Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

jueves, 16 de agosto de 2012

Reflexiones

Una Lección de Vida

En el año de 1995 me encontraba viviendo en Salt Lake City, E.U. La familia Burn-Muñoz me hizo el favor de hospedarme: me fué asignada una recámara contigua al jardín y a la alberca.

Fui objeto de grandes atenciones, con una característica principal y fué que en ningún instante me sentí huésped ni que se me otorgaban favores. La casa paterna está en un grande, hermoso y viejo suburbio de la ciudad. Don Lupe y Doña Mari, con los ahorros de su vida compraron una casa y otras en donde viven sus hijos.

En el amplísimo terreno tienen un par de caballos, corral para animales de granja y lugar para sembrar verduras. Cuando llegaron a los Estados Unidos llevaban grandes maletas que contenían una muda de ropa, muchas esperanzas y mucha voluntad de trabajo.

Muy seguido, casi cada semana, doña Mari o alguna de sus hijas comunicaban a sus padres y hermanos: -dos hombres y tres mujeres- que habían preparado una cena para la familia. Manuel y Martín, Amelia, María la “Chaparra” e Irma.

Había paseos los fines de semana, en una ocasión fuimos a las montañas que siempre tienen nieve, en una cañada se hizo una presa y recorrimos los cinco kilómetros de largo en la lancha de Manolo. En la casa de Amelia y John Burn en donde me hospedaron, me prestaron un libro sobre historias y cuentos, unas páginas estaban escritas en Inglés y la del frente en español.

Casi todos los cuentos contenidos en él tienen su origen en el estado de Nuevo México, aunque ese cuento lo escuché en Salvatierra y lo leí en el Distrito Federal, lo leí también en un libro editado en Barcelona.

En Salvatierra y en Nuevo México sitúan los hechos en la época de la Colonia y el libro español se refiere al tiempo de los Moros. Esto ahora me parece normal pues he notado que al narrar un cuento, cambia según la persona que lo cuenta y cambia también según las circunstancias del tiempo y del lugar. Lo que importa es contarlo en forma amena, actuándolo y logrando que quienes lo escuchan lo acepten como verdadero aunque sepan que es inventado.

El Cuento dice así:

“En tiempos de la Colonia… la familia estaba formada por el padre, la madre, un pequeño hijo de siete años y el abuelito. La nuera le dijo a su esposo: “amorcito yo no puedo asear ni darle de comer al abuelo pues llego muy tarde y muy cansada y cuando tú llegas él ya está dormido; creo que sería mejor atenderlo en un asilo con personas de su edad”.

-Después de algún tiempo, el esposo decidió llevar a su padre a un asilo y explicó: “Papá, estarás mejor atendido y platicarás con personas de tu edad”.

Al día siguiente, puso al abuelo en sus espaldas y se dirigió por el camino real hacia el asilo. Descansó varias veces en el camino y encontró una piedra grande sombreada por un árbol grande. Estaban muy cerca de su destino.

Dejó unos instantes solo al abuelito y cuando regresó lo encontró llorando. “Entiende papá”, -le dijo-, el abuelito lo silenció y comentó:

“Entiendo hijo, pero no lloro porque voy al asilo. Lloro porque recuerdo que hace algunos años yo senté a mi padre también en esta piedra para llevarlo al mismo asilo”.

El hijo se arrepintió y regresó a casa con su padre en las espaldas y éste fué atendido con esmero y amor hasta su muerte.

El otro cuento, narra que:

“En tiempos de Moros…, vivía una familia muy cerca del Camino de Santiago, en el norte de nuestra península Ibérica. El abuelo fue llevado al sitio en donde se guardan los vinos y las aceitunas porque no había lugar para él en la casa. Juani, el nieto, visitaba al abuelo con frecuencia.

La noche estaba llegando y el frío invernal se colaba por las paredes de madera y la nieve se acumulaba fuera de la bodega. Juani sacó de la casa una manta y unas tijeras; pidió a su padre que cortara en dos partes la manta.

El padre lo hizo y preguntó a Juani para qué quería la manta, ahora dividida en dos partes y Juani le respondió:
-El abuelo tiene frío y le ayudo a que se cobije.

-El padre repuso: -Llévale las dos partes, -a lo que Juani respondió:

-¡No!, Guardaré la otra mitad para cuando tú seáis viejo”.
R R S

El Secreto para un buen Matrimonio

Cuenta una leyenda que una vez llegaron hasta la tienda de un viejo sabio, tomados de la mano, una pareja que a simple vista se veía muy enamorada.
-Nos amamos y nos vamos a casar –dijo él sin apartar la mirada de su amada.
-Pero nos queremos tanto que tenemos miedo –decía ella-, queremos un hechizo, un conjuro o algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. ¿Hay algo que podamos hacer?

El viejo los miró y al verlos tan jóvenes y enamorados, no dudó en decir:
-Hay algo que pueden hacer, aunque es muy difícil.
-Bien –dijo el sabio- La joven tiene qué ir al norte y escalar una montaña, debe atrapar al halcón más hermoso y vigoroso que sus ojos vean. Cuando lo haga debe traerlo conmigo después de luna llena. En cuanto tú, muchacho, debes escalar una montaña situada al sur, ahí tienes que cazar a el águila más brava y traerla a mí.

Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur.

Después de luna llena, ambos jóvenes llegaron con el sabio, en sus bolsas llevaban cada uno el ave encomendada. El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas.
-¿Volaban alto? –preguntó el sabio al mirarlas.
-Sí –contestaron ambos-, ahora ¿qué haremos con ellas?
-Tomen las aves –decía el sabio-, átenlas entre sí por las patas, cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.

Los jóvenes hicieron lo que el sabio les pidió y soltaron las aves. El águila y el halcón intentaron levantar el vuelo pero sólo consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritados por su incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.

-Como verán –finalizó el sabio-, éste no es un conjuro, es una enseñanza. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure: Vuelen juntos pero jamás atados.

Tomada del Libro: “Reflexiones y Pensamientos
para lograr un Matrimonio Feliz”

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