ya estaba establecida una primitiva capilla franciscana que funcionaba como misa doctrina en el pueblo, y a partir de 1630, el alcalde mayor de la Villa de Zelaya nombró a un teniente de alcalde mayor para que lo representara. Se presentaron varias iniciativas para que se le reconociera una categoría política al pueblo en 1631, volvieron los labradores del valle a insistir, en 1632, presentaron una solicitud al virrey don Rodrigo Pacheco y Osorio, Marqués de Cerralvo, para congregarse en el puesto de Chochones. A partir de esa época tomó el nombre de pueblo de San Andrés Chochones.

En el aspecto eclesiástico se tomaron algunas providencias en vista de que las necesidades espirituales de la congregación iban en aumento, y se dependía de la parroquia de Acámbaro. Los labradores del valle solicitaron la erección de la parroquia, pero la antigua capilla no cumplía con los requisitos para administrar con solemnidad los sacramentos, se dieron los primeros pasos para establecer el curato; en la visita pastoral del obispo de Michoacán, fray Francisco de Rivera, se fundaron en Huatzindeo el 6 de diciembre de 1635, las cofradías de las Ánimas y la del Santísimo Sacramento.

El 13 de junio de 1638, don Juan Gómez Bermejo, vecino del pueblo de Chochones ofreció una sala nueva de 28 varas de largo frente a la iglesia vieja, a cambio de este sitio, solicitó las ruinas de esta antigua capilla y 200 pesos de oro común, seis meses después, el 28 de diciembre de 1638, los hermanos de la cofradía del Santísimo Sacramento emitían una declaración manifestando que, la nueva capilla cumplía con los requerimientos para administrar solemnemente los sacramentos, y por tanto, podía erigirse en parroquia.

Esta iglesia se dedicó el 30 de noviembre de 1638, fecha de la festividad del Santo Patrono del pueblo de Chochones, el gloriosos apóstol San Andrés. En esta iglesia se celebró también en abril de 1644, la misa de acción de gracias con motivo de la fundación de la ciudad de Salvatierra, años después, los Franciscanos vendieron a los hermanos de la Tercera Orden este sitio para construir el actual templo de San Antonio.

Por fin, en 1643, el obispo de Michoacán, don Marcos Ramírez de Prado erigió el curato, asentándose el 8 de febrero de ese año, la primera partida de bautismo en el libro de registro de mulatos, indios y negros, y el guardián del convento, fray Diego Díaz, recibió el nombramiento de primer cura ministro de doctrina. El domingo 4 de diciembre de 1645, se celebraron por primera vez en esta parroquia confirmaciones.

El partido de la nueva parroquia del pueblo de Chochones estaba integrado por los pueblos de: Urireo, Eménguaro, Tarimoro, y todas las haciendas y rancherías situadas desde el cerro de Culiacán, siguiendo la rivera del río hasta Chamácuaro,Parácuaro y la sierra de los Agustinos.

El actual templo y convento de San Buenaventura se edificó en varios solares entregados en calidad de donativo, por don Juan Izquierdo, en ese tiempo teniente de alcalde mayor en Chochones. Su construcción fué el resultado de muchas presiones que recibieron los religiosos Franciscanos de parte de los comisionados del virrey, para someterse a las Ordenanzas sobre la fundación de conventos e iglesias, de lo contrario sería demolido.

Ante tal situación, los vecinos piadosos se comprometieron a entregar 500 pesos de oro común para su construcción, el Cabildo en apoyo a los religiosos, les otorgó una merced el 1 de enero de 1657, de una calera y cuatro caballerías junto al arroyo de Tarimoro, a cambio de celebrar solemnemente y a perpetuidad cada año la fiesta del apóstol San Andrés. La merced fué confirmada por el Duque de Albuquerque y virrey de la Nueva España, el 16 de abril de ese año. La obra se terminó muchos años después, el convento en 1720 y el templo mayor en 1743. Funcionó como parroquia hasta la secularización del curato en 1767.

La Sagrada Imagen de Nuestra Señora de la Luz y su llegada
al Valle de Huatzindeo

La Sagrada Imagen está formada de pasta de caña de maíz; pasta que hacían los indios de Pátzcuaro para formar con ella sus ídolos. Una vez convertidos a la fe católica, fué empleada por insinuación de los misioneros en la fabricación de imágenes, las cuales fueron llevadas por éstos a sus diversas misiones, las primeras imágenes así realizadas, datan del año de 1538, no se tiene noticia de que hayan sido fabricadas después del siglo XVI.

Es muy probable que la imagen peregrinara por el mismo camino que seguían los misioneros, fué el convento de Acámbaro a donde llegó procedente de Pátzcuaro en 1550, y catorce años después, trasladada a Huatzindeo. Allí la imagen sufrió un abandono, al quedar el pueblo desierto a causa de la peste, y la hostilidad que sufrían los naturales por parte de los labradores del valle y las justicias de Yuriria.

Por más de siete años, así estuvo, fué allí donde un indio de nombre Juan Viejo, en 1631, la encontró, junto con otros indios la llevaron a la capilla de la hacienda de San Nicolás de los Agustinos bajo advocación de La Limpia Concepción de Ntra. Sra. La Virgen María. Según testimonios, cuando Huatzindeo volvió a resurgir, también volvió la imagen y se le conoció bajo la advocación de Nuestra Señora del Valle.

Al morir el principal terrateniente del valle, Martín Hernández (el viejo), y habiendo sido embargadas y adjudicadas sus propiedades a las religiosas Clarisas, por no poder pagar la dote de sus hijas, que habían profesado como monjas. La Hacienda de San Buenaventura pasó a ser propiedad de la familia Tamayo en 1664, fueron ellos quienes la depositaron en el año de 1665, en una pequeña y humilde capilla allí construida, fué entonces, cuando los vecinos de Salvatierra la empezaron a conocer como La Señora de la Otra Banda.

El Obispo de Michoacán, don Juan Ortega y Montañez, estando de visita en Salvatierra en el mes de enero de 1696, se hospedó en la casa propiedad de la familia Tamayo ubicada en la calle Hidalgo, fué allí donde autorizó la advocación y título de Nuestra Señora de las Luces.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López

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