Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

martes, 19 de junio de 2012

Sátira política


Reflexiones

Querido Papá

Desde hoy no estarás conmigo, pero no por eso quiero dejar de decirte lo que siento. Me he dado cuenta, papá, que en mi vida te di las gracias por tantas cosas que hiciste por mi, pero jamás te agradecí por lo que me enseñaste sin decir palabras, en silencio, con tu ejemplo de todos los días y, sobre todo, en estos últimos años de enfermedad.

Primero aprendí de ti la fe en Dios, pues pusiste tu vida y tu confianza en sus manos, y en los momentos más difíciles te refugiaste en Él por medio de la oración. Aprendí a vivir con esperanza, sin desesperar, pensando que detrás de una nube negra siempre brilla el sol. Tu fortaleza y tu gran fuerza interior han sido mi ejemplo y mi guía, porque supiste tomar tu cruz con entereza, sin vacilar ni desfallecer. Luchaste sin descansar, nunca te dejaste caer aún ante tanta adversidad.

Me enseñaste a sufrir en silencio, sin molestar, sin buscar dar pena a los demás. Buscaste en cambio el cariño de tu familia y tus amigos más cercanos. Nos mostraste cómo se lleva el dolor con dignidad y cómo éste eleva el espíritu y nos hace crecer en el amor a los demás, pero, sobre todo, a Dios. Con tu enorme voluntad me demostraste que no existen límites para lo que realmente se quiere lograr, que se puede cambiar el rumbo, que se pueden mover montañas cuando no te das por vencido.

Aprendí que el optimismo no es creer que todo es bueno y maravilloso, sino el decir “bien” aún cuando se está mal, el pensar que las cosas pueden ir por un mejor camino aún cuando el futuro se ve incierto. Y por último, me enseñaste a perdonar a mis enemigos, a tenderle la mano a quien lo necesita sin reserva alguna, sin esperar recompensa ni ningún tipo de reconocimiento; me enseñaste de la generosidad y del amor incondicional…

Lo cierto, papá, es que al irte te llevaste tantas cosas, pero ahora me doy cuenta que me dejaste mucho, mucho más. TE quiero, papá, vivirás siempre en mi corazón y en mis recuerdos.

M A A

Papá

Papá por 30 ó 40 años, amigo de mi vida todo el tiempo, protector de mi miedo, brazo mío, palabra clara, corazón resuelto, te has muerto cuando menos falta hacías, cuando más falta me haces, padre, abuelo, hijo y hermano mío, esponja de mi sangre, pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.

Te has muerto o me has matado un poco.

Porque no estás, ya no estaremos nunca completos, en un sitio, de algún modo. Algo le faltaba al mundo, y tú te has puesto a empobrecerlo más y a hacer a solas tus gentes tristes y tu Dios contento.

J S

Carta a mi Hijo
Querido(a) hijo(a)

Hoy al dejarte en la puerta del colegio, te observé mientras entrabas y me di cuenta que eres ya un(a) joven, que estás a punto de terminar tus estudios de Secundaria, que, para mí, es como si te encontraras en el primer tramo de la escalera. Si, hijo(a), de esa escalera que te llevará al Éxito. Te felicito por tu esfuerzo, entusiasmo, constancia y perseverancia, que te han sacado adelante, y recuerda que aquellas lágrimas que llegaron a humedecer tus lindos ojos por el montón de tarea que tenías qué hacer han valido la pena.

Quizás tus lágrimas eran porque veías en mí a un tirano, a un dictador que en ocasiones te revisaba tus cuadernos y te hacía ver tus fallas; quiero que sepas que no lo soy, que no era esa mi intención, que también me sentía mal y a veces me daba remordimiento, pero te quiero demasiado y por lo mismo deseo lo mejor para ti.

Pronto iniciarás el segundo tramo de la escalera. No voltees hacia atrás, sigue tu camino; sigue teniendo confianza en tu adorada madre y en este amigo; juntos apoyaremos y respetaremos tus decisiones, siempre y cuando sea lo mejor para tu mundo.

Deseo que con mayor entusiasmo continúes adelante y no permitas que nadie te robe tu sueño, que ningún obstáculo trunque tu camino. Lo que no hiciste ayer pertenece al pasado, vale lo que decidas hoy. Recuerda: tú puedes, eres un águila, un campeón, y el campeón entrena diario para conservar su marca; no claudiques, no eres mediocre, tu país te necesita. Eres la nueva generación que elegirá gobernante el próximo milenio. Realízate como profesionista de calidad no de cantidad. Cultiva la amistad, el amor, la humildad, la honradez y la lealtad. Que Dios te bendiga.

Tu Papá

El Eco

Iban caminando papá e hijo por una gruta, juntos observaban lo hermoso de las maravillas de la naturaleza; repentinamente se escuchó que alguien gritó y como respuesta se dió la música del eco.

-Papá, ¿qué es eso? –preguntó, curioso, el niño.
-Es el eco –respondió el papá.
-Y ¿qué es el eco? –volvió a cuestionar el niño.

El papá, un tanto pensativo, para darle una lección al hijo, respondió:
-El eco es la respuesta de la vida. Mira, hijo, grita: “Feo”.

Y el niño gritó: “¡Feo!” Y el eco respondió: “!Feo, eo, eo, eo, ooo!” Y perdió el sonido.
-Ahora dí: “Bien” –pidió el padre.

Y el niño gritó “¡Bien!” Y el eco respondió: “¡Bien, en, en, en, en, nn!”... El papá interrumpió el sonido y le dijo a su hijo:
-¿Ves hijo?... El eco es la respuesta de la vida. Como tú le hables, ella te responderá.

Anónimo


Vivir Unidos y en Armonía

Un padre de familia recomendaba a sus hijos que vivieran unidos y en armonía, pero ellos no lo tomaban en serio. Un día el padre suplicó a sus hijos que le trajeran una docena de ramitas verdes. Las ató fuertemente formando un manojo, y suplicó a los hijos: “Rompan ustedes este manojo”.

Ni siquiera uniendo todos sus esfuerzos, los hijos lograron romperlo. Luego, el padre desató las ramitas y dijo: “Rómpanlas ahora por separado”. Los hijos las rompieron con toda facilidad. Entonces el padre concluyó: “Cada uno de ustedes es comparable a cada una de estas ramitas. Mientras vivan ustedes todos unidos, nadie podrá hacerles daño. En cambio, si viven separados por discordias, cualquiera podrá fácilmente acabar con ustedes”.
L T

Tomados del Libro: “Hermosas Palabras y Pensamientos
para Padres e Hijos”

lunes, 18 de junio de 2012

Historia

El Marquesado de Salvatierra

PRIMERA MARQUESA
(continuación del número anterior):





Fatalmente, Don Juan no pudo gozar del título, murió antes de recibirlo, por lo que su hija Doña Francisca Catalina Jerónima López de Peralta Sámano Turcios Luyando y Bermeo fué la primera Marquesa de Salvatierra.

LOS FRAILES CARMELITAS Y LOS HEREDEROS DEL MAYORAZGO

Tiempo después de la muerte de Jerónimo López El Mozo, su hijo Gabriel tomó posesión del primer Mayorazgo de los tres que fundaron sus padres. En posesión de los bienes vinculados: tierras, ganado, etcétera, tiene el propósito de instalar un molino, para este fin solicita y obtiene el 16 de mayo de 1618 la merced para fundarlo “... en las tierras que tiene en Tarimoro so pena de perderlo si dentro de un año primero siguiente no lo tenía labrado, cultivado, moliente y corriente y con el aviso necesario para su beneficio y con que después que se haya hecho la presa y toma de agua la ha de volver a la madre corriente natural”, fué hasta el 28 de febrero de 1620 que se le dió posesión “del herido de dicho molino que se encontraba al pie del cu de piedra por donde pasa la zanja”, teniendo un año a partir de esta fecha para construir el molino de pan que nombraron de Zavala.

Veinticuatro años después Don Gabriel donó las tierras para la fundación de la ciudad y en el mismo año de 1644 los frailes carmelitas obtuvieron del virrey licencia para fundar un convento de su religión. Desde entonces los religiosos obtuvieron varias mercedes que fueron el engrandecimiento de su orden, logrando aumentar sus propiedades dentro y fuera de la ciudad, no obstante las imprecisiones de los linderos de las tierras cedidas por Don Gabriel con las de los linderos del licenciado Francisco de Raya y otros.

Para 1652, el molino se encuentra derruido y los religiosos carmelitas al corriente de esta situación piden se les conceda este sitio y dos solares para casas y huertas (5 de enero de 1652), merced que les concedió los solares. No obstante, para el 21 de mayo de 1663, los carmelitas habían tomado posesión sobre el herido del molino, de acuerdo con las confirmaciones de tierras que el Secretario de Gobernación había despachado, lo curioso es que años después el convento vendió a Francisco Baes, en mil pesos oro común, parte de estas tierras “sin el consentimiento para el comprador de vender y enajenar dichas tierras y únicamente se le autorizó a vender a Don Juan Jerónimo de Sámano y Turcios un predio de 112 varas de largo por 50 de ancho”, según escritura que otorgan los religiosos carmelitas el 11 de junio de 1686, la venta de Don Francisco Baes tiene fecha del 16 de junio del mismo año por cincuenta pesos oro común, según consta en escritura de esta ciudad y de esa fecha.

El 9 de octubre de 1687, Don Juan Jerónimo Sámano Turcios segundo poseedor del Mayorazgo, “pide con el juramento y solemnidad necesarias se le devuelva original para su resguardo y conviene a su derecho tomar posesión judicial del dicho molino y del agua para uso de él”. Al día siguiente, 10 de octubre, Don Blas García Botello Alcalde ordinario, dió posesión, a Don Juan Jerónimo Sámano Turcios de dicho molino, de pan y de agua para su uso de él “... y en señal de verdadera posesión entró al molino, abrió y cerró las puertas de la casa, y de la acequia sacó agua y la vertió en otra parte, e hizo actos de verdadera posesión quieta y pacíficamente”. Pasado algún tiempo, Don Juan Jerónimo decidió instalar un molino que había construido su padre Don Gabriel, “terminándolo a toda perfección y con suficientes galeras para almacenar cargas de harina, además de varias habitaciones para peones, seguramente otras fueron para el servicio particular de la familia porque edificaron una capilla con un notable retablo que se conserva en la sacristía de la iglesia parroquial”.

Años después, los religiosos demandaron a otro de los herederos del Mayorazgo Don Juan Jerónimo López de Peralta a quien vencieron con su acostumbrada habilidad, obligándole a buscar una transacción en la que le impusieron entre otras prestaciones a dejarlos tomar agua de la acequia, suficiente para regar 7 solares. Otros fueron los pleitos que se suscitaron entre los frailes carmelitas y los herederos del Mayorazgo; sin embargo, el juicio que tuvo mayor repercusión fué cuando los religiosos que tenían al sur y sureste del convento una gran extensión dividida en solares, llamadas las “cuadrillas bajas” (los 7 solares) irrigados con agua de la acequia madre; más tarde, compraron al vecino Diego Delgado unos sitios nominados “cuadrillas altas”, localizadas al oriente entre los entonces callejón de Baes y el camino de Urireo; el convento a su vez los vendió a Nicolás de Gazca, quien rescindió de la compra-venta porque no servían para sembrar y porque carecían de agua.

Como consecuencia, no encontrando otra forma más económica de irrigar sus tierras, los religiosos colocaron en la zanja del molino una represa y la correspondiente toma que desviaba el agua hacia sus tierras (existe un mapa en el que se demuestra el lugar de la represa en tierras de la hacienda de La Esperanza); al desviar el agua, la corriente decrecía tanto que apenas llegaba hasta el molino con tan poca potencia que no podía moverlo. Ante esta situación, en 1757, la segunda Marquesa de Salvatierra se aventuró en un juicio contra los hábiles religiosos, que culminó con la sentencia del 5 de septiembre de 1758 dictada a su favor por la Audiencia Real de la Nueva España que en lo esencial dice:

(continúa en el próximo número)

Tomado del Libro: “El Marquesado de Salvatierra”
de Francisco Vera Figueroa


Historia y Evolución de Salvatierra

El Mundo Prehispánico de Salvatierra; Frontera de Culturas

Chupícuaro, la cultura del barro (continuación)

También las figurillas de bulto tuvieron una gran importancia. Los tipos en que se clasifican son: las H4 y las del tipo choker. A estas últimas, se les denomina así por una especie de gargantilla que en calidad de rasgo común tienen alrededor del cuello. Las figurillas H4 pertenecen al periodo tardío de esta cultura, se caracterizan por su cuerpo plano, que contrasta con el gran tamaño de la cabeza, el ornato más común en estas figurillas son los collares, brazaletes y orejeras, casi todas ellas, representan tanto a hombres como a mujeres, indistintamente desnudos, sólo unas cuantas traen una especie de taparrabos.

Además de las figurillas y recipientes, esta cultura ha proporcionado otras variedades de objetos cerámicos, entre ellos cabe mencionar, vasijas miniatura, orejeras, tepalcates retrabajados que probablemente sirvieron de pesas para las redes de pesca, collares, estatuillas femeninas y de animales, instrumentos musicales bien elaborados, tales como, ocarinas, silbatos, flautas y sonajas.

Otros objetos son de concha, de huesos y de piedra, que inducen a pensar que ya practicaban un comercio con pueblos lejanos. Entre estos objetos, fué encontrado, en el cerro del Conejo, cerca de San José del Carmen, un collar de conchas y caracoles intacto, y algunas boleadoras o bolas de piedra que seguramente servían para cazar o jugar.

La Influencia Teotihuacana y las Pirámides

Con los reacomodos de la población y los procesos de cambio en la organización de los grupos, se inició hacia el año 200 a.C., el surgimiento cultural teotihuacano en el actual Estado de México. Este pueblo alcanzó 400 años después, en el año 200 d.C., un gran desarrollo, convirtiéndose en un gran centro urbano planificado, o sea, en una ciudad administrativa y ceremonial.

Su avance, crecimiento, y desarrollo, le permitió dominar el centro de México, este dominio no se manifestó solamente en lo político, sino en lo económico y lo cultural, ya que establecieron redes comerciales con otros pueblos, y a través de esta actividad extendió su influencia cultural.

Su organización estaba a cargo de sacerdotes, quienes mandaban sobre la población, ésta tenía a la vez una especialización en el trabajo, era pues, una sociedad teocrática, de ahí la importancia de las pirámides que construyeron.

La influencia teotihuacana se manifestó en Guanajuato, a través de la mejor organización de los pueblos del actual estado. Era natural que la anterior cultura Chupícuaro sirviera como elemento principal, para propiciar la rápida expansión teotihuacana en los Valles Abajeños, pronto iniciaron la explotación planificada de los recursos naturales, administrándolos eficientemente para beneficio de su ciudad. En la agricultura aparecieron las terrazas para detener la erosión y aprovechar las pendientes, construyeron canales de irrigación para los campos de cultivo, hicieron depósitos de granos, establecieron mercados y pirámides a la manera de Teotihuacán.

Para llevar a cabo lo anterior, establecieron centros de poder que controlaban a las regiones y sus habitantes. En la nuestra se tienen evidencias de estos centros, en Yuriria y San Isidro Culiacán, seguramente de alguno de éstos dependía el valle de Huatzindeo, es muy probable que los pueblos de Tiristarán (hoy San Nicolás de los Agustinos) y La Magdalena, hayan sido antiguos asentamientos que datan de esa época.

La Influencia Tolteca: casta de guerreros

A la decadencia de Teotihuacan, los sacerdotes fueron reemplazados por una nueva casta de guerreros, era la expansión tolteca que irrumpió en el centro del país hacia el año 900 d.C, Tula se convirtió en la capital de un gran imperio que se extendió al Norte y Occidente del altiplano central, con ramificaciones hacia el Bajío y los Valles Abajeños.

En las historia tolteca chichimeca, se identifica a la región denominada Colhuancatepec Chicomoztoc, como una de las cinco provincias de la Gran Tollán, estaban integradas éstas, con pueblos de distinto origen, lengua y costumbres.

El imperio estaba estructurado bajo los mismos principios cósmicos de los pueblos mesoamericanos. En esta región su capital era conocida como Colhuacán, identificado por muchos antropólogos como el cerro de Culiacán, ubicado entre los municipios de Jaral del Progreso, Cortazar y Salvatierra. Llamándole Tetetzinca a la zona comprendida por Valle de Santiago, Yuriria, Salvatierra y Acámbaro.

Al cerro de Culiacán, desde tiempos inmemoriales, la tradición lo consideró una montaña sagrada y mágica donde se da más que nunca el concepto primitivo de la madre tierra que da la vida en su vientre al hombre y a él regresa cuando muere, es el principio del nagualismo, práctica muy común entre los magos y hechiceros del mundo prehispánico.

La alta montaña con hondos barrancos y profundas grutas, llamó la atención de los grupos humanos que habitaron en sus inmediaciones. El Culiacán encierra un maravilloso mundo de enigmas, era un centro ceremonial donde el culto al sol estaba ligado con el culto a la tierra y a la naturaleza, representaba el poder fecundante de los rayos solares, en la cumbre sentían estar cerca de la madre tierra y más próximos al sol, la luz y la oscuridad, lo de arriba y lo de abajo, y el temor a lo desconocido les imponía respeto cuando escuchaban sus ruidos internos.

Los testimonios arqueológicos en sus inmediaciones nos dan cuenta de la grandeza de esta cultura en nuestra región, en el pueblo de La Quemada, se encuentra un templo dedicado a Ehécatl, dios de los vientos, está considerado ser el único que se conoce en el centro del país dedicado a esta deidad prehispánica. En la Cañada de Caracheo, hacia la cumbre, se encuentra una pirámide, y en territorio del mismo municipio de Cortazar en un lugar conocido como Los dos Cerritos, existían dos montículos en forma de pirámide, en este lugar fué encontrado un tiesto de cerámica con la serpiente emplumada en relieve representando e Ehécatl, esta pieza fué rescatada y conservada por muchos años por el Prof. J. Carmen Amolitos, vecino de nuestra ciudad.

Los étimos y topónimos de los pueblos y lugares del Culiacán, nos dan idea de la antigüedad de los primeros asentamientos en el valle de Huatzindeo y en las inmediaciones de la montaña.

El pueblo más antiguo del valle de Huatzindeo, es sin duda, Tiristarán (hoy San Nicolás de los Agustinos) sujeto a Yuriria, encontrábase inicialmente a un lado del pueblo de La Magdalena, cuando se realizó la conquista en el siglo XVI, el pueblo se mudó hacia la banda Sur o margen izquierdo del río Lerma, adoptando el nombre de San Felipe Tiristarán.

Los nombres y títulos de estos antiguos pueblos son apócrifos, ya que se hicieron circunstancialmente con base en recuerdos y memorias colectivas en el siglo XVI, cuando éstos ya habían desaparecido. Tequitlán era el nombre del pueblo de La Magdalena; Tasala (Tla=cosa, Xcalli=cosido) cuyo significado es tortilla de maíz, era el nombre dado al Valle de Huatzindeo, y concretamente al lugar en el que hoy se asienta la ciudad; Yslaguacatitlán (ystla=llanura, huaqui=seco) significa lugar que tiene llanos, era el nombre dado a Tiristarán, hoy San Nicolás de los Agustinos; Tectipa (Tetl=piedra, Icpa=sobre) sobre las piedras es su significado, era el nombre dado a la Cañada de Caracheo y al cerro de la Gavia.

Los Chichimecas; la vuelta de los bárbaros.

Al huir o replegarse hacia el sur del estado de Guanajuato los últimos pueblos mesoamericanos, hacia el año 1200 d.C, retornaron los chichimecas, nombre genérico asignado por los mexicas a los grupos formados por pequeñas bandas nómadas de cazadores y recolectores, que vagaban al Norte de la línea hipotética que separó Aridoamérica de Mesoamérica.

Es muy probable que los purépechas hayan dominado regiones más al Norte del río Lerma (Tololotlán), existe una clara indicación de este dominio por los vestigios encontrados de este pueblo sedentario casi en los linderos del estado con San Luis Potosí, en territorio del municipio de Xichú. El repliegue pudo deberse a que quizá los tarascos, por conflictos internos o por falta de organización, no pudieron detener el empuje de los pueblos bárbaros, teniendo qué retroceder hasta la frontera natural del río Lerma, así lo sugieren, los pueblos fronterizos de Acámbaro y Yuririapúndaro, establecidos para detener el amago de los chichimecas.

Una significación del vocablo chichimeca es el de “linaje de perros” impuesto por el pueblo mexica. Entre los grupos que formaban estos pueblos estaban los guamares, pames y guachichiles.

Los guachichiles eran dueños de la mayor parte de la gran chichimeca en el Norte del estado, eran aguerridos y feroces, su nombre significa cabezas pintadas de rojo, por sus tocados de pluma de este color, pintarse de carmesí el cuerpo, especialmente el pelo. Los guamares ocuparon la parte central de nuestro estado, Gonzalo de las Casas los llamó, los más valientes y aguerridos de todos los chichimecas. Los panes, como todos los chichimecas, eran nómadas, pero su contacto con los otomíes los habían influenciado y aculturado lentamente a niveles superiores, el Padre Sahagún los llamó tamines, cuyo significado es flechadores, por su gran destreza con el arco y la flecha. Sus idiomas autóctonos fueron: al Norte del estado el Chichimeca-jnaz, y al Sur el Hña-hñu.

La ciudad y el municipio fueron zona de encuentros e influencias de razas y costumbres, y el gran río Lerma, la frontera donde confluyeron aridoamericanos y mesoamericanos. Seguramente en esta época de la historia, los pobladores de nuestro territorio municipal fueron pames otomíes, bajo la tutela y control de los cacicazgos purépechas de Acámbaro y Yuriria, como se refleja en las zonas arqueológicas de Cóporo, La Gallina, El Pitahayo y Molino de Ávila.

Los chichimecas de más al norte o metidos de lleno en la gran chichimeca, tenían hábitos más primitivos y rudimentarios. Estos pueblos formados por grupos más bien errantes que sedentarios, cambiaban de lugar conforme se agotaban los frutos y la caza. En general desnudos o vestidos con pieles crudas, ingerían alimentos sin preparar y sin condimento alguno, bajos de estatura, de color moreno cenizo, de carnes enjutas, musculosos y fuertes, sin religión alguna, ni sistema de convivencia social, viajaban en pequeños grupos solamente unidos por lazos sanguíneos.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

Los Grandes Éxitos del Teatro de Revista
(continuación)

Durante los años treinta, el ambiente continuó siendo más o menos el mismo, con algunas novedades proporcionadas por la presencia de algunos grupos visitantes que venían a conquistar lauros a la metrópoli. En 1931 se presentó en el Teatro Trianón Palace una compañía de zarzuela yucateca, que traía en su repertorio primordialmente las obras de los autores peninsulares que en esos momentos gozaban de gran popularidad en la capital.

En 1935 Joaquín Pardavé fundó una compañía de revistas que de inmediato se convirtió en una de las más activas y de más rico repertorio. En 1936, se fundó un nuevo escenario, el Follies Bergere, mismo sitio donde antes se levantaba el Teatro Garibaldi. El Follies fué determinante en la aparición de toda una larga tradición de cómicos de carpa convertidos en sketchistas y críticos de costumbres como Medel, Juan Chico Chicote, Don Catarino, Cantinflas, Elsa Berumen, Schilinsky y el Chino Herrera. Semana a semana el público acudía ahora a escuchar las “puntadas” del cómico en turno y de paso también alguna de las canciones de última moda. En 1938, el Follies ya sólo se anunciaba como Variedades con Cantinflas.

En los años cuarenta surgen algunos nuevos teatros. El Salón Colonial con una nueva compañía de revistas y atracciones, el nuevo Teatro Apolo (1941) con una compañía de burlesque y el célebre Tívoli (1946), cuyo primer director musical fuera el músico yucateco Armando González y que inauguró con una compañía de revistas de Rosita Fornés y Manuel Medel. Pero en lo general, podría afirmarse que no existió una evolución notable: siguieron apareciendo los viejos nombres ya consagrados como don Lauro Uranga, Toña la Negra y Agustín Lara y, en ocasiones, reposiciones de antiquísimos éxitos como la revista Chin chun chan.

Dos electrizantes apariciones dieron nueva vida al agotado panorama del teatro de revista; la bailarina Yolanda Montes, mejor conocida por Tongolele, quien fuera hasta su debut en julio de 1948 en el Tívoli una corista desconocida del cabaret El Foco Verde. Gracias a ella, los llenos y la popularidad del show fueron escandalosos, aunque Tongolele sólo ganaba 75 pesos semanales. Pronto, la empresa del Follies logró arrebatarla al Tívoli que tuvo que conformarse con la presencia de la ombliguista importada Kalantán. En 1946, hizo su aparición la cantante María Victoria; su ingenua presencia sensual y su voz mexicanamente sexy, hicieron el milagro de arrastrar multitudes al teatro de revista para escuchar “Soy feliz” de Bruno Tarraza en el Teatro Margo.

Durante los años 1949 y 1950 el Teatro Margo sirvió como vehículo introductor del mambo del cubano Pérez Prado, y durante años tuvo que conservar mambos en su cartelera. También por aquellos años, Pedro Infante y Jorge Negrete aparecieron en la cartelera del Teatro Lírico, pero cuando ya ambos eran actores famosos de la pantalla. Los años sesenta marcaron la decadencia definitiva del teatro de revista; el Tívoli se convirtió en un teatro “sólo para adultos”, por su predilección por el burlesque grueso a la mexicana. El verdadero teatro de revista, en su concepción tradicional, pasó a ser una cosa del pasado.

El Cine

El cine sonoro nació bajo el signo de las canciones mexicanas. Santa (1931), la primera película sonora, traía el mensaje melódico un tanto desleído de la canción del mismo nombre del compositor de moda: Agustín Lara. El cine sonoro utilizó la música y los géneros de canción ya manejados de antemano por el teatro de revista. El nacionalismo incipiente de mariachis y chinas poblanas del Teatro Politeama se convirtió en el localismo prepotente de los charros jalisqueros. El disfraz se afinó, el pantalón se volvió más ajustado, los botones más relucientes y el sombrero creció al grado de parecer una tortilla gigantesca. El romanticismo de Lara de los años veinte pegó un salto cuantitativo para sufrir cinematográfica y bolerísticamente los efectos de una musa-némesis (vengativa) que le exigía convertirse en un pianista ciego o en algún otro ser que sólo triunfaba a costa del olvido o del pecado (o de ambas cosas).

Los elencos completos del teatro de revista se trasladaron al cine, proporcionando no sólo las canciones, sino también mucho de su estructura: sketches intercalados con canciones, cuadros regionales y algo de su sencilla concepción del espectáculo. Sólo era necesaria una trama que con ligeras variantes pudiese utilizarse hasta la saciedad para echar a andar una verdadera industria de la diversión. Éxitos notables como Cielito lindo (1936) se apoyaban en la experiencia de Manuel Castro Padilla y en las canciones de Lorenzo Barcelata y Mario Talavera.

Allá en el rancho grande (1936), la película de Fernando de Fuentes que valió al cine mexicano su primer premio internacional de fotografía y popularizó a Tito Guízar como cantor ranchero en toda Latinoamérica, abrió mercados insospechados al cine nacional. Parte importante de la exitosa receta fueron las canciones de Lorenzo Barcelata: “Amanecer ranchero”, “Por ti aprendí a querer” y la clásica y anónima “Allá en el rancho grande”, en versión triunfalista.

En el mismo año, Manuel Castro Padilla, aprovechando su polifacético oficio de revistero, hizo las canciones “Adiós Trigueña”, “Rincón mexicano”, “Ansina son las mujeres” para la exitosa película Amapola del camino.

A decir verdad, una buena parte de la producción del cine mexicano debió su fácil popularidad al prolífico apoyo melódico de la canción. Ya fuese tema, trasfondo, comentario o adorno superfluo, la canción fué no sólo el personaje invisible de muchísimos filmes, sino también el deus ex machina de no pocas de ellas.

Las canciones contribuyeron en gran manera a fijar uno de los tipos característicos de la cinematografía nacional: el charro cantor. A partir de Allá en el rancho grande (1936), ¡Ora Ponciano! (1936), Adiós Nicanor (1937), Jalisco nunca pierde (1937) y ¡Aquí llegó el valentón! (1938), el macho de opereta será imprescindible en la comedia ranchera.

Lo que no se ha dicho es que el macho operístico antes que ser bravucón, borracho, pendenciero, simpático y mujeriego –con lo que o se diferenciaría de cualquier macho sacado de Escuinapa, Tecalitlán o Ajiji- debía ser un cantante más que aceptable. No es por azar que Jorge Negrete (¡Ay, Jalisco, no te rajes!) se convirtiese en el actor ideal para ese personaje imposible: una especie de Caruso ranchero capaz de pavonearse cual una extraña cruza entre gallo de pelea y pavorreal.

Toda una industria con un perfecto engranaje se forjó en torno a la comedia ranchera con sus compositores especializados y sus comparsas de cajón. Dentro del grupo de compositores especializados en canciones de corte jalisciense, ranchero seudopueblerino, aparece destacada y repetidamente el dúo formado por Manuel Esperón y Ernesto Cortázar. Del año 1932 a 1941 musicalizaron diecisiete productos del género, entre los que podrían destacarse: Mano a mano, ¡Ora Ponciano!, Adiós Nicanor, Jalisco nunca pierde, Guadalupe la chinaca, Tierra brava, ¡Aquí llegó el valentón! y finalmente la campeona del taquilla ¡Ay Jalisco, no te rajes!, apoteosis del charro cantor como Jorge Negrete.

Esperón y Cortázar en su larga asociación como letrista y compositor lograron crear un estilo estándar de canción de corte más o menos ranchero con algo o mucho de son jalisciense, que logró tipificar “lo mexicano” en una sola canción: “Yo soy puro mexicano”.

(continuará…)

El Rincón para niños

A Ti Señor

A ti Señor
te doy gracias por todo,
por haberme dado tu calor,
por haberme dado tu amor.

A ti Señor te doy gracias
por quedarte en pan y vino,
por darme tu perdón,
por darme la salvación.

Dame Señor tu fuerza y poder
para poder seguir adelante,
porque si no,
un malvado me va a caer.

Pero dejando esto atrás
te doy gracias por dejarme vivir
y haber podido convivir a los demás.

G T R R


Como Tú, no hay Dos

Como tú no hay dos, mamá,
no hay nadie igual que tú,
eres incomparable
de todas las demás.

Como tú no hay dos, mamá
tú eres como una pluma
y no espinas y ramas de dolor.
Tú eres el cantar de los pájaros,
y el brillar del sol.

Tú eres irrepetible,
eres insuperable,
eres como el viento que va a la mar,
o como un hermoso campo de alegría y paz.

G T R R

Algo mío

Para Ti

Para ti que mi alma has vaciado
de tristeza, dolor y amargura
y después con amor la has llenado
de esperanza de fe y de ternura.

Para ti, mi pequeño quijote,
a pesar de tus años, gigante,
para ti la amistad siempre brote
y que te alces en todo triunfante.

Para ti que la tumba has abierto
en que estaba mi dicha dormida
y me has hecho sentir que no me he muerto
reviviendo mi amor por la vida.

Para ti, para que nunca olvides
que hay un Dios que bendice tus pasos,
a ese Dios le he pedido te cuide
y te guarde de tantos fracasos.

Para ti que en mi pecho muy hondo
has venido a sentirte latente
y a vivir te has quedado en el fondo
como un rayo de luz permanente.

Para ti que de paz y alegría
has llenado de mi alma el vacía
de quien sueño que llegue algún día
y le pueda llamar: “Hijo Mío”

Mario Carreño

Leyendas

El Libro Prieto

Es prieto no negro.

Desde el momento mismo de la fundación se formaron en nuestra ciudad dos grupos de poder que determinaron, la vida económica, política y social, manejando nuestros destinos durante la colonia. Los grupos en cuestión fueron: el integrado por la familia López de Peralta que finalmente se consolidó por el reconocimiento del Marquesado de Salvatierra, junto con los Botello y los Esquivel y Vargas, todos ellos con el apoyo de los Religiosos Franciscanos. El otro; formado por Don Agustín Carranza y Salcedo, amigos y familiares con el apoyo de los Religiosos Carmelitas.

La principal fuente de poder estaba contenida en el Libro Prieto, dado la tradición jurídica de la época sobre la validez documental única. Contiene este libro los autos, cuadernos, actas y diligencias de la fundación de la Muy Noble y Leal Ciudad de San Andrés de Salvatierra. Es muy probable que en él se encuentren también convenios secretos entre los grupos de poder y de los personajes que intervinieron, y que al no ser cumplidos, dieron origen a los futuros problemas entre ellos, prolongándose éstos por más de un siglo.

Las noticias y testimonios documentales sobre la existencia y peregrinar de este libro a través de los tiempos de nuestra historia local, se reconstruyeron en la siguiente crónica:

En el año de 1660, veintiséis años después de la fundación de la ciudad, Don Agustín Carranza y Salcedo se encontraba radicado en la ciudad de Pátzcuaro, desterrado de Salvatierra por un grupo de vecinos afines a los López Peralta. Para 1662, Don Agustín solicitó el 24 de octubre de ese año al Capitán Julián Atristain, Alcalde Mayor de la Provincia de Michoacán, le fuera entregado el libro de la fundación en su calidad de fundador y Alguacil Mayor de la ciudad.

Por orden de Don Julián, se lo entregó en el año de 1663 Don Diego de la Cruz Sarabia, en su calidad de apoderado de la ciudad. En el mes de junio de 1687, según hace constar Domingo de la Barrera, Escribano Real; Don Agustín hace entrega del libro a Fray Alberto de la Madre de Dios prior del Convento Carmelita en Salvatierra, haciendo constar que se compone de 430 fojas útiles.

El 8 de noviembre de 1743, Fray Pedro de San Antonio prior del Convento del Carmen en ese tiempo, hace constar el testimonio de Pedro García de Olloqui de que el libro se halla en el archivo del convento y en la portada se lee la siguiente advertencia: “Para no poderlo prestar, téngase presente el capítulo 5n, 4 de nuestras constituciones en la segunda parte”.

En los tiempos de la Reforma, el libro fué guardado en la Hacienda de San José del Carmen por instrucciones del Padre Checa, provincial de la Orden de los Carmelitas. Quedando allí guardado durante el Porfiriato y la Revolución.

En el año de 1928, siendo Presidente Municipal Adolfo Vallejo Gómez, los vecinos del Pueblo de Urireo reclamaban tierras ejidales pertenecientes a la Hacienda de San José, su dueño Don Manuel Llamosa aducía que dicho pueblo ya tenía tierras ejidales dotadas desde la fundación y que podía probarlo. Para tal efecto se practicó una diligencia en cuya acta se hace constar que estuvieron presentes: el Sr. D. Ignacio Ortiz, secretario del H. Ayuntamiento; Don Manuel Llamosa, propietario de la Hacienda; los Sres. Don Jesús Ramírez Sosa, Don Remigio Villafuerte, Don Manuel Caballero Villagómez en calidad de testigos; y Don Alberto Bocanegra, administrador de la Hacienda. Por órdenes de Don Manuel Llamosa, el administrador mostró el libro de la fundación de Salvatierra, estaba forrado en piel

boa en color negro, dándose la instrucción en esos momentos de que dicho libro si bien podía ser consultado por los interesados, no debía ser sacado de ese lugar.

Por circunstancias políticas ajenas a la voluntad de Don Ignacio Ortiz el libro quedó en su poder, encomendado a la Srta. Mercedes Solórzano la realización de una copia de los documentos más importantes. Esta copia fué conocida por el Sr. Pbro. Don José Espinosa, Párroco de Salvatierra y por el Padre Fray Eliseo Ruiz González, O.F.M. Guardián del Convento de San Francisco.


Posteriormente, en 1936 el Sr. Cura Espinosa encargó al profesor Jesús Gutiérrez realizar una investigación documental para formar una historia de Nuestra Sra. de la Luz, con autorización de Don Ignacio, el Prof. copió del Libro Prieto hasta la foja 22, información que fué conocida también por nuestro historiador Don Melchor Vera.

A la muerte de Don Ignacio, sus herederos entregaron el libro al Padre Fray Nicolás de San José, Prior del Convento del Carmen en Salvatierra, para incorporarlo finalmente al archivo histórico de la Provincia de los Carmelitas Descalzos en México.

Pero, ¿Quiénes son los actores protagónicos de la fundación y por ende, los personajes centrales de libro?

Ellos son:.

Don García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra y Marqués de Sobroso; fué Virrey de la Nueva España del 23 de noviembre de 1642 al 13 de mayo de 1648. Despachó la Real Cédula de Título de Ciudad de San Andrés de Salvatierra el 9 de febrero de 1644.


Don Gabriel López de Peralta, nació en la Ciudad de México en 1593, proporcionó las tierras para la fundación de la ciudad y al no recibir las contraprestaciones esperadas a cambio como buen vasallo de su Majestad, entabló un juicio contra el Rey ante el Consejo de Indias. Por decreto del 3 de diciembre de 1707 recibió el título de Marqués de Salvatierra, con transacciones de derechos de una renta anual de 6000 pesos.

Los Marqueses de Salvatierra han sido por heredar dicho título nobiliario:

1ª. Marquesa.- Doña Francisca Catalina Jerónima López de Peralta Sámano Turcios Luyando y Bermeo, que fué casada dos veces; Don Pedro de Eguarez Fernández de Híjar y en segundas nupcias con Don Diego Urrutia de Vergara Flores de Valdés. Del primer matrimonio fué la

2ª. Marquesa.- Doña María Josefa López de Peralta Sámano Turcios y Eguarez, que murió sin sucesión, pasando el título a su sobrino

3er. Marqués.- Don Juan Lorenzo Gutiérrez Altamirano Velasco López de Peralta Albornoz Castillo y Urrutia de Vergara, que además era octavo Conde de Santiago, octavo Marqués de Salinas y séptimo poseedor del primer Mayorazgo de Gabriel López de Peralta. Casó con Doña María Bárbara de Ovando y Rivadeneyra, de quien entre otros hijos tuvo a la

4ª. Marquesa.- Doña María Isabel Jerónima Altamirano López de Peralta y Ovando, que además era la décima Condesa de Santiago, murió sin sucesión y su hermana fué la

5ª. Marquesa.- Doña Ana María Jerónima Altamirano Velasco López de Peralta y Ovando, undécima Condesa de Santiago y décima Marquesa de Salinas. Casó con

Don Ignacio Lionel Gómez de Cervantes Padilla, de quien tuvo entre otros hijos al:

6º. Marqués.- Don Miguel Jerónimo López de Peralta Cervantes Velasco, que fué el último poseedor integrum del primer Mayorazgo. Firmó el Acta de Independencia de México, fué Capitán de la Guardia Imperial de Iturbide, Consejero de Estado, Gran Cruz de la Orden de Guadalupe, General de la República y Gobernador de Distrito Federal. Casó dos veces y de su segunda esposa Doña Joaquina Estanillo tuvo entre otros hijos al

7º. Marqués.- Don José Cervantes Estañillo, que casó con Doña Manuela Cortázar de Cevallos, hija del General Don Luis Cortazar, del Ejército Trigarante, y Conde la Presa de Jalpa y de Rábago. Tuvo una hija que fué la

8ª. Marquesa.- Doña Dolores Cervantes y Cortazar que casó con Don Antonio Riva y Echeverría. De este matrimonio fueron hijos

El 9º y 10º. Marqueses de Salvatierra.

El noveno Marqués Don Antonio Riva y Cervantes, que murió en los años treinta en un accidente de aviación al dirigirse a su hacienda de la Gavia, en el Estado de México. Murió sin sucesión, pasando el título a su hermano el décimo Marqués de Salvatierra Don Luis Riva y Cervantes, fallecido el 2 de abril de 1939 en la Ciudad de México. Fué casado con Doña María Concepción de Landa y Lozano, de quien tuvo varios hijos, uno de los cuales debería ser el siguiente Marqués de Salvatierra.

Don Agustín Carranza y Salcedo es el personaje más importante en el desarrollo histórico de la fundación, era pobre pero se distinguía por su preparación, ejerció el oficio de Escribano y fué Alguacil Mayor del primer ayuntamiento de nuestra Ciudad.

Principal gestor de la fundación; nación en Zalaya –hoy Celaya- al decir de unos, otros afirman que nación en Valladolid –hoy Morelia- murió el 11 de agosto de 1688, fué sepultado en la capilla mayor de Ntra. Sra. Del Carmen por privilegio concedido por el definitorio de la Orden. Fray Agustín de la Madre de Dios nació en el año de 1610, apoyó a Don Agustín a todo lo largo del proceso, fué cronista de la Provincia carmelita, celebró la misa del Espíritu Santo en acción de gracias por la fundación de la Ciudad, murió en el año de 1662.

Las Brujas

¡No me vas a creer lo que te voy a contar! Exclamó Don Glaciano mirándome fijamente a los ojos, allá en su casa en una de esas escabrosas pero simpáticas callecitas del Molino de Ávila. A sus casi noventa años, su lucidez mental me impresionó, parecía que sus vivarachos ojos negros como capulines osbre la piel enjuta y la barba blanca, querían salirse de su lugar.

Me dijo: allá por el año de 1918 lo recuerdo bien, aunque apenas era yo un niño pasó algo terrible aquí en el Molino. El tlapiche trabajaba a todo lo que podía, vieras qué bonito piloncillo salía y el carrito que venía sobre rieles desde San Buenaventura jalado por una mula no paraba trayendo la caña.

Había pocas casas cerca del Molino, ¡unas cuántas!, casi todas pegadas al canal.

Esa tarde de sábado ya se había metido el sol, estaba obscureciendo sobre los cerros cuando de pronto se propagó entre nosotros una noticia; se había perdido el niño chiquito de Doña Juana, la esposa de Senobio; el encargado de la lumbre para hacer hervir la miel. De inmediato los hombres mayores dejaron la platicada y las mujeres salieron de sus casa, los chiquillos nomás hacíamos bola, pero nos dábamos cuenta de la gravedad de lo sucedido.

Todos; hombres, mujeres y chiquillos lo buscamos por todas partes: en la casa grande de la hacienda, en el tlapiche y en todas las tablas de sembradío. Unos lo buscaron en todo el camino viejo a Salvatierra, otros se fueron con permiso del patrón a cerrar la compuerta del río para secar la acequia por si se hubiera caído y ahogado.

Ya caída la noche, obscura y negra como boca de lobo en la que no hay luna y no brilla ni de milagro alguna estrella, todo era un silencio que parecía velorio; no lo encontramos por ninguna parte.

Muy entrada la noche, cuando el sereno gritaba la hora allá en Salvatierra para que ya nadie anduviera en la calle, vimos unas luces que surcaban el cielo. Venían en todos lados; de por el rumbo de San Nicolás de los Agustinos y la Laguna de Yuriria; otras de las lomitas del Ranchito de El Salvador; y otras de por acá por la estación del tren. Todas se dirigían pa’ el Cerro Pelón.

Uno de los hombres mayores y más viejos, gritó; ¡Son las malditas brujas!, ¡Ellas se llevaron al niño! Contestó otro. Me lo contó mi abuelo, me dijo que se lo dijo su abuelo; las brujas son seres horripilantes que se juntan a hacer su festín de sangre los sábados por la noche en el Cerro Pelón, no ves que ese no tiene cruz, la pusieron en el otro cerro- se refería al Cerro de Tetilla-, casi siempre llevan un niño pequeñito que se roban cuando la mamá se descuida.

La más vieja y fea es la primera que le clava sus pestilentes colmillos para chuparle la sangre todavía vivo, luego le siguen las demás. Se comen su carnita tierna y sus huesitos los ponen a secar al sol, luego los muelen para hacer sus polvos y filtros mágicos. Viven en casuchas sucias y malolientes que visitan sólo aquellos, que las necesitan para pedirles sus servicios, buscando hacerle el mal a alguien.

Cuando se roban a una niña la educan para que se haga bruja de grande y, ¿sabes cómo se hacen brujas? Se acuestan con el diablo y éste les da un beso que se les queda marcado en la piel para toda su vida. Después de eso, ya no pueden dejar de ser brujas.

Me despedí ya tarde de Don Glaciano y sólo atiné a pensar: ¿por qué no levantamos la vista más seguido para mirar al cielo?

Leyendas Tomadas del Libro: “Leyendas, Cuentos y Narraciones de Salvatierra, Segunda Parte” de Miguel Alejo López

La Casa de las Brujas

Si alguna noche de luna menguante, en horas de la madrugada, el lector deambula distraído por el Paseo de la Presa, a la altura del Jardín Ignacio García Tellez, y por un descuido se detiene a contemplar una residencia de aspecto inusitado para la ciudad, le advertimos y rogamos que se conduzca con cautela. Tal vez, Dios no lo quiera, llegue a sucederle un espantoso incidente, por lo que queremos ponerlo sobre aviso.

Con toda seguridad, por una de las ventanas se asomará una mujer joven con un quinqué de llama temblorosa. Gracias a esa luz, se podrá ver, además de su piel muy blanca, el oscuro y abundante cabello sujetado por una peineta así como la expresión vacía de sus ojos. Sin mediar palabra, con cierto ademán suave y convincente, ella invitará al distraído lector a que ascienda por una de las escaleras y pase al interior de la casa.

Si se acepta la invitación, acto inevitable, el forastero se encontrará en una habitación en penumbra. Escuchará entonces voces agudas provenientes del fondo de ese cuarto. Se descubrirá que esas voces pertenecen a dos ancianas, a quienes hallará sentadas cerca de una chimenea donde arden y crepitan unos leños.

Unas de ellas le ofrecerá que tome asiento en un sillón de alto respaldo al tiempo que pondrá en una de sus manos un vaso apetitoso de vino oscuro y caliente. Esta mujer, vale decirlo, tiene una cabeza temblorosa, las mejillas arrugadas y flácidas, la nariz acaba liada y en la boda dos o tres dientes. Su torso, totalmente encorvado, la hace parecer un monstruo de aspecto impreciso.

Al visitante de pronto le parecerá que las manos de aquella anciana tendrán semejanza con las de un buitre, como lo son en efecto. Pero en esta circunstancia es preferible no dar muestras de temor y sobresalto, la otra anciana por su parte no dejará de mostrarse indiferente, si bien mantendrá su mirada clavada en la figura del intruso.

En el ánimo de esta persona el deleite de ese vino producirá su natural efecto y aquel ambiente escalofriante no tardará en ser agradable. Lo más seguro entonces es que la anciana de la joroba le insinúe pasar la noche dentro de esa casa, cerca de la joven de piel blanca, a lo cual será difícil negarse, de nueva cuenta. Y he aquí nuestra advertencia, si aún se tiene valentía suficiente, niéguese.

Un pozo con ratas, alacranes, serpientes y tarántulas; una cama que se transforma en ataúd hermético; o un filtro mortífero con aspecto de elixir amoroso, probablemente sean los elementos que te lleven al término de tu noche y de la vida. Y, óyelo bien, no es leyenda.



¡Roguemos a Dios que tus horas no acaben de este modo! Aunque haya algunos que afirman, a la luz del día, que en esta casa jamás de los jamases nada ha sucedido, que se vive en ella como Dios manda; aunque haya quienes declaren que la casa se denomina de las Brujas porque su estilo arquitectónico es semejante al de ciertas residencias holandesas. Por sí o por no, lector amigo, no detengas tu paso más de lo necesario ante la reja de este inofensivo edificio en ninguna noche de luna menguante

Tomada del Libro: “Leyendas de Guanajuato, Historia y Cultura”

Biografía

Gonzalo Chapela y Blanco

Gonzalo Chapela y Blanco Montañez nació en Tingambato, Mich. el 12 de septiembre de 1910. Estudió en Morelia en el Seminario Diocesano y en la Escuela Libre de Derecho. Radicó durante muchos años en la Ciudad de México, dedicado a la docencia en colegios particulares y al periodismo, salvo una época en que fué Diputado en el Congreso de la Unión. Desde 1941 fué editorialista del diario Novedades. Un desgraciado y sentido accidente lo apartó del periodismo en 1968, pero continuó trabajando sin descanso; en los últimos años de su vida, se encontraba trabajando en un Tratado de Lógica.

La obra poética de Chapela fué muy breve. Sólo publicó Romance de la novia de piedra, que contiene romances sobre lugares y personajes de Morelia. Existen otros poemas y canciones suyos que quedaron dispersos, de entre los que se pueden mencionar Yunuén y El ala rota. La poesía de Gonzalo entra en el marco de la obra romántica, en la línea de la de Fray Manuel Navarrete. No hay duda de que siempre fué un poeta estimable. Le presentamos aquí sólo un fragmento del poema El ala rota:


“Que bueno eres, amigo -he entendido
sin duda sus palabras-
al tratar de librarme de la muerte
que ya siento cercana.
Si te dueles de verme acongojado
con mi mortal herida,
es que sabes también de ese punzante
amor que martiriza.
Tú que sabes las penas de la vida
y los amargos llantos
que nos hace verter cuando perdemos
al ser que tanto amamos,
bien puedes comprender que mis gemidos
no son porque mis alas
no pueden sostenerme ya en la altura
sobre la tarde pálida.
No lloro por la herida que me arranca
poco a poco la vida,
ni es tampoco la causa de mi duelo
la noche eterna y fría
que, cerrando mis ojos lentamente,
va borrando implacable
la imagen de las cosas que se esconden
como en oscura nave.
Mi pena es más oscura y más amarga:
la herida que me aqueja
es el dulce recuerdo de mi amada
que tan lejos se encuentra.
Mañana, al asomar la rubia aurora
con su manto dorado,
debíamos emprender juntos el vuelo
otros aires buscando;
mas quisimos volver por un instante
a platicarnos quedo

los mágicos arrullos amorosos
que escucharás atento.
¿Quién sabe si otra vez cuando retorne
la alegre primavera,
mi amada guardará vivo el recuerdo
de esta noche sangrienta?
Si algún día, cuando pases por la tarde
debajo de este cedro,
encuentras a mi dulce compañera,
¿le dirás que me muero
pensando en el idilio quejumbroso
que soñamos eterno
y que, muerto, cumplí de recordarla
mi postrer juramento?
Ya me voy a morir. Gracias, amigo.
Me trajiste el consuelo
de escuchar las congojas de mi pecho
y el gemir postrimero…”
…Y ya no dijo más, cerró sus ojos
para siempre a la vida
y su cuerpo quedose desmayado
como rosa marchita.
Su cadáver se enfrió rápidamente
entre mis manos trémulas,
al tiempo que una ráfaga cantaba
en las ramas escuetas.
Por encima de los montes fue llorando
desde la humilde ermita
el son arrullador de una campana
su postrer despedida.
El viento de la noche iba arrastrando
como revuelta huesa
los restos de un verano esplendoroso:
ramajes y hojas secas.


Narraciones

El Señor Don

Éramos jóvenes estudiantes de secundaria, había compañeros de dieciocho años hasta treinta y cinco. Algunos de ellos nunca tuvieron la oportunidad de estudiar hasta que se valieron por sí mismos, otros eran egresados de seminarios. Teníamos un compañero de setenta años, lo tratábamos de usted, según lo dictaban nuestra educación y los tiempos. Él, en adelante le llamaremos el “Don”, nos pedía que lo tuteáramos pues éramos compañeros y quería que hubiera confianza.

Hubo compañerismo y confianza pues el Don llegó a contarnos que entró a estudiar secundaria para recibir un diploma de auxiliar de contador. Le hicimos notar que para ese tiempo, él ya tendría setenta y cuatro años y ninguna empresa le iba a dar trabajo.

Entonces el Don nos tuvo más confianza y, entre sorbos de café, nos contó que sus hijos eran profesionistas y que, en algunas ocasiones, lo callaban vergonzosamente porque nada sabía un taxista, ex obrero y ex bolero. En ese tiempo los cursos eran anuales y, a medias del mismo, el Don ya no asistió a clases. Los compañeros creímos que las disculpas y ruegos de los hijos fueron las causantes de que perdiéramos a un compañero.

Perdimos a un compañero de estudios que nos dejó algunas enseñanzas: atendió eficientemente a una familia a la cual dió estudios profesionales. Enfrentó los problemas de conducta de sus hijos de la única manera que sabía hacerlo: con el ejemplo y con el trabajo.

Era un hombre que siempre tenía metas y las conseguía con voluntad y esfuerzo. Era hombre de fe, vi colgar de su cuello algunas medallas y un escapulario, cuando pagaba el café, en su cartera se veían imágenes de santos y de la Virgen de Guadalupe. Al empezar las clases, se persignaba y oraba.

Ayúdate, que yo te ayudaré. O, ¿tú que dices?

R R S

“Un Seminarista vs. un Psicólogo”
Por : R M P

Hace varios años un amigo mío de nombre Miguel sonriendo me decía: “Amigo Rodo: ¿Quieres responder a unas preguntas mías?” -¡Claro que sí! Todo está en que no estén muy difíciles. –Sí lo están, yo sé bien que sí lo están. –Pues vienen ya, no me alargues el momento. -La charla empezó así: -No hace mucho tiempo, escuché un programa de Radio sobre una polémica entre un seminarista y un Psicólogo, ambos estudiantes. El primero la empezó diciendo: -El progreso del hombre viene de lo alto. Es obra de Dios. Aunque el hombre en algunos aspectos es malo, el Señor compadecido de sus fatigas le ha inspirado el Don de la invención y del conocimiento para descubrir, por ejemplo: la Electricidad y las máquinas, movidas por esta maravillosa fuerza, que sin ella no habría progreso científico ni tecnología alguna. Esta es mi postura en el tema sobre el progreso del hombre en este mundo.

El Psicólogo sonreía medio burlón en uso de la voz, empezó así el debate: -Yo sostengo lo contrario. Yo digo : -El progreso del hombre es obra del diablo y no de Dios. Las pruebas están a la vista. ¿Qué ha hecho el hombre de esos progresos y de su técnica? –Inventar armas infernales para matar a sus semejantes. A crear nuevos y mortíferos virus para infectar el agua y el aire, para que muera la gente como el caso del Sida y demás enfermedades que sin motivo alguno han aparecido como la diabetes, el cáncer, la prostatitis, las embolias y los paros cardiacos.

Algunos investigadores de sentimientos cristianos han descubierto esas acciones criminales de ciertos científicos en convivencia con los hombres más ricos del mundo ubicados en las naciones más importantes del mundo. Tiene usted el caso de la bomba atómica y demás armas nucleares. Es más, el demonio ha logrado introducir masones en el Vaticano; y larga, muy larga sería la lista de todas las acechanzas del maligno. ¿Qué me dice usted de todo esto?.

Mi amigo guardó silencio. Entonces, yo le dije: ¡Síguele que me está gustando! Mi amigo alzó los ojos diciéndome: -No es posible, porque llegando a este punto, se cortó la onda radiofónica diciendo el anunciador: -La terminación de este encuentro será mañana a esta misma hora y por esta misma estación. -Yo no pude oír su terminación por tener qué presentarme a mi trabajo. Ahora dime tú, ¿quién de los dos puede tener la razón? –Me pones en un aprieto. -Le respondí: Estoy tentado a decirte que está gordo el paquete. Pero bueno, te diré algo al respecto. Bueno, pues entonces voy a empezar:

Te diré, que los dos tienen la razón... ¿Qué dices? Respondió mi amigo. Eso no puede ser, son dos polos opuestos. Bueno amigo, Rodo prosigue, prosigue... –No te espantes, le respondí: mira escúchame. El seminarista ha expresado unas verdades indiscutibles. El otro aparentemente le lanza un reto muy fuerte y muy cierto; pero de entre esas dos verdades, está la verdad primigenia. Si, todo eso tiene un principio, y tú lo sabes. Sin embargo te lo voy a decir:

Ese principio es Dios padre, creador de todo lo que existe. Él formó a todas las criaturas. Entre éstas tuvo a bien crear los ángeles que los dotó de gracias especiales. Entre todas estas criaturas angelicales, creó una bellísima que le llamó Luzbella. Pero ésta, viéndose tan hermosa y con poder, pretendió igualarse con Dios y aún superarlo y su grito fué este: ¡QUIÉN COMO YO! En su soberbia y desafío, arrastró millones de ángeles e inició la rebelión.

Entonces Dios Padre, muy a su pesar, mandó llamar al Arcángel Miguel; le encomendó la misión de combatir al sublevado, dotándolo de un poder infinitamente superior, al poder de Luzbella. Luego, en un punto del cosmos celestial, se encontraron los dos ejércitos contrarios. Los dos enemigos se encontraron los dos ejércitos contrarios. Los dos enemigos se encontraron frente a frente. Con voz de gran dominio lanzó su proclama acostumbrada: “¡QUIÉN COMO YO!” Al oírlo, el Señor San Miguel Arcángel le respondió: -¡QUIÉN COMO DIOS! –Entonces, al momento a una señal del Arcángel, se oscureció por todos lados y una espantosa tormenta de rayos, truenos y centellas, se abatió sobre el ejército de Luzbella.

El ejército de ángeles de San Miguel sí veía, cayó sobre el ejército disidente de Luzbella, arrojándolos a todos fuera del reino de Dios, a una dimensión tormentosa, que el Señor preparó expresamente para él y sus ángeles derrotados y caídos para siempre.

De manea que ese Luzbella, es conocido ahora por gran Satán y sus ángeles rebeldes se les llama demonios, los cuales, según los teólogos de todos los tiempos y ahora los exorcistas, saben que entre ellos existe una jerarquía y QUE quieran o no quieran, están supeditados a la Autoridad de Dios Padre y de todos sus Ángeles, Arcángeles, tronos celestiales y bienaventurados, que viven en las moradas del cielo.

Pero Satán y sus seguidores cada día crece más y más su ira, su rencor y su soberbia, que aún esperan su venganza contra todo lo divino. Tercos en su proceder absurdo e imposible, Satán se ha declarado “EL GRAN SABOTEADOR DE TODAS LAS OBRAS BUENAS DEL SEÑOR EN FAVOR DE SUS HIJOS, LOS HOMBRES”.

Esta verdad es una razón del estudiante de Psicología y es precisamente la clave para descubrir el por qué existe el mal en el mundo; pero que el libro sagrado (La Santa Biblia) en el Apocalipsis señala que al final de los tiempos Dios pondrá fin a este poder maléfico.

Bueno, amigo Miguel, ¿Qué más te puedo decir? ¿Verdad que los dos estudiantes tenían la razón? –Sí, -respondió mi amigo Miguel-, todas estas cosas tuvieron su principio en el conflicto que suscitó el Ángel más hermoso de la creación, que por su soberbia y arrogancia se convirtió en el ser más abominable de todas las criaturas que existen en el universo. Bueno, amigo Rodo, gracias por esta charla que hemos tenido; -y mi amigo Miguel se alejó de mi, silbando una canción. Tal era su alegría.

Bueno, estimado lector, terminado el tema anterior, solo quiero decirte que en este mundo sólo hay dos caminos, el camino del bien, que nos conduce a la presencia de la Santísima Trinidad; y el otro ES EL CAMINO DEL MAL, por donde el demonio arrastra a sus amigos y servidores a su reino infernal a pasar unas vacaciones que duran toda la eternidad.

¿Por cuál de los dos caminos, te gustaría marchar?

Trampa en el Puente de Vigas

Mi amigo me enseñó el dedo índice al tiempo que hizo un gesto de ruego en señal de que fuéramos a tomarnos una copa: “Sólo una, te lo juro...”, me dijo, igual que otras veces, y lo hacía de tal forma que era difícil idear algún pretexto para rechazar su invitación, aunque ambos sabíamos que no sería una copa. Las menos que recuerdo habernos tomado eran cuatro por cabeza. Solía hacer eso cuando, después de trabajar, nos íbamos acercando a la cantina “El Nivel”, localizada a unos treinta metros del Palacio del ex Arzobispado –ahí donde cuenta la leyenda que el ahora santo Juan Diego, llevó la tilma con la imagen de La Guadalupana para mostrársela al arzobispo- sede en ese tiempo de la Dirección General de Crédito, una oficina de la Secretaría de Hacienda, nuestro primer patrón en el sector público.

-¡Está bien!, le contesté. Pero que consté: sólo una y nos vamos –le dije riéndome, mientras entrábamos a la cantina de nuestra fortuna. Así le decíamos porque hicimos nuestro el estribillo de un poeta desconocido que el dueño había enmarcado y colocado detrás de la barra, que a la letra decía: “Grande fortuna es de aquel/ el que tiene por vecina / a la afamada cantina/ denominada ‘El Nivel’”. En efecto, éramos jóvenes, solteros y con buen sueldo en esa época –dirigíase que bastante bueno- por lo que nos sentíamos afortunados por todo eso, además de tener “El Nivel” ahí, al lado del trabajo.

Y esa noche nos quedamos hasta que nos corrieron. Después de la segunda copa decidimos, por comodidad y economía, pedir una botella de ron añejo, del bueno –a doscientos pesos con todo y servicio- y no era cosa de desperdiciarlo, por barato que fuera: a cien pesos nos saldría a cada uno la borrachera.

Eran pasadas las dos de la madrugada cuando tomamos un taxi frente a “El Nivel”, sobre la calle Moneda, y le pedimos que nos llevara a la estación del metro Cuitláhuac, allí había una pensión donde dejaba estacionado mi coche todas las mañanas, para evitarme el tráfico del centro. Todavía nos faltaba una buena travesía para llegar hasta Ciudad Satélite, donde vivíamos cada quien con un hermano casado y su familia –una más de nuestras coincidencias, como la de entrar el mismo día a trabajar en la misma institución y proceder ambos del Tecnológico de Monterrey, donde estudiamos la misma carrera en la misma época.

Esa travesía, sin tráfico, nos tomaba más de media hora y podía ser peligrosa a esas horas de la madrugada, tal y como lo comprobamos esa infausta noche, cuando nos dimos cuenta de que en el trayecto había una trampa de tránsito, una especie de caja registradora a favor de los policías, que consistía en que un tramo de no más de veinte metros, llamado Puente de Vigas, era de un solo sentido. Al llegar ahí había que dar vuelta a la derecha primero, luego a la izquierda tres cuadras después, y una vez recorrido el equivalente al tramo del puente, girar otra vez a la izquierda para salir delante de éste, tornar a la derecha y continuar el camino. Me imagino que durante el día y parte de la noche este recorrido se justificaba por el tráfico, pero ¿también después de la medianoche?.

Ya se sabe que el alcohol inyecta audacia. Por eso fué que cuando llegamos a ese punto no era necesario, aunque mi amigo lo hizo, que nadie me animara a continuar de frente para ahorrarme todas las vueltas mencionadas; porque, además, después de una parranda siempre se tiene prisa. Lo que no sabíamos u olvidamos, es que la misma forma cóncava del puente evitaba divisar a una patrulla que se dedicaban, seguramente cada noche, a detener a los incautos o audaces como nosotros.

Ante la señal de alto de uno de los patrulleros, no tuvimos más remedio que estacionarnos adelante de la patrulla y de dos automóviles cuyos choferes habían caído en la misma trampa que nosotros. Pasó un buen rato y los policías seguían discutiendo –o negociando, con ellos; vaya usted a saber-. Así que mi amigo me dijo: “¡Sabes qué, mejor vámonos; total, nadie nos pela!” Y me arranqué. Pero en menos de un minuto nos estaba siguiendo la patrulla con las luces rojas encendidas y a gran velocidad.

Cuando nos dimos cuenta de la persecución teníamos dos opciones: una, la más lógica y fácil, pararnos y argumentar que creíamos que a nosotros no nos habían detenido al principio y llegar a un “arreglo”; y dos, una alternativa más difícil, pero aún así factible: tratar de cruzar la línea divisoria, no muy lejana, entre los municipios de Tlalnepantla –donde nos encontrábamos- y Naucalpan, y espera que la patrulla no continuara la persecución.

Pero a mi amigo se le ocurrió algo diferente y yo pensé que nos funcionaría, lo que muestra cuán provincianos éramos entonces. Al ver una gasolinera me dijo: “Métete ahí, es propiedad privada y allí no nos pueden hacer nada.” Y yo me metí, sólo para que los policías, llegaran enseguida, se enojaran ante nuestros reclamos de que no nos podían infraccionar ni detenernos porque estábamos en propiedad privada: De hecho, uno de ellos se carcajeó y me dijo: “¡Ah! ¿Con que no puedo?”, y me subió a la patrulla.

Y así fué como nos llevaron, a mí con un juez calificador y a mi coche al corralón. Mi amigo insistía, creo que por un sentido de solidaridad mal entendido, en que también a él lo detuvieran, hasta que le dije que se calmara, que si a él lo metían a la cárcel, entonces nadie podría sacarme. Ante tal verdad, por demás elemental, tranquilizó su conciencia de “amigo en las buenas y en las malas”, y me pidió el dinero que traía para que no me lo fueran a quitar –además que lo necesitaría para completar la multa-.

No tuve qué enfrentar ni siquiera la llamada “prueba de verificación de ebriedad”, porque no consideraron necesario aplicármela. Cuando el juez calificador me vió, dijo: “Viene hasta las manitas, ¿verdad?”, me pidió mis generales y me remitió a los separos.

Fué cosa que detrás de mí se cerrara la puerta de la cárcel para que se me quitara de inmediato la borrachera, y se me hiciera evidente la estupidez que habíamos cometido al hacer enojar a los policías con el cuento de la propiedad privada y no medir las consecuencias de no “arreglar” el asunto con ellos –ahora todo va a salir más caro y no sé cuánto tiempo voy a pasar en prisión-, me dije a punto de llorar. Usaba la palabra “prisión” como una reminiscencia política para sentirme menos culpable.

Pero lo que contribuyó a mitigar mi culpa y me permitió superar, en parte al menos, la “cruda moral” que provocan estos incidentes, fué que también había una muchacha allí –en ese municipio los separos son mixtos- y ella me dió un buen motivo para sentir que mi paso por la cárcel serviría de algo. Resulta que alrededor de una hora después de mi ingreso a la celda, esta muchacha se separó del grupo de cuatro o cinco mujeres que estaban detenidas en la misma celda, y se habían organizado para estar juntas y protegerse, se sentó junto a mí en el piso, en una especie de pasillo donde, sin conseguirlo, yo trataba de dormir, se acercó lentamente y me preguntó si iba a salir esa mañana, a lo que contesté que creía que sí. Me pidió entonces, que le hablara a un amigo suyo para que, por favor, la sacara de ahí, y que le asegurara que luego ella le pagaría lo que hubiera costado la multa.

Además, me pidió que le explicase a su amigo, porque con toda seguridad iba a preguntar la razón de su detención, que dos días antes, el 14 de febrero se había metido junto con sus amigas a una tienda a robar y a celebrar de ese modo -¡imagínese nada más!, me dijo- el “Día del amor y la amistad”. Algo que le dolió mucho –se decía- es que al atraparla le habían quitado el regalo que tenía para él. Debo decir que esa parte me enterneció.

Llegada la mañana, cerca de las ocho, una vez que mi compañero de parranda pagó la multa, me dejaron salir. Mi detención duró, pues, sólo cinco horas, e incluso pudieron ser menos, pero ahorrativo como buen norteño que era mi amigo esperó el cambio de turno de las siete de la mañana para pagar, porque me explicó que los de la noche además de la multa querían su “moche”. De ahí, nos fuimos al corralón a recoger mi carro, previo pago de la infracción correspondiente, y después de un necesarísimo baño y cambio de ropa nos dirigimos a nuestras oficinas del bello e histórico Palacio del ex Arzobispado.

Tal vez sea necesario mencionar, para no dejar ninguna duda sobre la impresión tan deprimente que causa la cárcel –por poco que se esté adentro- y las ganas que
provoca, por lo mismo, de ayudar a salir a los demás, que lo primero que hice al llegar a mi escritorio fué tomar el teléfono y hablarle al amigo de mi redentora.

Con el paso de los días y después de haber platicado esta nada gloriosa aventura a los amigos, familiares, compañeros de trabajo y hasta a algunos taxistas, caí en la cuenta, no sin sorpresa, de algo que para muchos debe ser obvio pero que yo hasta entonces constaté: todos opinaron o estuvieron de acuerdo conmigo en que el error fué ¡no haber sobornado de inmediato a los policías! Es decir, nadie me dijo o me dió a entender, ni yo mismo lo reflexioné así, que eso me había pasado por manejar borracho o circular en sentido contrario; todos insistían en mi error y me instaron a no hacerlo nunca más, y agregaron que ojalá eso me sirviera de lección. Creo que en otros países las cosas serían distintas, pero aquí ¡no!, aquí lo que me dieron o me dieron a entender todos con sus actitudes y de lo cual yo mismo estaba y estoy convencido, es que fuimos unos grandísimos tontos al provocar a los policías y al no tratar por todos los medios de llegar a un “arreglo” con ellos.

Desde este incidente en el Puente de Vigas me he convencido de que no hay nada que pueda hacerse para eliminar este tipo de “corrupción”, porque en México la validez de llegar a un “arreglo” extralegal entre la autoridad y el ciudadano infractor tiene una raíz cultural muy profunda y es una práctica tan extendida que, en todo caso, lo más conveniente es aplicar el viejo y sabio apotegma de que “cuando todos se equivocan, todos tienen la razón”.

Tomada del Libro: “Relatos de Salvatierra y otros lugares”
de: Víctor M. Navarrete Ruiz


Carlos Fuentes

Carlos Fuentes nació de padres mexicanos en Panamá, el 11 de noviembre de 1928 y falleció a los 83 años en la Ciudad de México, el 15 de mayo de 2012. Su padre era diplomático, y pasó su infancia en diversas capitales de América: Montevideo, Río de Janeiro, Washington D.C., Santiago de Chile, Quito y Buenos Aires, ciudad a la que su padre llega en 1934 como consejero de la embajada de México. Los veranos los pasa en la Ciudad de México, estudiando en escuelas para no perder el idioma y para aprender la historia de su país. Vivió en Santiago de Chile (1940-1944) y Buenos Aires en donde recibió la influencia de notables personalidades de la esfera cultural americana.

Llegó a México a los 16 años y entró a la preparatoria en el Centro Universitario México. Se inició como periodista colaborador de la revista Hoy y obtenía el primer lugar del concurso literario del Colegio Francés Morelos.

Se graduó en leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México y en economía en el Instituto Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Sus obras:

Novelas: escribió 23 novelas en 54 años de creación literaria, una novela cada 2 años.

Cuentos y Relatos: escribió 21 libros de cuentos y relatos.

Ensayos: escribió 20 libros de ensayos.

Teatro: escribió 5 obras para teatro.

Cine: escribió 7 guiones para cine.

Libreto: escribió un libreto para una ópera.

Premios: obtuvo 27 premios y reconocimientos por todo el mundo.

Finalmente, su último deseo fué descansar en el Cementerio Montpamasse en París, junto a sus hijos Carlos y Natasha.

Poesías

Apasionada

Ayer te amé y lo disfruto tanto,
no olvidaré lo bello de ese tiempo.
Todo fué como un velo blanco
perfumado con el aroma de tu cuerpo.

Ayer parece cercano no imposible,
todo tengo presente, no pasado,
te llevo en mi alma libremente,
nunca podré tenerte aprisionado.

Bendito amor que sin saber me dió el motivo
para vivir feliz y enamorada.
Sea bendito ese tiempo de fe perfumado de olivo
y consagrado en mi alma apasionada.
I S J.


Sigue tu Camino

Ahora que descubro tu infidelidad,
no podía creerlo y es realidad,
resultaste falso y sin calidad,
de malos principios falto de moral.

Malagradecido, sigue tu camino,
ya no siento nada, otro es mi destino,
nada de lamentos ni de desatinos,
este es otro tiempo colmado de olvidos.

Sigue como eres, falso y engañoso,
brillas como oro, por dentro mugroso,
ni tu mismo sabes que estás tan vacío
como rata vives temblando de frío.
I S J.


Mensajera

Vuela lejos, ve a decirle que lo extraño,
deja cerca de su mano mi mensaje,
no regreses sin posarte en su ropaje,
y al oído dile quedo que lo amo.

No regreses a decirme que no me ama,
no me traigas la noticia que se ha ido,
vete lejos si descubres que a otra ama
y que mi nombre lo ha borrado el olvido.

Mas regresa al instante, ven a darme
esa nota donde dices que está solo,
que esperaba solamente ese mensaje,
y que vuelve a este lugar que aún añora.


I S J.


Hombre Terrenal

Me asumo hombre
producto de la tierra,
con sus noches, sus días, sus eclipses.
He llegado a aceptar que soy mudable,
que en mis veranos a veces cae la nieve.
He aceptado que así como a la tierra
los mares se le hinchan
y menstrua y estornuda,
del mismo modo mis playas se me inundan.
Aparecen pequeños caracoles,
pececillos perdidos, crustáceos camuflados.
Por mis venas transitan ríos de lava
que desembocan en mares doloridos.
Acepto mansamente
mi humanidad terrena,
mis sueños de grandeza derretidos,
la acidez de mi llanto,
mis volcanes vomitando demonios.
Acepto la incomprensión de otros planetas,
el silencio lunar,
comparto con la tierra la muerte inapelable.

J P M


…Por Fin…

Sigo en pie, parada en el camino
donde espero tu feliz llegada,
para brindar con un buen vino
esta carrera tan larga y esperada.

Al mirarte librar tantos tropiezos
por cumplir con las metas señaladas,
no dejo de pensar que fueron esos
los que golpeaban tus tibias madrugadas.

Y por más que te cubría de besos
no te podía evitar las desveladas.
Llegó el momento de retar a los caminos
que desde siempre miramos peligrosos.

No olvides ser gentil con tus vecinos,
al igual que yo, se sienten orgullosos
cuando ven que los niños que tuvimos,
hoy buscan también ser exitosos.

No hay tiempo para darte algún reposo,
el mundo acude a tu llamado,
pero recuerda siempre lo glorioso
que puede ser tu gran reinado.

Si tu caminar nunca es dudoso
y tu ambición se ajusta a lo ganado,
culminarás con honores hacia aquellos
que en su vida tan solo te han amado.

M J L


Gracias Papá

Gracias Papá por quererme mucho,
y ayudarme cuando te necesito,
Dios te lo va a agradecer;
infinitamente con su amor

Gracias Papá por corregirme cuando estaba mal,
por darme cosas cuando yo las necesitaba,
cuando estaba enfermo,
cuando me hacía falta tu cariño y amor.

Gracias Dios Mío por haberme dado,
a una persona que me cuida y me protege,
y darle tu cariño y comprensión.

Gracias Dios Mío por darle comprensión,
perdón, paz y amor
para compartirlo con sus hijos.

G T R R


A Benedicto XVI

Mensajero de paz y de esperanza,
Alemania, la fuerte, lo vió nacer,
el Vaticano es ahora su casa,
México entero ya lo nombró
hijo adoptivo de esta nación.

Hablando de Dios, va por el mundo
y todo el que lo escuche se salvará;
a nadie obliga, a nadie impone
que lo que enseña es la Verdad,
Palabra eterna que no cambiará.

Mensajero de amor por Jesucristo,
iluminas al mundo con la Verdad,
con la confianza en su enseñanza
vamos seguros un día a llegar
a ver al Padre, y al fin gozar.

D H R


Alondra

Mirada lánguida de ojos tristes,
hermosa Alondra de suave vuelo,
mujer divina que al soñar, anhelo
tenerte mía y acariciar el cielo.

Mariposa frágil que volar quisiste
quebrando tus alas el destino cruel,
dejando inerte el corazón ardiente
de aquel que sólo te ofreció su ser.

Voló la Alondra con tu sueño,
aquel que tu vida cambiaría,
dejaste todo con recelo un día
para seguir con esa vida de agonía.

J B

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