Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

viernes, 10 de junio de 2011

Leyendas

La Llorona

Una de las muchas versiones de esta leyenda que data de la colonia, nos cuenta que se llamaba Eva, era joven y bonita, hija de padres ricos. Estaba acostumbrada a la vida lujosa y llena de comodidades, tenía muchos pretendientes, pero no se casaba con ninguno.

Un buen día, por su vida ligera y licenciosa se dio cuenta de que esperaba un hijo. Cuando lo tuvo, buscó un lugar apartado y en el que hubiera agua, ahí ahogó al producto de sus entrañas, para que sus padres no se dieran cuenta.


Sin corregirse ni arrepentirse de sus actos, siguió llevando la misma vida, teniendo más hijos, mismos que ahogaba en un estanque o en algún río.

Hoy su alma pena cerca de donde haya agua, en busca de sus hijos muertos. Cuentan que se les aparece a los hombres que van en busca del amor de alguna mujer exclamando el horrendo grito ¡HAY MIS HIJOS!

El Chan del Agua

¡Muchacho no te vayas al río, porque te come el “Chan del agua”!, era la sentencia que oía todo mozuelo de sus mayores al salir de su casa. El chan es un monstruo que vive en el agua, y sale a asolearse en las piedras de la orilla de ríos y lagunas, dicen que tiene forma de cocodrilo o de una gran lagartija con grandes colmillos, camina erguido en las dos patas traseras, y espera a que alguien entre en el agua para arrastrarlo hasta el fondo y devorarlo.

Es el Dios chan, según una antigua leyenda de nuestros indios que habitaron esta región de Guanajuato y Michoacán, es el dios del agua que era venerado en los cráteres de Valle de Santiago y Yuriria, así como en ríos y pantanos.

Se alimenta de hombres por el odio que les tiene. Por ellos el sol lo castigó cuando era el dios también de la lluvia, cuando estos se quejaron por las penurias que les causaba con las innumerables inundaciones que provocaba. El sol lo condenó a permanecer solo en la tierra, en el agua precisamente.

La Piedra del Diablo

El Puente de Batanes es rico en leyendas. Otra nos cuenta que el puente se empezó a construir en mayo de 1650, la obra fue planeada y construida por los religiosos carmelitas. La obra avanzaba por demás rápidamente, Fray Andrés de San Miguel el constructor, murió sin ver terminada su obra, que duró dos años.

La leyenda cuenta que para terminarlo sólo faltaba una piedra, pues ya no había más, el constructor desesperado optó por hacer un pacto con el diablo, diciéndole que a cambio de una piedra le regalaba su alma.

Como Fray Andrés murió repentinamente, el diablo no alcanzó a cobrar el alma del difunto, en venganza fue y aflojó la piedra para que la gente la quitara, como era la que soportaba la resistencia y peso del puente, si la sacaban éste se caería sin remedio.

Si en alguna ocasión te toca ver alguna piedra floja en el puente, no la quites porque si no, se cae.

El Artista de Nuestra Señora de la Luz

En el año de 1729, el Lic. Y Pbro. Dn. José Xavier de Rivera, fue nombrado juez eclesiástico, y en 1767 primer párroco que tuvo Salvatierra del clero secular. Le tocó a él, en su calidad de juez recoger los testimonios de los prodigios que se contaban de la venerada imagen de Ntra. Sra. de la Luz.

Tocó el turno de dar testimonio a Dn. José Antonio Ramos en abril de 1766. Manifestó ser clérigo y presbítero, vecino de esta ciudad desde hacía muchos años, y dijo lo siguiente: “Por el año de 1733, estando Nuestra Señora en el Templo del Carmen, vieron muchas personas una noche, que de la iglesia salían luces y juzgaron que ardía, al ir a cerciorarse constataron que nada se quemó, la iglesia tenía sólo las luces normales con que la dejaban por las noches.

Corrió la voz de que la imagen había irradiado luces otra vez, organizándose al domingo siguiente procesión, que se realizó sin ningún contratiempo, pero al llegar al portón de la iglesia y por ser muy altas las personas que la cargaban, la imagen se lastimó la cara en un extremo de la puerta, los vecinos se apuraron y preocuparon bastante.


Apareció un joven de apariencia extranjera que dijo ser escultor, ofreciéndose a repararla.

Al día siguiente comenzó a trabajar, solicitó algunos materiales, y no tomó los alimentos que se le ofrecieron. Al medio día terminó su trabajo, les dio que la imagen estaba reparada, que sólo faltaba que la sacaran al sol y a dejaran allí hasta el amanecer.

Cuando llegó la tarde, los vecinos se dispusieron a introducir la imagen en el templo, buscaron al joven escultor para pagarle sus honorarios, no encontrándolo en ningún lado. Nadie supo nada de él, ni ninguna persona lo vió después del medio día, había desaparecido.

Entre los feligreses quedó la creencia de que había sido el ángel el artista de Nuestra Señora.

Leyendas Tomadas del Libro: “Leyendas, Cuentos y Narraciones de Salvatierra, Recopilación” de Miguel Alejo López

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