Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

sábado, 17 de septiembre de 2011

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

La tradición oral

Las formas populares: el corrido (continuación)

Como ejemplo de los primeros romances venidos a nuestro país, se podría citar aquel romance que Bernal Díaz del Castillo ponía en boca de los conquistadores.

Mira Nero de Tarpella
a Roma cómo se hundía...

Algunos sitúan los comienzos del género a principios del siglo XIX, basándose en algunas recopilaciones de Higinio Vázquez Santa Ana. Sin embargo, Ignacio Manuel Altamirano, autor del Romancero Nacional, afirma que ya el corrido se cantaba antes de 1810, y el Códice musical mexicano, que estudió el musicólogo Gabriel Saldívar, contiene dos corridos para cítara que podrían situarse en la segunda mitad del siglo XVII.

La culminación del corrido como género popular, ocurrió durante la Revolución. La generalización de las luchas revolucionarias coincidió con la violenta reaparición y amplia difusión del corrido. La prolongada historia, la dispersión geográfica y la ubicuidad del corrido explican su abundancia. Centenares de corridos han aparecido durante más de un siglo, y es posible encontrar corridos en casi todo el país, con excepción de Yucatán, Campeche, Chiapas y Tabasco. Dos focos principales produjeron y difundieron la mayor cantidad de corridos: la región del norte con sus corridos norteños y la región central (el del interior) con una variante en el sur (Morelos) conocida como bola sureña.

El corrido revolucionario fué también un estupendo vehículo de las ideas revolucionarias y contó con la colaboración de un ejército de poetas anónimos. Durante la Revolución, el corridista cantaba acompañado de diferentes instrumentos musicales (una guitarra y una guitarra sexta, un guitarrón o un arpa), llevando por los pueblos por donde pasaba el relato de los últimos acontecimientos.

Batallas, sitios, asaltos, hazañas, biografías de héroes de uno y otro lado de la contienda, traiciones, fusilamientos, cuartelazos y pronunciamientos aparecen reseñados en los corridos. Por sus tramas pintorescas y descriptivas, desfilaron todos los protagonistas de las luchas revolucionarias, cual si se tratara de héroes de antiguos cantares de gesta. Lo mismo Villa que Victoriano Huerta, Carranza que Emiliano Zapata y uno que otro soldado raso, hijo del pueblo.

El auténtico corrido hubieron de buscarlo los coleccionistas en los lugares más apartados de la provincia, ya que de 1880 a 1930 fueron los cancioneros populares quienes lo difundieron de feria en feria, pregonando de paso entre las multitudes curiosas, los hechos escandalosos que aparecían en las hojas impresas: “¡Verdadero detalles del asesinato del general Francisco Villa!”.

Históricamente, y por su desarrollo, el corrido se ha clasificado en tres periodos principales: el primero abarca desde la Independencia hasta el ascenso de don Porfirio, el segundo desde los principios de la dictadura hasta 1910 y el tercero desde los inicios de la Revolución hasta nuestros días (si se aceptan como corridos las creaciones actuales).

Existe un patrón general al cual, con más o menos variantes, se adapta la mayoría de los corridos. El corrido se inicia con una llamada al público que también se hace de una forma establecida:

Señores, voy a contarles
lo que pasó en Veracruz
el 25 de junio
del año 79. [1879]

Ay, amigos míos,
les voy a contar
lo que me ha pasado
en esta ciudad:
entraron los yanquis
me arriesgué a apedrear. [1847]

Inmediatamente aparece el nombre, suceso y fecha de que se trata:

Voy a cantar un corrido
de la actual revolución.

Tiempo de mil novecientos
veintinueve que pasaron
murió Gervasio Mendoza,
los cristeros lo mataron. [1929]

Y todos, casi sin excepción, dirigen al final un mensaje, una sentencia aleccionadora a sus oyentes:

Vuela, vuela, palomita,
avisa a toda la gente
que no sigan el ejemplo
del hijo desobediente.

Tengan presente señores y
eduquen a sus chiquillos,
no les vaya a suceder
como le pasó a aquel hijo.

En algunos casos, se añade una despedida que puede asumir diferentes formas:

Ya con esta me despido
con sentimientos de veras;
fíjense en los resultados
que dejan las borracheras.

A pesar de su hieratismo, el corrido es indudablemente una forma atractiva que se caracteriza por la sobriedad, la concisión en la narración y una parquedad de emociones que aseguraron por mucho tiempo la continuidad de ese estilo verista tan alejado del sentimentalismo de las canciones de principios de siglo. Podría decirse que en el lapso transcurrido desde su aparición hasta 1920, el corrido como forma no sufrió una evolución notable; los temas cambiaron, trocáronse los héroes del relato pero, en lo esencial, continuó manejando las mismas fórmulas y modelos.

A partir de 1918, el corrido –comprobada su eficacia como género narrativo, de propaganda o protesta- comenzó a ser utilizado conscientemente por algunos autores. La corriente se inició con el excéntrico y bohemio Samuel Margarito Lozano, autor del corrido “Tampico hermoso” (impreso en hojas volantes, distribuido y cantado por su autor en las mismas calles de Tampico) y el corrido de Francisco Villa.

(continuará…)

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